Comunicación indígena en Tierradentro

La comunicación propia ha sido vital en el caminar de la historia de un pueblo que ha luchado por defender un territorio de imponentes montañas, páramos sagrados donde nacen caudalosos ríos y donde el poderoso Wila, desde las alturas cuida el equilibrio de los seres vivos. La comunicación ha estado presente en todos los aspectos de la vida Nasa, pues, desde tiempos inmemoriales los pueblos originarios nos comunicamos con la naturaleza, porque hacemos parte de ella y se nos fue otorgada la capacidad de entender los mensajes que ella envía. Nuestra sabia tierra se comunica a través del viento, el canto de las aves mensajeras, las nubes, los sueños que nos previenen, entre otros. Es un proceso donde recibimos y enviamos mensajes que nos han permitido vivir conectados con nuestra esencia.

Conforme el tiempo sigue andando, han surgido nuevas formas de comunicación, pues el mundo que nos rodea está en constante cambio y poco a poco, nos hemos ido desconectando de nuestro entorno. La globalización y el ritmo acelerado de este nuevo mundo nos ha obligado a adoptar otras acciones y comportamientos que, en muchas ocasiones, nos han alejado de la espiritualidad y de esa conversa tan importante: del sentir la seña, del aviso y del sueño que advierte.

Ante este escenario, es vital mirar hacia adentro y reencontrar esa raíz para que no se muera, regarla, abonarla y revivirla con fuerza para que nos ayude a cuidar nuestra vida: el territorio. Volver a conversar con la tierra es necesario en estos tiempos donde creemos saberlo todo, donde la información llega de inmediato y a cada momento ocurre algo extraordinario en el mundo. El escuchar la tierra y entender sus mensajes, se ha convertido en una deuda histórica con nuestros ancestros, pues como comunicadores nuestro compromiso ha sido el de ejercer una labor encaminada hacia la defensa de la vida y hoy vemos cómo las desarmonías han hecho estragos en nuestro ser colectivo.

Hoy más que nunca la tierra nos llama a no permitir que se derritan las nieves de sus montañas, a qué los ríos no se sigan llenando de sangre y secando, a que las entrañas de la tierra no sean más escarbadas para vender su tesoro, a que el veneno de la avaricia no siga matándola lentamente. La tierra habla. La tierra comunica. La tierra siente y nos avisa.