Energía, comunes y transiciones en femenino
https://ecopoliticavenezuela.org/2023/06/14/energia-comunes-y-transiciones-en-femenino/
Frente a las crisis actuales en Venezuela, los tejidos territoriales buscan reconstituirse, lidiando con las complejidades de las economías cotidianas, en la consolidación y búsqueda de alternativas que planteen otros modos de relación con la naturaleza, con las comunidades y la interdependencia constituyente a la reproducción de la vida. Saberes ancestrales, prácticas de cuidados de lo comunes naturales y búsquedas alternativas del procomún, enactúan en los espacios donde a la par se manifiestan las violencias, como contra espacios de reconstrucción y emergencia alternativa a la necropolítica. En este sentido se mantienen algunos espacios cooperativos y de solidaridad.
Uno de estos espacios organizativos de búsqueda de alternativas y políticas colectivas, con ya 55 años de fundada, es Cecosesola. Esta es una red de cooperativas que se autodefine como “un espacio de encuentro donde hacemos vida activa más de 50 organizaciones comunitarias, integradas en una red de producción de bienes y servicios que reúne a más de 23.000 asociados provenientes de los sectores populares”. Recientemente, esta experiencia se integró a la Red de Energías Comunitarias de Venezuela, promovida por organizaciones comunitarias y populares junto al Observatorio de Ecología Política de Venezuela y se encuentra caminando poco a poco hacia formas más sustentables del hacer común. En el mes de abril, en el Centro Integral Cooperativo de Salud (CICS), de Cecosesola, en el techo del espacio del Parto Natural Respetado se instaló un panel solar que ha sido comunitariamente celebrado.
El momento de juntanza sirvió de marco del 3er encuentro de la red de Energías Comunitarias, a propósito de ese hito de instalación del panel solar en Cecosesola, donde se encontraron en Barquisimeto. Otra de las experiencias que cuenta con experiencia en el uso de paneles solares y utilización alternativa de la energía es Todasana Orgánica; un emprendimiento ecopedagógico que se define desde la sustentabilidad y hacen uso de la energía solar “como una propuesta ecológica es la apuesta por la energía solar autónoma (sin conexión a la red eléctrica nacional)”, y añaden: “las alternativas ecológicas ameritan responsabilidad y conciencia en el consumo”. Todasana es una experiencia de más diez años, “plataforma ecoturística que promueve experiencias de alto contacto con la naturaleza, al tiempo que fomenta espacios de crecimiento personal”, abarcando múltiples propuestas productivas y de servicio.
Igualmente hace parte de esta red AFINCO, una experiencia a la que le hemos también dedicado espacio de reflexión desde el Observatorio de Ecología Política de Venezuela y que realiza desde la promoción de la agroecología una reflexión profunda sobre los usos de las energías. Esta experiencia ha logrado también gestionar de manera autónoma la energía solar desde su territorio y trabaja por la reactivación de sus instalaciones de energía alternativa, cuyo carácter es principalmente comunitario para el sostenimiento de la unidad de producción familiar agroecológica. Afinco es parte de la Red Cecosesola.
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Estas experiencias que mencionamos realizan una reflexión constante de la utilización de la energía que les otorga también autonomía relacional con el “recurso”, esto es, con la energía en sí misma. Este es un componente esencial que quisiéramos rescatar de todas las experiencias y que nos remite a las preguntas: ¿energía para qué? y ¿para quienes? que las organizaciones por la justicia energética, desde Abya Yala – como Onergia en México, Censat Agua Viva en Colombia, Observatorio de Energía y Sustentabilidad de Argentina – experiencias quenos invitan a hacer una reflexión estructural y política sobre nuestros sistemas, modelos y experiencias energéticas. De las reflexiones a lo largo de la literatura, de las experiencias y la búsqueda de trasformaciones energéticas justas (más que transiciones), se pueden señalar algunas consideraciones en relación al uso comunitario de la energía.
Comunes y energía
Las desigualdades sociales se expresan en nuestras formas de relacionarnos, y ello incluye las condiciones materiales que sostienen estas relaciones. Todos los comunes naturales son parte de este entramado relacional. La reproducción del agua, de los alimentos, de la energía, se da de forma relacional.
Decir que la energía es relacional, refiere a que la misma no se produce sin un propósito ecosocial, implica que este propósito se encuentra enmarcado en una actividad de producción o reproducción y que el mismo tiene implícito principios distributivos, por ello excedentes y puede acumularse, mercantilizarse, generando injusticias. “Dentro de los mundos relacionales, la defensa del territorio, la vida y los bienes comunes son una misma cosa. Esta es la dimensión ontológica del procomún.” Escobar, 2015. Por ello la energía en su producción constituye una serie de relaciones que se tejen con ella, humanas y no humanas.
La energía forma parte de la movilidad, de la producción de alimentos, se encuentra en relación a las aguas, los suelos, el aire, las redes no humanas de seres vivos; se relaciona con todos los comunes. En este sentido es un común esencial para la vida y su cuidado es fundamental. Debemos cuidar la energía.
Sin embargo, el modelo energético hegemónico a través de las mediaciones tecnológicas que permiten la producción de la energía (plantas hidroeléctricas, megarrepresas, las industrias de los combustibles fósiles, etc), es un andamio de tecnologías de muerte que causan graves impactos a la salud y la vida del planeta. El cambio de la matriz tecnológica se trata de esta manera de un cambio profundo de los paradigmas que sostienen la producción de la energía que la mercantilizan y generan desigualdades energéticas, pobreza y problemas de injusticia. Mutar de un paradigma universal sobre la energía, que produce una sola manera de mirarla, con la energía eléctrica como centro, a permitir una ampliación de las maneras de ver la energía y multiplicar los modos de verla. Vincularla a la movilidad sostenible, a la alimentación en escalas menores para la producción, la conservación y el procesamiento de alimentos, por ejemplo.
Muchos de los proyectos energéticos basados en la dependencia de los combustibles fósiles y el extractivismo generan desplazamientos de comunidades, conflictos ecoterritoriales, disputas, grave daño ambiental y otros problemas sociales y ecológicos.
Como dice la campaña luces de la resistencia de México:
“decimos con sinceridad que no queremos energía para la muerte. No queremos energía a costa de la muerte que traen consigo los derrames petroleros, las nubes de contaminantes. ¡No queremos ríos muertos en represas o con desechos industriales! ¡No queremos radioactividad o megaproyectos! No queremos torres eólicas que asesinan pájaros y entristecen al viento y petrifican la tierra, o campos interminables de paneles solares para alumbrar centros comerciales o estacionamientos. Decimos no a este modelo energético insaciable que cree que el dinero nos alimentará o que el petróleo nos salvará de la crisis. Energía sí, pero no así. Es momento de recuperar el sentido de la existencia y debemos empezar por comprender que la energía, el agua y la alimentación no deben ser mercancías, y que los propósitos en común son cuidar del planeta, de los seres humanos sin discriminación alguna y construir nuevas comunidades para la vida, para la alegría y para la dignidad”
Cuando visibilizamos los lazos sociales y tramas relacionales implícitos a la energía como constructo social, resulta ineludible señalar que es un componente fundamental de las economías de los cuidados. En este sentido forma parte de la materialidad que todos los sistemas de sostenimiento de la vida requieren. Por ello la relación entre justicia energética y justicia de género es muy directa. Toda actividad de cuidado requiere de la distribución justa y disposición de los comunes naturales (energía, agua, suelos, aire limpio, entre otros) e implican su reproducción recíproca, esto es que en los procesos del procomún (commoning), desde una perspectiva ética de los cuidados, los comunes requieren cuidados.
Experiencias comunitarias energéticas en femenino
Para Liss Lares, gestora principal de Todasana Orgánica , es evidente que sí hay diferencias en la gestión comunitaria de los comunes, como la energía, cuando se es mujer. Tanto para mal, con la aparición de formas de violencia machista intracomunitarias; como para bien, entendiendo que hay una relación feminizada comunitaria que posibilita vínculos en términos afectivos y solidarios, con la comunidad, aspecto fundamental en la construcción comunitaria como forma de las políticas en femenino.
Comúnmente, se habla de la relación entre energía y género para referirse a la necesidad de “incluir” a las mujeres trabajadoras en el sector energético o en la economía de la transición energética, incrementando su supuesta participación. El acceso a la energía sostenible para todos es un reto para los responsables de la política energética en todo el mundo. La disponibilidad, la asequibilidad y la eficacia son tres indicadores del acceso a los servicios energéticos, que son cruciales en el marco de las políticas públicas para reducir la pobreza y sostener el crecimiento económico (desde una perspectiva de las políticas públicas más tradicional y en disputa). Los hechos indican que el acceso a la energía, que es desigual entre hombres y mujeres, puede contribuir a minimizar la brecha de género.
Sin embargo, esta perspectiva predominante no complejiza en el marco de qué relaciones de consumo y uso esta energía se produce. Un análisis desde una perspectiva en femenino, debe contemplar los procesos de territorialización, haciendo un corrimiento de la perspectiva tecnocentrada a una ecoterritorial que no deje a la tecnología por fuera, pero que incluya sus impactos y formas de relación con el territorio. Dado que la mayoría de la tecnología que requiere el modelo energético hegemónico se encuentra basado en la acumulación por desposesión, difícilmente las propuestas de la transición energética corporativa pueden considerarse como un modelo justo con los pueblos, en especial con las mujeres y diversidades quienes mayoritriamente sostienen los espacios de cuidados, y que incluyen, en perspectiva comunitaria, los trabajos de cuidados eco-territoriales (Buitrago, 2021).
Igualmente, muchas perspectivas de “género y energía” pasan por alto el ámbito del común reproductivo, esencializando la relación con la energía de las mujeres a simplemente el ámbito de los servicios públicos, midiendo acceso al servicio. Obviamente el acceso a energía de calidad es sumamente importante, sin embargo, y en tanto la energía también es constituyente de prácticas rituales, de producción alimentaria y de prácticas recreativas, de movilidad y espirituales de las mujeres, esta visión en cuanto al acceso carece de integralidad, y pocas veces se habla de la autonomía energética como un horizonte social transformador.
Por lo general la participación de las mujeres y diversidades en las políticas energéticas no contemplan aspectos socioculturales importantes para las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes; ni la utilización de la energía en espacios de prácticas feminizadas de cuidados esenciales como el parto humanizado y respetado, que como en el caso de Ceceosesola resulta un elemento importante de considerar; la energía del panel solar instalado en esta comunidad podría beneficiar esta práctica que se encuentra en el marco de una visión de la salud integral y holística que desde el CICS (Centro Integral Cooperativo de Salud) se promueve desde hace unos años.
La visibilidad de la desigualdad energética requiere también ir más allá de la mirada sobre el uso individual – que sí que es desigual entre hombres y mujeres – pero que también implica diferencias entre lo comunitario y lo empresarial-corporativo, por nombrar un ejemplo. El despilfarro energético que realizan los sectores productivos corporativos (mineros, hidrocarburifero, metalúrgico, cementero, entre otros) se encuentra profundamente anclado a una lógica colonial de establecimiento de zonas de sacrificio. Y este es un patrón que se repite incluso en el marco de la promoción de las llamadas energías renovables o limpias, que siguen perpetuando este patrón desigual e implican una expansión energética en lugar de una transición (Hamza, 2021; Rativa, 2021).
Frente a “el modelo energético petroadicto y energívoro el que está afectando la vida planetaria” (Campaña Luces de la Resistencia, México) urge impulsar procesos autonómicos de energía para los pueblos en femenino que contemplen el cuidado de la energía y su importancia en la reproducción y sostenimiento de la vida.
En Venezuela cualquier implementación de políticas debe contemplar los paradigmas que emergen desde las alternativas al extractivismo y la busqueda de modos armónicos de generar energías para la vida.
Referencias
Buitrago, L (2021). Los Cuidados y la Pandemia en Venezuela desde una mirada ecofeminista. En Territorios Comunes No 4, 2021, 34-48.
Escobar, A. (2015). Commons in the pluriverse. Patterns of commoning, 348-360.
Hamza, H (2021). Transición energética y colonialismo: Punto de vista desde el norte de África. Disponible en https://www.entrepueblos.org/news/transicion-energetica-y-colonialismo-punto-de-vista-desde-el-norte-de-africa/
Radio Mundo Real (2022). Mexico: Organizaciones en Campaña para ampliar el debate por un modelo energético justo. Disponible en: https://rmr.fm/entrevistas/mexico-organizaciones-en-campana-para-ampliar-el-debate-por-un-modelo-energetico-justo/
Rátiva-Gaona, Sandra (2021). La interdependencia como una clave analítica para pensar la transición energética. En T. Roa Avendaño (Ed.), Energías para la transición. Reflexiones y relatos (pp. 167-185). Censat Agua Viva; Fundación Henrich Böll.