Las jerarquías suníes de Irán abren un nuevo frente contra la República Islámica al respaldar la oleada de protestas

Los clérigos suníes, hasta ahora aliados del Gobierno chiita de Irán, han anunciado en un comunicado sin precedentes su apoyo a las protestas que tienen lugar contra el régimen por todo el país tras la muerte de Mahsa Amini.



Los clérigos suníes, hasta ahora aliados del Gobierno de Irán, han anunciado en un comunicado sin precedentes su apoyo a las protestas que tienen lugar contra el régimen por todo el país tras la muerte de Mahsa Amini.

En un pronunciamiento sin precedentes, las principales jerarquías del islam suní de Irán han dado su apoyo a la oleada de revueltas populares y se han posicionado contra la República Islámica, abriendo así un nuevo y significativo frente en la grave crisis por la que atraviesa la antigua Persia desde mediados de septiembre, cuando la joven kurda Mahsa Amini murió a manos de la Policía por llevar mal puesto el velo islámico.

Hasta ahora, pese a ser una corriente musulmana distinta al chiísmo oficial, los clérigos suníes suponían un importante apoyo para el Gobierno de Teherán en el Kurdistán y el Baluchistán, las dos regiones iraníes más conflictivas, donde, al contrario del resto del país, se practica mayoritariamente el sunismo y existen los movimientos autonomistas más radicales.

Según una información del periódico digital Rudaw, cientos de clérigos suníes, especialmente en la región kurda junto a la frontera iraquí, han denunciado la brutal represión contra los manifestantes y la falta de libertad, acusando al régimen de “ignorar las legítimas aspiraciones de la población”.

Estos posicionamientos, grabados en vídeo, suelen ser difundidos a través de las mezquitas, como han hecho medio centenar de mulás en Divandareh, afirmando que el régimen, “en vez de escuchar al pueblo, usa la violencia para silenciarlo”. Otro centenar de clérigos han exigido la celebración de un referéndum, con observadores internacionales, “para encontrar una salida a la actual situación”.

Algo parecido, aunque con menor peso demográfico –dos millones y medio de habitantes frente a los más de diez millones de kurdos- ocurre en la región del Baluchistán, situada en el sureste de Irán, a orillas del Golfo Pérsico. Molavi Abdulhamid, principal autoridad religiosa de esa región, declaró el pasado 20 de noviembre que “la actual represión solamente profundizará el descontento de la población”, y, dirigiéndose a las autoridades chiíes, estrechamente vinculadas al poder, les ha pedido que “rompan su silencio, escuchen la voz del pueblo e impidan la opresión y las matanzas sobre la población”.

Se da la circunstancia de que estas declaraciones surgen en plena escalada represiva, desencadenada a mediados de este mes de noviembre cuando el máximo mando de los Pasdaranes (Guardianes de la Revolución), el general Salami, advirtiera a quienes se manifestaran en la calle que no volverían a sus casas, insinuando que las fuerzas antidisturbios tenían orden de tirar a matar.

La principal consecuencia de esta amenaza ha sido un aumento considerable del número manifestantes muertos, acercándose ya al medio millar, la mitad de los cuales se han registrado en esas dos regiones, pese a que, en su conjunto, el Kurdistán y el Baluchistán suponen solo el 15% de la población iraní.

Respecto a esta situación, Hamid Hoseini, portavoz en España de la Asociación pro Derechos Humanos en Irán, en declaraciones a Público, advierte que esa cifra se refiere solo a los datos conocidos y que el número de muertos puede ser mucho mayor, ya que los Pasadaranes se llevan los cuerpos que quedan en las calles y no los entregan a sus allegados, por lo que muchas familias creen que esas personas han sido detenidas cuando, en realidad, han perecido por disparos de los Pasdaranes y de los basijis (voluntarios), las fuerzas paramilitares que los apoyan.

El portavoz de esta asociación, convocante de la manifestación de protesta frente a la Embajada de Irán en Madrid de este 25 de noviembre, explica que, aunque en el Kurdistán se están produciendo los enfrentamientos más graves, también continúan las protestas en otras partes de Irán, como ocurre en la industrial ciudad de Qazvin, a 140 kilómetros al noroeste de Teherán, donde los trabajadores han iniciado, como está sucediendo en otros complejos fabriles, huelgas de apoyo a las manifestaciones.

La gravedad de la situación por la que atraviesa Irán se ha reflejado incluso en la celebración del Mundial de Fútbol, al negarse el equipo iraní a cantar el himno nacional al comenzar su primer partido contra Inglaterra, partido que Irán perdió por 6 goles a 2.

Los medios oficiales iraníes han llegado a responsabilizar a las potencias occidentales -especialmente a EEUU, Gran Bretaña e Israel- de la derrota debido a la presión bajo la que tuvo que jugar el equipo. Por ejemplo, el diario Kayhan, estrechamente vinculado al régimen, tituló: “Irán, 2; Israel, Inglaterra, Arabia Saudí y los traidores, 6”.

En relación con esta protesta, se sabe que Voria Ghafuri, jugador del equipo nacional que no ha sido seleccionado para este Mundial, está detenido por sus críticas al régimen, temiéndose que ocurra lo mismo cuando los actuales miembros de la selección iraní regresen de Qatar.

También en respuesta a esta escalada represiva, las principales ciudades del Kurdistán iraní vivieron el pasado jueves, día 24, una jornada de huelga general con la práctica totalidad de los comercios e industrias cerradas, tal y como se aprecia en un vídeo difundido igualmente por Rudaw, un prestigioso medio especializado en temas kurdos.

En algunas de estas ciudades, desafiando las amenazas oficiales de provocar un baño de sangre si no se pone fin a las protestas, se están levantando barricadas y los manifestantes se enfrentan abiertamente y con mayor determinación a los Pasdaranes. En algunos casos, como en Mahabad y Bukan, las autoridades han tenido que imponer la ley marcial, prohibiendo bajo amenaza de muerte que nadie salga de sus casas entre las nueve de la noche y las nueve de la mañana.

Solo en la ciudad de Javanrud, el pasado 21 de noviembre se registraron seis muertos y decenas de heridos, una veintena de los cuales ingresaron en los hospitales, mientras que otros muchos son atendidos en casas particulares por temor a ser apresados y trasladados a los centros de detención.

Las informaciones e imágenes que llegan de esa zona, difundidas por medios kurdos, hablan de un clima de guerra, con ciudades ocupadas militarmente, mientras columnas de los Pasdaranes se dirigen hacia la frontera de Irak, país al que Teherán ha amenazado con invadir su territorio si no desmantela las bases de los partidos de la oposición kurda iraní.

El Gobierno de Teherán acusa a estos partidos, en especial al Partido Democrático del Kurdistán de Irán (PDKI) y al grupo comunista Komala (Sociedad), de ser los responsables de la actual oleada de protestas, por lo que ha vuelto a bombardear estas bases, por cuarta vez en tres meses, con drones kamikazes y misiles balísticos de largo alcance. En este sentido, Hamid Hoseini, un alto rango del régimen, declaró hace unos días que “la cabeza de la serpiente está en el Kurdistán y hay que cortarla”.

Por su parte, Rahim Kaderi, representante en España del PDKI, considera que la crisis sin precedentes que vive Irán “ha entrado en una nueva fase” debido a la clara determinación de los manifestantes en acabar con el régimen instaurado por el ayatolá Jomeini en 1979.

Según ha manifestado también en declaraciones a Público, en algunas ciudades se han producido ataques con armas de fuego contra los Pasdaranes, las últimas en Mariván y Saquez, desconociéndose si tras esos incidentes hay algún grupo organizado, ya que los principales partidos kurdos han pedido que no se caiga en la provocación de iniciar una escalada bélica.

Para Hamid Hoseini, desde Teherán se está intentando provocar una guerra civil en el Kurdistán para desviar la atención de lo que está ocurriendo en el resto del país, llamando a la población a cerrar filas con el Gobierno para hacer frente a una supuesta amenaza separatista que pondría en peligro la unidad nacional.

Hoseini recuerda, sin embargo, que solo hace unos días los principales partidos kurdos han publicado una declaración conjunta afirmando que el Kurdistán es parte de Irán y que la lucha debe continuar en las calles de forma pacífica.

Para Hoseini, como para Rahim Kaderi, Irán se encuentra en estos momentos en un punto de no retorno y el país ya no volverá a ser el que era antes de la muerte de Mahsa Amini hace ya dos meses y medio. “No se sabe cómo ocurrirá, pero sí se sabe que el objetivo final es acabar con el régimen; en Irán ha empezado una nueva revolución”, expone.