4) Autogobierno: un mundo posestatal. (Quinta parte)
Primicia para Indymedia,
kaos [en-la] red, y Clajadep-La Haine.
V.- ¿Quién le teme al anticapitalismo?
:: Cuando convergen forma y contenido, cuando la horizontalidad coincide con decisiones anticapitalistas ejercidas por la potencia de los que sostienen los conflictos, entonces, se desequilibra el sistema nervioso de la verticalidad del estado.
Estamos asistiendo al clivaje decisivo de un régimen de la carencia fordista, a uno de la excedencia posfordista. Del estado de “bienestar” al estado policial. Del estado de derechos conquistados constitucionalmente por la clase obrera de la modernidad; al estado de excepción y la falta de derechos sociales, negados, a la multitud posmoderna.
Cuando convergen forma y contenido, cuando la horizontalidad coincide con decisiones anticapitalistas ejercidas por la potencia de los que sostienen los conflictos, entonces, se desequilibra el sistema nervioso de la verticalidad del estado. El plan es el movimiento insurrecto del trabajo, y la forma horizontal, es el fin del mercado. La democracia absoluta es la premisa de la multitud. El adiós al capital-parlamentario y la liberación del yugo del mercado de los empresarios, sus objetivos inmediatos y mediatos. La CGT se estremece. Moyano teme que la lucha salarial se les escape de las manos. Hace bien en estar alterado. En el conflicto telefónico no fue mas que un observador, y en el de subterráneos, un convidado de piedra. Descubierta por las generaciones mas jóvenes la democracia del común, y redescubierta por las generaciones intermedias la democracia obrera de base, evidentemente, los burócratas sindicales tiene porqué preocuparse.
Si no se pudo arrasar a los telefónicos, que pasaría, si en cualquier país, incluso la Argentina, una provincia se autonomiza anticapitalistamente del control estatal. Se dirá que el poder militarizaría la región y acontecería la más brutal represión. ¿Pero acaso creemos que la multitud se quedaría impávida contemplando como se bloquea y devasta la posibilidad de conquistar finalmente la más plena libertad? ¿Quizá esto, no aparejaría, la solidaridad de la multitud en otras provincias y aún de otras partes del mundo? ¿No será, que tal vez, millones en el planeta están esperando un acontecimiento con estas características para hacer lo mismo? ¿Y porqué no pensar que en vez de defender exclusivamente el bastión insumiso, en cambio, otros nuevos bastiones surgirían en el mundo entero como un medio de defensa cosmopolita? ¿O qué, para defenderse mutuamente, los cientos de nodos municipales y regionales, barriales y comunitarios; unirían sus recursos para potenciarse recíprocamente desde cercanos y remotos lugares donde estalle la autonomía constituyente? No hay un manual del doble poder aplicable, indistintamente, para todos los tiempos y para todos los países. Del mismo modo que el capitalismo como modo de producción se revoluciona o perece, la nueva ciencia del antagonismo es respeto por los que nos precedieron y, al mismo tiempo, tozuda creación.
En Irak, donde el imperio lleva al paroxismo, la conquista política como guerra; la mejor defensa para la victoria de la resistencia iraquí está en cada resistencia mundial que obliga al capital, y a todos sus estados, a desenvolverse en un conjunto de territorios. Impidiendo la concentración de las fuerzas represivas en un solo país. Del igual forma, la mejor defensa para los insubordinados en cada rincón del planeta son lo insurrectos iraquíes. Una intransigencia que le está enseñando a la mayor máquina de muerte capitalista de todos los tiempos que, contra una multitud decidida, consecuente y organizada descentralizadamente, no hay tecnología bélica suficiente que pueda terminar de someterla.
:: eL IMPERIO DEL CAPITAL NO TIENE LUGAR PARA TODOS, NI SIQUIERA PARA TODOS LOS EMPRESARIOS.
En Argentina, la clase burguesa dividida entre dolarizadores y pesificadores, tras el golpe civil del 19 de diciembre, se reunifica de apuro ante el pavor del inesperado “Que Se Vayan Todos”. Una clase patronal que es homogénea para combatir a la multitud, pero caníbal entre sí. El ciclo de alta productividad y sueldos bajos toca a su fin. Una década y media, con apenas unos retoques salariales, resulta intolerable para las mayorías. Los empresarios se pueden acostumbrar a vivir bajo un capitalismo de excedencia, no así, los trabajadores. Mientras que la multitud pelee por una mayor tajada de la torta, pero no se presente en estado destituyente, los grandes capitalistas continuarán emparchando los salarios para evitar el cataclismo social. Proseguirán con sus juegos palaciegos y tironeos de ocasión. Abandonando a su suerte a las fracciones menores de su clase patronal que no puedan sostener las exigencias económicas de sus trabajadores. El imperio del capital no tiene lugar para todos, ni siquiera para todos los empresarios.
Si los pequeños burgueses tienen salidas marginales para sobrevivir no construirán el anticapitalismo. Y cuando decimos pequeños burgueses nos referimos a una fracción de la clase de los capitalistas; tanto en términos políticos, culturales y económicos. Son pequeños rentistas que viven en las rendijas que les deja la expoliación financiera para que su capital produzca un interés. Son los comerciantes que lucran con una porción de la plusvalía del trabajo que se realiza en el circuito mercantil. Son los pequeños industriales, da lo mismo si con empleados en negro y en blanco, en cualquier caso sus trabajadores soportan condiciones miserables de existencia. Patrones que compensan con una mayor cantidad de trabajo vivo la imposibilidad de competir contra los empresarios más grandes que disponen de más trabajo muerto. Sea que su contendiente posea más capital monetario, sea trabajo acumulado en su forma de capital fijo, máquinas y robots. Son los pequeños y medianos hacendados y la banca cooperativa que se suben a cada moda económica y que sostienen cada nuevo modelo capitalista mientras le permita seguir a flote. Anteayer con la convertibilidad peronista-menemista-aliancista hasta el 20 de diciembre de 2001; ayer, desde la llegada de Duhalde al gobierno en el 2002, con la devaluación de los ingresos efectuada por la patria bonaerense peronista-radical; y hoy, con Kirchner, como el conductor de un peronismo-nacional-popular y continuación progresista y transversal del neoliberalismo, pero por otros medios.
Después de la pesificación, que licuaron las deudas en dólares de los patrones, y con la devaluación del salario como eterna fuente de la juvencia de la acumulación originaria de capital; la pequeña burguesía, profundizando el rumbo de la convertibilidad, colabora con la concentración de la riqueza y la cada vez más injusta distribución de la renta. A la pequeño burguesía no le importa las penurias de sus trabajadores, si este el precio que deben pagar sus empleados para perpetuarse en su condición de clase expoliadora. Aún los mejores sueldos que se pagan en algunos sectores, como en la industria del software y la tercerización de servicios informáticos de las grandes empresas, a cargo, de las PyMEs del cognitariado, son el resultado, de la enorme productividad del asalariado; de la escasa oferta en el mercado de empleados poseedores de un saber inmaterial y cognitivo muy demandado; y de la capacidad del pequeño burgués en transformar el obrar creativo de su empleado en una mercancía exportable y competitiva. Que a valor dólar y euros, hace que los salarios en pesos, estén en los mismos niveles pauperizados de un programador de la India, un consultor en seguridad informática de Polonia, y un diseñador de plataformas de “stockeo” de México. Estos burgueses pequeños, como el zángano de la colmena, se alimentan del rico néctar aportado por sus hábiles abejas obreras que fecundan a las máquinas con su trabajo. El patrón, que sólo aprecia la vida que produce valor, a cambio de que cada uno de sus esclavos modernos le entregue la savia que alimenta el árbol decrépito del capital, tarifa en moneda, su derecho a acumular todo el excedente posible de la creatividad humana. El resto le sobra y le estorba en su ciclo de valorización. Esa escoria inmaterial, es la riqueza de la multitud del cognitariado inacumulable para el capital. Fuente de su poder como valor de uso excedente, y la línea roja del conflicto de clase entre el trabajo inmaterial y el capital informático.
:: ¿qUÉ NOS ENSEÑA LA EXPERIENCIA BOLIVIANA DE ESTOS DOS ÚLTIMOS AÑOS?
Los patrones, sus amanuenses y políticos, la curia y el progresismo mediático; prometen, escriben y arengan, rezan y editorializan, una y otra vez (como en los últimos 20 años) que esta vez sí, ¿Otra vez mas?, la multitud debe confiar en su patriotismo. ¡Que ahora sí serán nacionalistas y populares! ¿Pero de qué nacionalismo patriótico están hablando? Para ellos el único nacionalismo posible es un nacionalismo de clase, un nacionalismo burgués. Un nacionalismo tragicómico que arruina cada vez más a la multitud y hace cada vez más ricos a los capitalistas. Con el ALCA y con el Mercosur, con China y con Europa, con la Comunidad Sudamericana de Naciones y con la India; en todos los casos, siempre, es un nacionalismo leído en clave capitalista. En la era del imperio se acabó el nacionalismo popular y revolucionario. Se terminó la época de la contradicción principal enmarcada en la liberación nacional del imperialismo, y la posterior contradicción secundaria, que nunca en la historia acometieron los nacionalistas, por la liberación social de los trabajadores de la burguesía.
Para los patrones y la Nueva Clase, la única contradicción principal es con la multitud, y la secundaria, en ver como se reciclan en la economía-imperio. Así, para esto, tengan que desmembrar a los propios estados nacionales que crearon en la modernidad, como en los conatos de división que se están desarrollando en Ucrania y Bolivia. Haciéndoles pagar la cuenta, de cada uno de sus experimentos políticos de autonomía estatal burguesa, a los desocupados, asalariados y autoempleados productores de valor. Esta es la única independencia, como nacionalismo autonómico, que puede permitirles continuar como la clase dominante.
La multitud está imponiendo sus sentidos autónomos y sus nuevas prácticas antagónicas, y el capital busca canalizarlos bajo el signo patronal y estatal. El poder intenta reapropiarse de las acciones y de los imaginarios alternativos, aún de aquellos antisistémicos. Como en la Alemania de los años ´30 con un ejército de desocupados, y reserva industrial taylorista, provenientes de una clase obrera combatiente y combatida por la patronal y su estado. Una clase productora que padecía recurrentemente el desempleo de masas desde la década del ´20 y pujaba por el socialismo y el comunismo. Hitler y el nazismo del pleno empleo instituyó (en clave de economía de guerra keynesiana y previo arrasamiento de sus opositores, empezando por los anarquistas y comunistas) un “nacional socialismo”, con un disciplinante trabajo “genuino” para cada obrero masa. O en el caso del stalinismo de la URSS, que transformó la utopía anticapitalista, en un capitalismo de estado bajo el capote del socialismo en un solo país.
Siempre para el relanzamiento de la iniciativa económica, social y política de la burguesía a gran escala, esta debe actuar, haciendo basa en los puntos mas altos de la antagonía de la multitud. Lo que demuestra, una vez más, la preeminencia del comportamiento autónomo del trabajo sobre el capital. Sea este realizado por indígenas y campesinos, el cognitariado y el precariado, o los peones de estancia y los obreros industriales. El poder para reciclarse se reafirma en las conquistas territoriales y simbólicas del trabajo.
Son los indígenas, los que en la última década, enfrentándose a los grupos económicos hidrocarburíferos, exigen el control social sobre los recursos naturales de Santa Cruz de la Sierra. Una disputa que nos retrotrae a los combates que viene dando el pueblo guaraní por la autonomía de su territorio originario y que les costó, en 1892, ser arrasados por el estado central y los hacendados cruceños. Un genocidio que se conoció como la Masacre de Kuruyuki. Donde se asesinaron 5.000 indígenas guaraníes. Ahora su magma de imaginarios y luchas, vivificadas por un occidente boliviano en latencia insurreccional, necesitan ser capturadas, en oriente, por los empresarios forestales y de la soja; los hacendados y los industriales de las minas de oro; las cooperativas pequeño burguesas con ínfulas de gran patrón; algún cacique comprado, y el burócrata traidor que siempre aparece. Todos ellos, aliados subalternos de las grandes corporaciones transnacionales; intentan fundar un nuevo estado provincial, para trasmutar, bajo la ley capitalista, la autonomía de los pueblos originarios. La multitud le impone su agenda al imperio y la elite oriental boliviana busca apropiarse del reclamo por autonomía y trabajo. ¿Qué nos enseña la experiencia boliviana de estos dos últimos años? Que si no se consolida institucionalmente una autonomía antimercantil (y tampoco el capital puede aniquilar el movimiento antagonista) el poder la capitaliza en sentido contrario al poder constituyente de la multitud que no logró afianzarse y expandirse. Una vez más digámoslo con todas las letras: toda contrarrevolución del capital se origina en una revolución fallida del trabajo.
Entretanto, la pequeña, mediana y lumpen burguesía, fantasea con llegar a subirse al tren de cada nuevo proyecto de la gran burguesía. Muy por el contrario, la mayoría de las fracciones capitalistas subalternas morirán en el intento. Esta en manos de la multitud, y sólo de la multitud, demostrar-[se] si lo que quiere es re-apropiarse y gozar de los mayores adelantos tecnológicos para su propio beneficio, y que hoy bajo la técnica del capital hacen insoportable el trabajo, tendiendo a reducir a cero el empleo del tiempo socialmente necesario como trabajo obligatorio. Viviendo en una sociedad del tiempo liberado del trabajo forzoso, haciendo del nuevo tiempo libre, ocioso, excedentario, la contracara de un nuevo hacer de la especie humana. Donde tiempo excedente no sea una condena por no tener un salario, o ser la sobra superproductiva de la sociedad de la mercancía. Donde no exista la pobreza provocada sistemáticamente por el empleo tarifado en dinero. Donde el delito no sea una decisión desesperada para no morir de hambre. Donde las patologías paranoides no constituyan el ácido que corroe la fraternidad de la especie, y donde no haya gobernantes y gobernados, clase política y multitud.
:: tODOS LOS PATRONES SON DELINCUENTES. rOBAN Y ACUMULAN EL TRABAJO AJENO, O DE LO CONTRARIO, DESAPARECEN COMO CAPITALISTAS.
Por consiguiente, ¿Quién le teme al anticapitalismo? Los pequeños capitalistas que (por convicción o desesperación, por su propia voluntad o por la ruina inducida por el sistema mercantil) respeten la auto-nomía, las nuevas normas que instituya la multitud del poder constituyente, no tienen nada mas que perder, que las llaves de los grilletes que encadenan a la multitud al martirologio del hacer por dinero. En cambio, si lo que prima en estos patrones, como en todos, es la acumulación de capital como poder social, su reproducción como clase dominante a costa del dominio de los mas, la compra del trabajo por un salario para perpetuar y engrosar su fortuna; de ser así, tienen que prepararse para la oposición irreductible de la multitud a su egoísmo, intereses y prepotencia. Y enfrentarse a una polifacética rebelión social, que despunta y recorre, todo el globo terráqueo.
No se trata de una guerra de clases entre la amabilidad y las buenas razones de la multitud, y la perversidad y la falta de voluntad de los capitalistas. El cambio social no apela a la conversión de los patrones, ni es un catecismo de pobres para ricos. Tampoco se trata, del buen o mal burgués; mas allá de los componentes sádicos agudizados por el sistema capitalista para perpetuarse a toda costa como lo demuestra la guerra en Irak. Para la multitud, su emancipación social no es un tema fundamentalmente ético, sino ontológicamente carnal. La materia quiere ser libre y el capital se lo impide. Los capitalistas no son de por sí malévolos, si bien, los hay unos mas abusadores que otros. En todo caso, la ética de los empresarios, es una ética del robo legalizado. Todos los patrones son delincuentes. Roban y acumulan el trabajo ajeno, o de lo contrario, desaparecen como capitalistas. Esa es la naturaleza del capital y su inherente violencia. Explotar humanos, y de ser necesario, expulsarlos al desempleo para que no decaigan sus ganancias. El lucro privado jamás admitirá la real igualdad y libertad de los hombres, de lo contrario, se acaba el capitalismo. La fraternidad entre hombres y mujeres, iguales y libres, jamás será conquistada, sin concluir con la sociedad capitalista del dinero.
La reproducción del capital es un vínculo social y no personal. Posee dimensiones universales y no nacionales. La relación capital-trabajo tarifada en dinero, también impide, que el socialismo sea un sistema antagónico al capital. Un paradigma, que no es más, que una forma de gestión estatal planificada, o una autogestión insustancial como en la ex Yugoslavia, de la fuerza de trabajo. Un modelo de reproducción social, que nunca logró superar, la mediación del hacer por dinero y la abolición del estado y el mercado.
:: Una autonomía institucionalizada en comunas asamblearias; o en redes cosmopolitas productoras de bienes y saberes, creatividades y servicios, arte y afecto, para su propio uso y consumo.
Por más buenas intenciones que tengan sus participantes, las valiosas nuevas relaciones personales, no sustituyen, la abolición de las viejas relaciones sociales. Evitando el estancamiento de los experimentos autogestivos que se den: desde un barrio a una fábrica; a una interbarrial de asambleas de democracia directa y una red de empresa recuperadas; de una región con poder constituyente a una nación liberada; y, en cambio, afianzando esos nodos con nuevas relaciones sociales de producción, distribución y consumo anticapitalistas.
Ninguna administración del hacer por dinero, sea cooperativa y socialista, que se desarrolle en una, o en un conjunto de unidades productivas, sean tierras o empresas; tiene mas destino, que la competencia y el subconsumo. Por lo tanto, escapa a la mera voluntad de cada pedazo de tierra recuperado, cada red de consumo solidario, cada empresa bajo gestión obrera directa, controlar el conjunto de relaciones mercantiles de las que son parte.
De lo que se trata es de hacer “un mundo nuevo”. Es decir, hacer un mundo “a nuevo”. De constituir un territorio de territorios, un espacio multinacional como sinónimo de posnacional, público pero no estatal. Una autonomía institucionalizada en comunas asamblearias; o en redes cosmopolitas productoras de bienes y saberes, creatividades y servicios, arte y afecto, para su propio uso y consumo. Cuyos excedentes productivos resulten empleables para satisfacer a los nodos que carezcan de ellos, y sean libremente utilizables, por quien los necesite. Para ser acopiados, pero no acumulados, como trabajo muerto formador de ganancia. Impidiendo que luego sea puesto en circulación, para que se reproduzca como capital, a partir de un nuevo trabajo vivo. Un ahorro antimercantil en aquellos territorios donde sobra la producción de algún bien inmaterial y material.
:: Los hacedores no tienen porque rescatar a los pequeños capitalistas que también son sus verdugos. ¿O la pobreza de un trabajador de un PyME es menos pobreza que la de un empleado de una transnacional? De los tres millones de sobreocupados, el 56 por ciento, está empleado bajo las órdenes de la pequeña burguesía del capitalismo nacional. No hay alianza posible entre el capital y el trabajo. El cincuenta por ciento de los asalariados no está registrado; y en promedio, apenas ganan 120 dólares, o 360 pesos al mes.
Cosas, servicios y su sobreabundancia, puestos a disposición de todos y todas los integrantes de una zona universal liberada del lucro. Una red de redes que compone un nuevo mapa que todavía no está dibujado formalmente en el planisferio. Donde no rija un valor de intercambio como el dinero, ni ningún sucedáneo premonetario como los créditos del trueque, que asesina, a la criatura anticapitalista en pleno nacimiento. Un hacer autogestionado de manera generalizada y sin mediadores estatales. Una creación que no es trabajo obligatorio sino vocación libremente elegida. Articulando lo diferente de cada historia personal pero uniendo lo común de la rebelión de la multitud. Este es un proyecto que no tiene nada de quimérico. Y que, por el contrario -por la voluntad y el deseo, la imaginación y la lucha, el trabajo y la organización de la multitud- ya ha comenzado, aquí y ahora, su desarrollo autónomo. De maneras muy diversas, con torpeza y lucidez, generosidad y narcisismo, tropiezos y logros, desafiando al genocidio planetario del capitalismo.
Los hacedores no tienen porque rescatar a los capitalistas que son sus verdugos. No hay alianza posible entre el capital y el trabajo. El cincuenta por ciento de los asalariados no está registrado; y en promedio, apenas ganan 120 dólares, o 360 pesos al mes. No son mejores los pequeños empresarios que pagan salarios por debajo de la mínima reproducción calórica, y mantienen a los trabajadores, débiles, pero vivos. Sacándole poco a poco su energía transformada en fuerza de trabajo, pero sin matarlos. Este patronazgo del capitalismo nacional, es tan defenestrable, como el de las empresas multinacionales. ¿O la pobreza de un trabajador de un PyME es menos pobreza que la de un empleado de una transnacional? ¿O el estómago de uno es de lata y el del otro es de oro? ¿O el trabajo es menos esclavo porque el patrón sea argentino o extranjero?
En las cadenas de “fast food” argentinas el sueldo por hora, del capitalismo en serio de “K”, es mas bajo, que en las multinacionales. En los supermercados nacionales el régimen laboral es tanto, o mas despótico, que en las cadenas extranjeras. No es una cuestión de raza y nacionalidad, sino una cuestión de clase. Tuvieron tres años para acumular nuevo capital con el sudor de los argentinos y, ni siquiera así, fueron capaces de asalariar a todos sus siervos por arriba de la línea de la pobreza. Es más, ni mínimamente lograron el pleno empleo a costa de salarios infrahumanos. El posfordismo no tiene marcha atrás. Apenas paradas intermedias cuando la multitud lo atasca con su lucha. Pero si no concluye con la relación social que constituye la transformación del hacer en trabajo, el plusvalor en mercancía, y la compra venta de cosas y servicios en capital; sino se termina con todo esto, el mercantilismo sigue profundizando su rumbo de hiperexpoliación y excedencia de trabajadores.
La función progresiva del capital está terminada. Si la IBM tiene que vender su línea de hardware al socialismo de estado chino porque no puede competir con ellos; imaginemos, que les espera a los pequeños y medianos patrones nativos, textiles y del calzado, jugueteros y del plástico, cuando se profundice el desembarco oriental durante el 2005.
¿Acaso se puede creer que, con su nacionalismo patriótico de clase, les interesa proteger a sus trabajadores? Para ellos, sus empleados, son una mercancía más. Cuyo obrar tiene sentido si puede incrementar el capital arriesgado. Le pedirán al estado que los defienda porque ellos “dan” trabajo digno y genuino a los argentinos. ¡Qué hipócritas! ¡Ahora resulta que los capitalistas son buenos samaritanos! Ellos no devuelven nada más que una porción de todo el hacer de los creadores de riquezas bajo la forma de un salario. El resto, es trabajo excedente que los patrones se embolsan para vivir a costa del sudor ajeno, y tener más capital, para someter a los trabajadores a su arbitrio.
Trabajo forzoso, trabajo genuino, es la carga social que sobrellevan sus empleados. Un trabajo, que por cierto, no tiene nada de digno. Los burgueses nacionales están asustados por la amenaza China y por el ALCA, por la Unión Europea, y aún, por la burguesía paulista. Sólo temen por el futuro despido de sus empleados, producto del pánico que les da una competencia que los barra y que les impida continuar succionando la energía del hacer, de aquellos que los constituyen, en una clase empresaria. Una clase privilegiada que se esconde tras los pantalones de papá gobierno que comanda el sistema capitalista en su nombre.
:: Los métodos apropiatorios sobrevuelan todas las empresas capitalistas.
Los capitalistas de cabotaje están atenazados por las demandas de sus trabajadores y por la competencia mundial. Saben que se acaba la paciencia de sus empleados. Saben del hartazgo por los salarios (hindúes y brasileños, chinos y coreanos) que abonaron por tres años. Además, mientras la subordinación de otros trabajadores en el resto del planeta así lo permita; siempre habrá otros capitalistas que pueden pagar sueldos más bajos y que tengan mas capital fijo que ellos para producir, en menos tiempo, más unidades y mas baratas. Si Néstor -“El Flaco”- el presidente de un país normal capitalista los “abandona”, y no logran que sus trabajadores defiendan sus puestos para que los empresarios los sigan exprimiendo por unas monedas; los patrones desahuciados, antes que les tomen los establecimientos, cerrarán sus empresas como en los ’90. Reciclarán su capital como intermediarios financieros; y en el caso que la antagonía del trabajo no lo impida, reducirán al mínimo, sus planteles. Transformando sus unidades económicas en galpones de stock de mercadería foránea, o siendo distribuidoras, de productos extranjeros. Pero la clase trabajadora esta película ya la vio. Padeció la segunda década infame con el menemismo y, anticipándose a la estrategia desguasadora de los patrones, siguió okupando en el último año otras cincuenta empresas. Las reapropiaciones de unidades productivas continuará, sumando nuevas prácticas, a la invalorable experiencia de las ya tomadas.
Con todas sus virtudes y errores, las okupaciones y expropiaciones han sido, y son, una buena enseñanza para lo que viene. Los métodos apropiatorios sobrevuelan, potencialmente, todas las empresas capitalistas. Si la okupación para resistir y producir del 2001, fue el paso previo, para que durante tres años otros las emulen; las próximas ocupaciones de PyMEs y multinacionales, constituirá, “un plus reapropiatorio”. Repotenciado la puesta en funcionamiento de un circuito recuperador más amplio de valor de uso. Extendiendo el área social de una red de redes de empresas bajo la gestión directa de sus empleados. Disponiendo mutuamente, las viejas y las nuevas, de mas bienes y servicios. Ensanchando un territorio social que facilite, cada vez más, actuar mas allá del universo de la compra venta. Sobrepasando, de esta forma colectiva, la lógica cooperativa capitalista. Esto sin poder descartar un proceso antisistémico, más vasto y profundo, que dispute contra todo el orden estatal y mercantil vigente. Destituyendo al poder, e instituyendo en su lugar, un nuevo poder constituyente de la multitud.
:: ¿Por cuánto tiempo mas el hombre tendrá que operar un robot, haciendo lo que hoy llamamos trabajo, en vez que la tecnología trabaje para la multitud?
Las líneas industriales de producción robotizadas, cada vez más, necesitan menos trabajo obrero para funcionar. La tecnología del posfordismo aplicada a la agroindustria reemplaza el trabajo que antes hacían millones de obreros agrícolas. Las cadenas de reproducción de trabajo inmaterial, como las comunicaciones, prácticamente andan solas. Cada vez se precisa menos trabajo vivo para mantenerlas en funcionamiento. ¿Por cuánto tiempo mas el hombre tendrá que operar un robot, haciendo lo que hoy llamamos trabajo, en vez que la tecnología trabaje para la multitud? ¿Qué dificulta que los mayores avances maquínicos provenientes de la inteligencia humana, nos libere del trabajo, sino es la necesidad de ganancia que estira la jornada laboral para reproducir y autovalorar al capital como tecnología empresaria? ¿Quién lo impide, sino no son los patrones, los “gordos” de los sindicatos, y el estado?
La reapropiación, como gestión obrera directa de comienzos del siglo XXI, dio la primera campanada emancipatoria del trabajo. Se expande después del 19 y 20 y nunca fue interrumpida desde entonces. El conflicto telefónico demostró, que la toma de edificios, no se queda en las empresas quebradas y en la resistencia de la emblemática Zanón. Los ecos de las coordinadores interfabriles de 1975 de la clase obrera fordista, los fantasmas de intelectuales y artistas comprometidos con su pueblo, la pasión heroica de estudiantes de izquierda y los tormentos a los delegados villeros, la entrega de cientos de miles de revolucionarios, todos ellos: despedidos y exilados, torturados y asesinados en los ´70, y aquellos sobrevivientes que no se resignaron y continúan luchando por un mundo nuevo; vengándose de la historia, hoy, se corporizan en la autonomía y la antagonía del trabajador posfordista: en las nuevas desobediencias sociales y acciones directas, imaginarios antisistémicos y expresiones artísticas rebeldes, insurrecciones y okupaciones, piquetes y asambleas.
Cuándo la multitud decida sobre la nada de la condición parasitaria capitalista y del todo de su hacer autodeterminado; los empresarios, el mercado y el estado tendrán porqué temer como nunca en los últimos treinta años. Ninguna lucha fue inútil. Ningún agravio contra el pueblo quedará impune. A partir del ajuste de cuentas con el pasado, que haga la multitud en el presente, podrá conquistar en el futuro su tan anhelada victoria.
1 de marzo de 2005.
Colectivo Nuevo Proyecto Histórico.
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