La división de los chilenos: unos pocos disputando espacios institucionales para dirigir, mientras la gran mayoría no cree en ellos y busca como vivir.

Dentro de los pocos tenemos cuatro sectores, en primer lugar los muy pocos de la clase alta, oligarquía y propietarios de empresas, así como altos funcionarios judiciales, militares, jurídicos y similares, en segundo lugar las capas medias ilustradas, encargadas de hacer funcionar la tecnología y operación de las empresas y de los aparatos del estado, en tercer lugar los partidos políticos de todos los colores, las iglesias y entidades parecidas que viven ordenando borregos detrás de ellos y chupándoles la sangre, y en cuarto lugar los partidos ilegales que sólo existen para alcanzar el control del poder del estado.



La división de los chilenos: unos pocos disputando espacios institucionales para dirigir, mientras la gran mayoría no cree en ellos y busca como vivir.
 
Jaime Yovanovic
 
Dentro de los pocos tenemos cuatro sectores que coinciden en la defensa de como funciona la institucionalidad, debido a que les favorece y por lo tanto sólo buscan realizar cambios cosméticos o populistas, ellos son en primer lugar los muy pocos de la clase alta, oligarquía y propietarios de empresas, así como altos funcionarios judiciales, militares, jurídicos y similares, en segundo lugar las capas medias ilustradas, encargadas de hacer funcionar la tecnología y operación de las empresas y de los aparatos del estado, en tercer lugar los partidos políticos de todos los colores (garrapatas del sistema), las iglesias (piojos del sistema) y entidades parecidas que viven ordenando borregos detrás de ellos y chupándoles la sangre, y en cuarto lugar los partidos ilegales que sólo existen para alcanzar el control del poder del estado.
 
Esos cuatro chutean para el mismo lado y se agarran entre ellos para empujarse unos a los otros, hacerse la cama o simplemente eliminarlos a sangre fría por que “están en guerra”, generando así las condiciones perfectas para el crecimiento de la delincuencia organizada y del sálvese quien pueda en medio de los tiroteos, con lo que justifican la contratación de nuevos robocops encargados de mantener el orden y la disciplina que necesita el flujo de ganancias.
Ese es un lado, el menor, de la división de los chilenos, que aparece como muuuuy grande debido a que ellos controlan la prensa, la información y las comunicaciones haciendo aparecer a un enano como un gigante. También hacen aparecer la realidad como una pugna política izquierda-derecha repartiendo unos zanahorias y otros condones. Como el show de Truman, una de las mejores películas que ha dado el cine después de 1984 de Orwell, donde el protagonista demora en enterarse que todo era manejado. Pareciera que miramos el juego de sombras chinas o las sombras de la caverna de Platón. Ya lo decían Guy Debord en “La sociedad del espectáculo” y Materlatt en su “Para leer al Pato Donald”.
 
Para mirar la realidad no hace falta buscar a alguien que nos diga, pues el estudioso o intelectual aprendió allá arriba mirando todo por el telescopio, a través de libros y teorías o siguiendo las doctrinas de este o aquel. Basta conversar con el vecino.
 
¿Que usted no se conversa con el vecino? Busque otro.
Entienda que ahí está su mundo. Abandone la idea de un mundo abstracto, en general o en teoría.
El mundo no está allá afuera ni se ve en la TV ni en el celular, sino en usted mismo y sus vecin@s
 
Ese es el mundo y así funciona. Adéntrese en él, salude y converse cosas del día a día, verá que hay mucho en común. Saque mesa y sillas al patio o a la calle e invite vecinos a jugar cacho, brisca o dominó. Pero esto es sólo un ejemplo, usted descubrirá mil ejemplos otros. Luego otro vecino o vecina. Una once en la calle. Un basural en la otra cuadra. Ahí está! No llamen al municipio, limpien ustedes mismos. Rescaten los árboles y las plantas nativas. Eso es una minga, una actividad de limpieza o construcción entre varios. Cambien la cara del barrio, que la vida salga del encierro individualista y se comparta entre varios y con la madre tierra. Pueden hacer una huerta y cultivar plantas medicinales haciendo su propia botica, eso se llama autogestión.
 
A mí no me importa si usted vota o no vota, si por este o por el otro, o si anula como hago yo, pues es como ir al baño, sólo me preocupa que tenga papel, y que se haga unos minutos con su familia para la minga y la autogestión, que en la medida que se haga en todas partes, ya llegaremos poco a poco, estamos así cambiando el mundo y lo sabremos no porque alguien lo diga o lo grite, sino porque lo vemos y lo hacemos entre nosotros mismos. Somos la mayoría y así somos invencibles porque no hay nadie a derrotar, sólo construir. Aquí y allí.
 
Hasta aquí llego, tocan la puerta. Son l@s vecin@s y vamos a seguir sembrando semillas de la madre tierra y amistad entre nosotr@s. Hoy haremos lentejas, pues cocinamos entre varios y así funciona la olla común.