La alerta zapatista generó otras en sociedad, clero, partidos y academia
En entrevista con La Jornada, Felipe de Jesús Toussaint, Miguel Alvarez y Gonzalo Ituarte alertan del “vacío político” en el país expresado por el EZLN en sus comunicados
Blanche Petrich
La Jornada
La Fogata
Cinco días de junio, cinco comunicados de la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, imprimieron a una amplia franja de activistas relacionados con el conflicto en Chiapas un ritmo de análisis y toma de posiciones acelerado, que, en opinión de Miguel Alvarez, de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz), traslada la alerta roja zapatista a una “alerta civil, eclesial, partidaria, académica”, sectores llamados a velar porque la nueva iniciativa política de los insurgentes no genere una respuesta “de salida violenta, que también pudiera desencadenarse”.
Para Gonzalo Ituarte, superior de la congregación de los dominicos, quien fungió como vicario de la diócesis de San Cristóbal, entre otros cargos cercanos al ahora obispo emérito Samuel Ruiz, el anuncio de una consulta zapatista “desde la enorme capacidad que tienen para ofrecer una mirada profunda y estimular análisis novedosos” permitió sacar el debate nacional de la enfermiza y prematura polémica centrada en las elecciones de 2006 y la lucha por el poder. “Esto nos enraiza en el presente para mirar más allá de 2006 y no seguir patinando en el tema de los futuros candidatos”.
Blanca Isabel Martínez, del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, percibe a su vez un nuevo proceso en maduración, más que el fin de un ciclo que pudiera estar señalado por el desmantelamiento o repliegue de las juntas de buen gobierno y los caracoles de los municipios autónomos. “Esas experiencias dieron elementos de viabilidad, de construcción y ejercicio de los derechos demandados por los indígenas. Creo que se están preparando para otro mo-mento, un salto cualitativo. La alerta roja puede ser una protección del proyecto y de lo que están pensando a futuro.”
En su turno, Felipe Toussaint, coordinador de la Comisión de Apoyo a la Unidad y Reconciliación Comunitaria (Coreco), destaca que “si leemos en paquete los comunicados del EZLN desde la carta al Inter de Milán, en la que ya anuncian que viene un gol, podemos entender que aunque su propuesta va a seguir muy ligada a los procesos indígenas, va a contener un planteamiento no sólo para México, sino para el contexto internacional. Desde que organizaron las convenciones intergalácticas mostraron su fuerte vinculación con el mundo”.
Los cuatro hablan en entrevista colectiva con La Jornada.
Gonzalo Ituarte, quien como párroco en Ocosingo antes del levantamiento fue interlocutor de lo que después serían las comunidades zapatistas, señaló que el decreto de alerta roja hizo temer en un primer momento que el conflicto derivaría en una confrontación armada con el im-pacto consecuente: desplazamientos y situación humanitaria graves. En el transcurso de la semana, señala, “esa advertencia se transformó en estado de alerta, no sólo en lo que va a decir el EZLN, sino hacia una nueva dinámica de transformación social.”
Vacío de poder en el país
A partir de sus análisis, el EZLN -continúa Ituarte- revela “que hay un vacío en el país: los políticos le han hecho el vacío a la política en el sentido de la transformación de la realidad con el patológico adelanto de las elecciones. Esto vacía la política de sus contenidos reales”.
Lo que anuncia la consulta zapatista, reconoce, ” no es una solución negociada, porque ellos siempre entendieron que la transformación no viene de los acuerdos de las cúpulas y las estructuras, sino de lo que se hace en la realidad… no puedo imaginar cómo va a manifestarse esta nueva etapa, pero me queda claro que su acción será desde abajo, desde la fuerza del pueblo.”
-¿Por qué hablan de poner en riesgo lo logrado hasta ahora?
-Porque no son ingenuos; conocen el contexto global. Están apostando mucho porque tienen miradas de largo plazo. Confío en que desde la sociedad, a los políticos y medios no se les ocurra hacerles el vacío después del primer susto. No deben tomarse a la ligera las demandas y necesidades del pueblo. Por el contrario, tienen que ser el eje que dirija la acción y el pensamiento de los políticos.
-Algunas voces militares, empresariales y del gobierno no son muy alentadoras en ese sentido.
-Ha habido expresiones que intentan ridiculizarlos. Eso sería volver a desperdiciar el momento. Evidentemente tendremos diferencias en algunos campos, pero eso no impide que sean un factor político muy importante en México, que convoquen a otros actores, no tanto a sumarse o afiliarse, sino que nos retan a asumir nuestra responsabilidad ante un conflicto al que no se ha dado respuesta, se ha pospuesto y se ha maquillado.
Miguel Alvarez Gándara, quien fungió como secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) en los diálogos de San Andrés, presidida por Ruiz García, destaca que este nuevo salto en la dinámica zapatista constata “su enorme capacidad de irrumpir (en el debate) con una palabra, que no sólo es escuchada, sino que incide en las condiciones, temáticas, correlaciones y referencias políticas” del momento.
Se hace presente que el conflicto armado interno que vive México “no está resuelto, aunque no se exprese en términos de guerra caliente; que el EZLN sigue teniendo un carácter armado y que la estrategia de Estado sigue siendo la operada desde enero de 1994, fundamentada en la autonomía del Ejército para diseñar medidas contrainsurgentes de baja intensidad”.
A partir de los comunicados, Alvarez apunta las dos modalidades que el Estado implementa para Chiapas: “Una, que aplica contenciones y represiones. Otra, que en el contexto imperial -seguridad, terrorismo, narcotráfico- ha encontrado una nueva manera de enfrentar y reprimir ex-presiones de inconformidad, descontento y alternativa. Y cómo esta modalidad llega a Chiapas para abrir otro flanco en el que se pretende atacar.”
Por otra parte, las comunicaciones permiten constatar que hoy no existen, a despecho de los pronunciamientos gubernamentales, condiciones de diálogo y negociación. “No hay nada que considere o ratifique que la contraparte confiable y necesaria para un proceso de negociación sea el gobierno de Fox. Por lo tanto, la mirada se traslada más allá de 2006 y al asunto electoral, sino a la problemática de la clase política de la siguiente etapa del país.”
El tercer componente de los comunicados “señala que no se limita a la problemática indígena”, sino que tiene una visión más de largo plazo, de fondo, “con otras dinámicas y otros movimientos en un cambio mucho más profundo de nación y de Estado.”
-¿Implica eso una alianza con otros movimientos?
-Hoy el EZLN se relanza como un actor en el conflicto estructural, en un proceso en el que no es el único actor; es una lucha mucho más amplia. No están hechas las alianzas, pero está claro que las va a necesitar. No están maduras ni articuladas las luchas sociales, pero hay una reactivación y el EZLN cuenta con ellas. No es un salto al vacío.
“La transición no transitó”
Lo preocupante en esta coyuntura -concluye Alvarez- es el grado de autonomía del Ejército para actuar en momentos en que el EZLN está abriendo una nueva etapa de lucha política, y en la que hay el riesgo de que el Estado no comprenda y quiera abortar este proceso. En el caso de los caracoles, que es una apuesta muy radical, fue inevitable que los dejara crecer. Pero este tránsito a una estrategia nacional es mucho más envolvente. Por eso la alerta roja.
Para Alvarez, la consulta zapatista esta vez se hizo pública y no se mantuvo en la clandestinidad, como muchas otras veces en el pasado, “porque para la decisión política están en juego las posturas y las iniciativas de otros. No es un momento sólo para observar y esperar. La consulta implica que otros actores expresen sus límites, sus voluntades y sus posturas”.
Por su parte, Felipe Toussaint, quien también tuvo en el pasado el cargo de vicario de la diócesis de San Cristóbal, señala que si bien la primera impresión que dio la alerta roja es “que estábamos ante la reactivación de las hostilidades armadas en Chiapas”, esta posibilidad no desaparece. Considera también, desde la perspectiva local, que lo que verdaderamente ponía en riesgo los proyectos de las juntas de buen gobierno y los caracoles es “el cambio político que pueda haber en Chiapas” si tras las elecciones estatales llega al gobierno un grupo político que, a diferencia de Pablo Salazar, ponga fin a “una actitud de cierta condescendencia con los caracoles y municipios autónomos”.
-El primer comunicado de esta serie, “La (imposible) geometría del poder en México”, dio la pauta de lo que vendría, un estado de alerta por la descomposición de la clase política y el fracaso de la transición. ¿Coinciden con este diagnóstico?
Responde Ituarte: “Compartimos una frustración que existe en la sociedad. Esta transición no transitó. Nos quedamos estacionados y hasta echamos reversa en muchos aspectos. Además, se abre la posibilidad a un retroceso muy grave que debe alarmarnos a todos y ponernos en alerta máxima. Por eso es interesante que esta sacudida suceda con suficiente distancia de las elecciones. Los acontecimientos políticos pueden alterar totalmente el momento electoral. Las elecciones ahora están más lejos. Esto nos enraiza en el presente para mirar más allá de 2006 y no seguir patinando y enfermándonos con las elecciones.”
-¿Hay indicios de hostilidad armada en las comunidades para que el EZLN llegara a la conclusión de que este ciclo se agotó y era necesario un nuevo salto?
Blanca Martínez: “Nos preocupan algunos actores que pudieran, desde su interpretación, ver una amenaza en el nuevo proyecto zapatista. Por ejemplo, el Ejército y los paramilitares. No se entiende bien, por ejemplo, el levantamiento de algunos campamentos militares: si es un signo de paz o un reposicionamiento de carácter militar. Es conocido que hay una agenda de impunidad de los paramilitares que siguen activos en el terreno. Hay bandas delincuenciales que han sido organizadas en la lógica contrainsurgente para hostigar al movimiento zapatista y otras organizaciones civiles”.
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Marcos deja las armas, no la guerra
Álvaro Delgado
Proceso
La Fogata
No extraña la descalificación automática de quienes repugnan desde todos los sectores, particularmente desde la extrema derecha, al subcomandante Marcos por los recientes comunicados mediante los cuales se introdujo otra vez en el debate nacional, pero es lamentable que la izquierda partidista anteponga el enojo al análisis sólo por el símil entre Andrés Manuel López Obrador y Carlos Salinas.
Y es la izquierda, que irreflexivamente y aun antes del combate ya se ve en la Presidencia de la República, la que debe estar preocupada por las señales de Marcos, no tanto por la comparación entre esos dos personajes, sino porque el guerrillero deja ver lo que, se prevé, será un movimiento político en medio de una lucha electoral descompuesta.
En efecto, el mensaje de Marcos parece complejo, pero en realidad es muy sencillo: en los comunicados hay dos posiciones rotundas, una de las cuales es inamovible –pintar su raya ante todas las fuerzas políticas tradicionales, entre ellas la que ha articulado López Obrador–, y la otra está en proceso de legitimación entre quienes, desde hace un cuarto de siglo, optaron por la vía armada.
Esta última es clave: Marcos ha tomado la decisión de incorporarse a la lucha política para articular un movimiento de mexicanos que rechazan la putrefacta política actual y que, estando dispersos, implican para la sociedad un riesgo inclusive mayor que la propia guerrilla y su capacidad bélica circunscrita a una región geográfica de Chiapas: la desesperanza.
Suele olvidarse que México padece una extendida pobreza superior a la mitad de su población y que, tanto en las zonas rurales como urbanas, la cancelación de oportunidades ha creado un fermento que, de no contrarrestarse, hará explosión con consecuencias adversas para todos.
De hecho, ese proceso está en marcha con cientos, miles de mexicanos envenenados por las drogas y enganchados por las bandas criminales, pero también la impotencia de muchos para lograr una transformación verdadera a través de la confrontación violenta, que no es admisible porque implica el derramamiento de sangre a manos de los cuerpos represivos.
El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) de los zapatistas, según el comunicado de Marcos, fechado el 20 de junio, anuncia que ha hecho una evaluación de la situación nacional, que obviamente corresponde al primero de los tres recientes comunicados –el que se hizo famoso por el símil AMLO-Salinas–, y que ha tomado la decisión de hacer una propuesta que es importante no perder de vista:
Marcos informa que ha propuesto a sus bases de apoyo un “nuevo paso” en la lucha que, públicamente, inició el 1 de enero de 1994. “Un paso –advierte– que implica, entre otras cosas, arriesgarse a perder lo mucho o poco que se ha logrado, y que se agudicen la persecución y el hostigamiento contra las comunidades zapatistas.”
Justo al escribir estas líneas, el mediodía de este jueves, se hizo público el cuarto comunicado de Marcos, en el que es todavía más claro respecto de la nueva decisión. Aclara, a quienes no habían entendido, que no habrá ofensivas bélicas, sino la ratificación del mensaje de los comunicados anteriores: una convocatoria para darle forma a un movimiento estrictamente político.
Si las fuerzas políticas tradicionales, incluida la que encabeza López Obrador, se han corrido al “centro”, como escribió, el movimiento que sugiere Marcos deberá ser de izquierda, que incluye no sólo al zapatismo indígena, sino a sectores que no tienen cabida en ninguna de ellas y están dispersas en todo el territorio nacional.
Por eso menciona a jóvenes, obreros, campesinos, maestros, homosexuales, lesbianas, transexuales, transgenéricos y “cada quien su modo”, a intelectuales, científicos, artistas, entre otros sectores que quieran participar en “otra cosa”, se entiende que las estructuras tradicionales. Y así lo dice:
“…Quienes encuentren en su corazón un eco, así sea pequeño, de nuestra nueva palabra y se sientan llamados por el camino, el paso, el ritmo, la compañía y el destino que hayamos elegido, tal vez decidan renovar su apoyo (o participar directamente)… sabiendo que será ‘otra cosa’. Así, sin engaños, sin dobleces, sin hipocresías, sin mentiras.”
La razón para la nueva estrategia es muy clara: “No podemos permanecer pasivos, contemplando nada más cómo una banda de rufianes despoja a nuestra patria de todo lo que la hacía ser y ser a todos: la dignidad.”
En la “hora sexta”, en junio, lo previsible es que Marcos dé a conocer una nueva Declaración de la Selva Lacandona, mediante la cual anuncie la decisión, ya legitimada en la consulta, de dejar las armas, pero no la guerra de las ideas, que será justamente el elemento articulador de este movimiento de izquierda contrapuesto a todas las fuerzas políticas de “centro”.
Y en este sentido, era fundamental el deslinde de Marcos y los mandos del EZLN respecto López Obrador, quien tendrá un acicate más en su empeño por llegar a la Presidencia. Y no porque los guerrilleros busquen formar un partido político para obtener candidaturas y cargos, sino para evitar que, en efecto, “una banda de rufianes” continúe en la impunidad.
Por eso Marcos juega con la despedida, que para unos sí será, y aclara: “Aunque para otros será lo que es en realidad, es decir, una promesa… Porque ya se alcanza a ver lo que falta…”.
Así, Marcos y el EZLN, y lo que se busca crear, encontrarán un contexto muy distinto al de 1994 y aun al de 2001, cuando salieron de su territorio hacia la Ciudad de México para hablar desde la tribuna del Congreso, pero lo menos recomendable es no tomar en serio esta decisión, se esté de acuerdo o no con ella y sus promotores.
Marcos dará muchas noticias…