Municipio autónomo rebelde de Simojovel hace pública su existencia inaugurando sede

18.Feb.05    Análisis y Noticias

Jueves 17 de febrero de 2005

La decisión de conformar esa localidad fue tomada por bases de apoyo zapatistas en 2003

Inauguran sede del municipio rebelde Dieciséis de Febrero, en Simojovel

Dieciseis de Febrero, Chiapas, 16 de febrero. Al cumplirse nueve años de la firma de los acuerdos de San Andrés entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal, el municipio autónomo rebelde llamado precisamente Dieciséis de Febrero inauguró su casa municipal e hizo pública su existencia en las tierras de Simojovel.

“Ese nombre ya no se borrará. Lo vivimos, lo crecemos”, señaló el presidente del concejo autónomo ante aproximadamente mil 500 personas reunidas en una explanada de la comunidad tzotzil Las Limas, entre los Altos y la zona Norte del estado, para celebrar el acontecimiento.

“Fue decisión de todas y todos, bases de apoyo zapatistas de las regiones San Marcos y Tierra y Libertad, que formáramos este municipio en 2003, y en una reunión general elegimos nuestras autoridades que nos puedan mandar obedeciendo. Fueron elegidas 33 personas para integrar el concejo autónomo. Desde el presidente hasta los últimos policías, cada uno dijeron ‘cumpliremos’ a sus cargos. Será un trabajo difícil, pero con gran conciencia.

“Allí se votó el nombre, el de una fecha muy importante para los pueblos indígenas de México”, prosigue el presidente del concejo. “Después, el 28 de mayo de 2003 se llevó a cabo una reunión de las bases de apoyo y autoridades locales, regionales y del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN, y allí fueron entregados los cargos a nuestros representantes autónomos.” En agosto del mismo año se crearon las juntas de buen gobierno (JBG), y este municipio se incorporó a la de Oventic.

El acto fue honrado este mediodía por la presencia y las palabras de los concejos autónomos rebeldes de San Andrés Sakamch’en de los Pobres, San Juan de la Libertad y Magdalena de la Paz, todos pertenecientes al caracol Resistencia y rebeldía por la humanidad. Con apoyo económico de la JBG, campesinos de estos tres municipios rebeldes colaboraron con su trabajo en la construcción de la sede autónoma y la biblioteca de Dieciséis de Febrero.

“Nadie ya nos puede detener. Este es otro paso adelante en el camino por democracia, libertad y justicia”, expresó a su vez el presidente autónomo de Magdalena la Paz. “Espero que nuestros hijos algún día comprendan la importancia de nuestros gobiernos autónomos.”

El presidente autónomo de San Andrés, empuñando su negro bastón de mando, con sombrero de listones y porte distinguido, dijo: “te lo recomiendo mucho a ustedes autoridades de este municipio. No se desanimen, sigan cumpliendo nuestro compromiso. No estamos tras del suelto, o sea dinero, sino por el amor del pueblo. Y tú, bases de apoyo, también te lo recomiendo mucho, sigan luchandos, sigan organizandos, no lo dejen solos sus autoridades en estas oficinas. Sólo juntos y de acuerdo podemos avanzar”.

Seis milicianos zapatistas en uniforme, con pasamontañas y desarmados, llegaron portando la bandera nacional para rendirle honores. Los siguieron otros cinco milicianos que escoltaban la bandera rojinegra del EZLN. El promotor de educación de la comunidad dirigió el Himno Nacional, y el grupo cumbiero Mágicos Locos interpretó el himno zapatista, cantado por toda la concurrencia.

El presidente del joven municipio rebelde, vestido todo de blanco, con sombrero de palma y paliacate rojo al cuello, de aspecto casi jarocho, refirió que hace dos años comenzaron a trabajar las autoridades autónomas sin un lugar fijo para el concejo. “Las reuniones las realizábamos bajo una arboleda, así que surgió la necesidad de un palacio municipal.”

Agregó: “llevámos 11 años de lucha, pero el municipio Dieciséis de Febrero es muy nuevo. Tenemos una pequeña biblioteca, un terreno para reforestación, dos escuelas autónomas, un grupo de artesanas del tejido y otro de artesanos de ámbar”.

Simojovel es la tierra de todo el ámbar chiapaneco, y “muchos obstáculos”. Además, “planeamos una microclínica y otros proyectos productivos para poder resistir al mal gobierno”.

El preso número siete

Dada la historia regional de Simojovel, tuvo especial significado la ceremonia católica, oficiada por el sacerdote Joel Padrón, para bendecir las nuevas instalaciones autónomas antes del acto inaugural. Padrón fue párroco de Simojovel durante muchos años, y después del alzamiento zapatista la jerarquía eclesiástica lo transfirió a la vecina parroquia de El Bosque. Conocido por su compromiso con los indígenas de la zona, en los años 80 y 90 recibió repetidas amenazas y acusaciones de los gobiernos estatales y los caciques ganaderos. El 1990, el entonces gobernador Patrocinio González Garrido lo encarceló varios meses en la celda número siete del penal de Cerro Hueco.

Considerando la juventud de la mayoría de los indígenas presentes, es muy probable que hayan sido bautizados o casados por Padrón, quien ahora se desempeña como vicario de paz en la diócesis de San Cristóbal de las Casas. Fue invitado especialmente por las bases de apoyo rebeldes, pues aún lo recuerdan bien. Hoy, durante una misa -algo infrecuente en actos políticos zapatistas- en tzotzil y castellano, acompañada por una sutil banda de dos trompetas, dos trombones, dos saxos y dos tambores, el religioso señaló que Dieciséis de Febrero “no es un nombre del pasado, sino del futuro”.

Luego, alzando ante la gente un ejemplar de su libro testimonial Desde la cárcel, anunció que lo donaría al concejo y leyó la dedicatoria “a este municipio autónomo, que felicito por haber decidido convertir los acuerdos de San Andrés en pueblo y en historia que nadie podrá detener. Con profundo agradecimiento y admiración: Joel Padrón”.

Mientras se reanudaban la fiesta y el baile, las autoridades autónomas ocuparon el palacio municipal (una casa de madera con base de cemento y techo de lámina donde se encuentran el juzgado, la oficina del concejo y la sala de reuniones). Aquí no sólo se aplican los acuerdos de San Andrés, nunca honrados por los poderes de la Unión, sino que se hace de la fecha un nombre que conmemora un logro de los pueblos y acusa al poder.