Notas de Enero Autónomo en Buenos Aires

26.Ene.05    Análisis y Noticias

Sobre hermanas y silencios
Enero, al margen

Taller de contrainformación
20/01/05

Un grupo de mujeres comparte el almuerzo de sus hijos y la charla. Hablan sobre cómo trabajan los temas de violencia contra la mujer, de las ONG y de cómo buscar alternativas autónomas. Cuatro son de Nueva York y tres juegan de locales. En otro rincón, otra mujer habla sobre el significado del silencio y de los miedos.

Hermanas

Las mujeres están sentadas a la sombra de los sauces. Es la hora del almuerzo de sus hijos y comparten esa ceremonia que mezcla papilla y charla. Todas tienen mucho en común y en esa cotidiana ceremonia se están enterando de cuánto. Dos pertenecen al MTD de Solano, una al Colectivo Situaciones y cuatro son inmigrantes que residen en la ciudad de Nueva York: una tiene sus raíces en Chile, otra en Brasil, la tercera en Costa Rica y la cuarta en la India. No han venido desde tan lejos para hablar sino para escuchar, dicen. Y explican por qué.

La que cuenta su historia y la su organización Hermanas y hermanas (Sisters and Sisters) es Adjoc. Ella vive en Bushwick, un barrio dentro de Brooklyn, donde han trabajado con 300 mujeres jóvenes en temas relacionados con la violencia personal e institucional. Tienen un programa al que llaman Freedon School (Escuela Libertaria, aclara) donde a través de debates, artes y técnicas de educación popular intentan crear un espacio de reflexión y lucha contra la violencia de género. Así, al menos, era el trabajo que hacían desde el 96, cuando arrancaron, hasta hace muy poco. “Ahora todo está cambiando”. El motivo del cambio es un replanteo esencial que se hicieron con respecto a la financiación que recibían de una fundación. “En los Estados Unidos no existe, prácticamente, ninguna organización que no esté financiada por una ONG. No hay modelos autónomos: todas fueron cooptadas. Y eso a nosotros nos creó siempre mucho conflicto porque teníamos conciencia de que era dinero sucio que limpian entregándoselo a organizaciones de base. Nosotros empezamos este trabajo de manera voluntaria y terminamos llenando papeles y hablando con burócratas. Eso nos creó una incomodidad y muchas preguntas, acerca de si nuestro camino no estaría siendo manipulado. También nos dimos cuenta que en las reuniones hablábamos siempre las mismas. Que las más jóvenes nunca tenían nada que decir acerca de cómo trabajar, qué hacer y cómo hacerlo. Y la nuestra es una organización de mujeres jóvenes: si ellas no hablan, la organización misma pierde su sentido. Hicimos entonces una reflexión grupal. Nosotros habíamos recorrido un camino. Habíamos comenzado demandando primero justicia para casos de violaciones y muertes. Luego, nos dimos cuenta que este sistema es tan corrupto, violento y patriarcal que no tenía sentido dedicar nuestra energía a corregirlo. Debíamos crear nuestras propias herramientas y así comenzamos a trabajar para enfrentarlo. Con nuestro arte, nuestra información, nuestra formación. Tuvimos el privilegio de criar algo nuevo allí donde no había nada. Y las que llegaron después encontraron mucho ya hecho. Pues bien: nos había llegado la hora de dejarlas criar a ellas. Nos sacamos el peso de encima de recibir el dinero de la Fundación y ahora estamos en pleno proceso de reformulación, de construir alternativas”.
Sobre lo hecho hasta ahora, Adjoc rescata la idea que refleja el nombre de la organización: si tienen un problema de violencia, no llaman a la policía, lo resuelven entre hermanas. Recurren, por ejemplo, a las técnicas que aprendieron del teatro invisible. Intervenciones callejeras, donde representan situaciones de violencia e interactúan con los vecinos que se convierten así en “actores” de la escena. El grupo prepara el guión, la seguridad por si hay desbordes e interpreta a los personajes. “Queremos que la gente deje de ser público en este tipo de situaciones y actúe: pase a la acción.” También han trabajado con casos concretos de denuncias de abuso. “Primero reunimos información sobre el abusador, luego pensamos juntas qué hacer y por último lo vamos a buscar y lo señalamos, no con violencia, sino con arte”. Otra de las mujeres le explica que el método es argentino y se llama “escrache”.

La conversación cambia entonces de hemisferio y de lo que se conversa ahora es acerca de la experiencia que el MTD de Solano y el Colectivo Situaciones han compartido sobre la lectura de un texto: El maestro ignorante. Mava y Natalia van turnándose para relatar el origen del texto y las conclusiones que la lectura en común le han dejado: las ventajas de no saber y la posibilidad de crear conocimiento a partir de aprovechar esa ignorancia. En tanto, los bebés saborean un yogurt.

Silencios

Transcripción textual de los dichos de Aneli de las Nieves Jara Sáez, integrante del MTD de Allen, Rio Negro, en el taller de salud en la tarde de hoy, viernes 21,refiriéndose a las conductas que sanan (y a las que enferman) en lo cotidiano.

“Los compañeros tienen miedo de hablar por el temor de lo que pueda resultar al decir algo. No se sienten seguros de sí mismos porque creen que lo que puedan decir afecte a algunos compañeros.Cuando se resuelve algo en asamblea, los compañeros dicen estar todos de acuerdo por miedo a decir con no. Por eso después resulta que todos tenemos que hablar y cuando tenemos que hacerlo sentimos que seamos escuchados. A veces los que hablan no se hacen entender en sus dichos, por eso los compañeros no sabe qué decir y se callan. ¿Cómo podemos eliminar los silencios y los miedos? Podemos haciendo que los compañeros digan sus opiniones sin temor, ya que todos pensamos y opinamos distinto. Algunos no se animan a contar una verdad porque tienen miedo a que los compañeros se enojen, por miedo a la bronca de los demás. Esperamos que en alguna asamblea podamos estar a gusto para opinar sin miedos y con confianza. El egoísmo y el individualismo, a veces nos provocan estar en silencio en una asamblea. El silencio crea la desconfianza entre compañeros”.

Debate sobre los recursos naturales
El petroleo y las ganas de comer

Taller de contrainformación
20/01/05

“Nosotros podemos resolver de manera autogestiva el problema del trabajo, también el del hambre, pero ¿cómo hacemos para que los compañeros del barrio La Juanita incorporen como propio la lucha por el petróleo cuando no tienen para la cena?. Nos parece difícil, porque no forma parte de lo inmediato”, preguntó Jorge del MTD de La Matanza y el taller “El petróleo y los recursos naturales en la lucha emancipatoria”, propuesto por Alerta Salta, ingresó en un debate tan rico como la diversidad de la Ronda que sesenta personas formaron en el primer piso de la fábrica Tucuypaj, en La Tablada, en la segunda jornada de Enero Autónomo.

Había ingleses, alemanes, estadounidenses, uruguayos y argentinos. Desocupados, asambleístas y “recuperados”, tal como se presentaron trabajadores de fábricas recuperadas. También participaron militantes por los derechos humanos, periodistas, educadores populares y estudiantes de Filosofía y Letras. Todos comenzaron escuchando atentamente como Mario Rearte, coordinador de los ex trabajadores de YPF, realizó una reseña histórica de lo que ocurrió con la privatización de la petrolera estatal. “Dimos una lucha solitaria, tanto los sindicatos como los dirigentes vendieron nuestro patrimonio”, sintetizó y agregó: “De los 4.500 empleados que había en los yacimientos del norte, sólo el diez por ciento tiene trabajo. Nos sacaron nuestra fuente laboral y solo nos dejaron desocupación, alcoholismo y drogadicción. Nos deben el dinero del Programa de Privatización Participada y nadie nos escucha, solo cuando hay problemas como el año pasado, cuando se quemaron unas petroleras, Mosconi se llena de periodistas”.

Sentado a su lado, José Pepino Fernández, de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD)de Mosconi, lo complementó: “Los pueblos más ricos en gas y petróleo, como el de Mosconi, son los más pobres. Encima sufrimos enfermedades por la contaminación de las aguas subterráneas. Nuestra lucha es por eso. Las leyes se hicieron para perjuidicarnos a nosotros y a ustededes, porque YPF se creó para veneficiar al país, no a las multinaciones. YPF daba trabajo al 90 por ciento de Mosconi, las multinacionales ocupan sólo al 7 por ciento”. Enseguida introdujo el tema de la criminalización de la protesta, comentó que la gendarmería se capacitó para reprimir en la Escuela de las Américas y que en su terruño se hacen simulacros de liberación ded destilerías. “Ahora cambiaron los métodos de represión, van a las casa de los cabecillas, los torturan y después las mujeres les preguntan para qué se meten con la UTD. Y la justicia no es pareja. En Caleta Olivia metieron presos a gente que acusan de tomar una petrolera, pero a las multinacionales que sacan más petróleo que el que declaran no le hacen nada”.
Un activista inglés interrumpió para globalizar el tema. “No puede separarse el asunto del petróleo de la política internacional. Se habla de contratos de las empresas privatizadas al mismo tiempo que se renegocia la deuda externa. Entre líneas se lee que se negocia deuda por recursos naturales. No hay que olvidarse que uno de los puntos de la carta de fundación del G-8 habla de garantizarse el aprovisionamiento de energía. No es un tema pequeño, hoy se va a la guerra por el petróleo.”

Y allí llego la pregunta de Jorge que inició el debate. “La necesidad inmediata de Mosconi hace que pongan la luz en el petróleo, ¿pero cómo hacemos en La Juanita para explicar la importancia del petróleo cuando no tenemos resuelto el problema del hambre?”, subrayó.

Desde el otro lado de la ronda, tomó la palabra Claudia Korol y completó la idea: “No es sencillo trabajar este tema en los movimientos, porque parece muy lejano de nuestros problemas. Al mismo tiempo, en todas partes del país se pelea contra los mismos enemigos, ¿cómo se hace para unir estas peleas?”
Mario Rearte se paró y ocupó el centro de la ronda y comenzó a agitar su botella de gaseosa. Mirando a Jorge, de La Matanza, lanzó: “¿Saben cómo van a trasladar el problema del petróleo a sus barrios? Cuando nosotros cortemos en el Norte los gasoductos y todos se queden sin gas. Si mañana aumenta el 50 por ciento las tarifas van a ver cómo todos salen a las calles”.

Mirta intentó conciliar las posiciones y pidió asumir la complejidad de la cuestión. “Debemos hacer una autocrítica –dijo Claudia Acuña, de lavaca-. No es fácil integrar espacios comunes. Hay una necesidad de abrir espacios fraternales, donde se escuche al otro. No sólo ser escuchado. Tenemos claro contra quién peleamos, pero no con quién”, dijo.

Claudia Korol recordó que en el próximo Foro Social de Porto Alegre habrá actividades que intentarán articular la problemática energética de Mosconi y de Bolivia. Después insistió: “Es muy difícil luchar por lo que no se conoce, tenemos que ver cómo introducimos la batalla del petróleo en nuestros movimientos”. Rearte, de vuelta en su lugar, señaló que si el país recupera los recursos naturales, la desocupación dejará de ser un problema.

“Hay que luchar por los recursos naturales, pero también saber para qué los queremos, cuál es nuestro proyecto. Este es un proceso lento. Y en el camino no se trata de establecer cúal es la mejor lucha, sino de entender que todos somos luchadores, que todos enfrentamos el mismo proyecto de muerte desde las realidades en las cuales nos tocan enfrentarlo”, opinó Neka Jara del MTD de Solano. Y Claudia Acuña insistió en que se trata de una lucha global y en que es necesario descubrir lugares de encuentro: “Las luchas reivindicativas sean por petróleo o por polenta son todas importantes. El desafío es ver cómo las articulamos porque el enemigo es muy fuerte”. Para detectar dónde están, habrá una nueva ronda el domingo a la mañana.

Una ronda con Raúl Zibechi:
Teoría del intercambio y práctica del monólogo

Taller de Contrainformación
20/01/05

¿Hubiese existido el 19 y 20 si hubiese habido una organización de izquierda capaz de reunir desde Quebracho hasta el Chacho? ¿Por qué no hay un Frente Amplio en la Argentina? Con esas preguntas como trampolín, el escritor y periodista uruguayo Raúl Zibechi participó en una de las rondas de Enero Autónomo. Se generó un diálogo fértil que terminó abierto (o cerrado) al pasarse a una denuncia sobre la situación inadmisible de una comunidad mapuche de Chile. Algunas de las intervenciones.

La ronda que presentó al escritor y periodista uruguayo Raúl Zibechi (uno de los principales investigadores e intelectuales que han descripto y reflexionado sobre los movimientos sociales en la Argentina, autor de Genealogía de la revuelta, entre otros libros) partió de un título provocador, y de una comparación inevitable: “¿Por qué no existe un Frente Amplio en la Argentina?”
Al aire libre y con unos 50 asistentes sentados en el piso o parados, pero siempre recurriendo más o menos sutilmente a los beneficios de la sombra, Zibechi empezó diciendo que no tenía intención alguna de hablar del Frente Amplio sino de contribuir a pensar en las realidades argentina y uruguayas”.
“En Uruguay tenemos el Frente Amplio desde hace más de 30 años. Es una sociedad muy estructurada, muy orgánica, el Frente tiene solo en Montevideo 250 comités de base barriales. Hay mucha organización, y conciencia de lo institucional”.
El uruguayo lanzó un enigma: “Si aquí hubiese habido una coalición donde estuviese toda la izquierda, desde la más radical hasta la más moderada, desde Quebracho hasta el Chacho, para decirlo en verso…” Interrumpido por las risas aclaró: “eso es el Frente Amplio”. Y allí redondeó su pregunta: “¿Creen que en ese caso hubiera habido un 19 y 20? ¿Hubiera existido con una izquierda fuerte, con expectativa de ser gobierno?”
Una joven lanzó la réplica: “¿Y por qué no hubo un 19 y 20 en el Uruguay?” Otra dijo: “Me preguntaba por qué ante la situación tan grave del Uruguay, el Frente Amplio no movilizó, más allá de los momentos electorales. Podría haber estado al frente de un supuesto 19 y 20″

Roberto, asambleísta de la zona norte bonaerense, mientras tomaba mate. “La pregunta es provocativa, pero a mí me parece que partir de suposiciones a veces obtura. La realidad es que en la Argentina no hubo Frente Amplio”. Apareció una niña que consultó a Roberto: “¿No hay más sufflé?” Roberto le informó que no, y continuó con su idea: “El 19 y 20 fue un cuestionamiento a las instituciones capitalistas y occidentales. Está más allá de un frente que se opone al capitalismo, pero desde la misma lógica del capitalismo”.
“Lo que aparece más fuertemente es otra forma de pensar las cosas. Otra lógica, de movimientos que surgen desde los márgenes. Donde las instituciones son menos fuertes. El movimiento piquetero no surge del centro del sistema, sino de los márgenes. Con las trabajadoras sexuales es lo mismo. Todo aparece en los márgenes. Como hay un estado mafioso, todo está mucho más fragmentado y fracturado, y da la oportunidad a que aparezcan estas cosas. No hay instituciones rígidas. En Uruguay la izquierda tuvo una posibilidad de institucionalizarse”.

La onda de la izquierda setentista

Julio, del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano: “Esto de los márgenes es rendirle un tributo al sistema. Yo creo que esos casos salen del centro, y el centro no son los partidos”.
Una compañera de la ronda se sumó: “Yo hablo de borde como un catalizador de lo que entra y lo que sale. Creo que hay un borde, y marca lo político. El 19 y 20 hubo un gran cuestionamiento a instituciones que alguna vez dieron respuesta a educación y salud, y hoy no pueden, como los partidos políticos, contener a la política. La política es lo que rompe el statu quo”.
“Los partidos de izquierda tienen una cuestión de respeto a la verticalidad que a nosotros no nos da posibilidades de decir que estás construyendo cuestiones con fuerte connotación política”.
“Las políticas partidarias se han convertido en políticas de gestión, pero la política como potencia está acá, en este tipo de reuniones, en otro tipo de construcciones o de lógica, donde hay procesos participativos y no los acuerdos de cúpula que hacen los partidos como institución tradicional de este sistema”.
El Vasco, del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Allen, Río Negro, levantó la mano: “El 19 y 20 la consigna, en vez de que se vayan todos, tendría que haber sido vamos a echar a todos o vamos a sacar a todos. Pero la limitación de la propuesta nos ha mostrado hasta donde ha llegado o se ha desarrollado el pensamiento”.
“Donde la política tiene preeminencia –continuó- lo político parece que se ahoga. Hay excepciones, el Brasil tiene una izquierda fuerte y un movimiento social que no le termina de ser orgánico”.
“Me parece que en el caso de América Latina hay un fracaso de la derecha en la aplicación de las políticas neoliberales. Aparece entonces una nueva onda sobre la que tenemos que repensar: ahora es la izquierda la que se ofrece como una alternativa para lograr consenso a la continuidad de las políticas de ajuste en el continente”.
“Aquí hasta la izquierda setentista que se ofrece como alternativa para la reconstitución del vínculo entre la sociedad y lo institucional, de un modo que le ha resultado favorable”.

Argentina y Bolvia: el desborde de abajo

Zibechi pidió la palabra, dijo, “antes de que el sol me achicharre la neurona”.
Contó que siempre le sirvió la comparación entre la Argentina y el Uruguay, para entender a ambos países. Ejemplos: en Uruguay nunca hubo oligarquía “salvo en un breve período en torno a 1968; la clase económicamente dominante, la burguesía, nunca necesitó convertirse en oligarquía, no necesitó gestionar el aparato estatal para frenar a las clases populares. La gestión del Estado la hizo otra gente, un personal político especializado, no la propia burguesía”.
“En Uruguay las concentraciones de pobres, de proletarios, han sido escasas. Montevideo ha tenido 200.000 obreros concentrados en tres o cuatro barrios, y una población muy homogénea cultural y socialmente. Población europea, blanca, y con una mentalidad de clase media, de ascenso social y educación”.
“En la historia del movimiento social en el Uruguay nunca hubo desbordes. Nunca fue desbordado el Estado, ni las organizaciones o partidos de izquierda, ni de los sindicatos”.
“En cambio aquí, ya la FORA anarquista y rebelde de 1909, ordenó levantar y los obreros no le hicieron caso. La historia argentina es una historia de desbordes de abajo”.
“En el Uruguay, en cambio, hay una historia de instituciones fuertes y sólidas, en el campo popular –dicen que tiene el sistema de partidos más estable del mundo, sólo comparable al inglés-. Son elementos para pensar no sólo lo bueno y lo malo, sino la potencia que hay en cada caso”.

Cómo sacar a la protesta de la calle

Siguió Zibechi: “Mi interpretación es que cuando se crea el Frente Amplio en Urugyuay, en 1971, fue para sacar a la protesta social de la calle, y trasladarla a la lucha institucional: elecciones y parlamento.
Desde más abajo, quizá los trabajadores no tuvieron fuerza para desbordar a las patronales y al Estado, y entonces buscaron fuerza adicional en el terreno institucional, en función de las tradiciones uruguayas”.
“En cambio en la Argentina, como en Bolivia, hay una fuerte tradición plebeya, de desborde de abajo. Y ese desborde impide que se estabilice una izquierda institucional orgánica en la Argentina. Incluso en las organizaciones armadas, ha habido tendencia al desborde, por ejemplo, de los más jóvenes”.
“Y hoy ese desborde lo vemos en todas las instancias de la sociedad. Con respecto al Estado, la familia, lo vemos en los propios MTD. Creo que eso puede verse como un problema, pero también como una potencia”.
“Lo de Brasil es otra cosa. Es curioso que donde hay un Estado fuerte, como Brasil, surgen orgánicas de los movimientos sociales igualmente fuertes. Pienso en los Sin Tierra, con los que simpatizo enormemente, pero que representan una especie de estado dentro del Estado. Los movimientos se institucionalizan. En la Argentina y Bolivia son permanentemente desbordados”.
“Al día siguiente de la insurrección de octubre del 2003 Jaime Solares –esto es patético- secretario general de la COB (Central Obrera Bolviana) dijo: tenemos que reconocer que en esta insurrección victoriosa los dirigentes revolucionarios como yo no jugamos ningún papel. Fue la gente desorganizada lo que tiró al gobierno. ¿Y qué hizo a continuación? Llamó a la gente a organizarse” (risas)

“¡Para que no vuelvan a joder!” teorizó uno de los asistentes.
Pero eso dejó planteada otra pregunta, que Zibechi se encargó de formular: ¿qué tan importante es la organización, o lo que entendemos como organización? ¿Es la organización la que resuelve los problemas? ¿A qué le llamamos organización y qué papel juega? ¿Domesticador? Dijo Zibechi: “No lo tengo claro pero es un tema a discutir”.

La ventaja de no saber

Otro de los asistentes intercaló su propio interrogante: “¿Y qué tendrá que ver que no exista un Frente Amplio en la Argentina, con la existencia de un partido como el peronista?”
Mirta, integrante del Equipo de Educación Popular de la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, agregó: “Me parece que tenemos un modelo de organización en la cabeza, que nos obliga a pensar en determinada concepción. Cuando hablamos de autonomía, de romper con la verticalidad, de una lógica distinta, nos cuesta pensar qué forma organizativa darle a esa nueva lógica”.
“Pero me parece que hay que organizarse, hay que articular lo que estamos haciendo, las acciones, lo que pensamos. El tema es: ¿desde qué lógica vamos a abordar estos temas para no reproducir la lógica del sistema, que en definitiva la reproducimos aún en contra de nuestras intenciones, porque son la cultura y la educación que tenemos metidas adentro?”
“Lo difícil es poner una lógica, una forma de vincularnos que queremos construir y que no está hecha, y que hay que poner en marcha mientras vamos resolviendo las cuestiones relacionadas con nuestra subsistencia. El tema es cómo romper con la lógica del enemigo que traemos, y eso implica desestructurarnos, ver qué nivel de aceptación real de las diferencias tenemos”.

Pancho, del proyecto de salud del MTD de Solano: “Tenemos ventajas comparativas. Si hiciéramos una encuesta preguntando quién sabe cómo se hace para llegar a los logros de los objetivos populares, creo que gana el no sé. Da la impresión de que esa es una gran ventaja. Porque el sé, se atranca en la institucionalidad, en las respuestas sólidas y contundentes, y en las experiencias conocidas. La posibilidad de no saber nos mantiene más abiertos –aunque sea angustiante y difícil- para ver cómo le encontramos la vuelta a lo nuevo. No sabemos si a lo que hacemos podríamos darle el nombre de organización. No me importa: es lo que hacemos”.

La organización de los zapatistas

Ezequiel dijo que prefiere no pensar con dicotomías como organización o desborde. “Es cierto que con el desborde cayó De la Rúa. Pero también es cierto que no podemos realizar tareas que son mucho más fáciles que voltear un presidente, no podemos movilizar los recursos que tenemos para liberar a los presos, por ejemplo. Necesitamos conseguir niveles mucho mayores de cooperación entre nosotros. Hemos conseguido formas de cooperación muy valiosas, pero en escalas muy pequeñas en movimientos, en los MTD”.
“Pero nos falta encontrar eso en niveles mucho mayores, y para eso hace falta organización, se ponga el nombre que se le ponga. No hay por qué pensar que todas las formas de organización van a reproducir lo que conocemos. El desafío es pensar instituciones de nuevo tipo, que no sean máquinas de contener el desborde social, que no san partidos, que no sean máquinas de producir dirigente, máquinas de expropiar la potencia, sino lo contrario, que sean máquinas de facilitar y movilizar recursos para que todos podamos cooperar a nivel mayor. Es cierto que si uno tiene todas las certezas no se avanza, pero de vez en cuando algunas respuestas hay que dar. Para eso hay que implementar reglas claras, formas de decisión y estar dispuesto a sentarse a reconocer al otro, reconocer diferencias: ahí está el camino que hay que transitar”.

Zibechi: “Yo defiendo las formas de organizaciones horizontales, no jerárquicas, pero eso es un problema si lo convertimos en modelo. En primer lugar creo que todos los seres humanos estamos organizados, aunque no lo llamemos organización. Pero todos están tienen vecinos, amigos, barras. Para salir a hacer cualquier cosa a la calle estás en una red de organización. Observando a los zapatistas, no tienen una organización. El ejército zapatista tiene una organización militar, jerárquica. Cuando el aparato tiene la voz cantante, el comité clandestino revolucionario indígena, le da el bastón a Marcos, pero cuando el problema se resuelve, Marcos lo devuelve a las comunidades. Para producir se organizan de una manera, para la educación de otra, para la salud de otra, y para la defensa militar de otra”.
“Para estar en un grupo de reflexión de Solano estás organizado de una manera, pero si hacés un piquete con la misma organización, te caminan pro arriba. Si la forma de organización del piquete, más vertical, con responsables, la trasladás al taller de reflexión, a las dos reuniones te dan una patada”.
“Entonces un tema es la multiplicidad de las formas de organización, y la necesidad de la transparencia. Reconocemos que necesitamos un mando en una determinada situación, pero eso no lo trasladamos a otra tarea, a cualquier situación, porque ahí se generan la rigidez y las jerarquías”.

Rebeldía o pasividad

Sebastián, del Colectivo Situaciones, se prendió al debate: “Habría que pensar que las formas de organización que tanto nos sirvieron en un momento hoy pueden ser más una traba que una fuente de inspiración. El tema de la organización habría que poder pensarlo según procesos concretos y trazados de redes, y no tanto en función de un esquema, modelo, o de preguntarnos por una forma técnica de funcionamiento, sino ver cuáles problemas tenemos, y cómo enfrentarlos”.
“Y habría que reformular qué significa trabajar en el trazado de redes. Habría que ver qué significa para nosotros una red, y no por el deber ser sobre que hay que construir una red, sino para ver cuál es la forma operativa concreta de resolver los problemas a los que nos enfrentamos.
La otra gran pregunta es por la politicidad de estas experiencias. Hay una gran base de estas experiencias que consiste en ir resolviendo problemas prácticos, materiales, de reproducción de la vida, salud, modos de pensar la educación. Pero en el fondo la gran pregunta que nos hacemos es ¿qué es lo común entre nosotros”.

Alberto, del MTD de Solano, habló del territorio del movimiento : “Raúl decía que estamos organizados. Es cierto. No es que todo está en la nada, sería una visión muy pesimista. Pero en la práctica hay contradicciones que se resuelven con mucha paciencia y tiempo. Hay momentos en que el horizonte puede ser la igualdad o la horizontalidad, pero por momentos eso se diluye en un medio que es hostil. Porque vivimos en medio de una dominación muy fuerte, y de una estructuración no para la rebeldía, sino para la pasividad y la resignación”.
“Por ahí es difícil definir cuál es el modo en ámbitos urbanos donde estamos mucho más interferidos en un ámbito con intereses fortísimos, que a veces influyen demasiado en nuestras prácticas. Pero aceptar que todos estamos marcados por contradicciones muy fuertes, creo que es el camino para no quebrarse, que es lo que le pasa a mucha gente al ver la imposibilidad de un colectivo de sostenerse en el tiempo.
Nosotros descubrimos que esto no se resuelve solo. Ni desde una visión teórica. Necesitamos el apoyo en el colectivo aceptando y no escandalizándonos de nuestras propias contradicciones, porque estaríamos en un nivel de pureza teórica que sería muy lindo como discurso, pero con una práctica sin asidero”.
“Creo que hay que desnudarse de un montón de verdades absolutas, que nos permite la libertad de la creación, pero con un montón de taras que tenemos porque estamos marcados por las contradicciones. Nada nace puro, ni de un día para el otro. Los pueblos mismos van haciendo sus experiencias con mucha entrega y valentía, tal vez los más preparados van a ser los pibes”.

Un cambio de cultura

Una joven mencionó palabras para enlazar. Respeto a las diferencias. Los zapatistas, lo común que hay que encontrar. “Me parecería importante compartir con los hermanos mapuches que han llegado con su experiencia de resistencia y de lucha. Para poder ver lo de ellos y darle otro color ¿no?” La intervención de los mapuches ya estaba prevista.
La ronda continuó con quienes habían pedido la palabra. Un joven dijo que quería mencionar que la izquierda en la Argentina no fue tan exitosa como la del Uruguay.
Claudia, de la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, abrió la discusión a otro ítem: “Hablamos del tema organizativo. Pero yo pensaba qué cambios culturales tiene que haber para cualquier situación o en cualquier tipo de organización. ¿Qué tenemos que ir creando en términos de solidaridad, creatividad, libertad, que nos dificultan e impiden cambiar de modalidad de lucha, o de organización de acuerdo a los modalidades? ¿Qué cambios culturales había que ir produciendo más allá del tema estrictamente organizativo?”

Alguien interrumpió para decir que la compañera que había propuesto darle la palabra a los mapuches quería volver a hablar, y ella insistió en su propuesta “para que compartan la experiencia de la resistencia”. Otro joven también interrumpió lo que se venía hablando para reforzar un anticipo de la intervención mapuche. Neka, de Solano, mencionó la importancia de escuchar a los movimientos latinoamericanos.
Uno de los dos integrantes de la comunidad Arauco Malleco habló entonces de las injusticias y persecuciones de las que son víctimas: “Nosotros venimos de Chile para difundir la lucha del pueblo mapuche. Queremos contar nuestra experiencia y nuestra lucha. Y hacer público que estamos encerrados. El Estado nos hizo un círculo. Comunicacionalmente nos encerró. El pueblo mapuche tiene mucha historia de resistencia, es uno de los pueblos que más ha resistido. Ha sufrido la discriminación, podríamos hablar el día entero. Nuestra organización Arauco Malleco, nuestra lucha ha tenido éxito. Estamos frente a un enemigo que todos mencionan, el capitalismo y las empresas multinacionales que están dañando el medio ambiente y azotando a toda la comunidad del mundo entero. Nuestro enemigo es el mismo que el de ustedes. Peleamos contra las forestales madereras. No es una lucha para obtener mejor sueldo, es una lucha del pueblo por el territorio, por seguir existiendo, que nuestra cultura no muera. Hay muchos mapuches perseguidos, torturados, desaparecidos. Pero no es una lucha dentro del sistema político. En Chile hubo reforma agraria, pero no benefició a las comunidades”.
“En el 96 empezó esta lucha de los pueblos mapuches. Se ha avanzado, las forestales nos han golpeado. Tienen alrededor de más de 1 millón de hectáreas en todo el territorio mapuche. En Chile somos la única organización que está en lucha. Ninguna más. La izquierda desapareció, sigue por ahí con un papel, tratando de llegar quién sabe a donde. Y hay otras organizaciones mapuches, muchas. Pero todos apuestan por ser alcaldes, políticos” dijo, cuestionando a otras comunidades.
Habló de un mapuche candidato a presidente, y defendió la noción de autonomía: “Somos una organización no instrumentalizada por ningún partido político, somos netamente autónomos. Nuestros dirigentes no son universitarios, de grandes escuelas, son campesinos, que definimos que la lucha tenía que ser esta. No iban a ser los partidos, ni un mapuche intendente, ni un concejal, ni un mapuche que llegó a la alcaldía”.
El gobierno silenció la lucha. En el mundo no se sabe mucho. ¿Saben por que? Porque tocamos muchos intereses. Los gobiernos son nada más que empleados de los grandes capitalistas. En todos los países está ocurriendo lo mismo. Todos terminan con la privatización”.
Dijeron que hay 36 presos pero que la lucha debe continuar, que implementan una educación autónoma, y reiteraron que son la única comunidad que resiste contra el gobierno chileno. Los mapuches son víctimas de procesamientos masivos, torturas en las cárceles chilenas. Dijeron que delegados de los presentes tendrían que ir a conocer esa realidad (no sabían que un integrante del MTD no sólo visitó a la comunidad mapuche, sino que estuvo preso por eso mismo).
Los integrantes de movimientos sociales y los visitantes de Enero Autónomo acompañaron con solidaridad, atención y calidez toda esta exposición de una hora cuarenta minutos, y hacia el final realizaron preguntas a los expositores.
El taller previsto de los MTD “La política, lo político y la resistencia” sencillamente se disolvió por ausencia de tiempo. Curiosamente, los que habían interrumpido la ronda reclamando de modo imperioso conocer el pensamiento de los visitantes (que tenían su espacio adjudicado), se marcharon aburridos a los quince minutos de iniciada tal disertación.
El diálogo que estaba generándose quedó trunco, lo mismo que el debate incipiente sobre los modos de pensamiento y acción que pueden permitir nuevas formas de organizarse o, como se vio ayer, de reflotar formas de callar las voces, las conversaciones y las rondas, en defensa de una ética del monólogo.
La experiencia de Resistencia Crítica
Seguridad sin cárceles
Taler de contrainformación
21/01/05

La activista norteamericana Kaí es integrante de una organización que promueve la abolición de las cárceles, lucha contra el discurso de la “tolerencia cero” y crea espacios comunitarios donde llamar a la policía es la última opción. Ella fue la encargada de hacer reflexionar colectivamente a los presentes sobre el miedo y el control, a partir de una pregunta: ¿qué es lo que te hace sentir seguro?

¿Se pueden eliminar las cárceles? La activista norteamericana Kai asegura que sí. Trabaja para eso, incansablemente, desde hace varios años y desde varias perspectivas. Integrante del grupo Resistencia Crítica, una organización de base anclada, fundamentalmente, en los barrios de inmigrantes de Nueva York ha salido a enfrentar con convicción el discurso de la “tolerancia cero” poniéndole el pecho a cada uno de sus argumentos y apoyando a sus víctimas.

Kai tiene un trabajo intenso en las cárceles del Imperio. También en los barrios donde el control policial ha hecho estragos. En un caso, no solo acompañando a los detenidos, difundiendo sus casos y sosteniendo sus defensas, sino también organizando formas de traspasar las rejas. Editan, por ejemplo, una revista en donde los prisioneros intervienen en los temas de “actualidad”, promueven foros de debate con ellos en Internet y hasta ha traído como obsequio un calendario donde cada mes está ilustrado con la historia y el arte producido por los más veteranos detenidos políticos. En el otro frente, su organización promueve un trabajo cuyo objetivo es declarar “zonas de libre daño” (no quieren usar la palabra delito). Se trata de crear, fortalecer y sostener formas comunitarias de resolución de conflictos. El objetivo que persiguen es claro: que llamar a la policía no sea nunca la primera opción, sino la última. Para eso, el trabajo cotidiano teje redes de comunicación, lazos entre vecinos, promovidos con espacios de encuentro para la diversión, el arte, la reflexión y la creación conjunta de pautas de convivencia. Una batería de herramientas que despliegan para convertir la tierra arrasada por el sistema de control en un vecindario capaz de resolver sus propios conflictos.

Kai es un terremoto. Alegre y repleta de energía, recibe a los asistentes de su taller con una sonrisa inmensa, agitando sus rulos y pulseras, desplegando toda la energía de su femineidad y el orgullo de pertenecer a una raza que ha librado más de una batalla. Dice Kai por si quedan dudas “soy una mujer afro americana y desde allí hablo, pienso y actúo.” Y bendice así su herencia de varios siglos de resistencia.
Kai nos introduce a su lucha con una breve referencia al contexto en el cual libra la batalla. En los Estados Unidos hay dos millones doscientas mil personas encerradas en las cárceles y siete millones más bajo algún tipo de régimen de control por parte del Estado: libertad vigilada, probation, libertad condicional, entre otras. La mayor parte de esa gente es pobre y de color, entendiendo esta referencia en su variante más amplia de tonalidades: negros, latinos, árabes, fundamentalmente. Esto que Kai y su organización definen como “el complejo industrial carcelario” es exactamente eso: una industria de presidiarios, exitosa, rentable y en expansión. Hay en su país cárceles privatizadas, que reciben subsidios estatales y lucran con la mano de obra esclava y encerrada.
Es entonces cuando Kai formula la pregunta:
¿Se pueden eliminar las cárceles?
Por supuesto, se contesta. Se puede y se ha hecho. “Muchas veces, la mayoría, la gente me pregunta qué hacemos entonces con los violadores, los asesinos, los psicópatas que están ahí encerrados. Mi respuesta es: que lo resuelva la comunidad”. El razonamiento de Kai es el siguiente: “nos dicen que se construyen más cárceles para que estemos más seguros. Pues bien: preguntémonos esto desde otro aspecto. ¿Qué es lo que nos hace sentir más seguros?
No es una pregunta al azar. El taller que propone Kai es participativo y por lo tanto, la pregunta será respondida por cada uno de los que allí están. La sucesión de respuestas se transforma así en un momento de reflexión colectiva, donde lo dicho por el otro se completa con lo que pronuncia el siguiente, y así, en rueda, en ronda, en un sinfín, se va enlazando un verdadero decálogo. Escuchemos algunas de las respuestas, en el orden en que se fueron sucediendo:

¿Qué es lo que te hace sentir seguro?
-La justicia
-Tener comida, un lugar donde quedarme.
-Trabajadores que tengan el control del poder y de las armas
-Mi movimiento, mis compañeros
-No existe la seguridad
-Que la policía esté lejos mío
-La gente solidaria
-Estar convencido de que mis objetivos para luchar son justos y que estamos trabajando para alcanzarlos
-La educación
-Mi comunidad
-Mi comunidad
-Mi familia, el pueblo unido
-La gente, cuando la conozco
-La comunidad solidaria
-Un lugar que me contenga
-Mis compañeros
-El sentido del amor
-La comunidad, la amistad y la solidaridad
-Mis compañeros
-Me voy a sentir seguro cuando no haya más policía
-Compartir con orgullo mi barrio con mis vecinos
-Compartir con mis compañeros el compromiso
-Mis compañeros, menos cuando estoy corriendo de la policía en una movilización.
-Cuando salgo acompañado
-Mi propia capacidad de ser camaleón. Conviví con la violencia y sé cómo enfrentarla. Mi historia es la historia de una sobreviviente de la violencia. Cuando fui prostituta con plata, coimeando a la policía. Ahora, que soy asesora de un diputado, esa chapa me da seguridad (debemos aclarar en este caso que la que habla es Marlene, una compañera travesti)
-El amor, la ayuda, la solidaridad entre los ilegales.
-Saber quien soy, en relación a quiénes somos y quienes fueron nuestros hermanos que lucharon.
-La sonrisa
-Nuestras comunidades
-Me siento seguro cuando algo cambia
-Me siento más seguro cuando más me expongo. Cuando empecé a integrar una asamblea, a salir a la calle, a luchar.
-Pertenecer a un lugar
-Crear lazos con otros que me cuidan y conozco
-Mi asamblea
-Los espacios donde puedo crear lazos solidarios y afectivos
-Me secuestraron cuando tenía 15 años y desde entonces sentí siempre mucho miedo y mucha inseguridad. Ese sentimiento recién desapareció cuando encontré a mis compañeros, que van a luchar por lo que creo y sé que siempre me van a recordar. Acá me siento segura porque sé que no voy a desaparecer nunca más.
-Construir otra cosa, fuera del control y la represión.
-Mi familia, mis amigos.
-Construir con mis compañeros lazos sociales que impliquen nuevas formas de vida.
-La libertad. Me siento segura con las personas que me permiten ser libre y en los espacios donde puedo serlo.

Kai cuenta que en todos estos años, cuando ha hecho esta misma pregunta se ha encontrado con diferentes respuestas: desde la comida de mi madre hasta sentirse calentito. Pero nunca, nunca, ni aquí ni allá, ninguno ha mencionado que las cárceles los hacen sentir más seguros.
Propone entonces que el enigma sobre un futuro sin rejas se revele con “un poco de arte”. La consigna es crear con música un grupo, con escenificaciones otro, con ruidos y con colores los demás “una comunidad segura, sin policías y sin prisiones”. Kai sonríe.

La solidaridad global en el banquillo
El zoo de cristal
Taller de contrainformación
22/01/05

Activistas extranjeros y movimientos criollos trataron de reflexionar juntos sobre cómo construir formas de solidaridad recíprocas e igualitarias.

Voy al zoológico.
Pago la entrada.
Voy al kiosco de alimentos.
Compro maníes.
Voy a la jaula de los monos. Tiro los maníes y los monos, gozosos, se lo morfan. Vuelvo a mi casa, satisfecho.
No pienso ni siquiera en el encierro del animal, ni en los barrotes, ni en el zoológico. Sólo en lo barato que me salieron los maníes que pusieron tan contentos a los monos.
El párrafo pertenece a El Vasco, del MTD de Allen y solo se entiende con el título del taller que le dio marco: “Más allá del piquetourismo”. De esta manera, El Vasco resumía lo que para muchos era el quid de la cuestión de esa reunión: cómo lograr formas de solidaridad con relaciones recíprocas. La organización Wogan había planteado el tema a partir de la experiencia del trabajo realizado durante un largo año en donde se dedicaron, precisamente, a visitar otro tipo de jaulas: algunos de sus integrantes fueron detenidos cuando realizaron una acción directa en la asamblea de accionistas de la multinacional Seaboard Co, responsable del violento desalojo de la comunidad Ava Guaraní de La Loma, en Hipólito Yrigoyen, Salta. Allí estaba, precisamente, Mónica y Lidia, dos integrantes de la comunidad invitadas especialmente a Enero Autónomo para participar de estas charlas que intentan avanzar en acciones de solidaridad internacional, creando redes contra el avance represivo y para apoyar luchas concretas.

Fue interesante escuchar la reflexión de los extranjeros presentes (norteamericanos, ingleses, españoles) acerca de la inspiración que encuentran en las luchas del Sur para librar batallas en su propio hemisferio. También la autocrítica hacia algunas puestas en práctica de estos intercambios que muchas veces están marcados por la desiguladad contra la cual, justamente, se intenta luchar. El “vienen, estudian y se van”, por ejemplo. El “llegan, filman y desaparecen”.

Jenny plantea que su opción ha sido crear lazos humanos para que aquello de “justicia global” dejen de ser sólo palabras. Tito, en cambio, considera que no es necesario financiar la vuelta al mundo para solidaridarse con luchas justas. ¿A qué distancia tiene que estar el sufrimiento antes de sentir la necesidad de solidarizarme?, pregunta. Ha visto, dice, mucha gente en tierras ajenas escapando de sus responsabilidades. “Nosotros estamos tratando de construir lo que aquí tenéis: una forma de vida que corte lazos con el sistema. Nosotros en Europa no tenemos estas experiencias, somos dependientes y cómplices y no se trata de meterse seis meses en un proyecto ajeno para dejar de serlo. Nosotros tenemos recursos y no queremos perderlos. Y de alguna manera vemos aquí los beneficios de quienes se han quedado sin nada y han tenido que inventar nuevas formas de vida alternativas. Aquí tenéis un montón de experiencias, tienen mucho para enseñarnos y esto no es un regalo, sino una responsabilidad. La gente del Sur es la que, sin duda, tiene más posibilidades de destruir este sistema que allá en el Norte todavía tenemos miedo de perder.”

Desde el piso, una criolla estudiante universitaria le responde: “No creo que sea una cuestión de Norte/Sur, sino de privilegios. Acá estoy yo, en Buenos Aires, en la universidad que me ha formado para tirarle maníes a los monos, tratando de desaprender a partir de entender no teorías, sino prácticas y experiencias”.
Soledad, del MTD de La Matanza, plantea su experiencia de puertas abiertas y brazos generosos para recibir el aporte de extranjeros. “No queremos mercantilizar estas relaciones midiéndolas a partir de cuánto se lleva el otro y cuánto nos queda a nosotros. Queremos escuchar las preguntas que nos permiten también planteanos nuevas a nosotros, queremos relacionarnos con la heterogeneidad que nos enriquece”. Para Kaí, afroamericana de Resistencia Crítica, el planteo se reduce a dos cuestiones: una, si la solidaridad es algo recíproco y dos, si la información que proporcionan los movimientos (el flujo que siempre succiona el Norte) puede ser acumulada por el movimiento de resistencia global. Para eso, establece la diferencia entre personas aisladas y organizaciones. Las personas, activistas o no, pueden viajar y trasladar información que nadie más que él acumula. Las organizaciones pueden establecer, en cambio, trabajos recíprocos y con continuidad, que de alguna manera garantizan la igualdad del intercambio y la acumulación de las mutuas experiencias.
Es entonces cuando El Vasco plantea la cuestión del zoológico. Y su solución práctica. “¿Alguien cree que se puede estrechar vínculos con un movimiento preguntándo cuántos conejos cría o cuántas boinas teje? Nuestro capital son nuestros compañeros y la calidad de las relaciones humanas que logramos crear dentro del movimiento. En toda relación de este tipo hay dos partes y las dos son responsables del intercambio. En nuestro caso, podemos modificar una. Esa es nuestra responsabilidad. Podemos, por ejemplo, establecer prioridades. Si los compañeros de la UTD de Mosconi, los hermanos Ava Guaraní o los mapuches del Sur de Chile (todos presentes en la reunión) tienen graves problemas de represión y corren riesgos sus territorios y sus vidas ¿para qué vamos a recibir delegaciones extranjeras en Allen, donde en este momento no estamos pasando este tipo de urgencias?
Fue el momento en que los tres movimientos nombrados expusieron sus urgencias y necesidades. Mañana, por la mañana, el taller avanzará sobre cómo priorizarlas

Con el corazón y la cabeza
Empresas recuperadas y MTD: conversando sin patrón

Taller de contrainformación
22/01/05

Cuatro fábricas recuperadas se reunieron en Enero Autónomo con movimientos de desocupados y con los visitantes al evento, para relatar sus experiencias a partir de la publicación del libro Sin Patrón (de lavaca editora). Los diálogos, las anécdotas, los interrogantes durante el taller, y la sensación de potencialidad que suele generar el acto de encontrar amigos nuevos.

El encuentro se fue organizando en el sector denominado El Camping. Varios integrantes del MTD de La Matanza y del de Solano, de Ammar Capital (que nuclea a mujeres en estado de prostitución), de la comunidad indígena guaraní de El Tabacal de Salta, de asambleas barriales, entre otros colectivos, se instalaron sobre el césped para escuchar a Cándido González (Chilavert), Guillermo Sabatella (Maderera Córdoba) Hugo Fucek (Viniplast) y Elsa Montero (Fénix Salud, ex clínica IMECC).

Todas pertenecen al Movimiento de Empresas Recuperadas (el otro gran movimiento es el de Fábricas Recuperadas) e incorporaron a Enero Autónomo un elemento que no suele ser tema de debate: el de la producción, que pareció interesar particularmente a los movimientos.

La propuesta de lavaca fue la de escuchar la experiencia con el corazón y la cabeza. Efectivamente, ambos misterios de la anatomía del cuerpo humano parecieron funcionar sin descanso en las dos horas de reunión.

El truco del número de domicilio

Hugo contó el caso de Viniplast, de Mataderos, productora de telas plásticas tales como cuerina. Una empresa que fue líder, exportaba cinco camiones diarios de materia prima para Brasil y llegó a exportar a China. Con la convertibilidad empezó la crisis. Con el crecimiento de la industria de Brasil “más el enriquecimiento y el afano”, dijo Hugo, pasó de 70 empleados a 9. La patronal cedió el control de la empresa a un grupo que terminó de vaciarla y la endeudó en 3 millones de dólares.

“No hubo lucha ni policía. Fue un proceso en el que tuvimos mucha suerte y nos movimos muy rápido judicialmente”.

¿Tuvieron que ocupar la fábrica? “Sí, cambiamos la llave y nos quedamos adentro. La policía vino tres o cuatro veces a allanarnos. El tema es que traían la orden de allanar Garzón al 6003, y nosotros cambiábamos la chapita y la poníamos en la vereda de enfrente. Como no había número no sabían dónde allanar”.

Cuando los obreros entraron a la fábrica no había un gramo de materia prima. “Arreglamos un façon en negro durante tres meses. Façon significa que el que te contrata te pide un trabajo, te da la materia prima y te paga por la mano de obra. Es un sistema de explotación. El façon te deja en un nivel de producción que no te permite crecer”. Los trabajadores no cobraban la ganancia de 600 pesos mensuales, vivían de un subsidio del gobierno de la Ciudad de 200 pesos mensuales, más bolsones de comida. Vendieron unos 1000 tachos metálicos para combustible a 5 pesos cada uno. Les dieron 5.000 pesos. Con eso más el pago del primer façon de 12.000 pesos compraron materia prima para hacer una producción de plantillas para calzado. Vendieron la producción. Los 12.000 pesos se convirtieron en 35.000, que a su vez convirtieron en 70 y finalmente en 120.000.

Eso fue la vuelta completa: a los dos meses ya no hacían más façon, y tenían producción propia.

El jubilado que enseña

En Viniplast empezaron siendo 9 y actualmente son 20: aumentaron el número de trabajadores en más de un 100 por ciento. Los nuevos, dijo Hugo, se incorporaron con los mismos derechos y los mismos ingresos que los fundadores. Los ingresos, por otra parte, son igualitarios, como prácticamente en todas las recuperadas.

Hugo contó que actualmente no hay mano de obra calificada. Cándido: “Con la desocupación se perdió la dignidad, el oficio”. En Viniplast se les ocurrió una idea brillante para amortiguar ese problema: “Un compañero jubilado de la empresa va a venir tres horas por día para formar a los más jóvenes. Así se transmite el oficio. Va a cobrar, y está más contento que todos nosotros juntos con la idea”.

Julio, del MTD de Solano, le preguntó por los costos del producto. Hugo: “Cuando trabajás, los costos de una cooperativa son menores que los de una empresa normal, donde el gerente mantiene a la secretaria, le paga la tarjeta gold a la amante, el auto a la hija. Acá no hay nada de eso, se aprovecha la ganancia para reinvertir, y nuestro único capital de trabajo es este (golpeándose por encima del hombro): el lomo”.

Julio: “Ustedes anularon el eje más importante de la empresa, la plusvalía”.

Cándido contó que los obreros confiaron en la patronal, pensando que al no cobrar, o cobrar tarde y mal, estaban poniéndole el hombro a la empresa. En realidad se trataba de un vaciamiento.

Cuando se intentó concretarlo, lograron evitar que se llevaran las máquinas, y resistieron el desalojo policial con la intención explícita (tenían listos los bidones de combustible) de incendiar la fábrica.

La policía se quedó custodiando la planta por orden judicial, para impedir que los obreros trabajaran. Sin embargo, en Chilavert tenían pendiente la entrega de las tapas para el libro “Qué son las asambleas populares”, trabajo que realizaron de modo casi clandestino. Para sacar las tapas abrieron un boquete en la pared lindera con el vecino, pasaron las tapas y el vecino las llevó en el baúl de su auto, frente a las narices policiales.

Cándido: “Yo estuve 42 años en la empresa. No podés estar dos años y ser un veleta. Pero tuvimos que tomar la fábrica. Fue como cuando te golpeás el pie y gritás. Fue una reacción instintitiva. No es que queríamos hacer una cooperativa o conseguir la revolución. Queríamos por lo menos cobrar algo”.

Hombres blancos, y los negros del fondo

Las máquinas habían sido eliminadas del inventario de Chilavert. Contó Cándido: “Aprendimos que así se vacía a las empresas, con el inventario. Ese fue un negociado del juez, el secretario, el síndico. Todos arreglados con el empresario: una asociación ilícita, una organización mafiosa. Venden algunas máquinas viejas, y se llevan las que valen tres millones de dólares”.

Había puentes con el barrio. Cándido participaba en la Asamblea de Pompeya. Los vecinos estaban enterados de la toma. Un día golpearon la puerta de Chilavert a las once de la noche: “Pensamos que era la policía, pero eran del centro de jubilados de enfrente, que nos traían pastelitos…”

Cándido no pudo terminar esta parte de su relato, ahogado por la emoción y las lágrimas.

El corazón y el cerebro de todos los que estábamos en la ronda seguían sin descansar.

Guillermo refirió entonces el caso de Maderera Córdoba. La empresa entró en convocatoria en el 2002. Sabatella fue convocado a la parte de administración, lo que le permitió conocer el manejo general de la empresa. “Queríamos salvar a la firma, a los patrones, porque pensábamos que eso era nuestro beneficio”.

La empresa profundizó su crisis, dejó de pagar salarios. Los trabajadores descubrieron que una de sus compañeras tenía como domicilio uno de los correspondientes a la maderera. Para que se entienda, está ubicada en una serie de casas viejas conectadas entre sí, en Córdoba al 3100, Buenos Aires, con una fachada común salvo la de esa entrada que está a pocos metros del local principal.

La bautizaron “La Puertita”. En diciembre de 2003 se instalaron allí, mientras la justicia clausuraba el negocio. “Fue difícil decidir, pero lo hicimos. En estos casos todo suma. El tipo que estuvo en una marcha alguna vez sabe lo que es tener enfrente a los azules, la policía. Esa experiencias te van preparando. Ya uno sabe que si la policía tira algo, vos se lo podés devolver”, describió Guillermo.

La justicia había fajado las puertas interiores. Cortaron un pedazo de aglomerado que tenía la faja, y lo usaban para quitar, entrar a utilizar las máquinas, y volver a ponerlo al finalizar.

Empezaron a recuperar clientes y a enfrentarse a la policía. Los clientes preferían seguir trabajando con ellos, antes de probar la incertidumbre criolla de lo que podría llamarse “una empresa normal”.

El promedio de edad en la maderera era de 40, 45 años. “Eramos viejos, no teníamos posibilidad de encontrar otro trabajo”. Guillermo explicó que aún existe una diferenciación interna en las fábricas: “Están los de administración, y los negros del fondo, como si en la administración fueran blanquitos.

Cándido, más repuesto, quiso aclarar: “Yo me emociono mucho, pero no por la lucha que uno lleva adelante. La emoción la produce la pelea que el otro da por mí”. Lo dijo, y volvió a ser inundado por las lágrimas.

El piquete de Parque Centenario

Elsa, de Fénix Salud, la clínica de Parque Centenario, relató la caída de la empresa, la convocatoria, la quiebra y el cierre en enero del 2004 por parte de empresarios médicos, que seguían siendo cada vez más ricos.

Elsa recordó el día del cierre de la clínica. “No sabía a dónde ir, no sabía cómo le iba a decir a mis hijas…” Nuevamente la emoción cortó el relato. (Luego, Toty Flores del MTD de La Matanza le diría: “es bueno de vez en cuando poder llorar”.

Había miedo acerca de tomar la clínica, pero en marzo Elsa decidió, junto con Eduardo Murúa (presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas) dar ese paso. La jueza ya quería rematar todo, incluido el edificio.

El 2 de marzo tomaron IMECC. “A la noche ya éramos 120 personas representando a todas las cooperativas. Unos traían arroz, otros fideos, todos traían lo que podían. En vez de sentirte apaleado te sentís grande”.

El juzgado intentó impedirlo y unos días después, el 12 de marzo, envió a la policía para recuperar al edificio como fuera. La policía aprovechó un momento en el que había relativamente poca gente, y entró por la fuerza a la clínica. Golpearon a varios trabajadores e integrantes del MNER, incluido Hernán, el hijo de Cándido.

Elsa contó que hicieron un piquete con gomas quemadas en la avenida Díaz Vélez, frente a la puerta de la clínica, pero dejaron un carril para que pasaran los autos: “Una señora pasó y me gritó: ‘vagos de mierda, ¿por qué no se van a laburar?’ Y yo pensaba, eso es lo que queremos”.

Resolvieron quedarse hasta las últimas consecuencias. Apareció Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos, que quedó a cargo de la clínica. “La policía destrozó todo adentro, robaron todo lo que se podía robar”. Hoy la clínica está reabriéndose con el proyecto de normalizar totalmente el nivel de trabajo durante el 2005. Fue una de las 13 expropiadas por la Legislatura porteña. Los trabajadores tienen 20 años de plazo para pagarla.

Cándido volvió a hablar: “Uno particularmente no ganaría una lucha. Pero la gente es solidaria y hay un compromiso moral que es más fuerte que el dinero”.

¿Estatización o cooperativas?

Neka, del MTD, preguntó por las diferencias concretas en la vida de los trabajadores, entre cooperativas y el reclamo de estatización con control obrero. Y contó además que los MTD tienen proyectos productivos, ¿es posible articular experiencias?

Hugo dijo: “Somos trabajadores que necesitan hacerse cargo de su puesto de trabajo, porque no existe el trabajo, no existe el patrón, no existe la autoridad, y todo se va a la mierda. Y el único horizonte que te queda es la desocupación. Hicimos cooperativas porque es la única figura jurídica para dar la pelea. La verdad es que lo nuestro es una autogestión de trabajadores para hacerse cargo de una fábrica. No tenemos nada que ver con cooperativas tradicionales.

Cándido: “Para que te den la empresa tenés que tener una figura jurídica. Nosotros siempre decimos que, más que cooperativas, somos fábricas recuperadas que tomamos la figura legal de cooperativas.

Para mi no se puede tomar una fábrica para hacerla funcionar para la política, sino para hacerla producir.

Hugo: “La discusión sobre estatización es ideológica. En Brukman querían estatizar y que el Estada les pagara el sueldo. ¿quéré ser un empleado del Estado? Es una locura. Nos decían: ustedes están proponiendo la autoexplotación obrera. Pero no es así, yo me estoy apropiando de los medios de producción, genero lo que genero y distribuyo lo que genero. Esa es la discusión.

Cándido: “En el caso de Zanón ahora hicieron la coperativa. Y han trabajado muy bien. Tuvieron el apoyo del pueblo, es una fábrica enorme, incorporaron gente, son eficientes”.

Elsa: “La estatización es más de lo mismo, que un paciente tenga que esperar 6 meses para que se le haga un estudio de corazón. Clínica Medrano fue estatizada, mandaron a cada compañero a un lugar distinto, la cooperativa se terminó”.

Cándido: “Fue una estrategia del gobierno para desarmar un conflicto. Eso fue la estatización”.

Hugo: “Sobre la articulación con los emprendimientos, las empresas entran en lo que llamamos economía social. Hay fábricas que producen elementos que ustedes pueden llegar a utilizar, desde materias primas , comida, alimentos, hasta productos finales”.

Otro asunto: “Lo central no es pedirle al Estado que se haga cargo de esto, sino pedirle que genere políticas públicas genuinas de distribución, de crédito, de apoyo a la economía social, a las empresas recuperadas. Esos son los instrumentos que nos sirven”.

Cándido: “No se lo pedimos al Estado. Se lo arrancamos”.

El trabajo y la presión

Surgió la consulta siguiente: en Zanón, el argumento es que ser estatales impediría que la empresa se transforme en puro lucro para un grupo, y permitiría que los beneficios redunden en la sociedad. Al menos esa es la teoría. ¿Cómo lograr eso en las cooperativas?

Cándido: “Una, nosotros éramos 8 y somos 12. Dos, el otro día fuimos a recuperar máquinas para Global, nos podían meter a todos en cana, pero lo hicimos. Es el compromiso moral del que hablaba antes”.

Hugo: “Además hay algo esencial. No vamos a ser el nuevo Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. No somos la nueva burguesía que nace de la pobreza. Esas son categorías ideológicas que no se condicen con la realidad. Nosotros triplicamos salarios, mejoramos la condiciones de trabajo, reparamos máquinas y duplicamos el personal. Y cobramos todos lo mismo. Si genero trabajo genuino, buen salario, aumento la base social, todos ganamos lo mismo, genero educación, ¿qué más?

Cándido: “Además no somos fábricas cerradas, somos de puertas abiertas. A veces las tenemos cerradas por los chorros. Pero tenemos un centro cultural. La Cooperativa Patricios (ex talleres Conforti) directamente tiene una escuela.

Hugo: “Estas cosas no se conocen, tienen una escuela para recuperar a los chicos de la calle. Hay más de 200 pibes en esa escuela, dentro de una fábrica. Si eso no es trabajar por la sociedad, ¿cuál es?”

Una de las asistentes a la ronda consultó: ¿cómo se lleva a cabo la toma de decisiones, y como es la forma de organización?

Hugo: “Cada fábrica tiene su esquema de organización interno, pero la decisión de qué se produce, qué se arregla, en qué se invierte, qué ganancias se reparten, todo lo resuelve la asamblea. Lo decidimos todos”.

Cándido: “Otro mito es la seguridad. Desde que empezamos, jamás hubo un accidente. Hay menos accidentes que en las que tienen patronal”.

¿Será porque hay menos presión?

Cándido: “Claro, antes entrábamos a las 7, decidimos entrar a las 8. Decidimos cuándo parar, cuando tomar mate. Cuándo recibir visitas. Prácticamente no hay accidentes, tampoco en las otras”.

Cándido explicó otro aspecto de la idea de seguridad: “La única seguridad para nosotros es luchar por los otros”.

Una joven contó que trabaja como docente en un jardín de infantes recuperado, casi como una cuestión ideológica, pero su decepción ocurrió al comprobar que las fundadoras de la cooperativa explotan a la gente que contratan (no las incorporan a la cooperativa) y cobran tres o cuatro veces más.

Hugo: “Como cooperativa estás habilitado para contratar gente. Pero eso no lo vamos a hacer nunca. Nunca”.

Guillermo contó que en los estatutos del MNER se aclara que salvo un contador o un profesional que facture por un servicio, el resto tiene que ser integrante de la cooperativa.

La autogestión

Toty Flores, del MTD de La Matanza, retomó la charla que se había iniciado 24 horas antes junto al uruguayo Raúl Zibechi: “En esta etapa de la resistencia las formas organizativas que toma la resistencia son múltiples y todas son buenas en tanto apunten a la recuperación de los lazos sociales. A mi me parece importante lo que ustedes hacen, el impacto que produce en la cabeza de los compañeros. Si lo viéramos como resultados solamente, 1000 puestos de trabajos no es par recuperar el país. O la actitud de los compañeros que están ca