Honduras. El legado de Berta: la articulación como estrategia

Anticapitalista, anticolonial, antirracista y antipatriarcal. Esta definición del COPINH no es un fin en sí mismo: es estrategia, metodología y horizonte de lucha. Un caminar interseccional e internacionalista, con y desde los pueblos oprimidos, discriminados, excluidos, atacados, para proyectar la refundación de Honduras y fortalecernos junto a los movimientos sociales en la región y el mundo.



El legado de Berta: la articulación como estrategia

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Anticapitalista, anticolonial, antirracista y antipatriarcal. Esta definición del COPINH no es un fin en sí mismo: es estrategia, metodología y horizonte de lucha. Un caminar interseccional e internacionalista, con y desde los pueblos oprimidos, discriminados, excluidos, atacados, para proyectar la refundación de Honduras y fortalecernos junto a los movimientos sociales en la región y el mundo. Este pensamiento y acción es parte de la siembra que Berta Cáceres dejó y que queremos poner en valor en el sexto aniversario de su feminicidio territorial.

Con los pueblos indígenas y garífunas, con el campesinado, con el movimiento sindical, magisterial, estudiantil, ecologista, feminista, con las diversidades sexuales, con los medios alternativos y comunitarios. Con todas y todos ellos, de manera integral, así construyó Berta una forma de articular con otros movimientos y organizaciones para refundar Honduras desde abajo.

“Berta era feminista, pero no solo; era ambientalista, pero no solo; era defensora lenca, pero no solo. Berta era, ante todo, una mujer política”. Así la recuerda Roberto Barra, periodista independiente que acompañó las luchas del COPINH desde la logística y diversos procesos de formación y articulación en la organización.

La perspectiva de lucha que llevaba adelante Berta cada día quedó impregnada en el COPINH y queremos honrarla revitalizando esa capacidad articuladora para cambiar este país.

Sabemos lo que significa el papel de los Estados Unidos en Centroamérica, en especial de Honduras como plataforma para el despliegue militar desde los años 90. Por eso, ser anticapitalistas es una de las primeras definiciones que toma el COPINH, inspirado en las luchas civiles que se desarrollan en Centroamérica y enriquecida por los debates que hemos dado a lo largo de Mesoamérica, por la defensa de la diversidad biológica y cultural, en la lucha contra la militarización y en las luchas contra la instalación de represas, por ejemplo, a través de la Red Latinoamericana contra las Represas.

Esto va de la mano de ser una organización anticolonial y antirracista, que evidencia y denuncia las acciones colonialistas y racistas externas contra el pueblo hondureño, pero, ante todo, el racismo y el colonialismo internos que perpetúan la invisibilización estructural de la existencia de los pueblos originarios y sus derechos. Es evidente que el sujeto social marginado de Occidente son los pueblos indígenas, que plantean una demanda muy sentida como es el tema de la tierra. Junto a OFRANEH y desde lo que fue en su momento la Confederación de Pueblos Autóctonos de Honduras (CONPAH), el COPINH potenció articulaciones entre organizaciones de los pueblos indígenas para unir sus luchas. A través de movilizaciones y peregrinaciones exigiendo justicia por las y los líderes asesinados, o campamentos para denunciar diversas violaciones a los derechos humanos, se profundizó en la comprensión de que el despojo de tierras y territorios ancestrales no es solo un impacto del modelo capitalista, sino también un ataque y una actitud racista desde el Estado. El Frente Nacional de Resistencia Popular y la Plataforma del Movimiento Social y Popular de Honduras han sido espacios de articulación tanto reflexivos como insurrectos desde donde proyectar la refundación del país.

Si luchamos por la emancipación de los pueblos es indudable que nuestra perspectiva también debe ser antipatriarcal, para desmontar un sistema de dominación vigente en el que las mujeres y las diversidades sexuales deben ser consideradas por fin como sujetas de derecho y no ser más objeto de violencias de género. La perspectiva feminista y antipatriarcal se amplía en el COPINH al trazar y fortalecer cada vez más las articulaciones con feminismos populares del país, de la región latinoamericana y del mundo, a través de debates interesantes y nutritivos que fomentaron no solo la condena ante las violencias machistas y patriarcales, sino la necesidad de promover el protagonismo de la participación política de las mujeres campesinas e indígenas en los movimientos sociales y su autonomía económica como parte del proceso emancipatorio colectivo, articulando con espacios de mujeres y diversidades.

Estas definiciones son claves para nuestras acciones cotidianas, con el fin de desmontar este sistema de dominaciones múltiples.

Algo que Berta también procuró fue traer las discusiones externas hacia Honduras: denunciar la militarización; defender la biodiversidad; ejercer la solidaridad internacionalista desde Cuba y Venezuela, hasta con los pueblos mapuche y kurdo. En ese camino también seguimos.

¿MO HACÍA BERTA PARA ARTICULAR?

Estaba presente. Su solidaridad no era discursiva, antes que nada era acción, era poner el cuerpo, era trasladarse de una latitud a otra. Era permanecer.

Escuchaba. Y con esa escucha aprendimos a hacer valer las voces de las comunidades, de las mujeres, de las diversidades sexuales, de las ancestras y ancestros, de la juventud, de las niñas y los niños.

Respetaba las decisiones de las comunidades. Aun cuando no estuviera de acuerdo en todo, entendía que las decisiones eran parte de procesos y complejidades propias de cada espacio, movimiento u organización.

No protagonizaba las luchas de otros. A pesar de su legitimidad, no suplantaba decisiones ni vocerías.

Visibilizaba a actores sociales invisibilizados. En lo simbólico, pero también en lo concreto, los espacios políticos debían reflejar el sentir de muchos sectores de la sociedad hondureña, como ocurrió cuando se armó la Mesa que presidía la Asamblea Nacional Constituyente Originaria. Allí estaban Pascualita, guía espiritual del pueblo lenca, junto a representantes de la comunidad LGBTI, del movimiento de Derechos Humanos y del movimiento sindical, al frente de un debate sostenido por 1500 representantes de los pueblos indígenas y negros de Honduras (Pech, Lenca, Chorti, Tolupan, Tawaka, Garífuna, Misquito y negros de habla inglesa) autoconvocados en San Juan Durugübuti, Tela, reuniendo propuestas para la refundación de Honduras, concretizando un proyecto de democracia participativa.

APRENDIZAJES

En plantones frente a embajadas, en campamentos frente a los tribunales, en encuentros refundacionales, seminarios y talleres, cualquier espacio es bueno para “aprender en la acción”, como afirmaba Berta. Claro que las instancias de formación política ideológica son claves, pero el COPINH también entiende que se aprende haciendo: se aprende en la toma, en la radio abierta, en la olla comunitaria, se aprende en los errores.

“En este aprendizaje colectivo popular surgen grandes ideas, propuestas, contenidos, reflexiones y mucho trabajo (…), un trabajo que toque la esencia de los que queremos transformar en este país”, decía Berta sobre los Encuentros hacia la Refundación de Honduras.

PROYECCIÓN

El nuevo gobierno de Xiomara Castro ofrece el escenario de respiro que necesitaban las organizaciones sociales para rearmarse, para volver a encontrarnos.

No es el escenario de articulación que había antes del asesinato de nuestra compañera Berta. Su ausencia sin dudas ha impactado en la articulación del movimiento social, pero es momento de volver a encontrarnos para proyectar la realización de la Asamblea Plurinacional, Originaria, Popular, Antipatriarcal Constituyente que, como dijimos a finales de enero, debe ser el principal objetivo del gobierno.

Entendemos que en esta coyuntura faltan liderazgos con la capacidad articuladora y la legitimidad ganada y reconocida en diversos sectores, como el que tenía Berta al frente del COPINH. Pero sí hay esfuerzos por lograr articulaciones y unidad. Y hay lideresas indiscutibles como nuestra hermana Miriam Miranda.

Hoy, todavía, las organizaciones estamos en luchas por la sobrevivencia cotidiana frente a las amenazas de las transnacionales, de grupos criminales como el narcotráfico y de fuerzas de seguridad que nos asfixian, atacan y secuestran.

Hoy, las estructuras criminales en las Fuerzas Armadas y en la Justicia están intactas. Debemos organizar y sostener una Movilización Nacional Constituyente integrada por todos los pueblos de Honduras para erradicar la mafia que corroe a nuestro país. Confiamos en la capacidad de análisis de las comunidades para llevar adelante procesos éticos de debate y movilización.

La plataforma del COPINH está a disposición para fortalecer procesos organizativos sociales y de los pueblos, llevados adelante desde la metodología de articulación que sostuvo Berta, es decir: respetando las decisiones de las comunidades; siendo organizaciones sociales independientes de cualquier gobierno; actuando de manera solidaria poniendo el cuerpo, más allá de declaraciones a la distancia; dando luchas integrales; movilizándonos contra el modelo concesionario sin perder la beligerancia; llevando adelante un proceso de construcción colectivo de poder desde abajo.

Como dijo Berta: “Tenemos que seguir luchando por la dignificación del pueblo hondureño, para que algún día terminemos con este proyecto de dominación, de opresiones múltiples que sufrimos”.

En los últimos años, el COPINH fortaleció la participación de las y los jóvenes en distintos espacios y de a poco vamos teniendo nuevos liderazgos. “Cada día queremos aportar en cómo no replicar en la juventud los vicios organizativos que pueden tener las organizaciones sociales”, afirmó Bertha Zúniga Cáceres, coordinadora general del COPINH.

A casi 30 años de la creación de este Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras miramos las huellas que hemos marcado en el camino y decidimos profundizar el legado de Berta, de Pascualita y de tantas luchadoras que nos iluminan, para dar pasos de resistencia a la esclavitud, el colonialismo, el racismo, el capitalismo y el patriarcado, reafirmando el compromiso de apoyar a los pueblos indígenas en la defensa de los territorios, de la espiritualidad y de nuestras maneras de ver, habitar y sentir, para construir un mundo justo, libre, igualitario, digno.