Ecuador: del ¡Qué se Vayan Todos! al AuToGobierno

23.Abr.05    Análisis y Noticias

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico

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Ecuador: del ¡Qué Se Vayan Todos! al Autogobierno.

“¡Basta Ya! ¡Fuera Lucio y su edecán, las Cortes, Tribunales y el Congreso tan!”
Pancarta, Quito, 14-4-05.

“Los cambios deberán ser más estructurales, el debate llevará a una construcción de un verdadero ejercicio de la democracia, desde las multitudes. Todo para tod@s, dignidad, justicia social, soberanía y autodeterminación. Que se vayan todos los políticos social demócratas, los de la democracia cristiana, los falsos representantes del pueblo, izquierda ortodoxa que tranza con los intereses populistas”.
ana, 15-4-2005.

“Ciudadanos de todo el Distrito Metropolitano de Quito se auto convocaron para esta noche, en sus respectivas casas barriales, para proceder a recopilar mociones que delineen alternativas de gobierno. Tanto moradores de los barrios popular del Sur como del Norte y los valles han hecho público a través de los diversos medios de comunicación, su decisión de conformar “Asambleas Populares”, las mismas que empezarán a construir propuestas que determinen una nueva organización gubernamental que manejen los destinos de la nación ecuatoriana”.
Ecuador inmediato, 18-4-04.

(…) “una practica radical y antagonista en nuestros sectores concretos, una practica que permita vislumbrar una alternativa no capitalista, una practica que construya comunidades revolucionarias. Una practica que debe ser sostenida cotidiana y persistentemente. Una practica que genere referentes de vida otra, referentes reales, posibles de autogobierno. (…) ¿Será que los sectores medios abrirán el camino al proletariado salvaje? (todos los productores de vida, de sentido)… o se abrirá campante el paso de lo mismo con otros rostros (Ruptura 25, León Roldós, un “outsider”) Solo nuestros acumulados de fuerza reales lo dirán”…
David Suárez, 18-4-2005.

“Si se va Lucio, viene otro como él y es más de lo mismo. En Argentina nos pasó con De la Rúa. Lo sacamos pero como no construimos nada alternativo vino Duhalde. Es necesario que el pueblo tenga su propio proyecto de sociedad. (…) La democracia burguesa es solamente elegir a nuestros verdugos cada 4 años. La verdadera democracia es decidir todos los días qué hacemos con nuestros recursos naturales, cómo manejamos la educación, la defensa, la seguridad, la producción. Delegar no sirve. Las estructuras representativas en sí mismas favorecen que una minoría conserve el poder en perjuicio del pueblo. Por una Asamblea Popular que se haga cargo del país, basada en asambleas
en todos los barrios y lugares de trabajo. Disolución del ejército y la policía y su reemplazo por el pueblo en armas. Que cada funcionario gane lo mismo que un trabajador, y que sea revocable. ¡Todo el poder a las asambleas!”
Un asambleísta argentino, Indymedia Ecuador, 18-4-05.

“Hoy cae Lucio, mañana el Congreso. ¡Qué se vayan todos!”.
Consignas de la gran marcha deQuito, 19-4-05.

“Poder Popular ¡Qué Se Vayan Todos! Asamblea Popular”.
Pintadas en los salones del Congreso ocupado por Los “forajidos”, Quito, 20-4-05.

A la multitud ecuatoriana. Por su inteligencia y templanza…

Surcos y rumbos:

1) El QSVT recorre Ecuador y sobrevuela Argentina.

2) Topografía del poder.

3) Quito: ¿La comuna del precariado del intelecto general de masas?

4) El poder constituyente de la multitud hace la historia.

1) El QSVT recorre Ecuador y sobrevuela Argentina.

P
or estos días Ecuador vive entre la destitución del poder del capital y la constitución de un nuevo poder; el poder constituyente de la multitud. Por estos días en la Argentina son desalojados, en plena madrugada, con métodos fascistas, los empleados de Lafsa del aeroparque porteño. Se detiene a dos compañeros, se golpean mujeres embarazas, la policía secuestra y destruye a palazo limpio una cámara de una empleada que filmaba el acto vandálico del gobierno “de los derechos humanos”. Fueron 400 uniformados pletóricos de valentía para intoxicar con gas mostaza y disparar perdigones de goma contra 40 trabajadores. ¡Kirchner lo hizo!

Por estos días en Ecuador Gutiérrez había acordado la impunidad de Bucaram, y este, alegó estar dispuesto a ser candidato para retornar al estado. Por estos días en Argentina, Menem, se prepara a ser senador por la provincia de La Rioja, luego de pactar, su impunidad con Kirchner y abandonar su autoexilio chileno.

Por estos días en Ecuador al presidente Gutiérrez se le cayó la careta. Y antes de renunciar se había declarado dictador. Quiso dar marcha atrás pero ya era tarde. Como último favor a los dueños del poder masacró al pueblo en las calles. Por estos días en Argentina el presidente Kirchner, con su simpática fachada “progre”, de traje desabrochado y mocasines, nos pasó a mostrar, una vez más, su verdadero rostro autocrático: vistió con vigilantes el Hospital Garrahan y el aeroparque porteño, para aterrorizar y garrotear a sus empleados, hartos de ser tratados como esclavos.

Por estos días en Ecuador la Izquierda Democrática (ID) y los Socialcristianos resultan tan estatalistas como el eyectado Gutiérrez. La derecha y los populistas del PRIAN y el PRE son barridos por la marea de la multitud. La izquierda del capital: los Socialistas, el Partido Comunista Marxista Leninista de Ecuador (PCMLE) y el Movimiento Popular Democrático (MPD), son organizaciones que de vanguardia proletaria sólo conservan las ganas. No se puede vivir al calor de las prebendas y las dietas en el Congreso y no estar dispuesto a arriesgarlo todo cuando coagula la crisis orgánica e irrumpen las masas asamblearias en las calles. En esos momentos no hay opción: o se elige los privilegios ministeriales y parlamentarios, que paga todo el pueblo; o apoyan, el final de las instituciones que los cobijaron mientras el pueblo los votó. O se blindan como poder constituido de la clase dominante o dan paso al poder constituyente para felicidad de las masas trabajadoras. El Pachakutik, que le dio varios ministros a Gutiérrez los primeros meses de su mandato, congelando el contrapoder que tenía la CONAIE, se terminó haciendo merecedor del mismo grito de guerra de la plebe republicana, el mismo rugido que recibe cada uno de los representantes progresistas, de derecha y marxistas ortodoxos: ¡Qué Se Vayan Todos! ¡Fuera todos los políticos!
Por estos días el “ala progresista del PJ” que de la mano de Marcelo Saín, el interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria puesto por Kirchner; resulta tan posfascista, como el ex secretario de seguridad Juan José Alvarez integrante del “ala duhaldista” y planificador con el ex-presidente Duhalde de la masacre del Puente Pueyrredón del 2002. Matanza que se mantiene impune gracias al estilo “K”. Ambos, kirchneristas y duhaldistas, son aliados en el PJ como partido del orden, respaldados, por todo el decadente partido peronista.

Por estos días en Ecuador la judicatura está en la picota. Por estos días en Argentina la judicatura persigue piqueteros y sindicalistas opositores. Hace el trabajo sucio que le ordena Kirchner y que el marketing político aconseja no verbalizar en un año electoral.

Por estos días en Ecuador a Lucio le estalló el ¡Qué Se Vayan Todos! y lo barrió. Por estos días en Argentina, Néstor, hace todos lo deberes para no ser menos, y llegar a tener, él también, su propio QSVT.

Por estos días en la Argentina el progresista canciller argentino Rafael Bielsa, que hace dos décadas vive del estado, ofrece asesoramiento para salvar el estado de derecha, perdón, de derecho en Ecuador. Como ya lo había hecho respaldando con “K” al criminal de Gonzalo Sánchez de Losada en Bolivia, o hace pocos días a Mesa. Mientras tanto, jura Alfredo Palacio, vice de Lucio Gutiérrez. Palacio es el Carlos Mesa de Ecuador. Y al igual que Mesa que era vicepresidente del “Goni”, con tal de mantener la democracia del capital, jurará y perjurará, juicio y castigo a todos los culpables. Si hace falta, de hasta Caín contra Abel, el bíblico inventor del fratricidio. Palacio tiene tan poco respaldo como lo tenía Mesa cuando asumió, y tiene por delante una tarea burguesa enorme: Ser el Eduardo Duhalde argentino que garantice la perdurabilidad del capitalismo y sus instituciones, si no quiere pasar a ser, el ex presidente por una semana, Adolfo Rodríguez Saá.

En Ecuador la Corte Suprema de Justicia no existe más. Renunció el presidente, y el vice que lo reemplaza, no posee ninguna fuerza social que lo sostenga. El Congreso pende de un hilo. Los militares dudan en usar las armas contra la multitud. Temen desatar una guerra civil de pronóstico incierto para el poder constituido que se tambalea. Temen que las llamas en Quito contagia todo Ecuador, acelere una secesión de Guayaquil, haga arder la hoguera boliviana y despierte las brasas peruanas. ¿La revolución vendrá del altiplano? En estos últimos años, donde hubo una media docena de destituciones presidenciales en América del Sur, nunca como ahora en Quito, se está más cerca del ¡Qué Se Vayan Todos! ¡Qué no quede ni uno solo! Dando paso a lo que nunca ha sido: el autogobierno de la multitud.

Lucio Gutiérrez ya se fue. ¿Y si echamos a todos qué hacemos? ¿Y sin políticos como nos gobernamos? ¿Cómo se vive sin capitalistas?

¿La sociedad civil es lo mismo que la multitud? Decididamente no. La sociedad civil incluye a la pequeña burguesía, o pequeños patrones, en la industria y la banca, los servicios y el comercio. En la era posfordista del capital, esta porción de la clase media, sólo es una parte de la sociedad civil. La otra porción, la mayoritaria, la integrada por los asalariados de “clase media”, los autoexplotados ó cuentapropistas, el precariado estatal y privado, son los integrantes de la multitud. Esta no es una crisis desatada por la hiperinflación como la Argentina de 1989. Ecuador apenas tuvo un dos por ciento de inflación en el último año. Tampoco es una crisis recesiva como la Argentina del 2001 que demandaba para el capital una devaluación monumental del salario para iniciar una fenomenal acumulación originaria de capital. Por el contrario, Ecuador está dolarizada y tuvo un crecimiento del PBI del 6 por ciento en 2004. Ecuador está atravesando una crisis capitalista posfordista, con alto crecimiento y desempleo, empobrecimiento generalizado de las mayorías y precarización pavorosa del trabajo. Es por eso, que el alma de la insurrección, se encuentra, en las y los pobres urbanos asalariados y autoexplotados, subocupadas y desempleados. Hay que buscar el instinto constituyente en la nueva clase trabajadora, la del general intellect, la del trabajo inmaterial. La del obrero social, la clase productiva de los servicios, el cognitariado, el trabajo imaginativo, creativo y afectivo. En cambio, quienes sigan buscando a los obreros de San Petersburgo, no verán jamás, una nueva revolución social.

La multitud es un concepto de clase. Perfecto ¿Pero de qué clase? De la clase hacedora, esté o no asalariada ¿Quiénes integran esta clase? Todos aquellos que necesitan venderse en el mercado o se mueren de hambre. Todos aquellos que producen plusvalor. Esté exprimida por un patrón, pequeño o grande, o sea un autoempleado/a y desocupado/a subsumido en la trama social de la matrix del mercado bajo la dirección del capital-parlamentario.

El estado nación no responde a la materialidad y subjetividad de la multitud. Su propia práctica destituyente es la que está sepultando a lo viejo, expresado bajo el bramido, del ¡QSVT! Mientras tanto intenta concretar, instituir, con acciones y reflexiones, en la acción directa y la asamblea, las nuevas formas sociales pos-capitalistas de hacer política; que sustituyan, a la decrépita política estatal capitalista.

No hay ¡QSVT! mientras perdure el capitalismo. No hay asambleismo constituyente que pueda consolidarse donde haya estado constituido. No hay horizontalidad en las decisiones cuando se delega en representantes.

2) Topografía del poder.
El poder nace del trabajo, surge de la potencia del hacer, el crear, el comunicar, el imaginar. El poder no es una cosa. Es una relación social. La fuerza viva del trabajo es una sustancia humana que recorre la vida. Bajo el capitalismo resulta una subjetividad expropiada que coagula por momentos en instancias objetivas. El poder es una malla que recorre toda la geografía social, que fragmenta la cooperación del uso sin valor económico del intelecto general de masas, lo transforma en mercancía, salario y pobreza, dinero y valor de cambio, capital y lucro privado. El poder es una trama que se anuda en la administración del estado, las normas del legislador y el bastón policial, el jornal y el sindicato, las órdenes del capataz y el partido político, la filantropía de las ONGS y la palabra calificada del académico, la asistencia social y el tanque militar. En fin, en cada una de las formas políticas que toma la mercancía capitalista. Cada una de las maneras en que la forma valor, de la fuerza viva del hacer de la multitud, se hace mercado, sociedad capitalista y estado.

No hay ¡Qué se vayan todos! sin anticapitalismo. No se puede sostener eternamente el asambleísmo de masas sin que la potencia de lo social sea una potencia económica expropiada a los patrones y el estado, los sindicatos y los partidos. Sin que lo productivo y lo social, sea reproductivo, de una nueva relación social de múltiples dimensiones. Una fuerza política de la vida, una bio-política del trabajo antagónica al capital. Una sociedad del hacer y el pensar, de la producción y reproducción económica de la vida. Del puro uso y consumo de lo hecho para todas y todos, y nunca mas, para beneficio de los parásitos sociales de los empresarios y todos sus sirvientes.

Sin la cooperación social y económica expresada en la asamblea y la autogestión, sin expropiar a los patrones y abolir el estado, sin constituir una completa fuerza política autónoma del capital, no hay revolución social anticapitalista. Sin un nuevo paradigma civilizatorio que de sentido a la existencia y permita el desarrollo comunitario no habrá cambio social de raíz. Sin el abastecimiento de bienes y servicios de manera antimercantil, la multitud, seguirá atada al dinero y por lo tanto atada a cualquier variante estatal. Sin nuevas formas políticas para dirimir los conflictos humanos la división de poderes seguirá en pie. Sin autoprotección contra el poder depuesto, la policía y los militares, cualquiera fuere el gobierno, constituirá el brazo armado del estado para someter la autodeterminación asamblearia. Sin tribunales comunitarios que desposean a los jueces de la función de “impartir justicia”, los jueces del estado siempre dejarán impunes a los poderosos y sólo castigarán a los pobres y luchadores.

Un mundo donde quepan todos los mundos, también es un mundo con exclusiones. No es un mundo donde estén invitados todos los personajes, lazos sociales, significantes, e imaginarios del viejo mundo. Es un mundo donde entran todos los mundos anticapitalistas, pero ningún componente del mundo capitalista. En momentos decisivos no hay transición que valga. O el poder constituyente en las calles disuelve el poder constituido, o el capitalismo se recompone y vence al anticapitalismo.

Para la burguesía en Ecuador, caída la Corte Suprema, derrocado el presidente, y con el Congreso vacilante hay un problema de dominio político que se traduce en un acertijo jurídico. ¿Quién manda? ¿Quiénes hacen, reglamentan y aplican las leyes que garanticen las relaciones de dominio social? Con los ecuatorianos movilizados, y tras las barricadas en la capital de la república, está en disputa, ni mas ni menos, quien gobierna: si el poder capitalista constituido y cuestionado o, el poder constituyente del autogobierno de la multitud desplegado en las calles. Si un presidente como Palacio, o las masas “forajidas” que recobran la soberanía delegada en el gobierno, y crean el derecho, desde la acción antiestatal y asamblearia.

La autonomía (auto=propio, nomos=leyes) no es la falta de normas. Sino que, es la práctica antagónica a la hetero-nomía (hetero=distinto) o a las leyes que hacen, su distinto y opuesto irreductible: los capitalistas y su estado. Bajo la autonomía es la propia multitud, la que se da a sí misma sus propias leyes. Es ella la que ejerce su capacidad de “auto”-nomos. ¡Eso es poder constituyente! Aquel que deshace, de arriba a abajo, la vieja sociedad capitalista y crea en su lugar la nueva sociedad antimercantil. Si la autonomía es anticapitalista, serán reglas debatidas y consentidas por los mismos sujetos constituyentes. Reglas de convivencia que prohíban la vigencia y el renacimiento de toda forma de explotación y racismo, de xenofobia y humillación de la dignidad humana. Una ética materializada bajo la autoemancipación colectiva de la multitud contra el capital y el estado. Un mundo donde la autogestión productiva debe ser generalizada, sino se transforma, nada más, que en cooperativas flotando aisladamente en un mar de ganancias privadas, que las continúa entrelazando, en beneficio del mercado y la ganancia privada.

Como De la Rúa, Gutiérrez, se fugaba en helicóptero de la casa de gobierno. Quiso hacer trasbordo con una avioneta en el aeropuerto. Allí, un nutrido grupo de activistas bajo plena lluvia bloqueó la pista del aeropuerto, impidiendo, el despegue de su avión, y obligándolo, a irse en helicóptero a un destacamento militar antes que las masas lo tuvieran en un puño. Luego de quedar detenido por pocas horas bajo el delito de ordenar la represión, fue rescatado por Lula y alojado en la embajada de Brasil en Quito. Ya se sabe, entre bueyes no hay cornadas. A Lucio le había pasado lo que le puede acontecer a cualquier jefe de gobierno. Que la multitud se harte de las demoduras y las dictacracias que presiden y termine yendo por ellos.

Mientras tanto, en Quito, Alfredo Palacio apeló a que entre él y las masas no habrá nadie que se interponga. Ante los resueltos anónimos que lo tenían a tiro y no estaban dispuestos a que jure y mantenga a los legisladores en sus cargos; Palacio, para que no le peguen hizo la Gran Giordano mientras decía: “No soy político no soy político” “Con ustedes quiero gobernar” (SIC). El muy cara rota, después de ocupar la vicepresidencia por veintisiete meses, no se hacía cargo que era un político. Fingiendo que hacia él no debía dirigirse el ¡QSVT!

Su toma de posesión de mando fue patética. Se tuvo que trasladar del Congreso a la Ciespal mientras lo seguían sus resueltos perseguidores. Su típica demagogia de burgués asustado después que Lucio se quedó sin el respaldo de los militares, fue digna, del libro Guinness de los records de los ridículos políticos. Huyendo de sala en sala, mientras los “forajidos” le pisaban los talones y tomaban a golpe de puño a los legisladores. Bajo esa pantomima de democracia, Palacio juraba por los poderes constituidos (SIC) y le revocaba el mandato a Gutiérrez con el respaldo de 60 diputados cuando necesitaba la anuencia de 67 de ellos. Pero el grito sagrado de la revuelta popular no le daba respiro a la clase política, que vivió en carne propia, que las promesas de las masas exigiendo el ¡QSVT! no era ninguna consigna retórica, sino un llamado de combate, contra todo el poder político. La de Alfredo Palacio fue una asunción sin banda presidencial ni protocolo. Más para la televisión que para los 96 legisladores de la aristocracia electiva. Al mismo tiempo, el Congreso estaba en pleno desalojo, mientras cientos de rebeldes tomaban el palacio legislativo, prendían fuego al recinto, ajustaban cuentas con los seguidores de Gutiérrez y con los diputados que quedaban, siendo estos, conminados a renunciar, o sino pasar por un tribunal popular.

Renglón seguido, y luego de ser retenido por cinco horas por los manifestantes que le exigía la disolución del parlamento, el flamante presidente Palacio pudo huir por los fondos como una rata y, custodiado por un cuerpo de elite del ejército, saltó un paredón y se esfumó para que no lo linchase. Apenas repuesto del susto, como buen farsante, anticipaba que nada de elecciones sino que llamaría a una Asamblea Constituyente. Necesitaba oxigeno, recomponer el tinglado capital-parlamentario hecho añicos, y encerrar dentro de un tiempo el poder de la multitud dentro de las urnas del capital. De igual modo, algunos políticos con total desfachatez, especulando que todo lo que pasó terminará siendo un mal sueño, mientras Gutiérrez en helicóptero sobrevolaba sus cabezas, demostraban, que no estaban dispuestos a cambiar en lo absoluto. Como si nada, daban declaraciones a la prensa defendiendo al presidente asesino que había sido depuesto hacía unos pocos minutos.

En los tiempos históricos en los que las aguas sociales se parten, la forma política asamblearia es antagónica a la forma de lo político hecha estado. Es un tiempo kairológico, donde el anticapitalismo, autogestionario y comunal, resulta la norma fundante de una nueva humanidad postcapitalista. Una era donde la asamblea no resulta la forma superestructural que sostiene la infraestructura del capital bajo la fachada de una democracia “participativa”. Sino que, la política como autogobierno asambleario, demuele, la democracia como sistema político del capital. En el anticapitalismo no se diferencia al que manda del que obedece. Se acaban los Bucaram y Mahuad, los Gutiérrez y Palacio, los Fidel Egas y Noboa, los Moncayo y González, los Nebot y Villacís, los Rosero y Cadena. Se concluye con la división artificiosa y fetechizada de aquellos que legislan sobre el capitalismo, de los que administran el plusvalor social desde el poder ejecutivo, y los que juzgan las desviaciones del orden patronal. Se acaba con los militares como casta y los policías como mastines del poder estatal de turno. Y se establece un ¡Nunca más! a separar las armas de la vida asamblearia de la multitud anticapitalista.

Mantener la disociación entre hombre económico y hombre político, divorciar el trabajo de la política, es permanecer bajo la dicotomía de agotarse trabajando, y agotado, ir a hacer política. Es la mejor apuesta del capital para que la multitud, doblemente extenuada, retorne a producir mercancía y delegue su soberanía en los políticos que hacen de su trabajo la profesión de una Nueva Clase: la clase política capital-parlamentaria. Y de la multitud, la clase de los burros de carga que la sostiene, relegados, a su condición apolítica de mero sufragante de sus verdugos.

El poder constituyente es la autosoberanía de la multitud. Sean indígenas y blancos, campesinos y empleados, trabajadores de los servicios y obreros fabriles, vendedores ambulantes y prostitutas, teletrabajadores y desempleados, en la producción y en el transporte, en las comunicaciones y el comercio, en la educación y la salud, en el arte y las letras.

3) Quito: ¿La comuna del precariado del intelecto general de masas?

No es azaroso que el descontento nazca en Quito y se extienda por las grandes ciudades. No es casual que sean los jóvenes y estudiantes los que sostengan más consecuentemente la acción directa y el ¡QSVT! En las grandes ciudades es donde el desempleo y la precarización laboral posfordista son masivos y notorios. Ahí es donde el crecimiento económico se da a costa de destruir empleo estable. Donde el trabajo muerto como maquinaria, tecnología y capital, reemplaza a pasos agigantados el trabajo vivo de la vieja clase obrera. Donde se tornarán inempleables en las viejas fábricas del proletariado industrial, a los actuales alumnos secundarios, provenientes, de familias herederas de la sociedad del capitalismo salarial de masas. Y donde se transforma a los estudiantes universitarios en los obreros del conocimiento, y no ya, salvo para una mínima porción, en los profesionales de una clase media ilustrada pequeño burguesa. Se acabó la era capitalista donde el conocimiento académico era el trampolín dominante del ascenso social para la época fordista, de la desaparecida, economía keynesiana del estado nacional.

Según “los Indicadores coyunturales del Mercado Laboral, BCE 2005”, en Quito, el subempleo es del orden del 40 por ciento y el desempleo del 10 por ciento. En Guayaquil la subocupación es de más de la mitad de la población económicamente activa y la desocupación del 13 %. En Cuenca los que sublaboran para el capital se acercan al 50 por ciento y los humanos que les sobran a los patrones llegan al 4 por ciento. En promedio, en las tres zonas los subocupados laborales, producto de mantener el sistema capitalista del lucro privado a cualquier costa, son la mitad de la multitud; y en promedio, el descarte de trabajadores se aproxima al 10 por ciento.

Estos cientos de miles de ecuatorianos con sus vidas precarizadas, desindicalizados, con empleos no registrados, cuando se organizan, necesariamente, deben hacerlo en el espacio público y apelando a la acción directa. Es allí, visibilizando su descontento, donde la huelga urbana insurreccional le da carne al intelecto general de masas como fuerza política que anima al capital o lo puede colapsar sin transiciones. Es en el territorio donde se reencuentran los cientos de miles de expulsados de la vieja ciudadanía fordista del estado nación en decadencia, que lo había echado de sus empleos, y los había inestabilizado en su pasaje al posfordismo del estado de excedencia.

Es en las rutas y plazas donde los condenados al subconsumo terminan con los gobiernos y van por la disolución de la relación capitalista -trabajo por dinero-, para así concluir, con una vida tan miserable que se mide en moneda.

Es en los barrios, como factoría de lo social, donde el precariado y todos sus hermanos de clase se reencuentran. Es en las rebeliones metropolitanas donde crean sus nuevos organismos políticos: las asambleas barriales. La asamblea es una forma de institucionalizar la autonomía antiestatal de la multitud, que responde, a su nueva subjetividad, composición técnica, etaria y social. Que suplanta al viejo sindicato del obrero masa de la línea de producción en serie, y al partido de vanguardia de la clase obrera industrial, otrora, formas hegemónicas de conducir a una clase trabajadora de producción indiferenciada. Por otro lado, no es aleatoria, la presencia femenina en la lucha. Son ellas la que llevan la peor parte en esta época pos-fordista del capital. Mientras el desempleo masculino en todo Ecuador es del 20 por ciento, el femenino, trepa al 48 por ciento.

Para la multitud, el trabajo mercantil y su carencia, lo inviste todo y afecta a todos. La pobreza en los hogares la padece toda la familia: desde los desocupados, jubilados y niños, a los que no pueden traer lo suficiente a la mesa para reproducir su fuerza de trabajo por arriba de la línea de pobreza. Por eso las marchas son de varones y mujeres, viejos y jóvenes, niños y adolescentes; empleados y desempleados, subocupados y autoempleados, en actividad y jubilados. Con la subordinación real del trabajo en el capital, de la sociedad del trabajo en la mercancía, lo económico y lo social, es al unísono, ontológicamente político. La frontera entre tiempo libre y tiempo de trabajo, sociedad y mercado, estado y capital, se borronea. Consecuentemente, no se puede distinguir como en el fordismo la huelga económica de la huelga política. Y, por lo tanto, la resolución del ¡Qué Se Vayan Todos! a favor de la multitud, está consustancialmente unido, al final del capitalismo. De lo contrario, no se irán todos, sino que vendrán otros a reemplazar a los que se echó, para continuar, con el capitalismo. No olvidemos que Bucaram cayó tras la dolarización y después de él vinieron Jamil Mahuad, Gustavo Novoa y Lucio Gutiérrez, y las privatizaciones, la flexibilización laboral y la dolarización siguieron en pie.

De Bucaram a Gutiérrez, el nuevo sujeto histórico, la multitud, fue tomando forma, afilando sus armas, aprendiendo de sus errores y autonomizándose del estado de partidos, iglesias, ONGS y sindicatos. Informales y desempleados, dolarizados en Ecuador o pesificados en Argentina, sea con recesión con Cavallo o crecimiento con Lavagna, el posfordismo del trabajo muerto acepta toda una variada gama de opciones pero un mismo resultado: la concentración de la riqueza, la inestabilidad laboral, el cinismo de las masas contra la clase política y su posterior estallido.

Hoy las economías crecen con ejércitos industriales de reserva a tiempo completos que no volverán nunca más a las fábricas. Hoy el capitalismo funciona con el paulatino pasaje, como figura dominante del hacer, del trabajo registrado y por tiempo indefinido al contratado en negro y por tiempo fijo, o de lo contrario, no funciona. Argentina es una clara demostración, que la economía puede crecer por 3 años a la manera china, pero no por ello aumentan los salarios y la ocupación estable. Contrariamente, el salario está ahora un 27 por ciento por debajo de 1999; y además, Argentina tiene índices de indigencia y trabajo en negro peores que en plena crisis recesiva del 2001. Los precarios son el 50 por ciento de la fuerza laboral y en promedio ganan $ 418 pesos o U$S 139 dólares. Mientras la línea de pobreza ronda los $ 800 pesos y la canasta familiar de bienes y servicios está en los $ 1.580 pesos, los piqueteros, que tanto irritan al poder, reciben $ 150. Para ellos ser indigentes es un verdadero lujo. ¿Cuánto tiempo más cree Kirchner que las mayorías van a seguir tolerando este espectáculo pornográfico de miseria planificada? Este verdadero genocidio en democracia. La multitud aspira a salir de la pobreza trabajando, mientras que, trabajando se hace pobre. Sea con Menem o De la Rúa, con Duhalde y Kirchner, el posfordismo no tiene marcha atrás. Salvo que la multitud termine con el capitalismo.

La marea de la multitud se reencuentra en el espacio público. Y es allí donde se enfrenta cara a cara con el estado, sus personeros, los medios masivos de comunicación, la policía y el ejército. Pero es allí también donde se enfrenta a sí misma. Donde no se puede permitir ningún tipo de autoindulgencia. Donde deberá enfrentar a sus nuevos enemigos que se presentarán en las propias asambleas populares.

El primer dispositivo del poder es desconocer a la multitud como su opositor irreductible. Luego insultarlo, se lo llame forajido, infiltrado, anarquista, o terrorista. Si no alcanza atemorizarlo con el estado de sitio, se pasa a reprimirlo. Si con esto no basta, irá a disputar al propio territorio social y asambleario no perder su hegemonía política hecha trizas. Dividiendo a sus protagonistas, comprando referentes, y cooptando a una parte de los asambleístas con recurrentes falsas promesas.

Ahí aparecen los reformistas de todos los colores, que hablarán, si les hace falta, de horizontalidad y autoorganización. Pero su único fin es debilitar al movimiento. Aterrorizarlo con sus dudas, inmovilizarlo, encauzarlo hacia el estado, cooptar una parte de él y dividirlo.

4) El poder constituyente de la multitud hace la historia.

El poder del estado, en la era de las multitudes, se encuentra desbordado. Es por ello, que apelará a todo tipo de tácticas. La mentira, la violencia psicológica y física, los cantos de sirena de última hora de toda la clase de los políticos, la demagogia, la judicialización de la protesta social, el aterrorizamiento mass mediático, una salida electoral de emergencia, la militarización de la policía y la policialización de los militares.

En los momentos críticos que vive Ecuador es donde se mide la coherencia, de tantos y tantas, que predicaban que otro mundo es posible en los foros sociales alterglobalizadores. Ahora ya no alcanza con las marchas contra el FMI, la oposición al Plan Colombia y el desmantelamiento de la base yanki en Manta. Ahora se dividirán los campos entre los progresistas que pregonan que otro mundo (siempre capitalista, claro) es posible, y el campo anticapitalista y autónomo que sabe que para edificar un mundo otro, que no es el mundo actual (en ninguna de sus variantes), hace falta instituir la democracia directa de las comunas de la gratuidad y el valor de uso.

Una sociedad anticapitalista, es una sociedad antimercantil, antisalarial, antipatronal y antiestatal. Es una sociedad que no escinde la economía de la política. Que no construye asambleas como un doble poder, para llegado el momento, regalarle ese poder a otro gobierno que ocupará la gerencia del estado. De ser así, digámosle adiós a la autoorganización, al anticapitalismo y al ¡QSVT!

No basta con ¡Fuera Lucio! Ni siquiera alcanza con ¡Fuera todos los políticos! Para ¡Qué se Vayan Todos!, se requiere, terminar con la relación social despótica e inhumana que resulta el capitalismo, y que necesita para perdurar, que alguien se quede comandando el estado para continuar gobernando la vida de la multitud. No alcanza con construir el contrapoder a distancia del estado. El poder no se suicida ni se exilia. El éxodo de la multitud contra toda la Nueva Clase: de los políticos y jerarcas gremiales, intelectuales de la academia y juristas, periodistas estrellas y dirigentes de movimientos sociales reformistas, y las fuerzas de seguridad; resulta un éxodo, que depara estar dispuesto a combatirlos a todos. Destruyendo su alimento fundamental: el poder que se desprende de la relación basada en la mercancía. Una atadura colectiva que demanda partidocracia para gerenciar la política y sindicalistas que negocien el valor de la fuerza del hacer, profesores que eduquen para ser ciudadanos del estado de derecho y jueces que garanticen la propiedad privada y el orden capitalista, comunicadores que informen como hay que pensar y ONGS que administren la pobreza, y militares que pongan “la casa en orden” cuando los soberanos insurrectos no aguantan más.

La multitud tiene en el desempleado, y el empleado precario, dos figuras vitales que dan forma a la contradicción de clase irreductible entre el capital y el trabajo.

Más allá de su condición étnica y su ubicación geográfica, más allá de su edad y sus estudios, lo que da carnadura al sujeto epocal: la multitud, es su condición de clase. En el campo y la ciudad, en la metrópoli y en las barriadas de los suburbios, son la plebe de la democracia capital-parlamentaria los que tienen en sus cabezas, en su pasión, y en sus manos, los destinos anticapitalistas de Ecuador. No hay tutor ni Mesías posible que emancipe a la multitud. Sólo el pueblo salvará al pueblo.

La nueva composición técnica del trabajo demanda una nueva composición política. Cuando estallan las puebladas, se comprende claramente, que el precariado y el general intellect, son ontológicamente antiestatal, sustancialmente antisindical y renuentemente antipartidario. No quieren ser representados, no quieren delegar su potencia, no quieren que lo conduzcan. Son una multitud irrepresentable. Un sujeto social autosoberano. Son un torrente de poder constituyente.

El contrapoder desplegado en las asambleas tiene que tomar el relevo del estado. Tiene que remover el suelo donde se asienta el poder del capital. Tiene que disolver desde el terreno social la relación social capitalista. Tiene que devenir poder constituyente aboliendo al poder constituido.

No hay potenciación de lo singular sin construcción de lo común, y no hay una construcción de un “nosotros”, sin la potencia de cada singularidad. La igualdad, como valor de la multitud, no es sinónimo de uniformidad. Como lo singular no es sinónimo de individualismo.

Si se toman empresas y edificios estatales, medios de transporte y tierras, universidades y propiedades abandonadas, es a lo fines de que todo el movimiento cuente con recursos económicos y edilicios, medios de traslado y lugares donde cultivar, espacios donde habitar y producir. Toda okupación no es sólo de aquellos que la toman, sino de todo el movimiento. Toda propiedad común de la multitud pasa a ser una forma pública de propiedad. Ni privada ni estatal.

El movimiento de la multitud es una gesta colectiva de los anónimos, de los comunes, de los oprimidos y exprimidos. Es la carne donde late el poder constituyente. Ella es la proveedora de un intelecto general de masas, de saberes y haceres, de sueños y acciones, que no precisa de nadie más que de sí, y de sus órganos de poder, para autogobernarse.

La multitud es autónoma. Y la autonomía es el comportamiento por excelencia de la multitud. La acción directa su herramienta mas valiosa. Su odio a toda esta vida mercantil y excedentaria, y contra todos los que aspiran a mandarla, son la palanca, de su pasión destituyente. Mientras que el amor entre hacedores y desheredados, es el corazón, de su pasión constituyente.

Hay que avanzar sin temor. Hay que marcarle la agenda al poder. No hay que perder la iniciativa. No son días para acciones conservadoras. Lo que no se obtiene en momentos de profunda debilidad del poder, luego, es mucho más difícil conquistarlo.

La multitud confía en su instinto antagonista contra todo lo establecido. Desconfía de todos los aprovechadores que quieren conducirla. Constituye referencialidades circunstanciales. No deposita en ningún líder el poder autosoberano desplegado por todos los asambleístas.

Para todos, todo. Para menos están las variantes capitalistas. Los anónimos hacen la historia. Aquellos que hay luchado, por más o menos tiempo, y aquellos que lo hacen desde sus organizaciones extra-asamblearias son bienvenidos a las asambleas, siempre y cuando, entiendan, que son una y uno más. Ni más ni menos importantes que cada uno y una de sus integrantes que, por vez primera, hacen de la política un ejercicio de liberación personal y social.

El mejor favor que se pueden hacer los partidos antisistémicos es disolverse en las asambleas. Crecer como, desde, y con la multitud. Aportar sus experiencias sin soberbia. Escuchar al compañero sin autocomplacencia. Ser fraterno sin ser obsecuente. Ser leal al movimiento y a su vocación constituyente.

La autoorganización no está reñida con la autonomía. Muy por el contrario. Sin organización autónoma, el poder, en cualquiera de sus variantes, se termina recomponiendo.

La antagonía no está reñida con el anticapitalismo. Muy por el contrario. Sin un nuevo hacer radicalmente diferente a todo lo conocido, la antagonía queda limitada a la lucha sindical y partidaria y a la disputa del viejo poder estatal.

La multitud se autodefiende. Crea sus medios contrainformativos. Se provee de recursos para ir prefigurando la sociedad futura. No se deja gobernar por representantes, sino, que se autogobierna.

No es verdad que haya que esperar el momento óptimo para que todo un país avance hacia el anticapitalismo del poder constituyente. ¿Será Quito la primera comuna liberada del siglo XXI? ¿Será el Alto Boliviano? ¿Buenos Aires o Ilave? ¿Serán estas ciudades o cualquier otra? ¿Será una nación completa o varias? ¿Una provincia o medio país? ¿Estará en este continente o será en todo el planeta? Esa respuesta, sólo la tiene la multitud.

No hay fascismo sin masas fascistas. Los métodos autocráticos que no se respaldan en apoyos masivos caen por su propio peso o no pueden controlar la situación. Ahí está el ejemplo extremo de Irak para demostrar como le va al imperio cuando su dominio carece de hegemonía y es pura coacción. Está empantanado hace más de un año en la ciénaga iraquí. Si Lucio Gutiérrez no pudo mantener el estado de sitio por más de 18 horas, si la represión lo depositó en su helicóptero en un par de días, imaginemos que pasaría, si el futuro gobierno desata la agresión contra la comuna liberada de Quito. En un país con 500 años de colonialismo que subyugó al 40 por ciento del Ecuador indio, con frustraciones electorales desde 1979, con el 70 por ciento de pobres, con el rencor de tener millones de familias destruidas obligadas a emigrar para ganarse el pan; bajo este contexto, si se produce el ataque durante el pleno desarrollo asambleario que da musculatura al ¡QSVT!; en ese volcán social, la represión sería el detonante para que un magma social, asqueado y furibundo, se desatara. Las muertes fulminantes no paran el descontento, en lugar de apaciguarlo, lo intensifican. ¡Si lo sabrá Gutiérrez en Ecuador, Lozada en Bolivia y De la Rúa en Argentina!

No es verdad que en las asambleas multitudinarias, sus protagonistas no se pueden poner de acuerdo. En la Argentina hubo cientos de asambleas con cientos de personas. Eran ámbitos repletos de disputas y pasiones encontradas, pero también, eran ámbitos cargados de creación destituyente y fundantes del contrapoder de las mayorías.

Cuando cientos de miles ganan al unísono el espacio público, hay acuerdos implícitos en una buena parte de la multitud. Por cierto, que no todos los que luchan son anticapitalistas. Pero los acuerdos primordiales existen antes de la irrupción, y se vota con los pies para plasmarlos. Los comportamientos sociales se replican y las asambleas se reproducen sin que nadie haya ordenado hacerlo. Una vez reunida la asamblea se piensa y se actúa, se hace y se reflexiona sobre lo hecho. Se toman nuevas iniciativas y se rectifican o ratifican los rumbos emprendidos.

Por su puesto, que luego viene la necesidad de llenar de contenido positivo el significante vacío del ¡QSVT! Ahí es donde las disputas serán más enconadas. Donde el progresismo, las izquierdas estatalistas, los reformismos variopinto; querrán votarlo todo y elegir delegados permanentes reproduciendo la forma estado en la asamblea, lavar las iniciativas mas radicales del movimiento, atomizarlo y atemorizarlo, haciéndolo dudar de su poder.

En Ecuador no hay caída de Gutiérrez, sin la escuela previa de la destitución de Mahuad. Como Kirchner y el peronismo argentino no puede tener su 19 y 20, sin la escuela previa del 2001 que terminó con De la Rúa y el gobierno radical, en
Alianza, con la centroizquierda del Frepaso. Pero cada nueva insurrección no es una calco de la anterior. Cada revuelta deja valiosas enseñanzas, que se transformaron, en el sedimento y la conciencia histórica para las posteriores que vendrán. La multitud está en aprendisaje permanente. Sea desde su propia práctica, sea por la de otros pueblos. Bajo las lecciones que aporta cada ensayo insurreccional, cada destitución, es más radical en sus métodos, consignas y propuestas que la precedente. Antes de enfrentar a Gutiérrez, en Quito, las masas no soñaban con el ¡QSVT! y las asambleas populares. Como en la Argentina, antes de la caída de Mahuad, las mayorías seguían confiando en el ritual de la urna para que su soberanía fuera secuestrada cada cuatro años.

La era de la guerra civil planetaria, en la que está imbuido el poder constituido del imperio estatal del capital, tiene como correlato, ser la era de las sublevaciones del poder constituyente antiestatal de la multitud.

La insurrección quiteña despliega las nuevas formas de las sublevaciones de la multitud. Su cerebro está distribuido por toda la trama social, económica y urbana. Su personificación más radical está en el precariado, los desocupados y el general intellect. Son protestas y revueltas que no separan lo económico de lo político, que se autoconvocan y autoorganizan, que no se dejan representar ni liderar, son hijas de la acción directa y la autonomía, creadoras del contrapoder y el anticapitalismo; personifican, hoy día, la nueva manera de hacer la revolución social.

En el siglo XXI, si bien cada país tiene sus características particulares, hay un hilo rojo, que relaciona a todas las olas del tsunami destituyente latinoamericano. América Central y América del Sur, son los continentes con peor distribución de la riqueza del planeta. La pobreza es estructural, y ronda en promedio, a la mitad de sus pueblos. La forma posfordista del capital es la dominante. La desocupación de millones es permanente y no cíclica. Los precarios son la norma y el empleo estable la excepción. Las deudas externas son impagables, si no es a costa, de honrarlas con los millones de asesinados por el hambre patronal. Todos los presidentes le temen al soberano. Todos traicionan los mandatos por los que fueron elegidos. Los gobernantes son corruptos, mentirosos, y gobiernan por decreto, viviendo en estado de excepción permanente, lo hayan o no declarado legalmente. Las prisiones y las fuerzas antimotines, encarcelan y reprimen, a los que luchan por su dignidad. Eso sí, todo bajo el manto del estado de derecho.

Lucio Gutiérrez subió con el 53 por ciento de los votos y buena parte del moviendo social indígena que lo apoyaba. Dos años después fue expulsado del Palacio de Carondelet. Imaginemos lo que se viene en la Argentina donde Kirchner ganó con el 22 por ciento de los sufragios; mantiene procesado a 4.000 luchadores sociales; tiene más presos políticos que cualquier presidente argentino desde 1983; medio país está en la miseria; el 70 por ciento de los empleos creados el último año son en negro o precarios, no registrados o informales; y todos los conflictos gremiales con mayor margen de autonomía de las directivas de los sindicatos oficialistas y respeto de la democracia asamblearia, fueron del general intellect del trabajador inmaterial, de la economía de los servicios, el cognitariado y el trabajo afectivo: Subterráneos, los aeronáuticos de Lafsa, Telefónicos, los docentes autoconvocados en Salta, y el personal no médico del Hospital Garrahan. Mientras tanto en pleno año electoral, “K”, militariza las luchas sindicales que no puede canalizar con sus amigos de la CGT. Cualquier semejanza con Mesa en Bolivia, Toledo en Perú, Lula en Brasil, y el ya depuesto Gutiérrez en Ecuador, no es pura coincidencia.

En este momento decisivo que vive Ecuador toda la clase política cierra filas contra la multitud. Quieren que, en el peor de los casos, la insurrección se haya devorado a Lucio y con esto termine su apetito de justicia. Para los políticos, los medios, la curia, los organismos de derechos humanos, y las diplomacias mundiales; los que hasta anteayer eran forajidos que iban contra Gutiérrez, y cuando la multitud lo venció, ayer pasaron a ser nobles ciudadanos; si mañana van por más, serán subversivos que atentan contra el estado de derecho, infiltrados y grupúsculos de radicalizados. Así de sátrapa es el poder y todas sus instituciones. Pasa con la velocidad del rayo del ninguneo a la alabanza, y con la misma velocidad se desliza, de la lisonja al asesinato. Pero compañeras y compañeros tengámoslo claro: el estado de partidos y los empresarios, jamás aceptarán que la multitud se autogobierno. En eso les va la vida como Clase. Sino, se acaban sus prebendas y utilidades.

Los medios masivos también son el poder. Los sindicalistas tampoco toleran que se les grite ¡QSVT! de ser así, ellos, ¿a quiénes representarán? Sin fuerza de trabajo cotizada por el dinero, ¿Para qué hace falta gremios? Saben que el asambleismo, la autonomía y el anticapitalismo, está antagónicamente divorciado del verticalismo, el estatismo y el capitalismo. En una comuna con autogestión generalizada ¿Cuál sería el lugar que ocupen en la reproducción social los partidos y el estado? Sino, la del museo en el basurero de la historia.

* Por la unidad de la economía con la política para abolir el capital y disolver el estado.
* Por una red de asambleas, empresas y tierras, que encarne una relación social anticapitalista.
* Por la organización asamblearia del poder constituyente de la multitud.
* Por la república comunal autogestionaria.

21 de abril de 2005.

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico.

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