De las calles a las prisiones de Irán: las manifestantes cuentan sus historias
Desde el comienzo de la revolución “Jina Mahsa Amini”, miles de personas han sido arrestadas o han sido objeto de muchas formas de violencia por participar en huelgas, protestas y manifestaciones en todo Irán.
El pueblo de Rojhilat (Kurdistán iraní) ha sido objeto de detención, arresto, prácticas inhumanas y muchas formas de violencia desde el 16 de septiembre de 2022, cuando Jina Mahsa Amini fue asesinada bajo custodia policial.
JINHA habló con algunos manifestantes, quienes fueron arrestados y torturados bajo custodia o durante las protestas.
Dylan participó en las protestas en la ciudad de Bukan junto a su madre. Al hablar sobre lo que presenció durante una protesta, dijo: “Huimos junto con la multitud después de escuchar los disparos y nos refugiamos en una casa. Toda la gente estaba huyendo. Vi a cinco agentes sacar a una niña cubierta de sangre de detrás de una ventana. Uno de los agentes la agarró del cabello y la arrastró por el suelo, mientras otro agente le gritaba y la maldecía”.
Maziar, una adolescente de la ciudad de Ashnoye, en Rojhilat, fue arrestada durante una de las manifestaciones. “En un día sangriento en la calle, las fuerzas de seguridad nos atacaron. Mientras corríamos, doce miembros de las fuerzas de seguridad me atraparon junto con mis amigos en una calle. Nos golpearon y patearon brutalmente, con la intención de matarnos. Fueron tan duros como si fuéramos sus enemigos”.
Maziar fue llevada a un centro de detención tras ser golpeada por las fuerzas de seguridad. Al referirse sobre lo que había sufrido durante la detención, relató: “Cuando recuperé el conocimiento, me encontré tirada en el suelo en un centro de detención con el cuerpo ensangrentado y los dientes rotos. Uno de los oficiales me dijo: ‘¿Tienes cientos de vidas? ¿Cómo sobrevives a la tortura a la que te sometieron?’. Tenía menos de dieciocho años y me liberaron después de haber estado unos días en el centro de detención. Fui al médico y me dijo que tenía tres dedos rotos en la mano derecha y el pie izquierdo estaba roto. Apenas podía moverme y no pude hacer nada durante varios días”.
Sima tiene 34 años. Fue arrestada el día que las fuerzas de seguridad iraníes mataron a Samko Moloudi durante una protesta en Mahabad. Ella nos contó a lo que fue sometida bajo custodia: “Participé en una protesta con algunos de mis amigos y de repente las fuerzas de seguridad nos atacaron. Huimos a otra calle. Caímos en manos de las fuerzas de seguridad en esa calle. Ahí fue cuando un oficial de seguridad de ojos verdes me disparó mientras yo solo gritaba de miedo. Cuando yacía en el suelo, uno de los oficiales dijo: ‘Déjala, está muerta’. Algunos manifestantes vinieron y me ayudaron. Las fuerzas de seguridad dejaron allí a los heridos. Después de la protesta, me llevaron a un médico y el médico me sacó 230 perdigones del cuerpo. Todavía hay heridas en mi cuerpo. Algunas balas todavía están en mi cuerpo”.
Las fuerzas de seguridad de Irán allanaron la casa de Delare. Al contar sobre ese día, Delare recordó: “Cuando estaba fuera, mi madre me llamó. Ella estaba llorando y me dijo que me escondiera. Las fuerzas de seguridad allanaron nuestra casa para arrestarme a mi hermana y a mí. Los agentes de seguridad le dijeron a mi madre que sus hijas era antirrevolucionarias y que deberían ir a la comisaría. Mi hermana Delanya tiene 14 años, estaba en la escuela en ese momento. Fui a su escuela y fuimos a la región de Bashur (Kurdistán iraquí) a través de la frontera de Sardasht. Ahora somos refugiadas”.
Laleh fue detenida durante una protesta por no llevar velo. “Había muchos manifestantes y estábamos corriendo hacia las calles –contó-. Tres agentes de seguridad me arrestaron y me llevaron a la fuerza en una camioneta, donde me obligaron a usar un pañuelo en la cabeza y me pidieron la contraseña de mi teléfono, pero me resistí. Una de las mujeres me agarró del cabello y golpeó mi cabeza contra el vidrio, estaba cubierto de sangre. Las mujeres agentes de seguridad no tienen piedad”.
FUENTE: Lara Gewheri / JINHA / Traducción y edición: Kurdistán América Latina