Reflexiones sobre Perú

Quizás el escenario más probable, considerando la falta de alternativa, es que las élites políticas y económicas retomen finalmente las riendas, entregando algunas concesiones, pero asegurándose de que los cambios no alteren la esencia del sistema de dominación.
Tal como lo hicieron en Chile después de la extraordinaria revuelta del 2019.



REFLEXIONES PERU


Iván García

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Perú concentra la atención del mundo, a raíz de la profunda
crisis que ha estallado en estos días.
Hay un trasfondo socio-económico pocas veces mencionado y es
que el Perú es un capitalismo subdesarrollado con amplios vestigios
feudales, en cuyo seno proliferan el caudillismo, el clientelismo, el
clasismo, el racismo y la corrupción.
En ese contexto nunca se ha consolidado una clase dominante
homogénea ni una clase obrera madura.
Las organizaciones rurales de campesinos, incluidos aymaras y
otros pueblos originarios, son muy combativas, y durante decenios
han sido protagonistas de revueltas.
Este carácter líquido, no consolidado, le da un carácter caótico a la
lucha de clases. Y esto se expresa en un sistema político también
subdesarrollado, donde los partidos políticos nacen y mueren, no
responden a una matriz ideológica, son más bien - como me han
dicho varios politólogos y sociólogos del Perú - uniones de
individuos que se organizan para llegar al poder a usufructuar de los
recursos públicos.
Una concepción harto triste y - pensaba yo - exagerada. El
problema es que la realidad diaria del Perú parece darle la razón a
esta descripción.
Perú tuvo una dictadura - la de Fujimori en los 90 - que “modernizó”
al país, es decir lo incorporó al sistema capitalista mundial con modo
neoliberal, más o menos como Pinochet en Chile. El rol del Perú en
esta economía mundial es el de abastecedor de minerales y
productos agropecuarios, lo que acentúa el subdesarrollo de su
economía.
El capitalismo «modernizante» de los últimos 30 años le dio poder
de consumo a la incipiente clase media, con tarjetas de crédito

obviamente, hecho que a larga vino a profundizar la brecha entre
la pujante” Lima y las provincias sumidas en el atraso.
Después de la dictadura sobrevino un sistema formalmente
democrático, liberal. Pero con unas reglas que han llevado a una
ingobernabilidad persistente, por ejemplo gobierno y congreso se
pueden neutralizar mutuamente paralizando el funcionamiento del
sistema y es sumamente fácil destituir a un presidente.
Y puesto que los partidos son más grupos de amigos y socios antes
que corporaciones ideológicas - y los amigos se pelean - los
congresistas cambian de partido como de zapatos.
Con un congreso de mayorías fluctuantes, capaz de paralizar toda
actividad política y enorme poder para destituir presidentes, el Perú
ha tenido seis mandatarios en seis años. Varios de ellos destituidos
por la presión de las masas en la calle, como Vizcarra y Merino el
2020.
Para las grandes empresas que logran enormes ganancias en la
minería y el agro, el caos político crónico ha resultado hasta ahora
funcional. No viene del poder político ninguna amenaza, no hay
controles ni medidas ni huelgas.
ALGO DE HISTORIA
Pedro Castillo llega al poder por los avatares de la historia. Trata de
crear un partido entre los profesores y fracasa. Se acerca a el un
pequeño partido de izquierda, de tendencia estalinista, Perú Libre y
lo acoge como miembro lanzándolo como candidato a presidente.
Para sorpresa de todos pasó a segunda vuelta con el 19 por ciento
de los votos contra 13 de la derechista Keiko Fujimori.
Castillo triunfa en segunda vuelta con los votos de la izquierda, los
votos de antifujimoristas que no soportaban la idea de que llegara
al poder la Keiko - hija del dictador y favorita de la elite derechista -

y los votos de millones de descontentos con el sistema político. …
sobre todo de los sectores mas marginales del Peru rural que vieron
en Castillo a uno de los suyos.
Su programa de reformas de izquierda despertó la esperanza de
muchos. Sus valores conservadores en temas como el aborto, la
homosexualidad, etc. fueron obviados por la izquierda limeña, no
eran el tema central del momento, se dijeron.
Desde el primer día el presidente profesor rural se encontró con la
resistencia organizada de la elite y la oligarquía desde el congreso
y los medios de comunicación, que no vacilaron en usar
argumentos racistas y clasistas.
Y pronto se vería que el mandatario era incapaz de resistir los
ataques, de tomar las riendas y dirigir el país. Por el contrario,
mostró debilidad y fue fácil de la manipulación de unos y otros que
se movían en su entorno. Y lo más dramático, fue alejándose de sus
bases de apoyo y aislándose.
En el gobierno de Castillo se vio lo que se ha visto en toda la política
peruana: Caos, conflictos personales, caudillismo, favoritismo,
clientelismo y corrupción. Castillo se rodeó de su gente de
Cajamarca y del magisterio, q no resultaron ser ni muy hábiles en
política ni tampoco de los trigos limpios.
Si el propio Castillo delinquió o no, como lo acusa la fiscalía, no sé
si se sabrá algún día.
Lo que parece estar claro es que Castillo protegió actos de
corrupción de sus más cercanos, según testimonios obtenidos en
Lima. Para el presidente parece que la lealtad con sus amigos
resulto ser más importante que la honestidad.
En torno al presidente se creó un círculo de hierro, que tomaba las
determinaciones por sobre los ministros y de una manera confusa.
Castillo fue abandonando su programa de gobierno inmerso en una
crisis permanente, imposibilitado de hacer reformas ante la

oposición congresal y también maniatado por su propia ineficacia y
el caos permanente en el gobierno, fueron cinco los gabinetes y 80
ministros que pasaron en 16 meses.
ERROR TRAS ERROR FUE APROVECHADO POR LA DERECHA.
Las fuerzas políticas que originalmente respaldaron al gobierno
nunca lograron unidad, también ellas presas de la lógica política
peruana de caudillismo y corrupción.
Lo determinante fue al fin el desapego entre el gobierno y las bases
de apoyo, los movimientos sociales, las organizaciones sindicales y
campesinas.
Con una correlación de fuerzas enormemente desfavorable,
Castillo da un golpe de fuerza desde la desesperación. Un paso
desgraciado sin plan, sin apoyo de nadie salvo sus cuatro a cinco
asesores. No se aseguró apoyo ni de sus ministros, ni de los partidos
que podrían haberlo apoyado, ni de las FFAA.
Y lo peor, no acudió a las organizaciones sociales que pudieron
respaldar una medida q resultaba ser muy popular: La disolución
del congreso.
La respuesta popular de estos días tiene mucho de espontanea
indignación que, acumulada por años, explota. No hay dirección
centralizada ni visible, no hay programa, solo un grito enorme de
rabia, indignación y hasta impotencia.
Miles de peruanos ven lo ocurrido como la venganza de la derecha,
la elite blanca de Lima y la oligarquía contra el profesor que
representó un anhelo de millones. Pero muchos no están con
Castillo, detestan toda política,que se vayan todos” es lo que
piden.
En ese contexto, con una masa indignada que se lanza a las calles
sin plan ni dirección y una elite atónita y desesperada que recurre

a la represión - tanto para no ser derrocada como por que no tiene
con quien dialogar - el panorama se ve sin salida a corto plazo.
La elite apuesta al agotamiento de la gente, a las fiestas de fin de
año, “aguantemos una semanita más y ya pasó.
Los rebeldes de la calle seguirán en su protesta, pero si no aparece
un liderazgo esto no pasará más allá de ser una revuelta más en la
historia del Perú.
¿ELECCIONES?
La élite retrocede con el tema de elecciones anticipadas, que
primero en abril del 2024, ahora dicen que quizás en diciembre del
2023, o en septiembre. Yo me temo que - aunque digan que habrá
elecciones en seis meses - el país seguirá en ebullición, la protesta
va en realidad más allá del tema electoral, aunque esa sea su
consigna principal.
El gran dilema es qué va a pasar. Puede ser que las calles tumben
finalmente el congreso y a la presidenta, pero y después qué ?
¿Es Pedro Castillo una alternativa? Me parece casi imposible, así
como muchos lo odian, hay entre sus anteriores partidarios mucha
decepción con él. Castillo para muchos ya es un cadáver político.
Quizás el escenario más probable, considerando la falta de
alternativa, es que las élites políticas y económicas retomen
finalmente las riendas, entregando algunas concesiones, pero
asegurándose de que los cambios no alteren la esencia del sistema
de dominación.
Tal como lo hicieron en Chile después de la extraordinaria
revuelta del 2019.


periodista sueco-chileno
Corresponsal de Radio Suecia