Los aymaras en Lima

No existe en la historia del Perú republicano, en estos 200 años un movimiento étnico ni popular de la envergadura del movimiento aymara del mes de enero de este año. Por la cantidad de participantes, más o menos diez mil personas en Lima, que van y vienen, y la paralización de toda la región Puno, un millón de habitantes, con repercusiones en todo el sur del país.



Los aymaras en Lima

Omar Aramayo

 
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1. En los años 20 en Lima los dirigentes quechuas y aymaras de Puno y de gran parte de la sierra del Perú, pero especialmente aymaras de Puno, acudieron a Lima a quejarse de los inmensos abusos que sufrían por parte de los gamonales, especialmente de la expansión de sus haciendas a expensas de las tierras comunales, el asesinato de sus dirigentes, el incendio de sus cabañas, la violación de las mujeres; en fin, cosas de nunca acabar, por eso el indigenismo se inició en Puno, con grande narradores como Mateo Jaika, Emilio Romero, y Gamaliel Churata.

2. Estos mensajeros, cuyo género de expresión eran los memoriales, fueron acogidos en Lima por Mariátegui, Dora Mayer, y Pedro Zulen (V. Kapsoli). En Puno sus abogados fueron Francisco Chuquiwanca Ayulo y Manuel A. Quiroga, principalmente. Y un animador José Antonio Encinas.

3. En el segundo gobierno de Alan García, el 5 de junio de 2009, las comunidades amazónicas se levantaron en reclamo de sus derechos comunales, transgredidos por la minera Afrodita, y afectados por el TLC. García, con el inmenso bagaje cultural, alumno de la Sorbona, calificó a los rebeldes como ciudadanos de segunda clase, para nunca olvidar. Los campesinos fueron masacrados en el camino, murieron 33 campesinos y policías, y desapareció del Mayor Felipe Bazán. La policía tenía la orden de detener de cualquier forma el avance de los comuneros por la carretera marginal.

4. Aparte de estos antecedentes, no existe en la historia del Perú republicano, en estos 200 años un movimiento étnico ni popular de la envergadura del movimiento aymara del mes de enero de este año. Por la cantidad de participantes, más o menos diez mil personas en Lima, que van y vienen, y la paralización de toda la región Puno, un millón de habitantes, con repercusiones en todo el sur del país.

5. Ningún político, opinólogo, antropólogo, sociólogo, ha escrito o dicho nada para clasificar a este movimiento que no tiene doctrina política que pueda ser reclamada por un partido político; que tiene una organización horizontal, celular, respaldada por las autoridades de la comunidad, los Teniente Gobernadores, hombre o mujer. No han dicho nada pero seguramente que ya lo harán, a partir de estas ideas.

6. Hombres y mujeres en igualdad de condiciones han demostrado una organización propia de la etnia aymara, sin duda supervivencia de las viejas culturas de la región del Lago. En el mundo aymara hay un orden matriarcal bastante reservado.

7. Los ministros y otras autoridades tutelares, no tienen ninguna formación intercultural para entender este proceso. No se han preparado en las universidades, no han asistido a cursos, y sus asesores cojean de la misma pata. De modo que la incomunicación es mayúscula, becketiana. Somos peruanos, pero peruanos diferentes. Desgraciadamente nunca se comprendieron esas diferencias.

8. Este caso también ha revelado el profundo racismo de las pequeñas clases medias limeñas, y más todavía de la derecha cínica. Cuando uno escucha los discursos de los ministros y ministras es para acogerse a un síncope cardiaco en vez de seguir escuchándolos, son ignorantes y soberbios. Ministros y ministras fantasmas salidos de la neblina. No hay nada más soberbio que la ignorancia. Y la señora que usa el poder, sin duda, es una persona imprudente, sin tacto, sin luz alguna, sin futuro.