El EZLN, los abismos ante la 4T
Los zapatistas consideran que lo que está ocurriendo en Chiapas es consecuencia de un reacomodo territorial y que el Tren Maya es uno de sus pilares. Para ellos, la distancia con el actual gobierno es pronunciada y les asiste razón en pedir ayuda contra grupos armados.
Por Julián Andrade
https://www.m-x.com.mx/analisis/el-ezln-los-abismos-ante-la-4t
20 jul 2023
EMEEQUIS.– Las advertencias continúan. El EZLN insiste en que hay riesgos de importancia por el deterioro de la seguridad y en ello coinciden con los reclamos que surgieron de la “Acción Global Coordinada Chiapas es México”.
Nadie podrá decir que no existieron señales de alarma y de información que permitiera adelantarse a lo que puede ocurrir si en los gobiernos federal y estatal continúa una especie de negación ante los hechos.
No sería la primera vez que se desestima lo que ocurre en Las Cañadas, pero tendría el añadido de esa piedra con la que se tropieza de modo permanente.
Los factores de la violencia son múltiples, pero algunos vienen como eco de la conformación de grupos paramilitares que se constituyeron para enfrentar a los zapatistas después del alto al fuego y de las conversaciones de paz desde 1994.
Porque las presiones nunca han terminado y de algún modo la situación del EZLN quedó en una especie de limbo cuando no se cumplieron los Acuerdos de San Andrés Larrainzar firmados en 1996.
El propósito de lo pactado era dotar de una nueva legislación para proteger las autonomías indígenas, pero el asunto nunca prosperó en el Congreso de la Unión.
TE RECOMENDAMOS: EL EJÉRCITO, EL EZLN Y LA VISIÓN DEL ENEMIGO
El EZLN es un movimiento social peculiar, que mantiene el discurso simbólico de las armas, pero que en realidad lo relegó desde hace muchos años para concentrarse en una agenda que se inscribe en las plataformas de la izquierda con facilidad.
Inclusive, en 2018 trabajaron para que María de Jesús Patricio Martínez “Marichuy”, fuera inscrita como candidata independiente a la Presidencia de la República.
Se les complicó la recolección de firmas, que son indispensables para obtener el registro, porque es un procedimiento escabroso, nada amable para buscar los apoyos donde no hay internet y no se cuenta con teléfonos inteligentes, pero lograron hacerlo sin trampas, con una honestidad a destacar frente a los estropicios que cometieron otros aspirantes y de los que solo pasó a la etapa de candidato formal, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, entonces gobernador de Nuevo León con licencia.
Marichuy, en su gira por el país en la búsqueda de respaldos, sólo gastó 177 mil pesos, frente a los millones que utilizaron los demás contendientes, algunos de ellos hasta llegar a la cifra de 17 millones de pesos.
Pero, más allá del resultado, lo que se tiene que valorar es el gesto, la apuesta de los zapatistas por participar en un proceso democrático, de batallar por la búsqueda del voto y de hacerlo en el contexto de su propia historia.
De algún modo es insólito lo que ocurre con el EZLN y por ello es prácticamente imposible el encorsetarlo en análisis tradicionales. Participan democráticamente, pero de algún modo continúan en su guerra.
De ahí que sea lamentable que tengan que padecer de acosos diversos y soportar autoridades ineptas.
Y no es que ellos esperen mucho de las burocracias, policías y soldados, pero sí dejan constancia de lo que viene ocurriendo y, sobre todo, esbozan los espantos del porvenir.
Los zapatistas nunca se hicieron ilusiones con la 4T. No veían claridad en un proyecto que no consideran de izquierda y mucho menos progresista.
Desde 2006 el subcomandante Marcos dejó clara su distancia con López Obrador.
Juan Villoro recuerda en “La Figura del Mundo” que, “antes de subir a una moto de sub-Isidro López, es decir, de repartidor de pizzas, el líder zapatista declaró al periódico La Jornada: ‘López Obrador nos va a parir la madre’. En su opinión, el líder de la izquierda había heredado demasiados vicios del PRI”.
Por ello el subcomandante Marcos nunca fue, ni será, motivo de apoyos o devociones en Palacio Nacional.
Los zapatistas consideran que lo que está ocurriendo en Chiapas es consecuencia de un reacomodo territorial y que el Tren Maya es uno de sus pilares. Para ellos, la distancia con el actual gobierno es pronunciada y sin puntos de convergencia, pero les asiste toda la razón en que la situación de los territorios en que habitan y la andanada de grupos armados contra ellos tienen que ser atendida con la urgencia del caso.
Por desgracia, todo indica que la degradación continuará, que hay una negligencia como método de gobernar y que los problemas se profundizarán, esperando que la magia del tiempo los contenga.