Otro verde es lo que importa: COP27 y el regreso de Chevron a Venezuela
En el mes de noviembre se celebró la 27°Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, mejor conocida como COP 27. Este año esta cumbre contaba con un peculiar y no menos paradójico patrocinante: COCA-COLA Company, una de las empresas más contaminantes del planeta. Sin embargo, ya se ha hecho habitual que estas reuniones sean en realidad un espacio donde las grandes empresas e intereses económicos, especialmente los vinculados a los hidrocarburos, presionan para frenar las cada vez más urgentes medidas gubernamentales necesarias, ya no para detener el Cambio Climático, sino para mitigarlo y evitar que sea más intenso. Los intereses económicos siempre terminan ganando y se postergan para otras cumbres las acciones necesarias como si el tiempo sobrara.
Otro aspecto revelador es que la reunión de la COP27 se realizó en Egipto, un país gobernado por una dictadura militar, violadora de los Derechos Humanos, que además proyecta obras de transformación territorial que podrían generar enormes problemas ambientales en su país. En ese contexto, pudimos ver la participación del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien se presentó en la asamblea por varios días, para luego dar un “impecable” discurso sobre salvar el planeta, frenar el Cambio Climático y cambiar el sistema socioeconómico, aludiendo a Venezuela como un ejemplo a seguir en materia económica, social y ambiental. Para quienes conocemos la grave problemática ambiental de Venezuela, este discurso ha sido sin duda todo un homenaje al cinismo.
La COP 27 cierra con una foto donde pudimos apreciar en primera fila los líderes políticos de los principales países productores y exportadores de petróleo y gas; como para burlarse de las aspiraciones de la gente y de la necesidad de sostener la vida humana en el planeta.
Las fuerzas del mercado y el interés particular se imponen al interés de la vida y la naturaleza. Lo lamentable de esto, más allá del circo mediático, la hipocresía general; es el aumento del consumo de energías fósiles, acelerando aún más los procesos degenerativos del clima.
El regreso de Chevron
Al regresar a Venezuela, ante los cambios geopolíticos derivados de la invasión rusa a Ucrania y los reacomodos energéticos que se han dado a partir de ese acontecimiento; Maduro y la Oposición reinician las tratativas para dialogar, lo que se había comprometido el propio presidente en El Cairo ante Emmanuele Macrón, presidente de Francia. Este diálogo dio, como uno de sus resultados político-económicos, que el Departamento del Tesoro otórgase la licencia para continuar sus actividades en Venezuela, lo que representará un aumento de la producción en el sur de la Costa Oriental de Lago de Maracaibo, una de las más afectadas por los continuos derrames y degradación ambiental, producto de la actividad de extracción petrolera.
No ahondaremos en los análisis económicos y políticos de esta decisión, sobre lo que ya se escribe y se ha escrito; queremos hacer énfasis en la política ecológica que representa. Es reiterativo, desde los últimos años, las denuncia que hacen expertos, comunidades y pescadores sobre los derrames petroleros; no sólo en el Lago de Maracaibo, la cloaca petrolera de Venezuela; sino también en las costas del estado Falcón, Carabobo y en los campos y ríos de los llanos orientales venezolanos, que desaguan en el Orinoco.
La industria petrolera venezolana tiene enormes pasivos ambientales, que no son cubiertos, no son atendidos; en Cabimas, paseando por un sitio tan público y concurrido como lo es el malecón del Centro Cívico, se observa en las arenas como el petróleo que tiene años, meses y semanas; que día a día llega sus arenas se va solidificando, porque nadie se encarga de limpiarlo. No hay autoridades, no hay organización que se encargue de atender eso; mientras PDVSA y sus socios se hacen la vista gorda de la constante contaminación. Pescadores en el estado Falcón denuncian con angustia como se contaminan los mares venezolanos, acabando con ecosistemas delicados, necesarios para la reproducción de especies; como se quedan estos mares sin vida, haciendo imposible la pesca y dejando aguas inertes.
¿Cuál es el compromiso por abordar el Cambio Climático? Si este es el desafío más grande que tenemos como especie, vemos como la clase empresarial y política se unen para colocar enormes obstáculos para tan siquiera pensar en confrontarlo. Verborrea política sobre cambios de sistema, sobre contribuciones, sobre medidas y decisiones; pero en los hechos vemos todo lo contrario, la política del exterminio y del cortoplacismo, la de la lucha contra la vida y la destrucción del agua. ¿Sirven para algo las COP, o son teatro para el más pérfido cinismo político? ¿Hasta cuándo el planeta podrá soportar esta situación?