Cómo llegamos a una república autogobernante
Parece absurda la pregunta porque en principio toda nación se autogobierna. Pero esto es una falacia propia de la formación misma de los estados modernos en su forma monárquica o republicana. Todos los estados o bien son poderes imperiales que someten el mundo, o son naciones dependientes a los regímenes materiales que estos poderes les imponen entre el saqueo de sus riquezas, la guerra interna, externa, invasiones que nunca terminan. Por supuesto que las modalidades de este dominio son tan diversas como la misma especificidad de las naciones mismas en su modo de sometimiento. Es allí que nos encontramos con la lucha interimperial tan ancestral como la formación de los estados-imperios hace no menos de cinco mil años. Luego, hablar de una república autogobernante supone una transformación radical de una historia tan vieja como los estados y tan moderna como el sistema capitalista que finalmente ordenó el mundo contemporáneo a su imagen y semejanza, es decir, los intereses de los grandes capitales corporativos. Entonces ¿cómo llegar hasta allí a una república autogobernante aquí en este pequeño lugar del mundo?.
Evidentemente que no se trata de una transformación fácil. En un momento hablamos del método invedecor, (ya habíamos hablado de poner el acento no en el “que” de un reto político difícil y complejo sino en el cómo llegar a él) creado junto a compañeros colombianos, en lo que se llamó escuela Nuestra América.” Formación, Investigación, Organización, Acción”, fueron sus principios. Vamos hacia adelante a un plazo de unos treinta años y nos encontramos con el mismo reto metodológico. Todos estos principios siguen siendo totalmente válidos y estratégicos. Pero hay un límite para ellos mismos. Vivimos globalmente una situación mucho mas compleja que la guerra fría de entonces, que desaparece en los años noventa por lo que parecía habría de ser un dominio absoluto del imperialismo occidental. Pero esto no ha querido ser así, no por el fortunio de nadie ese enorme dominio de occidente persiste por mas debilitado que esté, sino que las formas de dominio han cambiado radicalmente al igual que las correlaciones de fuerza entre potencias. Las que se hicieron con el mundo en el siglo 20 van perdiendo fuerza y su capacidad de imponer proyectos de gran dominio como el plan 20-30 pierden fuerza de proyección e imposición. Esto es un largo debate que no es nuestro caso, a grandes trazos se trata de la confrontación entre el principio patriótico y el globalismo corporativo. En todo caso así como ha cambiado el mundo global y lo local y regional igualmente pierden su fisionomía, por tanto cambian los métodos y estrategias para enfrentarlo. Aquí en esta tierra lo que comenzó siendo un salto transformador extraordinario material (la caída de las formas de dominio partidistas y oligárquicas de la cuarta república) y otro normativo (el proceso constituyente que avanza y se apodera de la conciencia de una población permitiendo su enorme politización, en términos de Gramsci se trató de la formación de una nueva hegemonía) en pocos años se va acabando por completo, su triunfo inicial y con ello las batallas libradas por un poder popular organizado y en movimiento desde una cantidad de territorios. Lo global y lo local si hablamos de dominio se asemejan en espejos uno frente a otro donde se van confundiendo en la realidad convirtiendo a Venezuela en un excepcional laboratorio de lo que llamaríamos un capitalismo cada vez mas perfecto, sínicamente llamado “socialista”, que llega al límite posiblemente máximo de la desvalorización total de la fuerza de trabajo y el quebrantamiento general tanto de su normativa transformadora como la casi totalidad de sus instituciones y nichos de producción. Es decir cualquier forma de soberanía. Falta solo la guerra total interna o externa para que se llegue al sueño dorado del capitalismo.
Entrando al cómo llegar, acabar con esta autocracia salvaje, enfrentar el globalismo que la ampara. Necesitamos obviamente reconstruir lo destruido que es la nación misma, la sola certeza de ello es el punto de partida. Destruir al destructor gobernante el segundo punto inmediato, quizás el mas importante por la gravedad insólita de la situación y sus causas demasiado ligadas a estos destructores. Los medios tradicionales de la llamada democracia representativa que se centran en el voto mientras estemos envueltos por este régimen autocrático y de saqueo no parece convincente para nada e incluso con esta obtusa, ladrona y archireaccionaria oposición en el poder aquí nada cambia. Aunque el problema no es el voto en sí, índice básico de toda democracia, el problema impuesto por el mismo globalismo que ya construyó el esquema desde el cual el voto se manipula directamente o maquínicamente utilizando el efecto sobre el orden de comprensión e información mediante redes. Sin embargo, no estamos llamando a la abstención, el problema básico es la construcción de un liderazgo colectivo capaz de hacer respetar su decisión en cualquier terreno. No puede ser un liderazgo inventado o mediático como es el caso de Maria Corina Machado (lo de reaccionario en ella esta de mas recordarlo), tiene que ser un liderazgo patriótico y de profundo saber y de conocimientos realmente políticos nada que ver con la asquerosa politiquería que ha inundado el mundo, por eso hemos hablado tanto de Maria Alejandra Díaz. A todo ver sobre el ambiente ella es la única hasta los momentos que está en posibilidades de abrir la tercera y más consistente opción. Se trata de ubicar ese tercer excluido como una posibilidad cierta de un poder colectivo inspirado sólido. Se consigue en la calle y debe estar allí. El siguiente punto tiene que ser sobre el programa donde ese gran colectivo organizado tiene que ir dando sus aportes Por supuesto que esto amerita una vasta y renaciente organización de base, pensante incluidas nuevas generaciones que reestablezcan viejos principios con nuevas visiones de un mundo en el que comienzan a hacer parte responsable.
Por los momentos se trata de un problema justiciero, tal cual lo enuncia la constitución que independientemente de la mixtura de la misma (el liberalismo que se cuela entre sus principios sus palabras permiten reafirmar un plan de justicia y derechos al pueblo que merece su aplauso). Aquellos fueron apenas los comienzos de la realización de un gran sueño que termino en pesadilla. Y hoy faltan muchos agregados a ese programa. Organización para una situación de confrontación o verdaderas elecciones o quizás un choque insurreccional que ya se huele, cosa que amerita un riesgo imposible de no correr frente a aquellos que ya entraron en campaña y sobrepasaron su violencia porque saben del odio que ya esta regado contra oposición y gobierno. Un programa económico abierto a un capitalismo no monopólico y que permita avanzar en el patrimonio soberano, donde la explotación inherente a él pueda invertirse hasta donde llegue en una situación de buen vivir, es decir se desarrolle en todo el territorio organizada una revolución comunal y productiva, donde sepamos utilizar el mercado no bancario no globalizate, saliendo del horroroso acuerdo del 20-30. Y por supuesto una renovación geopolítca entera para una integración verdadera con fronteras abiertas en nuestro continente, una planificación común que nos lleve a la posibilidad de una moneda única y una concepción común de desarrollo.
Estas son algunas bases de un cómo lograr algo que como la luz que apareció en la caverna platonica se pueda empezar a llamar República Autogobernante. Aún así no queda resuelto el camino salvo los elementos programáticos. Eso tendrá su resolución fuera de la palabra y la teoría, aunque resulten ser prioritarios, siguiendo los principios de Lenin. Eso se resolverá en la medida en que estalle la verdad que conocemos y se vuelva insurrecta. No hay pueblo vencido efectivamente y es muy probable que si sigue esta maldición de injusticia que todo esto se vuelva absolutamente real.
Roland Denis
Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana. Graduado en Filosofía en la UCV. Fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En lo 80s militó en el movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramerica / Movimiento 13 de Abril. Es autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).