Sobre el mentiroso que no sabe que miente
Giorgio Agamben
Traducción para Artillería inmanente de un texto de Giorgio Agamben difundido originalmente el 22 de febrero de 2023 en su columna «Una voce», que publica regularmente en el sitio web de la editorial italiana Quodlibet.
«Stalin y sus subordinados mienten siempre, en todo momento, en toda circunstancia; y como mienten siempre, ya ni siquiera saben que mienten. Y cuando todos mienten, ya nadie miente mintiendo». Me gustaría reflexionar sobre esta frase de Boris Souvarine de su libro sobre Stalin, porque nos concierne de cerca. Mentiras por parte de los gobiernos y de sus medios de comunicación y colaboradores ha habido siempre, pero decisiva en mi opinión es la consideración que Souvarine añade a su diagnóstico: la mentira puede llegar a un grado tan extremo que los mentirosos ya no saben que mienten y, cuando todos mienten, ya nadie miente.
Esto es lo que hemos vivido y seguimos viviendo en los últimos tres años, y esto es lo que hace que la situación actual en Italia no sólo sea grave y opresiva, sino tal que puede salirse de control y acabar en un desastre sin precedentes. En efecto, no hay nada más peligroso que un mentiroso que no sabe que miente, porque sus actos pierden todo contacto con la realidad. Verdad y mentira, buena fe y mala fe se confunden en su mente hasta hacerse indiscernibles. Así, en los años del Covid, los ministros, los médicos y los expertos que mentían acabaron creyéndose sus mentiras hasta tal punto que, al perder toda conciencia de la verdad, pudieron pisotear sin escrúpulos los principios más elementales de la humanidad. Una sociedad que pierde toda conciencia del umbral que separa lo verdadero de lo falso se vuelve literalmente capaz de cualquier cosa, incluso de destruirse a sí misma. Es lo que está ocurriendo con la guerra de Ucrania, respecto a la cual sólo se difunden noticias falsas. El riesgo en este caso es que los gobiernos que mienten sin saber ya que mienten pueden desencadenar una guerra atómica que creían no querer, pero que sus propias mentiras los obligan ahora a creer que quieren.