Queremos vivir, alimentarnos, cuidarnos y haciéndolo bien estamos cambiando el mundo.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
El mundo no se cambia por arriba, pues arriba se gobierna y abajo se camina, se duerme, se hace el amor, se come, se viste, se abraza, se produce y se vive.
Pero no podemos hacerlo bien y todo hay que hacerlo a como se pueda y en la mayor parte de la población ni tan siquiera se puede.
Aprendemos y nos acostumbramos a reprimir el deseo o la gana de hacer alguna cosa, como viajar o vestirse de cierta manera, o simplemente nos adaptamos, bajamos el nivel de las ganas y “aceptamos” el actual estado de cosas mientras nos acusan de vagos. Nos han domesticado como el oso del circo y cada cierto tiempo nos rebelamos y nos meten presos.
O sea que si asumimos la legalidad y la disciplina nos domestican, y si asumimos la ilegalidad nos meten presos. Asumir la legalidad como disciplina de la domesticación o la ilegalidad de salir de la fila y parar en prisión son las dos caras de la misma moneda de la propiedad y del poder.
Para vivir bien y satisfacer las necesidades de un barrio o comunidad sin ser domesticados ni reprimidos nos queda romper con ambos: no ser legales ni ilegales, sino alegales, es decir sin ley pero no contra la ley. Eso significa que los que gobiernan hacen eso, gobernar, pero sabemos que para gobernar necesitan mucho dinero y que la represión, la tecnología y los instrumentos militares necesitan cada vez más y más, así como también sabemos que ese dinero no alcanza con los impuestos de los domesticados y hay que atraer inversión de empresas extranjeras o nacionales y como el socialismo no ha salido ni puede salir de la fase del capitalismo de estado, tenemos que todo gobierno forma parte del engranaje internacional del capitalismo y es por eso que los cambios no pueden hacer por arriba y deben hacerse acá abajo en lo que el Che Guevara llamó de socialismo cotidiano
Lo ideal es aprender a administrar los barrios entre los propios vecinos como preparación del autogobierno de las comunas, pero eso es un proceso, de modo que habrá que trabajar primeramente en tareas de autonomía de las organizaciones del barrio como centros de madres, juntas de vecinos, clubes deportivos, etc. para que en la medida de la superación del partidismo y las eternas peleas de corrientes o tendencias podamos establecer el consejo barrial de las organizaciones y asociaciones de todo tipo no como instancia superestructural o vertical, sino como espacio de articular actividades de todos y para todos, así como promover la horizontalidad, la cooperación y el apoyo mutuo.
En Valparaíso hay compas estudiando las posibilidades de hacer eso por cuadras, por lo que habrá que acompañar y aprender de la experiencia.
La savia o la sangre de todo esto entre vecinos de un barrio es la potencia o energía (newén) que puede expresarse en capacidades, iniciativas, inventiva para romper el círculo de hierro de las orientaciones obligatorias y seductoras de la domesticación abriendo paso a ideas, propuestas y prácticas para atender los asuntos del barrios como huertas, producción de alimentos y medicinas, salud comunitaria, educación propia o metodologías autónomas de producción y reproducción cultural, etc.
Como pueden ver no estamos presentando recetas o reglas de como hacer los cambios por abajo ante la imposibilidad de pedirle a las empresas, a los estados y gobiernos que lo hagan allá arriba, pues temen que produciendo alimentos y refrescos de frutas podamos evitar frecuentar los supermercados en los barrios, así como muchas otras prácticas autogestionarias que nos permitirán ir cortando los lazos de dependencia con el estado y el mercado. Lo que estamos presentando son incentivos a la reflexión y el intercambio sobre estos asuntos.
Estamos abiertos al cruce de reflexiones y propuestas al respecto, así como al intercambio de experiencias. Para eso nos comunicamos a través del correo unlibre@gmail.com