Comunicado guerrillero nro. 2 del Comando Popular Revolucionario “La patria es primero” (Guerrero)

19.Jul.05    Análisis y Noticias

México: Comunicado guerrillero nro. 2 del Comando Popular Revolucionario “La patria es primero” (Guerrero)

x CPR-LPEP - [ 19.07.05 ] La Haine

No ocultamos nuestra filiación. Nos declaramos luchadores por el socialismo

Al pueblo de Guerrero:

A los pueblos de México, Latinoamérica y el Mundo:

A las organizaciones democráticas y revolucionarias:

LAS CUENTAS

28 de junio de 2005.

Junto al fogón estaban los representantes de nuestros pueblos. Antes de salir el sol habían partido a buscar la leña, regresaron con ella, acomodaron el metate y ahora una comisión martajaba lo necesario para echar las tortillas.

Otra comisión agregó una marca más en el calendario, y hacía las cuentas.

Tres mil seiscientos cincuenta y tres ocasiones el sol había salido, tres mil seiscientos cincuenta y dos veces el sol se había guardado. Y la justicia no llegó. Tampoco en este caso.

Tres mil seiscientos cincuenta y dos días en los que las familias de Gregorio Analco, José Rebolledo, Fabián Gallardo, Florente Rafael, Amado Sánchez, Climaco Martínez, Simplicio Martínez, Francisco Blanco, Paz Hernández, Victorio Flores, Mario Pineda, Daniel López, Tomás Porfirio, Heleodoro López, Anacleto Ahuhueteco, Francisco Rogel y Efraín Vargas se habían convertido en familias de niñas y niños sin padres, madres y padres sin hijos, mujeres sin esposos.

Tres mil seiscientos cincuenta y dos días que los pueblos hacen vivir a los suyos con el recuerdo porque balas asesinas los hicieron morir en la materia.

Tres mil seiscientos cincuenta y dos días en que los poderes judicial, ejecutivo y legislativo, en el ámbito estatal y federal, hicieron caso omiso a los reclamos de justicia como premisa de paz.

Tres mil seiscientos cincuenta y dos días en que los autores intelectuales de la masacre de Aguas Blancas gozan de total impunidad.

Veintitrés mil trescientos ochenta y tres veces salió el sol, y veintitrés mil trescientos ochenta y dos veces se ocultó desde aquel sábado veintiuno de junio de mil novecientos cuarenta y uno para los obreros de la Cooperativa de Vestuario y Equipo en la ciudad de México.

Diecinueve mil ochocientos tres veces salió el sol, y diecinueve mil ochocientos dos veces se ocultó desde aquel martes 10 de abril de mil novecientos cincuenta y uno para los mineros de Nueva Rosita, Cloete y Palau asesinados en la Ciudad de México .

Diecinueve mil cuatrocientos dieciséis veces salió el sol, y diecinueve mil cuatrocientos quince veces se ocultó desde aquel jueves primero de mayo de mil novecientos cincuenta y dos para los militantes del Partido Comunista Mexicano y del Partido Obrero Campesino Mexicano asesinados en la Ciudad de México .

Diecisiete mil ochocientos diez veces salió el sol, y diecisiete mil ochocientas nueve veces se ocultó desde aquel domingo veintitrés de septiembre de mil novecientos cincuenta y seis cuando el ejército mexicano toma las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional.

Dieciséis mil doscientos cincuenta y una veces salió el sol, y dieciséis mil doscientos cincuenta veces se ocultó desde aquel viernes treinta de diciembre de mil novecientos sesenta cuando los Cívicos son masacrados en Chilpancingo, Guerrero .

Quince mil setecientos cuarenta y dos veces salió el sol, y quince mil setecientos cuarenta veces se ocultó desde aquel miércoles veintitrés de mayo de mil novecientos sesenta y dos cuando asesinaron a Rubén Jaramillo y su familia en el estado de Morelos .

Quince mil quinientos veintiún veces salió el sol y quince mil quinientos veinte se ocultó desde aquel domingo treinta de diciembre de mil novecientos sesenta y dos cuando los cívicos nuevamente son masacrados en Iguala, Guerrero .

Catorce mil quinientos cincuenta y siete veces salió el sol y catorce mil quinientas cincuenta y seis veces se ocultó desde aquel viernes veinte de agosto de mil novecientos sesenta y cinco, cuando el movimiento médico fue salvajemente reprimido, instalaciones médicas tomadas y cientos de trabajadores despedidos en la Ciudad de México .

Catorce mil quinientos veintitrés veces salió el sol, y catorce mil quinientos veintidós veces se ocultó desde aquel jueves veintitrés de septiembre de mil novecientos sesenta y cinco en Madera, Chihuahua.

Catorce mil doscientos cuatro veces salió el sol, y catorce mil doscientos tres veces se ocultó desde aquel lunes ocho de agosto de mil novecientos sesenta y seis cuando el ejército mexicano tomó a sangre y fuego las instalaciones de la Universidad Nicolaíta en Michoacán.

Trece mil novecientos veintiún veces salió el sol, y trece mil novecientos veinte veces se ocultó desde aquel jueves dieciocho de mayo de mil novecientos sesenta y siete cuando es reprimida una manifestación en Atoyac, Guerrero.

Trece mil ochocientos veintisiete veces salió el sol, y trece mil ochocientos veintiséis se ocultó desde aquel domingo veinte de agosto de mil novecientos sesenta y siete cuando asesinaron copreros en Acapulco, Guerrero.

Trece mil cuatrocientos dieciocho veces salió el sol, y trece mil cuatrocientas veces se ocultó desde aquel martes dos de octubre de mil novecientos sesenta y ocho cuando son emboscados y arteramente masacrados estudiantes en Tlatelolco, Distrito Federal.

Doce mil cuatrocientos treinta y siete veces salió el sol, y doce mil cuatrocientos treinta y seis veces se ocultó desde aquel jueves diez de junio de mil novecientos setenta y uno cuando también son emboscados y masacrados estudiantes en San Cosme, Distrito Federal.

Dos mil setecientos cuarenta y cinco veces salió el sol, y dos mil setecientos cuarenta y cuatro veces se ocultó desde aquel lunes veintidós de diciembre de mil novecientos noventa y siete cuando son vil y cruelmente asesinados indígenas en Acteal, Chiapas.

Dos mil quinientos setenta y ocho veces salió el sol, y dos mil quinientos setenta y siete veces se ocultó desde aquel domingo siete de junio de mil novecientos noventa y ocho cuando son asesinados campesinos y guerrilleros en El Charco, Guerrero.

Dos mil quinientos setenta y cinco veces salió el sol, y dos mil setecientos setenta y cuatro veces se ocultó desde aquel miércoles diez de junio de mil novecientos noventa y ocho cuando son asesinados y posteriormente vejados campesinos en El Bosque, Chiapas.

Mil doscientos setenta y un veces salió el sol, y mil doscientos setenta se ocultó desde aquel viernes cuatro de enero del año dos mil dos cuando se designo al fiscal que investigaría y llevaría ante la justicia a los responsables de la guerra sucia y el genocidio contra el pueblo pobre mexicano.

Haciendo uso de los refranes mexicanos, diremos que los mencionados son botones de muestra numérica.

Tantas veces salió el sol, y tantas se ocultó, que las multiplicamos por el dolor de las víctimas y las potenciamos por la rabia que genera la injusticia, de tal forma que el resultado es la voluntad infinita por construir aquí y ahora los otros mundos posibles que los pueblos deseamos.

EL MANDATO

Hacer las cuentas, martajar la masa, echar las tortillas, comer un taco, saludar a los representantes de los pueblos fue un sólo rito, un sólo acto. Así colectivo, cordial, efusivo, trascendente.

No fue fácil pasar desapercibidos para los ajenos a nuestro proceso. Seguramente no fuimos absolutamente desapercibidos. Pero ahí, así, juntos, dialogando se fueron escuchando las voces que hacían un recuento de los agravios, voces que insistían en la necesidad de justicia como parte del mundo que estamos construyendo. Voces que eran evidencia del coraje que generan los hechos: los autores intelectuales de Aguas Blancas están siendo protegidos desde las altas esferas del poder; los responsables de las masacres de El Charco, de El Bosque y de Acteal siguen impunes; Nassar Haro, Quiroz Hermosillo y Acosta Chaparro simulan sanción cuando en realidad están siendo resguardados y protegidos en cómodas instalaciones gubernamentales; Echeverría y Moya Palencia, si son juzgados, irán a su casa tranquilamente con el pretexto de la edad. Eso sin contar con las decisiones judiciales respecto a los principales delincuentes financieros.

Y en ese diálogo se valoraron las diferentes posibilidades; se tomó en cuenta que no es lo mismo afectar una propiedad que una vida. Y prevaleció el criterio de que los mundos otros que construimos también incluyen la justicia. Y se retomó el Código Penal Revolucionario, ese que materializa una de las Leyes Revolucionarias que promovió el compañero Lucio Cabañas, ese que ha sido tan poco utilizado porque ante las faltas a las normas de convivencia, priorizamos la restitución del daño por sobre la sanción. Ese que a lo largo de las décadas hemos venido construyendo con las comunidades y seguiremos perfeccionando conforme avance la reorganización social de que estamos siendo parte.

José Rubén Robles Catalán no sólo fue uno de los responsables de la masacre de Aguas Blancas. También fue responsable de otros crímenes perpetrados contra opositores políticos, periodistas, funcionarios y enemigos personales. Su carrera política siempre estuvo fincada en la amenaza, la corrupción la complicidad y el crimen. Fue una típica carrera de los serviles al poder, de los que se despojan de todo escrúpulo para hacer fortuna y alcanzar renombre. No fue casual que el viejo Figueroa Figueroa lo incorporase a su equipo para colaborar activamente en la guerra sucia contra la guerrilla y contra los movimientos sociales y populares. Tampoco fue casualidad que Figueroa Alcocer lo hiciera secretario general de su gobierno.

José Rubén Robles Catalán fue el clásico político corrupto y represivo del sistema político mexicano y, en particular, del priísmo figueroísta caciquil en el estado de Guerrero. A lo largo de su carrera construyó una amplia red de complicidades, dentro y fuera del gobierno, con base en la cual operó contra la oposición y la insurgencia, y sirvió eficazmente a la oligarquía local y al narcotráfico. Después de la masacre de Aguas Blancas el gobierno le concedió una cómoda y discreta notaría pública, desde la que siguió operando.

No por nada su muerte estremeció a toda la clase política guerrerense y al sector empresarial, al Acapulco Dorado, al Acapulco Diamante (asiento de los Fernández de Ceballos, de los Salinas de Gortari, de extranjeros y nacionales oligarcas que con sus esquelas y sus lágrimas refrendaron sus complicidades) y a uno que otro perredista autoexiliado en estos sureños, suelos movilizando a todos los cuerpos represivos.

Es así como se delega en nuestro Comando Popular Revolucionario “La Patria Es Primero” (CPR-LPEP) la responsabilidad para el cumplimiento de la sanción y para informar a los pueblos de Guerrero, de México, de Latinoamérica y del Mundo de las razones que sustentan este acto.

Siendo las ocho horas con treinta y ocho minutos de la mañana del día seis de julio del año en curso, fue ejecutada la condena y pasado por las armas José Rubén Robles Catalán y aniquilada la resistencia de su escolta.

EL ORIGEN Y LA IDENTIDAD

Dice un paisano de Saramago que hay varias formas de producir la no existencia. Eso hicieron la mayoría de los colonizadores europeos con nuestras culturas originarias, eso quisieron seguir haciendo los liberales con los pueblos indígenas, eso hacen ahora los neoliberales con sus distintos, con los pobres, los indios, los trabajadores, los homosexuales, los desempleados, los obreros, los habitantes de barrios marginales en las ciudades, las mujeres, la gente de las calles. Para ellos no cuentan “…ni los negros…”

Y eso quieren hacer ahora con nosotros.

Dicen que no existimos porque el nombre de nuestro Comando no figura en ningún registro periodístico ni en informes elaborados por corporaciones de seguridad e inteligencia.

Rubén Figueroa niega enfáticamente nuestra existencia mientras exige a su empleado que le brinde más protección. Y, por si las dudas, desiste de acudir al lugar del velorio de su cómplice. El miedo no anda…

La PGJE, la Coparmex, la Concamin, la Concanaco, los perredistas aliados de Ahumada y hasta el arzobispo de Acapulco prefieren cerrar los ojos y hacer como que dudan. Zeferino Torreblanca, empleado del figueroísmo, revisa los comunicados, los desplegados, las formas en que se escriben y se dicen otras organizaciones político-militares para descubrir el posible vínculo de nosotros con otras organizaciones democrático-revolucionarias.

Pero que coincidencia. Los que dudan de nuestra existencia son los que tradicionalmente se colocan en la parte de arriba de la sociedad. Son los que se montan en los demás para alcanzar sus fines personales, egoístas, explotadores. Son los poderosos y sus empleados. Son los que hacen negocio con los monopolios televisivos para enriquecerse más con sus festivales venidos a menos; son aquellos que promueven el estado de Guerrero como paraíso del turismo sexual y mueven sus piezas pederastas a puestos como subsecretarías de seguridad pública federal; son aquellos que se vinculan con las redes del narcotráfico.

Niegan nuestra existencia porque somos una evidencia más de que a los revolucionarios no nos controlan, no nos sujetan, no nos someten.

Somos una evidencia más de que no caemos en la trampa de los gobiernos “de izquierda” que tienen como propósito cooptar, frenar, destruir la inconformidad y la organización popular y revolucionaria.

Pero el pueblo pobre, trabajador, indígena, negro, discriminado, sabe de nuestra existencia porque nuestras filas están nutridas con la diversidad social que caracteriza esta región.

Hemos percibido que hay gente honesta, luchadora, de izquierda, informadores desconcertados, que quiere saber un poco más de nosotros y de nuestras metas. Entonces volvemos los ojos y nuestra alma al pasado. Afortunadamente no nos ocurre como al ángel de Klee que tiene “los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas”. Nosotros nada más tenemos un ojo desorbitado por mirar y sentir lo que han querido hacer con nosotros. El otro está sereno porque puede mirar lo que hemos logrado resistir, remontar y construir.

Pues bien, nuestro origen es diverso. Cuentan nuestros viejos que una parte de nosotros surgió de la unión de las hojas de dos árboles que, siendo arrastradas por la corriente de un manantial, se unieron y dieron origen a nuestros pueblos. Eso fue ocurriendo ahí donde la tierra se acerca más a los cielos, donde los árboles estiran sus ramas para alcanzar la nubes, donde las aves despliegan sus cantos. Claro, ahí hay muchos manantiales y muchas hojas uniéndose, por eso muchos pueblos tenemos origen parecido.

Otra parte nuestra tiene su origen más lejano cuando los antepasados salieron de las cuevas donde habían sido creados por los dioses.

Otra parte tiene su origen más allá del Atlántico. Vinieron… No, en realidad no vinieron, los trajeron desde el oeste africano. Los cazaban vivos como animales, los acomodaban en los barcos, navegaban muchos días y muchas noches. A los que llegaban vivos los vendían como si fueran cosas o animales. Niñas, niños, mujeres y hombres era comprados para ponerlos a trabajar como esclavos. Desde entonces hubo resistencia y rebeliones. Quizá una de las más conocidas haya sido allí del otro lado de la cintura de México, casi casi frente al Golfo de México.

Otra parte tiene su origen más lejos y más cerca. Más lejos de los manantiales y de las cuevas, pero más cerca de África. Vinieron desde el altiplano mesoamericano, extendiendo su cultura.

Pero haber salido de las cuevas, haber surgido de la unión de las hojas, venir del altiplano mesoamericano o haber sido traídos de África no fue problema. Después de todo la naturaleza contribuía con su parte para que teniendo lenguas y prácticas diferentes pudiéramos estar juntos, entendernos y construir un nosotros propio. Aprendimos que en esta región del mundo somos muchos, somos diferentes y podemos vivir juntos, en paz y en colaboración.

Pero llegaron otros pueblos. Algunos también venían del otro lado del Atlántico, pero más al norte. Y practicaron y promovieron el abuso, el despojo, la más brutal discriminación. Y nos dispusimos a resistir. Seguramente muchos saben que durante la Independencia, la Colonia y la Revolución aquí estuvimos luchando por sostener nuestra decisión de seguir conviviendo sobre la base del reconocimiento y el respeto.

Pero en México se asentó y se extendió un sistema que explota, que domina y que elimina al que es distinto.

Y en estas regiones decidimos mantener nuestra resistencia y nuestra lucha en diferentes planos. Hemos dado y seguimos dando luchas por defender nuestros recursos, nuestros derechos y nuestras vidas.

Cercano en la historia están los ejemplos de los profesores Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, de quienes aprendimos bastante sobre cómo luchar. Pero hay otras historias que nuestros pueblos han protagonizado, que no necesariamente han sido armadas y en la que también nos hemos formado.

Sin embargo hay algo que no podemos dejar de mencionar. Por esa conducta rebelde que hemos sostenido, estamos viviendo una oscura noche de represión, sistemática, cruel, sanguinaria. Noche tricolor primero, amarilla por ahora.

Más de mil vidas nos ha costado. Y muchas horas, muchos días, meses y décadas de vivir enfrentando y resistiendo el terrorismo de Estado, de Guerra Sucia. Esa experiencia es la que nos ha permitido develar el discurso hipócrita de los gobernantes, de las instituciones cuando afirman que en México no existe la pena de muerte, que prevalece el “Estado de derecho”, la “normalidad democrática”.

A eso le respondemos ¡¡¡¡¡MENTIRA!!!!!. El “Estado de derecho” y la “normalidad democrática” son una ficción. La pena de muerte existe y se administra discrecionalmente por los poderosos, por los dominantes, por los ricos.

¿Acaso no fue pena de muerte la que se aplicó en El Bosque, en El Charco, en Aguas Blancas, en Agua Fría, en Tlatelolco, en San Cosme, en la plaza de Atoyac, en Iguala, en Acapulco?

¿Acaso no fue pena de muerte lo aplicado a Pável González, a Digna Ochoa, a Joel Arriaga, a Enrique Cabrera?

¿Acaso no es pena de muerte la que se aplica contra las mujeres pobres, trabajadoras en Ciudad Juárez, Chihuahua?

¿Acaso no es pena de muerte la aplicada bajo las órdenes de Robles Catalán a más de trescientos perredistas en el estado de Guerrero durante su paso por la procuraduría de justicia y la secretaría general de gobierno?

¿Acaso no es pena de muerte la que se sigue aplicando en la sierra de Petatlán, en Tierra Caliente, en Coyuca de Benítez y en Atoyac de Álvarez?

Entonces el Comando Popular Revolucionario “La Patria Es Primero” (CPR-LPEP) es una instancia que nuestro pueblo se da para resistir la embestida del sistema, de sus instituciones y de sus hombres.

El Comando Popular Revolucionario “La Patria Es Primero” (CPR-LPEP) es una instancia que nuestro pueblo se da para resistir a la explotación despiadada de los hombres y las mujeres, a la destrucción irracional de la naturaleza, a la destrucción de los distintos.

Pero ya no nos limitamos a resistir. Somos un contingente más en el esfuerzo por construir otros mundos posibles. Contingente construido con base en el esfuerzo propio, pero no alejado de los demás procesos revolucionarios. Es más, compartimos la postura de que en esta hora de la Patria se requiere conjugar las voluntades y los esfuerzos para cambiar el rumbo que los neoliberales nos han impuesto.

Saludamos y respaldamos las iniciativas propuestas por diferentes organizaciones y procesos de articular un amplio movimiento popular para imprimir un nuevo sentido al destino de la nación mexicana. Articulación que sólo será realidad si hay diálogo, si hay escucha y si hay acuerdos. Articulación que no será si alguna organización pretende convertirse en la única alternativa.

Y si alguna organización, algún proceso, algún frente deciden marchar solos, lo lamentamos, pero también saludaremos, respetaremos y respaldaremos sus esfuerzos. Después de todo, el tomar conciencia de las responsabilidades políticas y comenzar la lucha en TODOS los niveles por la democratización de TODAS las organizaciones e instituciones, seguramente también atraviesa por esos momentos.

Saludamos, respaldamos y respetamos también los esfuerzos de las demás organizaciones político-militares que por sus propias razones han optado por el silencio.

Para nosotros, y parece que compartimos esta idea con otras agrupaciones, las armas no son LA forma de hacer política. Las armas son el último recurso al que hemos acudido para defender nuestra vida y la posibilidad de seguir produciendo y reproduciéndola. La experiencia ha demostrado que las “leyes” de amnistía, las “leyes” para el diálogo, las demás “leyes” similares y las palabras presidenciales de “ponerse a las órdenes del señor…” no detienen la represión armada del ejército, de las policías, de los paramilitares, de las guardias blancas, de lo pistoleros. Por eso, puede ser que las armas en manos del pueblo sean necesarias mientras persista la intención de los poderosos, y de sus empleados, de destruirnos materialmente. No estamos entonces ante el principio del final, pero sí posiblemente ante el final de un principio.

Nuestra forma de hacer política es la reorganización de la forma de relacionarnos entre nosotros como personas, como pueblos y como comunidades. A eso estamos abocados, a unir democráticamente los objetivos y las voluntades de los pueblos y las comunidades desde abajo. La verdad de nuestra causa se ha ido conformando desde la pobreza, la represión y la injusticia que padecemos.

Y una acción como la realizada el pasado seis de julio en Acapulco se inscribe en ese mismo proceso, pero particularmente en el restablecimiento de la verdad histórica, en poner un alto a la impunidad y en la aplicación de justicia. Verdad histórica que haga visible la explotación, el dominio, la exclusión, la miseria, el olvido y la represión a la que fuimos condenados. Alto a la impunidad que insulta la dignidad y la razón del pueblo. Justicia como resultado de la potestas alternativa que nuestro pueblo construye y asume.

La gobernabilidad y la estabilidad, en las condiciones políticas presentes, resulta ser la forma en que los poderosos, los de arriba, le llaman a la obediencia, al sometimiento, al conformismo, a la humillación, a la lambisconería, a las complicidades. Por eso en Guerrero ahora se puso de moda el llamado a garantizar la gobernabilidad y el decirse víctimas de intentos por desestabilizar al gobierno. Y no dudamos que en los próximos meses tal llamado se extienda por todo el país.

LOS PRÓXIMOS MESES Y ¿EL FUTURO?

En el horizonte del pueblo mexicano hay al menos dos campañas: la “electoral” y “la otra campaña”.

En la campaña electoral para la presidencia de la república se avizora un canibalismo de cúpulas donde las necesidades e intereses del pueblo no están presentes. Madrazo pretende eliminar al TUCOM, éste quiere eliminar a aquel, ambos quieren eliminar a la Gordillo. Creel ya eliminó a Barrio, ahora trata de eliminar a Cárdenas y a Calderón. Estos últimos tratan de eliminar a Creel y eliminarse entre sí. López Obrador elimina a Cárdenas de la contienda interna de su partido. Cárdenas trata de eliminar a López Obrador de la “izquierda”. Pena da leer a Batres tratando de argumentar los méritos de su jefe para situarlo en la “izquierda” y defendiendo a Marcelo (en realidad al grupo de Camacho y sus tratos futuristas) para eliminar a Pablo Gómez y de los “errores tácticos” Jesús Ortega. Y todo esto reproducido hacia abajo (según su óptica) en las pugnas por ocupar los demás puestos de “elección popular”.

En “la otra campaña” no sabemos que pasará porque no somos adivinos. Le deseamos éxito porque representa un forma de organización y participación del pueblo, de los de abajo, de los excluidos, de los oprimidos. Lo dijimos antes y reafirmamos aquí: respaldaremos sus esfuerzos y pugnaremos porque se genere un diálogo fraterno, constructivo, leal. Respaldaremos sus esfuerzos y sumaremos los nuestros concientes de que entre compañeros no hay relaciones de dominación y de subordinación, sino de reconocimiento mutuo.

Con este mismo entendido respaldaremos los diversos esfuerzos que a lo largo del país existen. Respaldaremos hasta donde nuestras fuerzas, pocas o muchas, pero siempre potenciables, alcancen.

Mientras tanto no ocultamos nuestra filiación. Nos declaramos luchadores por el socialismo.

Un socialismo asumido, no impuesto; libertario, no dogmático; americano, no importado; determinado, no utópico.

Un socialismo que se caracterice porque sus logros tengan como premisa: la dignidad, la libertad y la soberanía de los mexicanos como nación.

Un socialismo que sea sistema, pero no doctrina o filiación única.

Un socialismo que base su relación con las naciones americanas (y no solamente las latinas) y del mundo en el respeto, la colaboración y la no intervención en asuntos internos. Que no nos pase como en otros lugares o en otros momentos donde y cuando «las distintas “culturas nacionales” … se dan la espalda unas a otras».

Esa es nuestra propuesta.

Mientras el pueblo mexicano la conoce y la discute compartimos la lucha hoy por:

Paz con dignidad y justicia.

La construcción de un Poder popular.

Conformar una Nación distinta que se exprese en una Constitución distinta.

Transformar para mejorar las condiciones de vida del pueblo mexicano.

Reconstruir los espacios productivos, educativos, recreativos, normativos, de nuestra sociedad.

¡Por un modelo de desarrollo digno y justo para México y para la América Nuestra!
¡A combatir la ofensiva imperialista, construyendo y articulando poder popular!
¡¡¡SER PUEBLO, HACER PUEBLO Y ESTAR CON EL PUEBLO!!!

Comando Popular Revolucionario “La patria es primero” (CPR-LPEP)
Estado de Guerrero, a 17 de julio de 2005. Correo electrónico: cpr_lpep@yahoo.com.mx