Con el pretexto de que hay que hacer otro estado, las izquierdas nos hacen valorizar los estados y gobiernos existentes, y como ellos entienden un estado como una máquina que dirige a las masas de arriba abajo, tratan de entrar en el estado existente y coparlo para ellos mover en la dirección escogida al conjunto del pueblo. Eso explica el por qué no tienen tapujos para hacer las más descaradas alianzas con empresarios y partidos de derecha, con el Mercosur y el FMI, en fin con el mismo capitalismo que dicen combatir.
Por eso no les importa la organización social, sólo los votos y el control de las burocracias sindicales y de otros grupos. No necesitan organización social ninguna, a no ser la que responde a las orientaciones provenientes del Olimpo político, del intelectual colectivo, del comité central, etc. Y como no necesitan, no entienden lo que es la auto-organización social y la autonomía de la resistencia. O más bien entienden perfectamente y lo ven como un obstáculo a sus pretensiones de sumar masas detrás de sus apetitos de poder.
Estalinistas, troskistas, socialdemócratas, Attac, liberales progres y una enorme lista de grupos, tendencias, partidos y sectas, organizan sus grupos de acción para divulgar la importancia de ganar el aparato del estado, de preferencia con ellos en los puestos clave, no importa si es el actual o el que nos prometen, por eso hablan tanto de la ‘organización’, de la ‘unidad’ y otras cosas, tratando de que los movimientos sociales entiendan de una vez que no pueden ser ‘espontáneos’ sino que deben sumarse a aquellos que van a ocupar esos puestos claves. La organización por la base es el pánico de esas izquierdas, pues puede crecer el sentimiento de libertad y no desear amarrarse a la férrea disciplina de la vanguardia que implantará el capitalismo de estado, llamado socialismo de estado.
Nos dicen que hay que unirse y los jefes se reunen entre ellos para cocinar el pastel, como un sínodo de obispos, pues bien, podemos estar unidos, pero para qué necesitamos hacer esa máquina de jefes como Frente o como se le quiera llamar, la unidad no puede ser la unidad de los jefes, pues entre ellos, como son jefes, van a tomar las decisiones y el resto se queda chupando el dedo teniendo que decir: si, señor, si mi comandante. No necesitamos unidad de jefes, sino unidad social en la relación horizontal.
También nos dicen que esos frentes son para coordinar, ah! Bueno. Si es para coordinar es otra cosa, pero entonces las decisiones están en las bases, que aprenden practicando a ejercer su propio protagonismo, eso es otra cosa, y si hiciesen sus estados de otra manera, coordinando y no dirigiendo, quien sabe el resultado habría sido otro. Tuvieron que matar en Rusia y en España a los que pensaban diferente para imponer el modelo centralizado destinado al fracaso.
Otros nos dicen que es para tener un programa único, a lo que decimos que es imposible, pues cada localidad tiene su propio programa de organización y de lucha y los puntos en común o de carácter general que nos involucran a todos los podemos tratar perfectamente en formas de coordinación.
Otros nos dicen, comenzar por el programa general, pero allí les decimos que con eso vamos a la homogenización del pensamiento y a la priorización de lo macro por sobre lo micro, impidiendo nosotros mismos que la población asuma su entorno con realismo, con sus propias manos, pues la lucha sería de movilización contra un gran objetivo, cuando en realidad sería más aconsejable que la población aprenda a identificar su entorno inmediato y descubrir allí como se manifiestan las contradicciones y el antagonismo contra el capital y las instituciones, así se construye fuerza real, conciente y decidida y no sólo fuerza ideológica que a la primera elección la derecha se lleva los votos, como sucedió en Argentina, que discutieron más de cuestiones nacionales que locales, auxiliando así al toque de trompeta para presentarse al lugar donde se definían dichas cuestiones nacionales: las urnas. Las cuestiones como Santa Fe, Esquel y territorio mapuche, deberían ser trabajadas más como ejemplos a seguir en otras localidades, desmembrando la acción social, negando la centralidad donde el gobierno va a trabajar para la santa alianza con los empresarios y sectores cooptados del movimiento popular. Ya D’elía, que trabaja con los piqueteros no autónomos, ha dicho que Kirchner es el Fernando Henrique Cardoso de Argentina, o sea, el próximo será el Lula argentino. Hay que descentralizar, concentrar hoy los esfuerzos en las luchas locales para construir poder real y control territorial.
La construcción de protagonismo de base significa atender efectivamente el universo inmediato del barrio o la localidad. No es posible estar centrando las reuniones y acciones para asuntos macro, que sólo podrán atenderse con realismo en las coordinaciones de dichos protagonismos locales los que asumen formas de asambleas, grupos autónomos, poder popular, etc. En esas coordinaciones de estos grupos se pueden establecer formas de acción simultánea, común o conjunta, como propuestas, ya que la decisión debe tomarse en las asambleas cuando regrese el delegado de la reunión de coordinación. Ningún delegado puede llevar poder decisorio, ya que eso es intransferible desde lo social. Sólo es transferible en el modelo que nos imponen los sistemas de dirección de arriba abajo.
Seguimos con la idea de hacer conciencia, o sea, explicar los males del Alca y del Mercosur, pero si eso no se hace junto con la lucha por la tierra, por la casa, etc. se transforma en mero discurso que sólo tiene resultados prácticos en las conversas superestructurales, o sea, convencer o no al gobierno para que haga esto o aquello, por lo que seguimos subordinados, sin creatividad y sin protagonismo, siguiendo sólo las consignas centrales y permitiendo que en nuestro barrio continue el entorno y contexto que determina la vida concreta de las personas, al parecer es más cómodo que un diputado luche por mí dentro de las instituciones para cambiarlas.
Vemos las noticias de los cocaleros, de los zapatistas, de los MTDs autónomos, de los mapuche, en fin, quedamos felices y los apoyamos con todas nuestras fuerzas, y hasta sectores de izquierda nos convocan a organizar comités de apoyo a aquellos que luchan en otros lugares, mientras ellos se niegan a organizar la lucha en sus espacios concretos. Eso se llama sacarle provecho a la lucha de los otros para objetivos distintos, como los que hoy apoyan a Cuba solamente para repetirse el plato y llegar ellos a los mandos del poder, pero de preferencia por vía electoral o putchista, sin masas auto-organizadas. Cuba! Cuba! Gritan agitando las banderas y llaman a las masas que realmente simpatizan con esa revolución, pues los tipos esos, los cubanos, fueron audaces y asaltaron cuarteles y montaron guerrillas y pusieron bombas, en fin, se la ganaron a pulso y no con malditas alianzas con los empresarios como nos quieren llevar las izquierdas vendidas de hoy que se arrodillan ante el capital para que les permitan administrarles los estados con la oferta de que ellos paralizan la lucha de clases. Traidores es lo que son!
La realidad continental no es la realidad europea. Aquí no tenemos aquellos viejos ejércitos proletarios de la industrialización. Hoy América Latina es otro territorio, donde millones de miembros de comunidades originarias se aprestan a vivir de forma autónoma y autogestionaria. Son realmente millones y en varios países son la mayoría de la población y en los otros países ocupan determinados territorios. Bueno, decir ocupan es un eufemismo, ya que están allí en efecto, pero quien ocupa son las capas poderosas aliadas al capital internacional que les ponen el pié encima. ¿Acaso vamos a proletarizar a todos esos pueblos originarios? ¿O los vamos a mantener para el turismo? ¿Para vender artesanías? En fin que las tesis nacionales del socialismo burocrático o capitalismo de estado de europa oriental no sirvieron de nada, quedaron en la teoría, ya que desde el inicio se les puso el pié encima también.
Hay que estar atentos a lo que dicen las propias comunidades originarias del continente y a lo que hacen. Nadie va a poder establecer sistemas o modelos por encima de ellos. Están jodidos los izquierdistas que andan pensando encajarles el estado socialista, se les van a ir encima o van a tener que infiltrar militantes para ‘conducir’. Esos cuentos de los estados plurinacionales algunas comunidades los aceptan porque no les queda otra por ahora, pero la mayoría trabaja estrategicamente para la liberación nacional. En la medida que los pueblos en las ciudades, campos y periferias consigan desarrollar también las formas autogestionarias de organización, producción, distribución y consumo, las posibilidades de intercambios y relaciones horizontales con las comunidades originarias basadas en el respeto mutuo serán muy ricas.
También hay que pensar que los estados del tipo que sean, van a mantener la división artificial de nuestras tierras, con la consecuente separación y aislamiento de las comunidades que fueron violentamente cortadas por el reparto del botín que hicieron los invasores enviados de Malinche. Hay quechuas y aymaras en Ecuador, Peru, Chile, Bolivia, Argentina y otros. Hay mayas en México, Guatemala, Honduras y otros. Hay guaranís en Paraguay, Brasil, Bolivia, Argentina, etc. Eso debe acabar, las diferentes comunidades deben transitar libremente sin restricciones y sin fronteras, así como el resto de las comunidades de afrodescendientes y de pueblos no originarios habitantes de ciudades y campos, pues todos, absolutamente todos, tienen el mismo derecho a transitar, sembrar y cosechar en cualquier parte del continente, en tanto no haya alguien haciéndolo ya, por supuesto. Lo mismo la pesca, la minería y la industria.
Las comunidades auto-organizadas en ciudades, barrios, campos y montañas, consituyen una red horizontal flexible de gran movilidad con ejercicio de las más plenas facultades de administración local sobre los asuntos de todos, eso es el socialismo, llamado por algunos socialismo de consejos, por otros socialismo autogestionario, por otros socialismo libertario y por el Che el socialismo cotidiano.
El estado no lo necesitamos para nada, a no ser para saciar ansias de poder. Basta la fuerza de las bases organizadas en el socialismo cotidiano y su coordinación, pero no dentro de territorios de países, sino a lo largo y ancho del continente. Para eso debemos derribar nuestros gobiernos y organizarnos en los territorios y localidades, campos y montañas para derrotar desde allí a todo el que venga a pretender darnos lecciones de vida.
O sea, a llenar el continente de espacios libres como Lacandona, como el Chapare y otros, con capacidad de autodefensa, espacios que no sólo acumulan fuerzas para derrotar el enemigo, sino que aprenden ahora a vivir el socialismo cotidiano sin dejarlo para un mañana posible.
Ni estados, ni gobiernos, ni autoridades de ningún tipo
Por el socialismo de consejos.
Por el socialismo libertario.
Por el socialismo autogestionario.
Por el socialismo cotidiano.
Por el socialismo de base.
Profesor J
Clajadep