Por Raúl A. Wiener
Se ensangrentó más rápido de lo que podía haberse
supuesto.
Se ensangrentó con la sangre de jóvenes puneños.
Como para demostrar que el que juega con fuego,
es decir con estados de emergencia y militares
controlado el país, nunca sabe por donde caerán
las primeras víctimas.
¿Así que el problema era restituir el libre
tránsito en las carreteras?
¿Y qué hacían entonces los soldados matando
universitarios en el centro de la capital del
Altiplano?
¿Qué carretera se bloquea desde la plaza de
armas?
¿Qué gobernabilidad estaba en juego para que los
rifles vomitaran fuego sobre chicos de 20 años?
Cobardes.
Mil veces cobardes.
Por no tener coraje para ajustar el pago de la
deuda.
Por no tenerlos bien puestos para cobrarle
tributos a las grandes empresas.
Por haber temblado ante los reclamos
empresariales.
Por dejarse aturdir por la prensa de derecha.
Por entregar el control del país otra vez a los
militares.
Este es el resultado.
Pachacútec con las manos ensangrentadas.
El país que acompañó a Toledo en los cuatro suyos
está ahora a un lado, en el mismo que estuvo
siempre; en la otra vereda el caudillo teatral
que amagó hacia el pueblo y que se ha convertido
en su verdugo.
Tremenda lección sobre la improvisación y la
demagogia.
No señores, las huelgas, las marchas, los
bloqueos no amenazan la democracia; son parte de
ella. Lo que amenaza la más elemental convivencia
y tiende a disolver el país, es la falta de
gobierno, de rumbo claro, el sometimiento a todas
las presiones, el toledismo, en una sola palabra.
Ahora estamos abiertamente en la disputa.
La derecha está utilizando a Pachacútec devaluado
para abrirse camino hacia un nuevo gobierno. Una
alternativa autoritaria que se prepara a todo
tren en reuniones de empresarios y políticos
reaccionarios, que discuten su programa básico:
Orden, a cualquier precio.
Ni un sólo cambio al modelo económico.
Fin de las investigaciones sobre corrupción que
afectan a los grupos económicos y arreglo con los
actuales mandos de las fuerzas armadas para dejar
los juicios donde están.
Esta es la ofensiva y frente a ella lo más inútil
es empeñarse en creer que aún en estas
circunstancias salvar a Toledo tiene algo que ver
con preservar la democracia.
¿Qué democracia?
¿La que se cae en pedazos, se niega a tratar las
necesidades de sus propios electores, la que va
cercenando sus libertades, la que entrega el
control del país a los que disparan los fusiles
contra estudiantes desarmados?
No señor, aquí hay que demostrar un camino
alternativo para un cambio que se viene de todos
modos de aquí a un tiempo:
Libertades políticas sin recortes.
Participación de las organizaciones populares en
el poder.
Reestructuración del presupuesto de la república.
Renegociación de la deuda y reestructuración del
sistema tributario.
Solución a las reivindicaciones.
No a la represión.
Nueva legislación y nuevos tribunales para juzgar
la corrupción. Comisión independiente de
investigación sobre los hechos corruptos de los
últimos 25 años.
Ni derecha autoritaria ni Pachacútec con las
manos manchadas de sangre. El Perú debe buscar su
propio camino.
Raúl Wiener
Desde Peru