Rojava: patrimonio cultural oculto por la guerra

A pesar de la idea preconcebida habitual sobre Rojava y Siria como vastas extensiones de tierra estéril y desierto, cualquier lugareño te dirá que la región está repleta de lugares donde refrescarse, relajarse, divertirse y disfrutar de nuevas experiencias, al tiempo que se aprende sobre el rico y diverso patrimonio cultural que ofrece la región. Con este principio en mente, presentamos la guía turística de los lugares históricos de Rojava.



Rojava: patrimonio cultural oculto por la guerra

Cualquier búsqueda superficial en Google de “Rojava” o “norte de Siria” probablemente te dejará con una letanía de artículos, vídeos y fotos que consisten, principalmente, en soldados, guerra y destrucción. Esta cobertura mediática unilateral de Rojava, a menudo no aborda el lado humano de la sociedad local. Quienes deseen profundizar en Rojava pueden preguntarse: ¿qué hace la gente allí con su tiempo libre?, ¿dónde se divierten?, ¿hay lugares que merezca la pena visitar?

A pesar de la idea preconcebida habitual sobre Rojava y Siria como vastas extensiones de tierra estéril y desierto, cualquier lugareño te dirá que la región está repleta de lugares donde refrescarse, relajarse, divertirse y disfrutar de nuevas experiencias, al tiempo que se aprende sobre el rico y diverso patrimonio cultural que ofrece la región. Con este principio en mente, presentamos la guía turística de los lugares históricos de Rojava.

Lugares de interés

Partiendo del extremo noreste de Rojava, encontramos el arqueado puente de Ain Diwar, que fue construido por los romanos en algún momento del siglo II. Antes cruzaba el río Tigris, pero ahora se encuentra a unos 500 metros de distancia debido a los cambios del curso del río. Los historiadores dicen que el puente también se utilizaba con fines astrológicos, ya que sus tallas de piedra representan signos del Zodiaco junto a soldados de caballería romanos. Más tarde, el puente fue uno de los principales cruces de la famosa Ruta de la Seda. El puente de Ain Diwar es, a veces, peligroso por su proximidad a la frontera turca. En ocasiones, los guardias fronterizos turcos disparan indiscriminadamente contra los visitantes para ahuyentarlos.

Más al suroeste, la ciudad de Derik y los pueblos de los alrededores albergan algunos de los paisajes naturales más bellos de la región de Yazira, con el monte Cudi (Çiyayê Cûdî, Monte Kurdo) -supuesto lugar de descanso del arca de Noé- asomando justo al otro lado de la frontera, al norte. La región también cuenta con varias iglesias históricas, y el propio nombre de Derik procede de la palabra, tanto kurda como árabe, para iglesia o monasterio: dêr.

La iglesia de Nuestra Señora de los Siríacos, al norte de la ciudad, data del siglo IV o V d.C. La iglesia es conocida entre los peregrinos cristianos por su “óleo milagroso” desde la década de 1960, a raíz de una supuesta aparición de la Virgen María en la que se formó un chorro constante de aceite en la pared donde fue vista. El supuesto óleo milagroso impidió, en 1961, la pretendida destrucción de la iglesia para construir una calle, y las gotas de aceite aún son visibles en las paredes de la iglesia.

Siguiendo hacia el oeste, muchos idílicos pueblos fronterizos salpican la región entre Derik y Qamishlo, como Siwedike, Carudiye y Derna Qulinga. Estos pueblos cuentan con huertos y bosques, manantiales y ríos, y zonas abiertas donde los lugareños suelen ir a hacer barbacoas los viernes y a refrescarse durante los meses de primavera y verano.

Un paisaje impresionante se combina con la historia al norte de la ciudad de Tirbespi, en el pueblo yezidí de Otelce, también conocido como Qubbe Feleke. Aquí, las tumbas yezidíes modernas y las imágenes del templo de Lalish se asientan junto a tumbas cuyas fechas se han perdido en el tiempo; los aldeanos afirman que los yezidíes llevan en la zona al menos 1.000 años.

Aunque no es tan antiguo como algunos de los lugares turísticos más visitados de Rojava, el Mercado Judío, o Mercado de Ezra, de la ciudad de Qamishlo, es una fascinante muestra del diverso patrimonio de la ciudad. El mercado fue construido por comerciantes judíos que llegaron de Nusaybin (Nisêbîn) en los años 1920-1930, y empezaron a construir Qamishlo junto a asirios y armenios que escapaban del genocidio perpetrado por el Imperio Otomano.

Los comerciantes judíos de Qamishlo, que se convirtió en el tercer centro de los judíos sirios después de Damasco y Alepo, tenían tiendas que vendían principalmente especias, aceites y grasas, y otros productos para el hogar. Pasear por el mercado es un placer para todos los sentidos: en el aire flota el fuerte aroma de las especias locales, y las puertas, mostradores y estanterías de madera de muchas de las tiendas tienen décadas de antigüedad. Aunque ahora son propiedad de kurdos y cristianos, muchas de las tiendas del mercado siguen llevando los nombres de sus antiguos dueños judíos.

La histórica sinagoga de Qamishlo, cerca del mercado judío, fue construida en 1938. En la actualidad, la puerta principal de la sinagoga está cerrada con llave, y la sinagoga en sí se ha deteriorado en su mayor parte. La mitad del complejo de la sinagoga, que había sido dañada y utilizada como tienda por el régimen sirio, fue parcialmente restaurada y convertida en librería tras la Revolución de Rojava. Los visitantes pueden asomarse al jardín de la sinagoga a través de una pequeña ventana en la pared de la librería.

La historia judía de Qamishlo es mucho más antigua que la de la propia ciudad, y muchos kurdos y árabes locales siguen visitando un antiguo emplazamiento. La Cúpula de los Judíos tiene unos 2.000 años de antigüedad y es el lugar de enterramiento del sabio rabínico Yehuda ben Bathyra de Nisibis. Antes era un importante lugar religioso para los judíos, pero los musulmanes árabes y kurdos lo frecuentaban para rezar. Situado a unos cientos de metros de la frontera turca, a las afueras de Qamishlo, el lugar debe visitarse con precaución por su proximidad a la frontera.

También hay varias iglesias cristianas históricas construidas por armenios, asirios, siriacos y caldeos que huyeron del Genocidio Seyfo durante el Imperio otomano, la más antigua de las cuales es la Iglesia de San Jacob de Nusaybin, construida en 1927. A las afueras de Qamishlo, en el pueblo de Himo, se encuentra una iglesia popular entre los cristianos de toda Rojava: la Iglesia de Santa Febronia. Febronia fue monja en un monasterio de Nusaybin en el siglo III d.C.

Según la historia cristiana ortodoxa, Febronia se negó a renunciar a su religión y casarse con el sobrino de un emperador romano, por lo que fue torturada hasta la muerte. Sus restos descansan en una tumba situada en el interior de la iglesia.

Iglesias y monasterios no son los únicos lugares de peregrinación en Rojava. Tel Marouf, al sureste de Qamishlo, fue el centro de la secta Khaznawi, de la orden sufí Naqshbandi. Al menos desde principios del siglo XX, los jeques de esta orden construyeron mezquitas en los pueblos, y Tel Marouf acabó convirtiéndose en un popular lugar de peregrinación para los musulmanes naqshbandíes, al que viajaban a pie desde otras partes de Siria, Turquía, Irak y más allá. Las mezquitas de la ciudad, antaño ornamentadas y decoradas con coloridos mosaicos, fueron destruidas por el Frente Al Nusra en 2014, y sus minaretes dañados permanecen como testimonio de la guerra.

El histórico yacimiento de Orkesh, también conocido como Gire Mozan, se remonta al IV milenio antes de Cristo. Se trata de la primera ciudad documentada perteneciente a los hurritas, que más tarde construyeron el reino mitanni, que se extendía desde la actual Tarso (Turquía) hasta Kirkuk, en el Kurdistán meridional (norte de Irak). Orkesh se encuentra a las afueras de la ciudad de Amûdê. Lo visitan con frecuencia los lugareños y los escolares en sus excursiones. El yacimiento consta de una terraza abierta, un templo y un palacio (aunque gran parte de este permanece bajo tierra), del que se conservan altísimos muros de revestimiento y una enorme escalera de piedra. La característica más singular de Orkesh es, con mucho, su estructura religiosa subterránea llamada abi, un profundo pozo revestido de piedras que antaño utilizaban los antiguos hurritas con supuestos fines nigrománticos.

Aunque hay miles de colinas históricas (llamadas tel, como Tel Halaf, Tel Abyad, etc.) en la región de Jazira, sólo se han excavado unas pocas y, de ellas, sólo las huellas históricas de Orkesh siguen siendo visibles. Otros yacimientos similares han sido cubiertos de nuevo por la tierra en un esfuerzo por protegerlos del saqueo, el vandalismo y los efectos del clima. Lamentablemente, casi todos los yacimientos arqueológicos de Rojava han sido saqueados y excavados ilegalmente durante el conflicto en Siria por el Frente Al Nusra y el Estado Islámico (ISIS). Incluso civiles corrientes, en busca de oro y otras antigüedades valiosas, han robado estos tesoros históricos desde el comienzo de la guerra siria.

En la propia ciudad de Amudê, un parque conmemorativo recuerda uno de los sucesos más trágicos de la historia de Rojava: el incendio del cine Amudê. En noviembre de 1960, un grupo de escolares, en su mayoría kurdos, se reunieron en la ciudad para ver una película; los beneficios de la venta de entradas estaban destinados a los revolucionarios argelinos que luchaban contra la ocupación francesa. Trágicamente, el cine, construido apresuradamente con materiales altamente inflamables y con una puerta extremadamente estrecha, se incendió. Cientos de niños perecieron en el incendio, y el lugar se convirtió en un parque conmemorativo de las víctimas. En el parque se muestran fotos de las víctimas, una estatua en su memoria y una foto en mosaico de Muhammad Seid Daqouri, un residente árabe de Amûdê que salvó a más de 20 niños antes de perecer en las llamas. Un testimonio de la solidaridad étnica en esta región tan diversa.

Un poco más al sur, las montañas de Kizwan fueron en su día un destino popular para los turistas nacionales, ya que la zona solía estar cubierta de frondosos bosques y fue designada lugar nacional e histórico durante la época del régimen sirio. Antes, la comunidad asiria cercana venía de Tel Tamr y de las docenas de aldeas asirias a lo largo del río Khabur para celebrar el Año Nuevo asirio, o Akito, en estas montañas.

El nombre kurdo Kizwan procede del vocablo kurdo que designa al árbol terebinto, que solía cubrir las laderas de las montañas. El fruto de este árbol se convertía en una bebida parecida al café, famosa en las zonas de mayoría kurda. El nombre árabe, Abdulaziz, procede del jeque Abdulaziz al-Yilani, uno de los líderes del ejército del sultán kurdo Saladino Ayubi. Lamentablemente, las montañas y la región circundante fueron deforestadas por civiles y militares que utilizaron los árboles como combustible desde el estallido de la guerra siria.

Los montes Kizwan albergan otro lugar histórico: el castillo de Sukkara. Construido en el siglo XII durante el periodo ayubí, se utilizaba para proteger la ruta de acceso a los montes Kizwan y como lugar de almacenamiento de grano y otros materiales vitales. Aunque se han llevado a cabo algunas reconstrucciones, la proximidad del castillo a las líneas del frente entre las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y las “milicias de la oposición siria” respaldadas por Turquía ha hecho que los drones turcos sobrevuelen el lugar casi constantemente. El castillo sigue recibiendo turistas de vez en cuando, algunos de los cuales pasean por el recinto antes de hacer una barbacoa a su sombra, pero el vandalismo y el terremoto de 2023 han degradado el lugar de forma significativa.

Los ya mencionados pueblos asirios a lo largo del río Khabur también solían ser un gran atractivo para los turistas nacionales y extranjeros; los pueblos prístinos estaban plantados con frondosos árboles y una gran variedad de cultivos, y eran famosos por su comida y vinos artesanales. Sin embargo, tras los ataques de ISIS en 2015, casi todas las aldeas están vacías o destruidas, y muchas solo cuentan con un puñado de habitantes ancianos.

Un lugar que se visita con frecuencia y que aún se conserva en el Khabur es el monasterio de Santa María, en Tel Wardiat. El monasterio sirio ortodoxo, fundado en 2000, es una enorme estructura. Cuenta con una iglesia con capacidad para 200 personas y habitaciones para monjes, sacerdotes, turistas y personas sin hogar, con capacidad para 50 huéspedes.

En 2013, el monasterio fue acordonado cuando la región de Serêkaniyê fue atacada por el Frente Al Nusra. Dos años después, ISIS amenazó la región, invadiendo y ocupando Tel Tamr y las aldeas asirias a lo largo del río Khabur. Unas 200 familias buscaron asilo en el monasterio, que había servido de refugio durante ambas guerras. En 2019, el monasterio volvería a convertirse en refugio para quienes huían de las aldeas situadas a lo largo de las líneas del frente en la zona de Khabur durante la invasión turca de Serêkaniyê.

Mucho más al sur, Raqqa posee una de las mayores colecciones de yacimientos históricos y antigüedades que aún sobreviven en todo el norte de Siria. Aunque la región de Raqqa ha estado habitada desde la antigüedad, alcanzó su máximo esplendor durante el reinado del califa abbasí Harun al-Rashid, que convirtió la ciudad en su residencia de verano en el año 796 d.C.

Entre los lugares que datan de la época abbasí se encuentran la Puerta de Bagdad y las murallas que la rodean, el complejo palaciego de Qesr al-Benat y la enorme Gran Mezquita. La Gran Mezquita sufrió graves daños durante el periodo de control de ISIS, y un santuario dedicado a un compañero del profeta Mahoma, situado en el patio de la mezquita, fue destruido por el grupo en 2014.

Justo al otro lado del río Éufrates, en el centro de la ciudad, se encuentra una parte de la historia menos conocida y mucho menos antigua, pero no por ello menos interesante. Las Cúpulas Francesas se construyeron hace más de un siglo, durante la ocupación francesa de Siria, y se utilizaron como burdel militar para los soldados franceses. Su notable arquitectura de influencia local, con tejados abovedados, destaca entre los edificios más nuevos de la zona. Tras la expulsión de los franceses de Siria, el lugar se convirtió en una escuela islámica, y ahora está habitado por una familia local.

El único museo oficial de todo el norte de Siria, el Museo Arqueológico de Raqqa, se encuentra en el centro de la ciudad, cerca de la Glorieta del Reloj. La estructura en sí, un pequeño edificio de ladrillo de dos plantas, se construyó en 1861 como centro administrativo otomano, y más tarde los franceses lo utilizaron con el mismo fin durante su ocupación de Siria. El museo se inauguró en 1981, y contaba con miles de objetos y colecciones de arte árabe e islámico. Durante la ocupación de ISIS, la mayor parte de su contenido fue saqueado, vendido y/o destruido, y la parte trasera del edificio sufrió daños. El edificio ha sido reconstruido y el museo está en proceso de reapertura (aunque sin muchos de sus objetos originales).

Después de pasar un día inspeccionando el mercado y los lugares históricos de la ciudad, la escena culinaria de Raqqa merece, por sí sola, una visita. Los restaurantes con porches junto al río Éufrates crean un ambiente estupendo, y el pescado fresco a la parrilla y frito se prepara con maestría. Una visita al mercado de carne de la ciudad puede llevarle incluso a un delicioso manjar: el camello. La carne de camello, que antaño se comía en toda Siria y especialmente en Damasco, ha perdido popularidad. Aunque los restaurantes ya no la ofrecen en sus menús, se puede recoger en el mercado de carne de Raqqa y llevarla a un restaurante para prepararla o llevarla en un picnic para hacer una barbacoa.

La zona de Raqqa que bordea el río Éufrates es un lugar perfecto para relajarse y disfrutar de la naturaleza; también es un lugar popular entre los lugareños para refrescarse en las calurosas tardes de verano. Las orillas del río están repletas de pequeñas canoas de metal remadas por jóvenes lugareños que, por un módico precio, llevan a los visitantes a dar un corto paseo por el río. Aunque la zona próxima a la ciudad es ideal para nadar, la zona cercana al puente de Qereqozax, entre Kobanê y Manbij, es menos concurrida pero igualmente pintoresca. Sin embargo, los nadadores deben tener cuidado, ya que el río tiene una corriente engañosamente fuerte, sobre todo cuando está lleno.

La ciudad de Kobanê es relativamente nueva, ya que se convirtió en una pequeña ciudad en la primera mitad del siglo XX debido a su ubicación junto al ferrocarril Berlín-Bagdad. Anteriormente unida a la ciudad de Pirsus, el establecimiento de la frontera sirio-turca las separó. La notoriedad de Kobanê se debió a su heroica resistencia contra ISIS en 2014, cuando las YPG (Unidades de Protección Popular) y las YPJ (Unidades de Protección de las Mujeres) libraron valientemente una feroz batalla contra el grupo terrorista durante seis meses, propinándoles su primera derrota. En 2015, la ciudad, aunque gravemente dañada, fue liberada y comenzó a reconstruirse lentamente.

Aunque gran parte de la ciudad está reconstruida, un barrio que fue testigo de los combates más intensos se conserva como un museo de Kobanê al aire libre. El barrio, que antes albergaba a la comunidad armenia de la ciudad y se encontraba junto a la frontera con Turquía, todavía contiene docenas de edificios destruidos y medio derruidos, así como vehículos dañados, y cañones y morteros improvisados utilizados por ISIS. Recorrerla permite hacerse una idea de cómo habría sido la mayor parte de la ciudad durante la famosa batalla que se conoció como el “Stalingrado kurdo”.

Con mucho, los destinos más impresionantes para cualquiera que visite Rojava desde cerca o desde lejos son los dos grandes castillos de la región del Éufrates: el castillo de Najm (Qal’at Najm) y el castillo de Jabar (Qal’at Ja’bar). El castillo de Najm se asienta sobre el río Éufrates, en la carretera entre Kobanê y Manbij. El lugar fue fortificado ya en época romana, pero la mayoría de las construcciones visibles se levantaron durante el reinado del gobernante musulmán Nur ad-Din Zengi, a finales del siglo XII d.C. El castillo de Jabar se encuentra a unos cuatro kilómetros de la ciudad de Tabqa, en el lago Assad. Al igual que el castillo de Najm, fue una fortificación desde la época pre-islámica, pero volvió a fortificarse con el ejército de Nur ad-Din. Ambos castillos sufrieron daños durante la guerra contra ISIS, que los utilizó como campos de entrenamiento y depósitos de municiones.

Desde que fueron capturados por las Fuerzas de Autodefensa, los lugares son populares entre los turistas nacionales, muchos de los cuales hacen picnics a lo largo del lago y el río, y disfrutan de un refrescante baño en los meses de verano. Los castillos también cuentan con cafeterías y asadores para los turistas que deseen hacer una barbacoa junto al agua.

Bajo ocupación turca

Cabe destacar que muchos de los mejores sitios turísticos de Rojava están ahora bajo la ocupación de los militares turcos y los grupos mercenarios del Ejército Nacional Sirio (ENS), respaldados por Ankara, que continúan saqueando y aterrorizando la zona.

El yacimiento arqueológico de Tel Halaf se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad de Serêkaniyê, invadida y ocupada por las fuerzas turcas y sus milicias en 2019. El yacimiento data del sexto milenio antes de Cristo y fue utilizado por hititas, arameos y asirios. Actualmente se exponen innumerables objetos en el Museo de Pérgamo, de Berlín. En otros tiempos, Tel Halaf era visitada por los lugareños que deseaban conocer la historia local. Según el Departamento de Antigüedades de Yazira, el yacimiento fue saqueado y excavado ilegalmente por las milicias apoyadas por Turquía, y el departamento perdió el contacto con un empleado que custodiaba el yacimiento aproximadamente seis meses después de la invasión.

La finca de Asfar y Najjar, al oeste de Serêkaniyê, fue construida por dos familias cristianas que llevaron a cabo enormes proyectos de modernización agrícola en la cuenca del río Jabur. Después de que las familias abandonaran Siria, la finca se convirtió en un popular destino turístico para los lugareños, que pasaban tiempo en los coloridos jardines de la finca y recorrían las villas del lugar. Algunos de los primeros tractores que se utilizaron para regar las tierras circundantes siguieron formando parte de su historia. Cuando las milicias apoyadas por Turquía tomaron la zona, en 2019, convirtieron la finca en una base militar y los antaño exuberantes jardines se secaron.

Serêkaniyê significa “cabeza del manantial” en kurdo, y la ciudad y toda la región fueron una vez conocidas por sus manantiales. La ciudad contaba con muchos parques donde los visitantes podían disfrutar de comida, bebida y argileh mientras metían los pies en el agua fresca del manantial. El manantial de azufre conocido como Ain Kibrit, al sur de la finca de Asfar y Najjar, también era un destino para los lugareños que sufrían problemas de piel y huesos.

Afrin, famosa por su exuberante paisaje natural y sus monumentos históricos, también albergaba un gran número de yacimientos arqueológicos y turísticos. La presa de Meidanki, que se encuentra en el río Afrin, fue una vez un lugar popular para los turistas debido a su belleza natural. Antes de la invasión de Afrin por Turquía, en 2018, y de la ocupación infernal en curso, el Lago Meidanki era un destino popular para nadar no solo para los afriníes, sino para todos los sirios de la región de Alepo, y contaba con decenas de cafés y restaurantes.

El yacimiento arqueológico de Ain Dara, en la región de Afrin, muestra indicios de ocupación desde el IV milenio a.C., y albergó un templo hitita que data del 1300 a.C. Entre las características notables del templo se incluyen enormes leones y esfinges de basalto negro, así como huellas colosales talladas en el suelo del templo. En 2018, el yacimiento fue bombardeado por la aviación turca, que lo destruyó casi por completo. Solo quedó un león de basalto, que fue robado por la organización Al Hamzat, apoyada por Turquía, en 2019; aún se desconoce su paradero.

Cyrrhus, también conocida como Nebi Houri, es otro yacimiento ahora ocupado por milicias respaldadas por Turquía. La antigua ciudad fue fundada en el siglo III a. C. por los seléucidas y gozó de importancia estratégica debido a su ubicación a lo largo de las antiguas rutas comerciales. En distintos momentos de la historia, fue ocupada por el Imperio Armenio, los romanos, los sasánidas, los bizantinos, los califatos musulmanes y los cruzados. Fue centro del cristianismo desde el siglo II d.C. A pesar de su declive en la Edad Media, fue lugar de peregrinación y destino turístico hasta la era moderna. El lugar alberga un anfiteatro, una basílica con reliquias cristianas y un antiguo mausoleo. Fuentes locales afirman que las milicias apoyadas por Turquía han saqueado muchas de las antigüedades del lugar y han convertido el mausoleo en una mezquita. Las placas revisionistas y demás información del yacimiento destacan ahora su historia otomana, ignorando las demás características de la ciudad.

Lo que pudo ser

A pesar de todos los conflictos de la última década en Rojava, la región tiene una rica historia que no debe olvidarse. Sí, la zona ha sido un lugar de épicos triunfos militares de las YPG y las YPJ, y también un lugar de extrema desesperación y tristeza bajo el terror de ISIS; pero Rojava es también una región donde la gente ríe, canta, sonríe y encuentra alegría en su vida cotidiana. Sí, la Revolución de Rojava permitió a los kurdos el espacio para existir culturalmente, pero también les garantizó la capacidad de encontrar los pequeños placeres en una barbacoa en el río, sin temor a un régimen que intente aplastar su espíritu.

Esperemos que, algún día, Rojava sea un punto de atracción del turismo internacional (como lo ha sido el Kurdistán Meridional), donde kurdos de todo el Gran Kurdistán y personas de todo el mundo la visiten para ver lo mucho que la zona tiene que ofrecer. Rojava tiene la oportunidad de convertirse en un lugar de parques, bosques, deportes fluviales, senderismo y acampada. Un lugar donde los niños estarán más familiarizados con los picnics familiares que con los drones asesinos.

Hay otra Rojava justo debajo de la superficie, esperando su oportunidad para emerger: un lugar de coexistencia étnica y religiosa, que respeta la igualdad de género y protege el medio ambiente según principios ecológicos, pero también un lugar donde la gente se divierte e interactúa con toda la historia diversa que la rodea, dándose cuenta de cómo el hilo del pasado la une al presente. Esta sería realmente la mejor manera de honrar los sacrificios de todos los mártires que han caído para liberar Rojava en los últimos nueve años.

FUENTE: Lucas Chapman y Ali Ali / Fotos: Ali Ali / The Kurdish Center for Studies / Fecha original de publicación: 9 de junio de 2023 / Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid