Jueves 19 de mayo de 2005
Hay más de 5 mil 500 expulsados distribuidos en esa región, Acteal y Takiukum
Los desplazados de Polhó llevan ocho años ‘’resistiendo el hambre y la sed'’
Alimentación y salud, necesidades apremiantes Paramilitares les impiden volver a sus casas
San Pedro Polhó, Chiapas. 18 de mayo. ‘’Aquí los desplazados van a cumplir ocho años desde que salieron de los terrenos de su propiedad por causa de los ejércitos, la seguridad pública y los paramilitares. Durante ocho años aquí están, permanente, y entonces el pueblo desplazado sufre por no tener casa, alimentaciones, medicina. La vida de desplazado es muy dura'’, expresa Andrés Guzmán, presidente del concejo autónomo de San Pedro Polhó.
‘’Estamos viendo que nuestra lucha gana en los corazones del mundo, pero el gobierno (de México) no nos quiere reconocer. Nosotros sabemos reconocer que somos personas, los indígenas que estamos aquí resistiendo'’.
El representante autónomo informa que, además de las comunidades zapatistas pertenecientes al municipio, actualmente sigue habiendo 5 mil 533 desplazados, distribuidos en los seis campamentos de Polhó; más uno en Acteal y otro en Takiukum.
‘’Aquí sufrimos, mientras no queremos dejar nuestra lucha. No rendimos nuestra dignidad. Sabemos que el pueblo indígena tiene un derecho. Pero el mal gobierno se organiza con sus paramilitares que están en las casas de nuestros compañeros desplazados, que no pueden entrar a cultivar el maíz y frijol'’, agrega el presidente autónomo en un cuarto semivacío de la que fue clínica de la Cruz Roja hasta que la institución abandonó el lugar, el año pasado. Y reitera para dejar claro el punto:
‘’El mal gobierno tiene organizados sus ejércitos y paramilitares para que los compañeros no puedan trabajar sus tierras. Aquí estamos, resistiendo el hambre y la sed.'’
En estas laderas, la escasez de agua y alimentos es crónica, y también aguda. “Las familias necesitan maíz y medicinas. Muchos compañeros estamos pasando hambre todos los días”.
Confirma que en días recientes las amenazas contra los zapatistas han sido graves en Tzanembolom y Yaxjemel, donde los paramilitares, solapados por la fuerza pública, mantienen el control de los poblados. Y menciona Acteal (”allí donde están los soldados”), Chimix, La Esperanza y Los Chorros como otros reductos de civiles armados, de filiación priísta, a quienes no se investiga ni mucho menos se castiga.
Respecto de la educación, esa preocupación importante de la autonomía, el presidente del concejo zapatista describe las carencias y limitaciones. “La educación está muy complicada. No hay quien nos eche la mano; faltan útiles para los alumnos y promotores”.
El municipio rebelde cuenta con 24 promotores de educación y sólo cuatro escuelas primarias: centro de Polhó y campamentos seis, siete y ocho.
‘’Podemos enseñar abajo del sol, o de un árbol, pero es mejor si tenemos techo y escuela. La verdad, las ayudas son muy útiles, porque nuestra lucha es por la educación. El mal gobierno no quiere que aprendamos”, acusa.
La escuela secundaria autónoma de la región se localiza en el caracol de Oventic, a la cual podrían asistir, en principio, los muchachos de Polhó. Pero no alcanza el dinero para el transporte. El viaje implica tres transbordos para cubrir el trayecto; éste es un desembolso incosteable para las familias indígenas. Quienes sí acuden al caracol de los Altos son los promotores, cuando se realizan cursos. Gracias a ellos, la actividad escolar no se interrumpe en Polhó y algunos campamentos de desplazados. No obstante, las escuelas siguen siendo insuficientes.
Sin triunfalismo, pero también sin fatalismo, el representante autónomo asume los grandes escollos que la resistencia enfrenta en los rubros de salud, educación, alimentación y producción agrícola. Y concluye:
‘’Nosotros queremos lo mejor para los niños y las niñas. Que sean tomados en cuenta. Que sean reconocidos. Mientras la lucha zapatista vaya caminando por el mundo, esperamos que sigan las solidaridades.'’
La cabecera autónoma de Polhó está bajo sitio permanente, con una instalación militar envolvente que ocupa el borde de la carretera y un gran predio en Majomut, barrio de Polhó donde se localizan los almacenes de la cooperativa Majomut, a la cual ya no pertenecen los caficultores zapatistas, que han creado su propia cooperativa autónoma junto con los de San Andrés Sakam’chen, Santa Catarina y otros municipios rebeldes de los Altos.
Patrullajes, intervención en la vida cotidiana, protección embozada de los civiles armados identificados como paramilitares, y de su usurpación institucionalizada de tierras que legalmente pertenecen a las familias zapatistas pero que, no pocas veces, ya reciben programas gubernamentales que benefician a los ladrones de tierras. Y esto, sin contar las vidas que deben y los animales que se apropiaron hace ocho años.