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En los últimos doce años, las multinacionales del cobre se llevaron de Chile veintitrés millones de toneladas de ese mineral, por un valor de cuarenta y tres mil millones de dólares, sin pagar impuesto alguno. En cambio Chile le debe a estas empresas extranjeras de la gran minería, más de dos mil millones de dólares en crédito fiscal.
Las asambleas en Chile contra la minería
Por Javier Rodríguez Pardo
Recorremos los valles de la Cordillera de los Andes, en la tercera y cuarta regiones de Chile, en cuyas cumbres se instalaron las transnacionales mineras del cobre y del oro. Nos habíamos acostumbrado a aceptar que el longitudinal país del Pacífico asumía con estoicismo su destino minero, efímero por definición, y soportaba contaminaciones como la ocurrida en la Bahía de Chañaral, en Atacama. Por tanto, viajamos a Chile dispuestos a debatir un tema emblemático en el país que produce el 33% del cobre del mundo, aunque ello no se refleje en la calidad de vida de su población, ni resuelva la desocupación, el hambre y el éxodo de sus habitantes. En los últimos doce años, las multinacionales del cobre se llevaron de Chile veintitrés millones de toneladas de ese mineral, por un valor de cuarenta y tres mil millones de dólares, sin pagar impuesto alguno. En cambio Chile le debe a estas empresas extranjeras de la gran minería, más de dos mil millones de dólares en crédito fiscal.
Las maniobras financieras de evasión impositiva, rubrican el saqueo mineral de que está siendo objeto Chile. En realidad, la estafa es el común denominador que identifica las relaciones Norte - Sur, no la falta de equidad, sino el despojo a plena luz -a cielo abierto- de los recursos naturales.
Las comunidades de Vallenar, capital del departamento de Huasco, instalaron la discusión minera y nuestra presencia fue motivo de nuevos debates y de intercambios para futuras acciones y campañas en común. Nos sentimos felices por el excepcional recibimiento, exponiendo las mismas preocupaciones, comprometiéndonos ambos pueblos, de un lado y otro de la Cordillera, a organizarnos para defender tierras, fincas y cultivos, entendiendo que la prioridad consiste en expulsar a las multinacionales, pero también dispuestos a desenmascarar y a enfrentar a gobiernos y funcionarios que son, en definitiva, la llave que trae el invasor en la mano. Los habitantes de los valles, desde la costa hasta la cima de Pascua Lama donde Barrick Gold proyecta extraer cobre, oro, molibdeno, entre otros minerales diseminados en esas montañas, se movilizan, participan de asambleas, y pintan los frentes de sus casas con elocuentes leyendas contra la contaminación minera y el uso de compuestos químicos como el cianuro y el ácido sulfúrico. El agua, la defensa de los valles e invocaciones a la Virgen del Carmen, son recurrentes en murales de la vía pública, algunos son tímidos dibujos detrás de las ventanas, en los techos de las casas de Alto del Carmen o El Tránsito, a escasos cincuenta kilómetros de la planta minera de Barrick Gold. En muchos de estos gráficos se nota la influencia de la iglesia católica, cuyas parroquias actúan decididamente contra la eventual contaminación de los mega emprendimientos mineros. Algunos días pernoctamos en la iglesia del Padre Enrique, en Alto del Carmen; otros, en El Tránsito, donde la hospitalidad de la Congregación Misioneras del Espíritu Santo fue conmovedora; son monjas de diversas nacionalidades, casi todas europeas, que intervienen con entusiasmo en las asambleas populares contra la contaminación minera, como la realizada el domingo 28 de noviembre, que duró desde las diez de la mañana hasta la caída del sol. Durante su transcurso expusimos nuestra experiencia y pactamos, argentinos y chilenos, llevar a cabo acciones conjuntas contra los enemigos de afuera y de adentro.
“Seremos menos dignos como personas cada vez que desaparezca un bosque, un valle, un glaciar”
La asamblea, con representantes de todas las localidades de los valles, rubricó una estrategia general para informar y crear conciencia y difundir el rotundo rechazo a la minera. De estas asambleas surgen las pintadas públicas y el notorio activismo de las hermanas misioneras a través de simbólicas imágenes cristianas estampadas en paredones, combinadas con cultivos y la defensa de los glaciares. Todos ellos hicieron posible nuestra presencia en Chile, si bien fue el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) y César Padilla en particular, quienes tuvieron la responsabilidad mayor de nuestro traslado. También debemos sumar la colaboración de la Hermana Ana María Martínez, y la del vicario Juan Barraza al frente de la diócesis de Vallenar. Es la otra Iglesia, la que escucha al pueblo. “¿Es que acaso no hay dos Iglesias?”, nos preguntábamos con Silvia -Yoyi- Orozco y Hugo González, docentes de la Universidad de San Juan y miembros de Sanjuaninos Auto Convocados por el no a la mina, con quienes visitamos Chile respondiendo a la invitación personal que nos habían hecho OLCA y las comunidades trasandinas. La actividad de estas parroquias la confrontamos a cada rato con “la misa por el agua”, prohibida por el arzobispo Delgado en la capital de San Juan, ante la perplejidad de la Asociación de Viñateros y Productores Agropecuarios de la provincia cuyana. Relacionar ambos hechos es inevitable, porque en Chile se repite diariamente la historia que estamos contando y las asambleas populares “no a la mina” son una práctica que no necesita ser escrita por pastoral social de iglesia alguna. En esta región del pacífico se destacan los frutales de todo tipo, sobre todo uvas, manzanas, peras, kiwis, limoneros y no deja de sorprender la verticalidad del macizo montañoso cubierto con la verde palta o los parrales. Chile está todo sembrado devorando las alturas. Cada gota de agua es una bendición y las cumbres glaciares son generosas. “Seremos menos dignos como personas cada vez que desaparezca un bosque, un valle, un glaciar”. La leyenda fue pintada por la familia de José Torres sobre unas rocas del camino que une los valles cerca de El Tránsito, un labriego modesto, padre de cinco hijos que nos atendió al pie de una higuera secular plantada por su bisabuelo; descorchó una botella de “pajarete”, licor que añejó durante diez años, porque no encontró mejor momento que éste, brindar con los argentinos del otro lado, recordando otro mensaje que la familia estampó en la ruta: “luchemos por la vida”. En los caminos y senderos de los valles de la región de Vallenar abundan estos carteles, pero también hace lo propio Barrick Gold anunciando becas en escuelas de La Higuerita, San Félix y La Vega, pequeños poblados más atentos a su producción de Pisco que al soborno oportuno de la minera. La zona tiene un nuevo concejal, Luis Paún, experto agricultor viñatero convertido en militante antiminero de tiempo completo: “En un principio pensé que podía realizar las dos actividades, pero ahora ya decidí que debo priorizar y profundizar la defensa de nuestros valles, ante el impulso de la transnacional y su discurso de mover glaciares con el silencioso consentimiento oficial”, nos confiesa. En El Tránsito, dormimos en el convento de las monjitas y luego de desayunar con abundante palta y quesillo de cabra fuimos hasta Conay recorriendo su río y los pequeños asentamientos rurales en la base de las instalaciones mineras de Pascua. En la plaza de Conay, al pie del imponente y vertical macizo andino, hablamos con un numeroso grupo de agricultores, en su mayoría de uva pisquera, ansiosos por informarse sobre el emprendimiento minero del lado argentino. No ocultaron su asombro cuando supieron que un pueblo de la Patagonia había expulsado a la multinacional canadiense Meridian Gold (Esquel siempre está presente).
Algunos de los pobladores de Conay trabajan en la mina, de modo que la charla produjo un rico intercambio sobre las necesidades laborales chilenas; sin embargo, la reunión concluyó con la urgente necesidad de salvar el valle de toda contaminación debido a la amenaza de inminentes proyectos extractivos, entre ellos El Morro y Pascua Lama, ubicados en las nacientes de cinco ríos. Tres son afluentes del río Chollay que, más abajo, vierten en el río El Tránsito. Lo otros dos son secundarios de El Carmen y todos, a su vez, del río Huasco. La minera depositará los estériles, hará las escombreras en El Estrecho, otro afluente comunicado con la misma cuenca.
El tajo minero de Pascua, en la primera etapa, tendrá un diámetro de 300 hectáreas y una profundidad de 800 metros; recibirá agua con arsénico del lugar y compuestos químicos con metales pesados que habrán de aparecer al dinamitar las rocas. Este cuadro se completa con Lama, explotación del lado argentino que recibirá la infraestructura mayor del proyecto, como ya explicamos en artículos anteriores. Tanto estas transnacionales como los gobernantes locales, nunca analizan la acción sinérgica que se potencia con el cóctel de sustancias y elementos liberados en el sitio, precisamente donde tienen su origen las aguas. Peor aún, de acuerdo con el proyecto de Barrick, aprobado por CONAMA, los glaciares “serán cambiados de ubicación” (tal como se lee) y lo harán mediante explosivos y con imponentes bulldozers y cargadores frontales. En definitiva, los agricultores saben que se destruirán glaciares y con ello perderán la cuenca del río Huasco. La rebelión en la región chilena es por la defensa de los Glaciares, como ya advertimos en nuestro trabajo anterior, “Chile también sufre la minería química”. En la región de Atacama nunca llueve, el agua es la que escurre de la cordillera y de ella dependen todos y, por supuesto, también las multinacionales mineras: para producir una tonelada de cobre se remueven 600 toneladas de roca, se utilizan 320.000 litros de agua y 2.700 litros de ácido sulfúrico. Nos comentaba el concejal de Vallenar, Jorge Pino Alquinta, que “hay 47 empresas mineras trabajando en Chile, de las cuales 45 no liquidan al fisco al declarar que trabajan a pérdida. Una de ellas es Barrick Gold Corporation, la misma que durante 17 años -dice Pino Alquinta- trabajó la mina “El Indio” en la Cuarta Región, sin pagar un peso en impuestos”. Para estas empresas, destruir ecosistemas es cosa de todos los días, tal como contamos en nuestro artículo “La macabra Barrick de Bush”, y para llevar acabo su destrucción suelen ocultar otros daños como, por ejemplo, que habrán de transitar todos los meses, por sus angostos caminos de faldeo en los valles chilenos de Huasco, 17 camiones con cianuro de sodio, 200 con explosivos, 180 con combustibles, 120 con concentrado de cobre, 70 con reactivos para la planta, con ácido sulfúrico, algunos con mercurio y un par de ellos transportarán residuos industriales peligrosos. Cientos de camiones y camionetas circularán diariamente por los valles y pueblos cambiando ritmo y calidad de vida de sus habitantes, con demanda de burdeles y promiscuidad callejera, cómo es habitual en emplazamientos mineros. Una iglesia convertida en graffiti La primera pregunta que nos hacemos al ver la iglesia Nuestra Señora de El Carmen, en el pueblo Alto del Carmen, es acerca de la ocurrencia de dibujar y pintar a todo color gran parte del frente, además de su lateral izquierdo hasta el sector superior del campanario. De inmediato, los detalles. La Virgen del Carmen, patrona del pueblo, se halla en lo alto e inicia la alegoría como envolviendo las cumbres nevadas de la Cordillera de los Andes. El macizo andino surge imponente y entre sus montañas escurren ríos eternos, muy azules, que serpentean hacia el pueblo, penetrando en los valles. En el lateral izquierdo de la iglesia aparece, en la cúspide del dibujo, el Arcángel Gabriel con su espada desenvainada, dirigiendo una fila de ángeles en círculo que rodean la Cordillera, protegiéndola. Alrededor del río, sobresale un valle fértil, bellísimo, oponiéndose al faldeo de la montaña donde abunda el cardón. Más abajo, como brotando del infierno, un dragón flamígero, humeante y con garras metálicas, produce el daño. Se ven ríos desviados hacia lo boca de la fiera que al atraparlos, los procesa. De sus uñas y cuerpo penden antenas parabólicas, televisores, cámaras filmadoras. Sobre la bestia en plena actividad, surgen chimeneas de una planta minera -no cabe duda- extracción de minerales, palas y orugas mecánicas, y de pronto, aquél río inmaculado se transforma en múltiples brazos de arroyos que bajan negros, exhibiendo en su superficie calaveras y esqueletos de peces. A la derecha, en el frente de la iglesia, cajas mortuorias y luego hacia la izquierda, el mural ofrece un tren portando el supuesto concentrado de cobre; en el otro extremo, un helicóptero traslada una bolsa con mineral dorado. Más se mira, más descubrimos. La pintura y su simbología, cubren todo el campanario y la mitad de la iglesia parroquial Alto Del Carmen. Confieso que nunca vi nada igual, sobre todo por el coraje manifiesto y por tratarse de templos envueltos en meditada solemnidad religiosa. Su creador, Víctor Pacha graficó además otras entidades espirituales como Arjuna, del hinduismo, Viracocha, el dios andino del agua; también imaginó “el vientre de Pachamama, donde se halla la natura”. Me contó el Padre Enrique que altos ejecutivos de Barrick fueron a visitarlo y mientras miraban el frente de la iglesia uno de ellos quiso saber quien lo hizo. “Ustedes lo hicieron”, les respondió el párroco que, de se modo y sin pretenderlo, utilizó la misma respuesta que Picaso les dio a los alemanes cuando observaban el Guernica.
Pelambres, en Chile. De este lado, El Pachón. El actual tranque de relaves de minera Los Pelambres, al norte de la Cuarta Región chilena, límite con El Pachón en la provincia argentina de San Juan, es la certificación más elocuente de la locura extractiva que inunda todo el continente sudamericano merced a una política de oprobiosa entrega de los recursos naturales. El tranque de relaves, o dique de colas, es el causante de discordias y discusiones entre distintas poblaciones que luchan por evitar su instalación. El actual, se halla en el límite operativo con una capacidad superior a los 360 millones de toneladas de rocas, y minera Los Pelambres necesita ubicar otro dique que le permita contener cuatro o cinco veces la capacidad de éste, previendo una explotación por veinte años más. Los compuestos químicos de que se vale el sistema extractivo para capturar el cobre, oro, plata y molibdeno de Los Pelambres, en la provincia de Choapa, comuna de Los Vilos, amenazan plantaciones y poblados generando luchas legales y movilizaciones de sus habitantes. En un principio, las discusiones consistieron en explicar técnicamente cuál debía ser el lugar indicado del nuevo y monumental tranque de la escoria minera. La gente de Cuncumén, Chillepín, Tranquilla, Chipín, Coyrón, ueniallimpó, de los numerosos pueblos alrededor de Salamanca y los de todo el valle de Illapel, impidieron el proyecto proponiendo que otro fuera el sitio más apto. Y lo mandaron para Mauro, nacientes del río Pupio, lugar donde aún queda algo de bosque nativo chileno y - en opinión generalizada- “el lugar más bello de la provincia”. De este modo, unos y otros se lavan las manos y quienes más oposición ofrecen pueden correr el nefasto “tranque de relaves” hacia pueblos vecinos que reciben la singular propuesta como un nuevo calvario. Tampoco faltaron quienes pedían que el tranque de relaves se hiciera del lado argentino. Lo cierto es que “más de la mitad de la comuna de Salamanca está en contra de la minera -dice Mario Ritter, agricultor de la zona- pero por lo visto la mayoría se conforma con trasladarle a otros el problema. No hay una lucha de conjunto para rechazar de cuajo a la minera”. Para Tito Villalobos, presidente de la Junta Vecinal de Cuncumén, “a la minera se la echa con la acción decidida de los pueblos de los valles, todos juntos, y no debemos esperar a que ocurra algún derrame, alguna contaminación grave”. Wilson González en cambio, reconoce que “la lucha le trajo inconvenientes comerciales, tanto para su restaurante como para la radio FM Imaginación, de su propiedad,” ubicada en Chillepín, donde se halla la Planta Los Pelambres. Por donde vamos recogemos una total oposición a la mega minería y la necesidad de defender los orígenes del agua. En este sentido, presenciamos una acalorada disputa entre productores que reclamaban la misma fecha como su día de riego; mientras tanto la minera usa el agua de las altas cumbres como mejor cree conveniente. En la escuela F 376 de Cuncumén, Claudio, su director, admite que “tenemos que hacer algo urgente, aunque no sé si ya es tarde”. Por lo pronto él y Mario Ritter, denunciaron a minera Los Pelambres por haber adulterado los registros de polución ambiental. La voladuras a pura dinamita componen uno de los mayores daños ambientales, en la cadena trófica y sobre todo en los pulmones de los más pequeños. Ocurre que el medidor de la calidad del aire se halla en el techo de la escuela y en ella Ritter tiene hijos estudiando. En el informe minero aparecen cifras registradas cada tres días cuando, en realidad, la minera hace las observaciones una vez al mes. Los datos adulterados e inventados confirman la posición de la gente acerca del escaso interés de la empresa por cuidar la salud de la población; “qué se puede esperar entonces de un tranque de relaves para más de mil millones de toneladas de rocas lixiviadas con ácidos letales”, advierte y se pregunta Mario Ritter.
Hoy la gran batalla la encabezan los habitantes de Caimanes y, al frente de una legión mayoritaria de mujeres, se halla Estela Bañados. Fundaron una ONG, presentaron recursos de amparo, y participan de cuanta posibilidad legal les ofrece el sistema jurídico chileno. De este modo llevan cuatro años frenando la instalación del tranque de relaves en Caimanes. “En Caimanes el pueblo está dividido por gestión de la propia empresa minera, reconoce Estela Bañados, aunque el rechazo a Los Pelambres es prácticamente total, por eso logramos que el CONAMA nacional aún no apruebe el tranque de relaves. Aquí exigimos la expulsión de la minera. Nosotros no vamos a endilgarle el problema a otro pueblo, si bien nos amparan razones técnicas para rechazar este sitio como enclave del dique de colas, porque el agua en Caimanes no proviene en forma directa de la cordillera sino que es surgente del propio valle en una cuenca cerrada. Así apuntan nuestros técnicos y también reconoce el gobierno. El riesgo ante una eventual contaminación por derrames es muy grande y sería insalvable. Se perdería este valle”, dice finalmente Estela Bañados. En esta región chilena, nadie olvida la reciente destrucción del mineroducto que transporta el concentrado de cobre al muelle de Los Vilos, sobre el Pacífico. Una bella playa turística, con pesca artesanal, en franco contraste con la descarga de un mineral con prontuario de contaminación química. Un reciente temporal que se desató en las cumbres de la cordillera barrió literalmente con el ducto que vertió el concentrado de cobre en el faldeo de la cordillera, sobre el río que desemboca en Los Vilos. La planta Pelambres se ubica a unos 1.500 metros de altura y la mina a 3.600. El chancado baja por cinta transportadora hasta la planta donde hacen el molido y lo mandan al tranque de relaves (dique de colas). Luego el concentrado de cobre va por mineroducto hasta el muelle de Los Vilos, para ser embarcado. Una historia reiterada. Pueblos despojados de sus recursos, mano de obra barata, drenajes ácidos y contaminación sistemática de suelos, insumos exportados sin valor agregado y sin pagar impuestos, con una legislación para el saqueo. Esta es la oferta de la minería que nos propone el primer mundo y que aceptan gobernantes de un continente eternamente en vías de desarrollo, hoy invadido por cientos de multinacionales alistadas en la década neoliberal del noventa y concebidas para la rapiña globalizada, con o sin el ALCA.
Javier Rodríguez Pardo - Chile, Noviembre de 2004 - MACH SEPA - RENACE -
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