Pugnas entre centralistas y partidarios de trabajos locales quebra el movimiento campesino mexicano

10.Jul.04    Análisis y Noticias

Nota de Clajadep

Como anunciado anteriormente en otros análisis nuestros, las pugnas entre los partidarios de programas nacionales y estatales, más dedicados a aspirar a un nuevo estado o gobierno que a la construcción de capacidades locales con incorporación y protagonismo de la población con perspectivas estratégicas, con las corrientes que procuran concentrar esfuerzos en la autonomía territorial, tarde o temprano terminarían con la división de las dinámicas del campo.

Los programas nacionales ya no sirven, hoy la tarea es la construcción de programas locales que conciten la incorporación masiva de la población en sus territorios.

La noticia aún es muy incompleta, pero poco a poco irán saliendo las informaciones que nos darán más luces de lo que realmente está sucediendo en los entretelones de las burocracias campesinas
que reeditan malamente las prácticas de las viejas burocracias obreras y populismos nacionalistas.

Podemos compararla con las contradicciones en Bolivia entre Evo y la burocracia del MAS en relación con las construcciones de autonomía local que se extienden por el altiplano.

México D.F. Viernes 9 de julio de 2004
Diferencias ideológicas irreconciliables impiden la continuación del movimiento

Desaparece El campo no aguanta más

Integrado por 12 agrupaciones, fue principal promotor del acuerdo nacional para el agro

El movimiento El campo no aguanta más, integrado por 12 agrupaciones, desapareció por diferencias ideológicas entre sus dirigentes. Surgió a finales de 2002 para protestar por el deterioro del agro mexicano, luego de nueve años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y fue el principal promotor del Acuerdo Nacional para el Campo (ANC), firmado en abril del año pasado.

El miércoles, en una reunión entre los líderes de las organizaciones, éstos determinaron su desaparición como grupo, ya que sus desencuentros fueron irreconciliables. Ayer varios de ellos fueron consultados acerca de los motivos que tuvieron para tomar esta decisión, pero rehusaron precisarlos.

De acuerdo con versiones de integrantes de las organizaciones, tenían previsto dar la noticia el próximo lunes; sin embargo, desde ayer se comenzó a divulgar que el movimiento ya estaba disuelto por las distintas visiones acerca del rumbo que debía tomar.

La ruptura se habría dado porque había quienes promovían la centralización del movimiento, mientras otros buscaban el trabajo en las regiones, donde están los problemas del campo.

Desde el año pasado, antes de la firma del ANC, se empezó a manifestar que entre los dirigentes había concepciones distintas sobre el rumbo que debía llevar el movimiento. En aquel momento la mayoría optó por flexibilizar y cambiar sus demandas originales.

Entre ellas estaba la moratoria al apartado agropecuario del TLCAN y su renegociación inmediata; sacar al maíz y al frijol de los tratados comerciales con otras naciones; un programa emergente para la reestructuración de la agricultura nacional con la participación de los campesinos; calidad y sanidad en los alimentos para los consumidores mexicanos, y el reconocimiento a los derechos y cultura de los pueblos indios conforme a los acuerdos de San Andrés.

Ninguno de esos puntos quedó establecido al pie de la letra en el ANC, lo cual originó los primeros encontronazos. Incluso el último punto, referente a los acuerdos de San Andrés, quedó totalmente fuera de las negociaciones con el gobierno.

Después, el hecho de que decidieran cancelar su demanda de revisión del capítulo agropecuario del TLCAN, originó las primeras diferencias entre los líderes de las organizaciones. Antes de la firma del acuerdo, cuatro agrupaciones determinaron no signarlo porque consideraron que sus demandas fundamentales no estaban plasmadas en el documento. Fue el caso de Unorca, FDCCH, Unocof y el FNDCM, las cuales consideraron que varias medidas establecidas fueron para reforzar el denominado “blindaje agropecuario” del gobierno.

En enero de 2003, el movimiento, junto con El Barzón y la CNC, realizó la marcha más grande de campesinos de los últimos años: unas 100 mil personas llenaron el Zócalo capitalino. En aquel momento se conjuntaron las organizaciones priístas, las 11 que integran el Congreso Agrario Permanente (CAP) y el movimiento, no sólo para manifestarse, sino para negociar con el gobierno el ANC, que -aseguran- no se ha cumplido.

Había quienes buscaban darle una figura jurídica, que el trabajo se centralizara en la ciudad de México, en las negociaciones con el gobierno, mientras para otros era fundamental acudir a las regiones para trabajar desde ahí las demandas de los campesinos y además buscar el cumplimiento del ANC por el gobierno.

Existía oposición a que la CIOAC y la CCC, que forman parte del CAP, también estuvieran integradas al movimiento. Pero sobre todo, fue difícil remontar la falta de confianza interna para lograr la reconstrucción del movimiento, sobre lo cual tampoco había una visión unificada. Al final los dirigentes determinaron que ya no era posible mantener la agrupación y además tampoco había voluntad.

El movimiento estaba integrado por la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, la Coordinadora Estatal de Productores Cafetaleros de Oaxaca, la Coalición de Organizaciones Democráticas Urbanas y Campesinas, la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras, la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, el Frente Democrático Campesino de Chihuahua, el Frente Nacional en Defensa del Campo Mexicano, la Red de Organizaciones Campesinas Forestales, la Unión Nacional de Organizaciones en Forestería Comunitaria y la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas.