La liberación de la Madre Tierra
Programa de comunicaciones CRIC
De aquí no nos vamos
La carretera de acceso muestra que en las últimas semanas ha llovido en la región porque aún es notorio el lodo que poco a poco se ha ido secando con el intenso verano y se ha convertido en un camino de herradura por eso el conductor hace todo el esfuerzo con el fin de llegar a su destino: la Finca el Chiman, municipio de Guachené en el norte del departamento del Cauca.
El sofocante calor se incrementa en la medida en que avanzamos a pie porque definitivamente la camioneta no pudo continuar su camino, es un calor seco que se mezcla con el olor del barro con hojas de diferentes especies en descomposición y el aroma del dulce amargo de la caña de azúcar que ha venido invadiendo las tierras que en otro tiempo los campesinos e indígenas utilizaban para cultivar cacao, plátano, yuca y variadas especies frutales.
Es un ambiente enrarecido en el que solo se escucha el cantar de las aves y los pequeños insectos que fueron testigos de un enfrentamiento entre comunidades indígenas de la etnia nasa con un grupo de afrocolombianos. que mantienen la disputa por la tenencia de la tierra, y que dejó como saldo siete comuneros indígenas gravemente heridos con armas de fuego desenfundadas por algunos afros que no son de esa región pero que estarían buscando pescar en río revuelto.
Eso fue el sábado 23 de septiembre después de las nueve de la mañana, sostiene un joven nasa que refleja en su rostro el cansancio por las duras faenas mientras que los brazos se encuentran vendados en los sitios donde fue herido. Estábamos trabajando en el predio cuando llegaron varios afros lanzando todo tipo de amenazas para que nos saliéramos diciendo que esas tierras les pertenecían. Nosotros, los indígenas nos defendíamos con palos y piedras y así fuimos llegando a los cañaduzales, pero no habían heridos porque los ataques no eran muy fuertes. Es más, asegura mientras se limpia el sudor de su rostro convaleciente, nosotros hablamos con la policía y le dijimos que en ese grupo que nos atacaba venían personas armadas, pero no los requisaron, aunque tampoco actuaron en nuestra contra.
Cuando llegamos al cañaduzal, de allí salieron varias personas negras de contextura gruesa que sacaron pistolas y recalzadas y empezaron a disparar contra la comunidad. Le causaron graves heridas a un compañero y lo querían rematar por eso corrimos en su auxilio y allí siguieron disparando. Los heridos fueron retirados por la guardia y allí es donde yo recibo varios impactos, unos de pistola y otros de recalzada y por eso me sacaron varios pedazos de alambres de las heridas, agrega el joven indígena mientras observa cómo se va recuperando de ese mal momento vivido en la lucha por la tierra.
Algunos de los afros resolvieron no mantener la pelea con los indígenas y se retiraron pero ante el alto número de heridos tratamos de coger a los atacantes armados y en su afán por escaparse no pudieron prender las motocicletas que ahora se encuentran en manos del cabildo que debe definir en que condiciones serán devueltas a sus propietarios sin desconocer que fueron utilizadas para el ataque armado. Esa es una de las motocicletas que dice la Personera que es de su propiedad y que se la hemos quitado, agrega. No es cierto, está en la oficina del Cabildo y no sabemos porque en ella llegaron los que portaban las armas, se pregunta el comunero.
Allí no se encontraba la Personera, tampoco había otras personas y no sabemos de dónde saca la versión que los indígenas llegaron disparando y atacándola, manifiesta cuando le preguntamos sobre el comunicado de la personería. Allí estaba el ejército y la policía y ellos se dieron cuenta de donde salieron los disparos. ¿Si nosotros tuviéramos las armas porque todos los heridos son indígenas y no hay ningún afro herido? se pregunta cuando se da cuenta que hasta ahora solo existe la versión de la agente del ministerio público.
Entre tanto, en el predio El Chimán, zona limítrofe entre el resguardo de López Adentro y el municipio de Guachené, otros comuneros ataviados de machetes y palas continúan preparando la tierra para la siembra de productos de pan coger como maíz, fríjol, yuca y plátano que les puede dar el sustento. En varias ocasiones los afros nos han dañado los cultivos o se cosechan el maíz pero nosotros no nos desanimamos, volvemos a sembrar y así llevamos más de tres años, manifiesta una comunera procedente de Toribío quien sostiene que heredó la lucha de la tierra de su padre desde que tenía la edad de diez años.
Nosotros estamos preparados para la lucha y vamos a continuar trabajando hasta que esas tierras pasen a nuestro poder y dejarles a los hijos un medio para vivir, agrega la comunera que se cubre la cabeza con una pañoleta sin dejar de lado el machete, la única arma que tiene para la búsqueda de un espacio para vivir en paz. Cuando ocurren estas cosas o nos dañan los cultivos algunas personas se desaniman y hasta quieren abandonar este trabajo, pero yo no me voy, aquí regreso nuevamente porque quiero dejarle como herencia a mi hijo de diez años un pedazo de tierra para que lo cultive y pueda vivir, asegura en tono fuerte como desafiando al tiempo.
Mientras hablamos con la comunera, un joven indígena que cubre su rostro con una pañoleta escucha atentamente a la mayora, no descuida el machete y siempre está mirando en el entorno porque deben estar alerta a cualquier hecho que les pueda alterar la tranquilidad. Dice que se unió al grupo de liberadores de la madre tierra porque esa es la enseñanza que les dejaron los mayores y que deben luchar por un futuro mejor porque ya no tienen donde trabajar o porque esas tierras no son productivas y que por lo tanto se convierte en la forma de subsistir con sus pequeños hijos. Considera que como jóvenes no pueden abandonar esta lucha que emprendieron los mayores y que por lo tanto con la energía que aún tienen deben seguir trabajando hasta que se les convierta en realidad el sueño de tener un pedazo de tierra que les permita mantener a su pueblo en el tiempo. Manifiesta que no estuvo de cerca en los hechos presentados el sábado pero que sí tuvo la oportunidad de ayudar a los compañeros heridos y que ahora las organizaciones que los representan deben entrar a fortalecer todo el proceso organizativo insistiendo que no es nada fácil pero que vale la pena como lo hicieron sus vecinos de López adentro.
Es que allí nos mataron a diez indígenas y fue este el motivo que muchas personas de distintas partes del Cauca llegaran a reforzar la lucha hasta que esas tierras pasaron a manos del cabildo y ahora se encuentra con cultivos de los que sobrevive la comunidad dice en su intervención. Allí metimos la mano indígenas, campesinos y afrocolombianos y vivimos en unidad, entonces no entiendo porque los afros que tampoco tienen tierra nos atacan en vez de unirse en una lucha conjunta para tener estos territorios, agrega el comunero que no aceptó entrevista porque teme a que tomen represalias en su contra.
Algunos afros dicen que están dispuestos a sumarse en esta lucha pero hay otros que solo quieren es defender a los propietarios de los ingenios porque les dan trabajo pero no dicen nada cuando cada vez compran más maquinaria para reemplazar la fuerza laboral y acabar con el empleo, cuestiona el nativo que hace poco terminó su faena. Nos gusta la idea de una reforma agraria en la que tomemos parte todos los que pretendemos la tierra, nos gustaría que los afros y campesinos también se unan en esta lucha para que las tierras regresen a manos de todos los que las trabajamos, pero el gobierno le debe meter la mano al tema para que el paramilitarismo no vuelva a la región y que de verdad podamos vivir en paz, puntualizaron.
La tarde va cayendo en valle geográfico del río Cauca, al fondo podemos observar las nubes teñidas de colores mientras que al oriente las montañas y nevados son los testigos mudos de esas reyertas por la tenencia de la tierra. Nos detenemos para registrar la fotografía y lo que oímos y sentimos, no resuelve los interrogantes que llevamos: Esa lucha por la tierra es de largo aliento y podrán pasar muchos años, pero nadie quiere dar el brazo a torcer, hay presencia de grupos armados buscando sacar tajada del conflicto, existen unas autoridades que no les interesa si afros e indios se matan en esa pelea, hay un gobierno que tiene como tarea urgente darle salida negociada a ese conflicto y como conclusión final: es que la herencia que dejaron los mayores en el sentido de luchar por la tierra se ha copiado al pie de la letra por las nuevas generaciones.