Gobierno y territorio en la independencia mapuche

22.Ago.05    Análisis y Noticias

Recuperando la memoria histórica

“Pensar el pasado mapuche se hace subversivo si es que de el nos impregnamos de libertad e independencia. ¿Será una expresión simple de milenarismo el relevar el pasado?, ¿se tratará de un juego pajero de intelequia?, ¿Es que el pasado puede convertirse sólo en un refugio para la enajenación, un espacio para quienes escapan al tormento desestructurante del presente? Las discusiones finales sobre el presente tema me hacen al menos darle sentido a la historia, más cuando el presente esta completamente teñido de ella”

Por Pablo MARIMAN (1) / Periódico Azkintuwe

Si, la historia nos llena de identidad cuando hacemos de ella una selección de lo mejor que queremos proyectar en los que vienen, pero la historia también nos llena de atrocidades si es que no queremos pasar por tontos ante ella y nuestros descendientes. No hay nada que envidiar al far west, al holocausto judío, menos al drama de Bosnia y al del pueblo Palestino (cuántos ejemplos más y peores no hay en el mundo…). Mejor aprendámosla, encarémosla, de ello depende entender y superar muchos traumas, especialmente en quienes dicen que los mapuche siempre hemos sido parte del Estado, o bien, que no hay nada más a que optar. Verguenza ajena da escuchar el pobre argumento de gentes y/o representantes políticos chilenos con los que comparto espacios de discusión y oír su silencio al verificar que nada de lo que sabían (y no sabían) era verídico. Si no me entienden, entonces que se apague la luz, que se adelanten los créditos y observemos lo que una caravana de militares y científicos argentinos van encontrando a la zaga del paso triunfante del ejército de “la conquista del desierto”.

Allí estaba el sitio buscado. A medida que nos acercábamos leía en los indicios del suelo la escena siniestra que seis meses antes tuviera lugar allí mismo. El terreno revelaba que fue entonces un inmenso pantano. Los innumerables hoyos de las pisadas de los caballos eran profundos, y las huellas iban y venían como signos evidentes de una carrera dificultosa y de una lucha encarnizada, caballos muertos, con su piel casi intacta todavía, lanzas rotas, aperos, ponchos y cadáveres de indios, todo aparecía aquí y acullá en esparcido desorden.

La contemplación de este cuadro de muerte era pavorosa y repugnante. Los cadáveres de los indios estaban aún en descomposición y la mayor parte tenía aún la carne adherida a los huesos y algunos conservaban fresca la cabeza, con pelo, y las facciones de la cara casi intactas […] Pero lo que impresionaba extraordinaria y horriblemente, era el estrago causado por las fieras entre las reliquias del campo de batalla. Mientras lo caballos muertos estaban casi intactos, los cuerpos humanos habían sido destrozados por las fieras. Les faltaban los brazos o las piernas, y por doquiera veíamos huesos rotos, cráneos roídos y despojos de un festín abominable, y al propio tiempo las pisadas borradas o recientes del tigre y del puma, que abundan en las sierras y el matorral.

“El correntino Salazar tomó parte en este combate, y había derribado al cacique General, comandante de los indígenas en la acción. Recordaba el excelente tirador del 6° de línea, que el indio había caído cerca de las barrancas del río, de suerte que era imposible no encontrarlo, interesándome vivamente, como sucedía, por su cráneo. Lo hallamos, por fin, y la identidad del cadáver fue en breve establecida por los soldados, deduciéndola del poncho azul con lunares blancos que el gran cacique ostentaba el día de la acción y del pelo colorado del hermoso parejero malacara que General montaba. Caballo y jinete yacían al lado y el poncho deshilachado alrededor. Las fieras habían circulado repetidamente por allí y habían desmembrado el cadáver, llevándose las piernas y los brazos.

Yo saqué el cráneo con seis vértebras lumbares. Es un cráneo de tipo araucano verdadero, por sus formas grotescas, sin simetría, deprimidas o sobresalientes, y por su volumen notable. Conservaba aún la piel de tres milímetros de espesor en los parietales y frontal hasta la fosa nasal, con el pelo entre negro y cano. La putrefacción había respetado esta parte, que permanecía en contacto con la salina, y habiéndolo lavado con alcohol y rociándolo con ácido fénico, pude conservarlo durante todo el viaje, para ofrecerlo mas tarde al estudio de los profesores, como un recuerdo valioso de mis peregrinaciones por el desierto de la patria, que anhelaba conocer, y también como el cráneo del último cacique muerto heroicamente en defensa de su guarida en el más apartado refugio: en la inhabilitable travesía. Vadeamos de nuevo el río y di al lugar el nombre de Paso de General”. (2)

Es cierto, duele leer una descripción tan cinematográfica de un campo de batalla a través de la insensibilidad de un pobre aprendiz de etnólogo que busca coleccionar huesos y artefactos para su museo en la gran ciudad (3) . Pero más duele cuando los cuerpos roídos y esparcidos por aquel sitio, son los de nuestra gente. Así uno entiende que la desconfianza que heredamos hacia el winka no se trata de un simple racismo inherente a la especie humana, de verdad que había algo que el dolor hizo olvidar y que ahora tan habituados a la violencia étnica, podemos captar en su esplendor. La cita nada nos dice sobre sus familias y los bienes, pero hemos de suponer que se dispersaron en el espacio o tuvieron la misma suerte…!!Que suerte¡¡

Duele también saber que ese hecho ocurrido en el puel mapu sólo es una parte de lo sucedido a gran escala sobre el pueblo mapuche y su territorio, donde la constante es la misma, pues al otro lado de la cordillera y casi a orillas del mar y del lago Budi, un cura informaba hacia el 1881 de cómo:

“El padre Fortunato supo después por noticias llegadas de Toltén, que en el Bajo Imperial mucha gente había sido asesinada, incluso los nativos cristianos y los caciques que habían favorecido a los “huincas”. La misión había sido saqueada e incendiada. Pero a pesar de todo la iglesia y algunos otros edificios habían escapado de las llamas. La masacre que los indígenas hicieron entre los chilenos fue grande, pero mayor fue la que, pocos días después, los soldados del Gobierno hicieron entre la población mapuche. Les quemaron todas sus rucas, se llevaron todos sus animales, los despojaron de todo lo que tenían y mataron sin piedad a todos los que cayeron en sus manos, dejando sus cadáveres insepultos. Después de tan lúgubres sucesos, la tranquilidad volvió a La Araucanía, y los misioneros del Bajo Imperial regresaron a su puesto. Toda la región estuvo apestada durante días por la hediondez de los innumerables cadáveres sin sepultar. La causa de este terrible alzamiento había sido la mala conducta de algunos “españoles” (chilenos) vecinos del Bajo Imperial. La misma causa ¡ya tantas veces repetida! […] Después de la fracasada sublevación, muchos caciques estaban dispuestos a aceptar misioneros y hasta los pedían. Las más de las veces lo hacían por razones políticas, pensando que tener misioneros dentro de la propia comarca, era en todo caso un mal menor que tener soldados (4).

¡Qué decir!, los cuerpos hinchados, las rucas quemadas, los animales arreados a corrales ajenos nuevamente son los nuestros. Chile y Argentina saciaban su apetito de territorio (o gula) a costa nuestra y eliminaban a la vez el “conflicto indígena” que imaginaban tenían en su frontera sur, con lemas salpicados de sangre originaria. “Por la razón o la fuerza” reza hasta el día de hoy el escudo nacional, el que soberbio cuelga en los frontis de los colegios de nuestros campos y en los pueblos. Aunque la segunda idea contenida es escalofriante, la primera es simplemente siniestra; así un pueblo artífice de la paz como el mapuche sucumbe ante la maquinaria de guerra winka. Hasta el día de hoy se trata de ocultar este hecho y se reproducen imágenes como la del indio luchador o el pueblo belicoso, por supuesto pasando la boleta a los españoles y librando a la República de todo juicio, condena y responsabilidad en el destino posterior del pueblo mapuche y valla que los tuvo y sigue teniendo.

¿Qué fue lo que destruyeron los emergentes Estados de Chile y Argentina?. Descontinuaron la historia de una nación libre e independiente. Para algunos, especialmente comprometidos con las responsabilidades y los destinos del Estado-Nación, el término nación es un concepto que no nos corresponde pues asocian (y así enseñaron a mi generación en las escuelas bajo la dictadura militar) que nación y Estado son sinónimos, sino aspectos indisolubles de una misma materia. Pero ser nación es contar con creencias particulares, sistemas comunicacionales y simbólicos, historias comunes, territorios, organización socio-política, por último, sentirse parte de algo común que da identidad propia frente a otros grupos humanos.

A través de cada uno de estos elementos podemos detectar el impacto que ha tenido la relación colonial de dominación y dependencia a que nos han llevado los Estados. Esta vez me detendré en lo político-territorial, pues creo que si hay que recuperar el territorio, la lengua, la cultura o la historia, debemos pensar y proyectar nuestra manera de entender el poder y el control territorial que hoy venimos exigiendo, más cuando hablamos de autonomía política-territorial y reivindicamos el derecho a la autodeterminación. Entonces que mejor que activar el play de la memoria y hacer revivir esa parte de nuestra oralidad que como fósil ha estado prisionera entre las hojas de los libros.

El Círculo y la Palabra

Kuifi mai ta pu nulafe itrokom allkutunefui.
Pu mapunche itro fentepun ayikefui ta weupin.
Petu ñi wechelen amukefui tragun meu.
Kiñe lonko kupa tragun ta che werkulnekefui kiñe prom.
Kuifi mai ka pulki kütü mollfuñkulen.
Werken fanten meu traguaimun.
Tragukefuinun paliael. Aflu ta palin nen palife kom che tragukefi ñi weupiael.
Trawal ta che kiñe lonko kizu tañi pu che enu akukei.
Kom pu lonko nakawellkei ka anünagkei ta mapu meu ka tuaikulen anükeinun.
Tufeichi werkükel ka feipikefui ta ñi weupiael ka ñi entuael ta nulam. Tufachi lonko küme elkefui ta kom dunu.
Fei meu mai ta nen tragun chalikefi kom che rantukefuinun ñi chumlen tañi che ka ñi kom weni, ka chem dunu ñi nien ta kom mapu meu, ka ñi chumlen ta ketran.
Chalinechi che oñolkefui ta chalin ka entukefui ñi dunu.
Fei meu mai nen tragun weupikefui ka entukefui ta ñi nulam.
Ka oñolkeidunu chumnechi ñi falin.
Kiñeke rupa kiñeke lonko dunulkei ñi cheu ñi tuun ni mapu.
Pu weupin füta dunulkei, nen lonko chi tragufiel muel doi fuchakefui, fei ta mülefui ta küme nulam.
Kom dunu ta piel ta lonko ñidol kom che kümentukefui.
Kiñeke rupa illkukefuinun ka kewakefuinun.
Kakelu puke lonko ka puke kona enu kawell kulen tuaikefinun cheu ñi anülen ta pu ñidol lonko.
Tragun meu ta dunukelu ta pu ñidol aukan dunun elnekefui ta antü, tunten waiki ñi tukual pu che ka ñi müfü kapitan werkual wi chuke lonko, ta futa aukan meu mai.
Kineke rupa elnekefui tragun antu meu ñidol kapitan, kuifi meu piam ta toki pinefulu.
Deuma aflu ta tragun, tufeichi lonko rapumkefilu ta che, llitulkefui ñi putun ka ñi ilon.

Antes gozaban los ngulafe de un prestigio que ahora no se reconoce.
A los mapuche les gustaban mucho los weupin.
Desde jóvenes asistían a los trawün a oirlos.
Cuando un lonko deseaba tener parlamento, mandaba un werken con el prom (hilo de nudos) donde los otros.
Antiguamente se mandaba, además, una flecha ensangrentada.
El werken citaba para un dia y lugar fijos.
Ordinariamente era para un juego de palin. Cuando la partida concluía, el lonko dueño del juego invitaba para un trawün.
El día del trawün iban llegando por grupos o parcialidades.
Los lonko se desmontaban y parados o sentados en el suelo, formaban un círculo; a veces dos, según el número.
El lonko invitante nombraba al más caracterizado o competente de orador auxiliar. Este censor confirmaba o rectificaba lo que decían los oradores.
En seguida el lonko dueño del trawün comenzaba el saludo individual a los demás: nombraba a sus antepasados y se informaba brevemente de las novedades de los lof, de la salud de la gente, de los animales y siembras. El saludado contestaba lo necesario.
Después el lonko invitante entraba a explicar el objeto de la reunión.
Contestaban otros oradores, por orden de autoridad.
A veces un lonko hacía que contestase un orador de su lugar.
Los discursos resultaba demasiado largos, en particular el del lonko invitante; en eso estaba su belleza.
Se aprobaba lo que proponía el lonko invitante o se discutía.
Solían acalorarse y hasta pelear.
Los kona y parientes de los jefes quedaban a caballo, alrededor del círculo que está sentado.
Cuando el trawün se trataban asuntos de la guerra, se convenía el día de la movilización, el número de lanzas que mandaría cada lonko y se designaban los capitanes de cada sector.
Solía nombrarse un Ñizol capitán, fuera de los otros, el que antiguamente se llamó toki.
Tan pronto como concluían los acuerdos, el lonko invitante daba principio a los agasajos de comida y bebida (5).

Como vemos, para una sociedad basada en la oralidad como la mapuche, la palabra desempeña un papel significativo a la hora de articular como un solo cuerpo a todos los agregados sociales que conforman su mundo. Felipe Reyes describe cómo la búsqueda de acuerdos se alimenta de una serie de modalidades que girarán en torno a un poderoso motor que abrirá espacios a la deliberación más apasionada, de esta manera el palin, la comida, los pentukun y el esplendor de ganar en la palabra acudirán al parto del vital Trawün. Así es, y como allí se dice, “a los mapuche les gustaban mucho los discursos” y no cualquiera estaba en condiciones de articular uno de estos. Un lonko puede ser, si, la autoridad e incluso tener esta cualidad a su favor, pero independientemente de la jefatura el weupife existe y su función obviamente desempeñaba una labor política: su recuerdo, su consejo ayuda a parir los acuerdos.

El poder entre los mapuche sé reviste de una particular estética, el pentukun o saludo individual a cada una de las autoridades que asisten no podía dejar para el improviso la etiqueta que lo envuelve, la delicada preocupación por la situación del invitado, un acoger que se agranda por la distancia, el tiempo y la consanguineidad. Cuando Puelpan, lonko de Panguipulli visita a Painemilla en el Budi, este último emocionado le corresponde con las siguientes palabras.

Welu fachi antü mai niewelan zügu. Kom kümelei tañi pu lonko.
Mülei tañi Nopa Troltren mapu, fentemepeyüm tañi lef kawell, mülemum tañi gülam; mogelei tañi Likankeupü, eleléten tañi Weichakeupù lonko em, ka, mapu meu mületui tañi Pichuñlafi em, kiñeke elürpui tañi pu fochüm.
Yenenéchiko mapu meu mülefui tañi Pormallagka yem: fei mai kiñe elürpui fochüm, monelei tañi Trafollanka.
Ni Rukakura mapu meu mülefui tañi Deumakani em: ka kiñe elí tañi fochüm, monelei tañi Pëlkiani.
Ñi Puyewe mapu meu monelefui ñi Likankura lonko em: kiñe elürpui pu fochüm, monei mai ñi Wirkañamku.
Ñi Malalwe mapu meu monelei ñi Paineñamku lonko.
Ñi Puauchu mapu meu monelefui ñi Lefiñamku em: fei mai kiñeke elüpui pu fochüm, fei mai cuidatunien, wichan mapu.

Hoy, pues, ya no tengo novedad. Están buenos todos mis Lonko.
Está mi tierra Tolten del lado de acá, hasta donde alcanza mi caballo corredor, si hay asunto; está en vida Licanqueupu, a quien me ha dejado mi finado cacique Hueichaqueupu, y bajo la tierra está mi finado Pichuñl’afi, que dejó algunos hijos.
En Yenegéchiko mapu estaba mi finado Pormallanka: éste dejo un hijo, está vivo mi (su) Trafollanca.
En mi Rucacura-mapu estaba mi finado deumacan’i: también dejó un hijo, está vivo mi Pelkian’i.
En mi Puyehue mapu vivía mi cacique Likankura: dejó algunos hijos, vive, pues, mi Wirkañamku.
En mi Malalwe está vivo mi cacique Paineñamku.
En mi Puauchu vivía mi finado Lefiñamku: éste dejó algunos hijos, a éstos tengo bajo mi cuidado, amigo aliado (6).

Si un gobierno se compone de la voluntad de tomar decisiones para arreglar la existencia de todo un conjunto, si además cuenta con la participación de agentes claves en el (lonko, toki, weupife, werken, ñizol kapitan) y si a esto agregamos los respectivos espacios o instancias que ayudan a congregar (juntas, parlamentos, trawun) y los mecanismos para permitirlo (que avisan, confirman, etc.), está claro que el pueblo mapuche contó con su propio estilo de gobierno. La pasión y la mesura son la constante en sus deliberaciones “solían acalorarse y hasta pelear” dicen los relatos antiguos, más cuando el winka anunciaba desde el norte sus pretensiones de entrar definitivamente al wallmapu, entonces el círculo vital del trawun no se hace esperar. Esta vez un gringo nos deja su constancia al describir en plena acción, año de 1854, a uno de los más grandes líderes del siglo 19 Juan Mañil Wenu, el fütra lonko de los Wenteche, esta vez ante la emergencia política de la guerra o la paz.

Me quedé sólo; pasó una hora, y cansado de esperar, me dirigí al lugar donde Mañil estaba. Lo divisé parado arriba de un banco y perorando en un ruedo formado por una multitud de indios a caballo, apretados unos contra otros, que escuchaban con recogimiento. Los dos padres (curas) estaban sentados frente a él. Sus palabras eran acentuadas, su estilo parecía pleno de inspiración. No salmodiaba como el cacique que había escuchado antes. Mañil se expresaba la frente alta y el gesto animado. Decididamente debía ser un orador; por lo menos esa era su reputación entre los suyos […] así termina la primera jornada, el día de la junta, aquella en la cual se juntan todos los hombres convocados. Al día siguiente solamente debían tratarse definitivamente las cuestiones de interés general que figuraban en la convocatoria, y la reunión se llama entonces el día de la parla […] los indios a caballo formaron un gran círculo con varias filas, apretados unos con otros, y en medio se puso Mañil, los caciques importantes, los españoles (chilenos), etc. Varios jefes participaron en la discusión general, que trataba principalmente de las usurpaciones de los españoles. Unos hacían mociones pacíficas, otros eran más violentos: Mañil escuchaba todo, respondía, se calmaba o se animaba según los informes que recibía. La reunión, que se realizaba a pleno sol y justo en medio de la jornada, sin ninguna sombra, duró tres o cuatro horas, y luego todos se separaron.

Mañil dió a conocer los resultados de la junta con las siguientes palabras, resumiendo el sentimiento de la mayoría: “los españoles (chilenos) invaden cada vez más nuestras posesiones; aparte de los que recibimos de buen grado, otros, abusando de la simplicidad o del estado de ebriedad de los nuestros, se hacen conceder inmensas superficies de territorios a cambio de valores insignificantes. Nuestro límite es el Biobio. Habrá que ir entre todos a recuperarlo, sino inmediatamente, por lo menos después de la cosecha; tómense entonces las disposiciones necesarias. El padre, a pesar que lo queremos mucho, haría bien en abandonar igualmente nuestro territorio, pues no queremos que le ocurra una desgracia” (7).

Si un líder es la cabeza de su pueblo y no por nada en mapuchezugu se le denomina genéricamente con el nombre de lonko, este debió tener la delicada sutileza y la pasmante bravura para entretejer los mensajes encomendados de la manera más clara hacia el otro sin herir su susceptibilidad y sin, por eso, dejar de interpretar o manifestar la opinión de sus representados, como vemos en la cita anterior. Estaba bien decirles a los curas en ese momento que no tenían nada que hacer. Ser winka y parte del enemigo que espera al norte del Biobio es motivo suficiente para sacarlos de su mundo….aún así y como alguien lo dirá más tarde en el tiempo “había que ponerse duro sin perder la ternura. Este mismo pasaje es recordado esta vez por un mapuche, Juan Kalfukura, este junto a José Manuel Zuñiga se refieren a mañil wenu relevando su estilo de relación con su gente, así como del tornasol de su newen.

Kom tragun meu ñidol külefui.
Kiñe rupa ta kiñe futra trawün ta mülerkei ta Malven meu ñi oñoldunuam ta tufeichi intenete küpa komfululu ta mapu meu.
Tufachi tragun meu akuyei ta che liwen ka amutui nagna antü.
Mangin itro putrüm dunui. Fei meu feipi: “itro mai, llikantukuneyin ta tralka meu. Küpape, llowafiyin taiñ pu waiki meu, welu umautukilpe enun ta epewun müten”.
Inei no rume Manin reke ta rakiduamkelafui.
Itro kalku che reke llikanekefui ka futa rakiduamfe lle ta ta Manin em.
Newentu wirarkelafui. Kom che ta dunulkefui. (8)

Presidía los trawün de los mapuche.
En un año hubo un fütratrawün al sur de Malven para contestar a un intendente sus amenazas de entrar a la tierra con soldados.
Este trawün duró desde las ocho de la mañana hasta la entrada del sol.
Mangin habló muy largo. Dijo también: “nos amenaza con sus fusiles y cañones. Que venga, lo recibiremos con nuestras lanzas, pero que no se quede dormido al venir el día”.
Nadie pensaba sino como mangin.
Lo creían medio brujo y de pensar muy grande.
No mandaba con imperio. A nadie le negaba el habla. (9)

Vale recordar aquí que otros lonko contemporáneos a Mañil tuvieron un estilo muy distinto a este. Si bien el término despótico nos puede sugerir la imagen de dictadores que exilian o hacen desaparecer a sus pueblos, no dejan de ser menos terribles, aún así hay una lógica en la manera de actuar que a la final significará el derrumbe. Me refiero especialmente al líder nagche Lorenzo Kolipi, quien junto a su sobrino Winka Pinolevi tuvieron que soportar reiterados malones en su contra que los hubieran terminado por acabar, si es que no media el auxilio del ejército chileno con el cual se entendían como aliados desde la guerra contra España que sostuvieron los criollos para fundar la República.

El Círculo, la Palabra y el Winka

Liderazgos, estilos, procedimientos, costumbres y cuanto rodea al poder también están presentes entre los mapuche del Puel mapu, y como observaremos en lo que detalla la descripción de un militar argentino, el coronel Mancilla que tenía como misión política de su gobierno en 1869 apaciguar a los Rankülche, para aislar política y militarmente al gran Kallfukura, sólo nos demuestra que la cordillera con sus volcanes y lagos nunca fue una frontera para el mapuche. Así también dan testimonio de cómo las similitudes del proceder y el comportamiento con el winka se basan en un discurso que sitúa claramente el quienes son frente a la otredad y su maquinaria de intereses. Entonces, luego de la parla sostenida el día anterior, se describe lo que sigue

“Painengür (Mariano Rosas) y su séquito estaban formados en ala; Baigorrita y mi séquito lo mismo, es decir, que mi izquierda venía a quedar frente a la derecha de aquel.
Tiramos a la derecha marchando al naciente unos cuantos pasos, volviendo a girar al norte, seguimos hasta quedar perpendicularmente a la izquierda del séquito de Mariano Rosas, que permanecía inmóvil, formando un ángulo, y los saludos empezaron, consistiendo en fuertes apretones de manos y abrazos.[…]
Enseguida Mariano Rosas y los suyos avanzaron veinte pasos; Baigorrita, yo y los míos hicimos simultáneamente otro tanto, formando dos pelotones.
Las dos líneas de jinetes formaron un círculo conservando a vanguardia, a derecha e izquierda, sus respectivas alas; echaron pie a tierra Mariano Rosas y los suyos; Baigorrita, yo y los míos quedamos encerrados en dos círculos concéntricos, formados el exterior por caballos y el interior por indios.
Todas estas evoluciones se hicieron en silencio, con orden, revelando que estaban sujetos a una regla de ordenanza conocida.
Ningún indio maneó ni ató su caballo en las pajas. Sólo le bajo las riendas. Los mansos animales no se movían de su puesto.
Mariano Rosas invitó a todo el mundo a sentarse.
Nos sentamos, pues, sobre el pasto humedecido por el rocío de la noche, sin que nadie tendiera poncho ni carona, cruzando la pierna a la turca.
Mariano Rosas me cedió a su lenguaraz José; colocose éste entre él y yo, y el parlamento empezó […]
El cacique general tomó la palabra y habló largo rato, unas veces con templanza, otras con calor, ya bajando la voz hasta el punto de no percibirse los vocablos, ya a gritos; ora accionando, con la vista fija en tierra, ora mirando al cielo. Por momentos, cuando su elocuencia rayaba, sin duda, en lo sublime, sacudía la cabeza y estremecía el cuerpo como poseído de un ataque epiléptico […] (10)
Llegó el turno del debate.
El cacique empezó por invocar a Dios.
Me dijo que protegía a los buenos, y castigaba a los malos; me habló de la lealtad de los indios, de las paces que en otras épocas habían tenido, que si habían fallado, no había sido por culpa de ellos; me hizo un curso sobre la libertad con que entre ellos se procedía; agregó que por eso había reunido los principales capitanejos, los indios más importante por su fortuna o por sus años para que dijesen si les gustaba el tratado, porque el no hacía sino lo que ellos querían; que su deber era velar por su felicidad; que el no les imponía jamás; que entre los indios no sucedía como entre los cristianos, donde el que mandaba, mandaba…”. (11)

Entre nuestros kuifikeche los aspectos que son materia a decidir van requiriendo procedimientos y agentes claves para su materialización, más cuando estas mismas estructuras de poder que dan gobernabilidad al mapuche son puestas al servicio de resolver las complicadas relaciones con el winka español y posteriormente con los chilenos y argentinos. Una de estas funciones claves se cumple en el rulpazugu, que es la traducción del mensaje desde el idioma propio al ajeno, lo que implica conocer el repertorio lingüístico para traspasar el merecido énfasis que debe acompañar al mensaje. En esto hubieron famosos que quedaron para la posteridad en la memoria de sus contemporáneos y descendientes. Así se cuenta que

Monche Painemilla itro fentepun küme rulpafui ta dunu. Kom pu mapuche kintufeyu. Ka futake tragun meu ka ñi amuael ta pu lonko Nacimiento pinechi waria meu kintunerkefui.
Lalu mai ñi peñi Tromulef lonko nerpui feichi mapu meu.
Doi inan lonko Futako mapu meu Kuan Tromo pinerkei, Tromulef ñi yall.
Tromo itro ka laku reke fente küme rulpafui ta dunu. Amukefui ta Enkol ka futake ta tragun meu.
Chiripá enu lefita tukurkei. (12)

Monche Paillamilla era muy buen lenguaraz. Sabía hablar en español y pasaba la palabra sin cambiar nada. Por este saber que tenía, lo buscaban para los fütratrawün y las visitas de los lonko a las autoridades de Nacimiento.
A su muerte heredó el mando de sus mapu su hermano Tromulef.
El último lonko de Vutaco, hijo de este, fue el conocido Juan Tromo.
Salió lenguaraz como su abuelo y el era el que presentaba a los mapuche a las autoridades de Angol en los fütratrawün.
Vestía chiripá y levita

Agentes y estructuras, estructuras y agentes tienen como centro para la resolución de sus diferencias al trawün, cada vez que se debe consensuar una opinión unánime entre ellos, o bien resolver con el winka. Es lo que hicieron los wenteche con Mariluan, Mangin, Kilaweke y Kilapan a la cabeza, a través de casi un siglo. Por lo visto romper los acuerdos tácitos, como lo hizo Naweltripai en el siguiente testimonio de don Juan Kalfukura, reafirma la alianza en torno a intereses fundamentales. La consulta al gen mapu, al lonko principal del sitio en cuestión, sólo demuestra la no intromisión en la autonomía que tenía cada lof, más si estas perturbaban los intereses más sentidos del conjunto, entonces el giro de lo político a lo militar no se hacía esperar y los principios y la diplomacia contenidos en el az mapu podía tener el carácter de impositivo, aunque como se verá la primera opción política que los motiva es la paz y el respeto a los intereses territoriales de cada cual.

Lalu ta Wentekol ka Manin enu itro rumeñma ñiwarpui ta kom wenteche meu tufeichi ülmen futa lonko Faustino Kilaweke pinelu.
Kilapan, Manin ñi fotüm, kureyefi Kilaweke ñi ñawe.
Femnechi mai kom che kellukefeyu Montri, ka kom ñi puchedkui ka ñi malle kom enun ta inkakefeyu.
Niefui ta fentren Kullin.
Ka tufachi wentru küme nulam niefuinun.
Kom pu ñidol kofiernu ñi dunu miaullu ta tragukefuinun tañi nülamyeyael.
Kilaweke ta illkukefui ta femnechi dunu meu, femnechi müten femneayin tañi weda femnekunuateu ta ñi nullaneael ta mapu […]
Tufeichi kolonel Basilio Urrutia itro küme wentru nei ta Kilapan ka tufachi falilkefi ñi dunun, fei meu mai mütrümfi ta los Ankeles chi waria meu.
Amürkei ta kilaweke chilkatumerkei tañi wi, ñi doi kewanoael.
Tufeichi kolonel Saavedra ka mütrümfi tañi niael kiñe tragun ta kaillin meu.
Kilaweke ta kom lonko ñi dunu yerkei ta tufa ula.
Saafedra itro elunechi mapu ñi anümael waria ka kulliafiñ, pi.
Kilaweke mai itro pu nen mapu ta feipika afimi. Ka allkütulefui ta Naweltripai Malleko mapu chi lonko.
Kimlu kakelu lonko ta illkuinun. Kom enun küpa kewainun.
Fei meu mai ta kolonel Saafedra anümi ta waria ta kom ñi inaltu Malleko leufu meu.
Futa trawi ta che Perkenko meu. Kom pu ayifi ta femnechi dunu: conürke fuinun ta Malleko enu Makewa ka Traitraiko ta Tromen meu.
Molorkefinun ta Winka Pinolevi ka Katrüleo Kofiernu ñi dunun tañi puke inka. Winka ta lefmawi kanelu ta amürkei tufeichi kolonel Saafedra tañi kelluneael.
Itrokom ple ta wechai ta che. Kofiernu ñi soltau ta akurkeinun ta Kilaweke ñi ruka meu putrümtrekunei […]
Kuifi meu mai pu lonko ta tragufinun ta che ñi kümeleael ta winka enu.
Kom ta Kilaweke ta dunu pe pinun inchin ta chem pilayayin.
Kilaweke mai amui Santiao meu kiñeke kona enu.
Fentrentumei, lai ta pinefui tufa meu mai.
Oñolo mai lefmautui ta Nacimiento waria meu; inanerkei.
Wera tripantu meu kümelefafui ta dunu.
Kilapan ka pu wenteche deuma afel lefui ta müna weda futa aukan meu.
Fei meu mai ta kümeluwinun ta keneral Basilio Urrutia enu. Kilapan kai ta amuyu ta Kolliko feipifi ta kerenal Urrutia tañi niael kiñe futa tragun meu. Urrutia mai pilai ñi amuael.
Fei meu lle mai itro rumel felei ta dunun.
Pu wenteche ta doi kewalainun welu kiñeke rupa nielu enun ta dunun, nükefuinun ta waiki ñi aukayael.

Después de la muerte de Wentekol y Mangin, adquirió mucha superioridad sobre los wenteche el lonko Faustino Kilaweke.
Kilapan, hijo de Mangin, estaba casado con una de sus hijas.
Toda la familia, sus hijos, su hermano Montri, sus yernos y sobrinos le prestaban acatamiento.
Tenía muchos animales.
Era hombre de buen consejo.
Los jefes militares de la frontera se entendían con él para celebrar parlamentos o acuerdos.
Kilaweke protestaba de la ocupación de la Araucanía que iba haciendo el gobierno, a pretesto de comprar terrenos a los lonko[…]
El coronel Basilio Urrutia, considerándolo consejero de Kilapan y hombre de respetar su palabra, lo llamó a los Angeles.
Kilaweke va y firma una carta de paz.
El coronel Saavedra lo llamó también poco después para tener con él un trawün en Kaillin (afluente del Renaico).
Kilaweke iba a nombre de todos los lonko.
Saavedra pide terrenos para levantar fuertes y ofrece pagarlos.
Kilaweke le dice que se entienda con los dueños. Estaba presente Naweltripai, lonko de Malleko y acepta la compra.
Al saber esto los demás lonko, se enojan. Todos quieren pelear.
El coronel Saavedra manda levantar fuertes contra la voluntad de los lonko en la línea del Malleko.
Hubo un fütra trawün en Perkenko. Todos se comprometieron, desde Malleko hasta Makewe, Imperial y Tromen.
Dieron un malon a Winka Pinolevi y a Katrileo, sostenedores del gobierno. El primero murió y el otro huyó a pedirle auxilio a Saavedra.
Principio la guerra por todas partes. Las tropas llegaron hasta las casas de Kilaweke y las quemaron […]
En el año 1869 los lonko entraron en tratos de paz con los chilenos.
Se reunieron varios lonko wenteche y nagche con un padre que los invitó a una parla.
Todos dieron poder a Kilaweke para que los representase ante el gobierno.
Kilaweke partió a Santiago con algunos kona.
Se demoró mucho; ya se corría por muerto.
A la vuelta se fugó de Nacimiento; lo persiguieron.
Continuaron las hostilidades varios años.
Kilapan y los wenteche se manifestaron cansados de una guerra tan larga.
Entraron en arreglos de paz con el general don Basilio Urrutia. Kilapan invitó a este general a pasar a Kolliko para celebrar un fütra trawün. Urrutia no quiso ir.
Quedaron entonces las cosas así no más.
Los wenteche se pacificaron, pero cada vez que tenían oportunidad, algunos grupos tomaban las armas. (13)

El Pasado en el Planteamiento de Autonomía Mapuche

En general no son pocos los que se asustan o demuestran cierto excepticismo, cuando debemos realizar el ejercicio de apelar al pasado para constrastar las grandes diferencias e inmensas desigualdades a que hemos sido arrojados en los últimos ciento diecinueve años de incorporación forzosa al estado nación chileno. Es natural que así sea, más cuando un Estado a través de sus aparatos de reproducción ideológicas, como son las escuelas (primarias, secundarias y superiores), se ha encargado sistemáticamente de cubrir con estereotipos los llamados más hondos y las denuncias más infragantis de las condiciones que nos ha tocado vivir desde que formamos parte de él, para que hablar de la prensa…especialmente el diario Austral y su metrópolis el Mercurio.

Al estudio de Milan Stuchlick (1985) sobre las “políticas indígenas en Chile”, en que tipificaba cuatro estereotipos correspondientes a determinados momentos históricos en que la sociedad chilena visualizó al “indígena” (14), habría que agregar el de “separatista”. Cada vez que dentro del partido, la iglesia, el trabajo o un grupo natural, nos buscabamos para precisar y/o profundizar cierto discurso, aparecía en boca de nuestros pastores, compañeros o jefes la preocupación por no desviarnos del rebaño y así mantener la igualdad, el unitarismo. Cada vez que nuestros análisis han terminado mezclándose al discurso que portan las movilizaciones mapuche de los últimos diez años, impugnando en conjunto al Estado, sus gobiernos, y “desarrollos”, se ha sentido a través de las editoriales, la condena a la posibilidad de llegar a sacarnos el ropaje y posición en que nos sumieron en su historia nacional

El separatismo es un fantasma que atormenta a cualquier Estado y es necesario que estos -como el chileno- convivan con este espectro, pues en esta historia cada vez más planetaria las cartas no están hechadas y el cuento de que los Estados son la nación y sobre todo que perduran es otro mito más. Esto último -eso sí- si es que no han sido frutos del parto histórico de determinadas sociedades. Siempre y cuando su crecimiento y desarrollo no se cimienten en la dominación y subdesarrollo de otra u otras sociedades. Difícil que no sea así ¡¡¿no?!! (15).

Pensar el pasado mapuche se hace subversivo si es que de el nos impregnamos de libertad e independencia. ¿Será una expresión simple de milenarismo el relevar el pasado?, ¿se tratará de un juego pajero de intelequia?, ¿Es que el pasado puede convertirse sólo en un refugio para la enajenación, un espacio para quienes escapan al tormento desestructurante del presente? (16).

Las discusiones finales sobre el presente tema me hacen al menos darle sentido a la historia, más cuando el presente esta completamente teñido de ella, y sin embargo, muy pocos aplican en sus argumentos y análisis una escala de tiempo más allá del que le toca vivir para administrar un gobierno o disponer para confeccionar un proyecto. Lo que si es asombroso y saludable es que las organizaciones y comunidades cada vez más apelan a la historia para justificar sus reivindicaciones y así resistir la simple imposición de un papel, un timbre o una rúbrica que indica lo “legal” del despojo al que han sido sometidos.

Los mapuche hemos tenido nuestra propia manera de institucionalizar aquellos aspectos que se relacionan con el poder, pero sobre todo un poder que no ha tenido esa exagerada centralización y menos el forjamiento de una oligarquía que reproduce cada vez más las distancias sociales y económicas. El acto de gobernar se asocia a la toma de decisiones, cuestión muy de cuidado entre los mapuche, más cuando hay muchas voluntades que consultar y, por último no es cuestión que sea resorte de una casta o una clase. El fenómeno del poder y la institucionalidad mapuche que lo ampara y reproduce comienza a permear el discurso autonomista, ¿cómo hemos sido?, ¿En qué estamos? y por ahora masticar sin tragar la idea que un reconocimiento a nuestra naturaleza, es decir, a la manera, al ritmo y los agentes que hemos institucionalizados trás esta función deben cumplir su rol y dar gobierno a los distintos territorios que componen el wallmapu o país mapuche. Esto, pues, ya existen estructuras de poder (municipales, provinciales, regionales), pero que reproducen al Estado Nación, imponiéndose y marginando las nuestras.

Al respecto, se persiste en que una buena manera de cambiar la orientación de las políticas destinadas al mundo indígena es infiltrándonos en la institucionalidad winka para hacerla un caballo de troya inserta en el Estado. Pero si bien esto funcionó para los guerreros balcánicos de siglos atrás, habría de considerar que si la institución que nos prestamos es un caballo, el ritmo que le imprimamos depende más de la relación que el corcel ha entablado con su dueño que con quien lo usa (o sea, nosotros). Cuando el pingo es propio sabemos en que momento se puede andar al trote o, bien, al galope, cuando es ajeno podemos experimentar lo que significa una frenada imprevista o la impotencia de querer imprimir velocidad cuando el lloko sólo busca tranquear. Por último, si caemos de gravedad segura y finalmente nos dejará tirado. He sabido de caballos que vuelven a su casa con sus dueños mareados y dormidos o bien los esperan hasta que se repongan. Son fieles porque son propios, como nuestras instituciones paridas de manera natural. Supimos de un caballo que plateando sus aperos, la Conadi, hizo subirse a muchos a su grupa y cuando se lo taloneo para ir contra Endesa, terminó corcoveando y prestándose para uno de los cogoteos políticos más grotescos de la relación concertación-pueblo mapuche (destitución del director y suspensión en el tiempo de la reunión de consejo)

La interacción entre sociedades diferentes que reproducen relaciones de desigualdad en desmedro de lo mapuche, debe ser superada en la medida que esta sociedad, hasta ahora dominada y hecha por la fuerza dependiente, pueda nuevamente volver a estructurarse social, política y territorialmente para contar con el dominio y control de lo que le corresponde sin renunciar a participar en lo que atañe a la convivencia entre ambos grupos. En muchas partes del mundo donde el colonialismo ha estado presente en las relaciones entre pueblos, el problema pasa a ser el mismo: una sociedad institucionalizada jerarquícamente en torno a un poder centralizado -y concentrado- se impone a una de tipo descentralizada cuya diversidad política social tiene mucho que ver con los territorios históricos de asentamiento. ¡¡¡¿¿Quién es el interlocutor mapuche??!!! Se preguntan sobándose la calva ciertas autoridades de gobierno, pero no se puede pedir ahora ni después que tengamos una actitud de cuerpo cuando el sentido de cuerpo dista mucho al que conocen los estados coloniales de la post-independencia de América, que cuentan a su haber con funcionarios, jerarquías, la delimitación de escalafones y sueldos, etc. Con esto me refiero a la serie de fórmulas que se crean desde la oficialidad para hacernos participar en su rayado de cancha, pero que no encuentran un interlocutor válido ni único.

La idea de un gobierno mapuche o autogobierno, no nacerá con un decreto, un reconocimiento o porque la sociedad civil y el Estado captaron en su infinita misericordia, lo humano de esta propuesta. Trabajar por crear una estructura de este tipo considera en una primera etapa no sólo establecer las bases de un liderazgo o representación de tipo tradicional, sino también concentrar a los cuadros con que cuenta nuestra sociedad para hacerlos pensar y proponer soluciones a materias tan extensas y complejas como: tierras, territorio, educación, derecho, política, medioambiente, cultura, desarrollo, producción, comercio, relaciones internacionales. Temas que debieran ser negociados con la contraparte chilena, pero ¿dónde se establecerían los espacios de entendimiento político?.

Así como entre los siglos XVII y XIX el parlamento fue un espacio de negociación política fruto de las relaciones con los hispanocriollos -cuestión tratada con creces por historiadores chilenos como Leonardo León- hoy se debiera considerar que la única forma de establecer relaciones de cooperación en equilibrio -y con respeto a las instancias y decisiones del otro- son nuevas estructuras de poder que alberguen estos principios y modelos de convivencia. Se trata de crear un parlamento (fütra trawün) o varios parlamentos (de acuerdo al territorio que delimitemos) que permitan que lo canalizado por nuestra parte y desde nuestras estructuras (cuando no es materia nuestra decidir y concretarlo) se discuta e implemente, como así mismo lo que proviene de la sociedad winka, especialmente cuando se trata de empresas, planes y proyectos de desarrollo e inversiones que pueden atentar a nuestra integridad.

Si la Autonomía es una expresión de la autodeterminación que a nivel de un Estado-nación debiera significar la descentralización y desconcentración del poder en beneficio de determinado grupo en un territorio dado, para nosotros los mapuche debiera significar un proceso de concentración tendiente a salvaguardar dos elementos: la toma de decisiones que influyan, orienten y determinen las políticas públicas, y de otro lado la consagración de espacios o estructuras que alberguen este autogobierno. Como hemos visto a través de este artículo no se trata de inventar la rueda, contamos con elementos propios que se deben y pueden retomar. El pasado como una gran ola marina deja sus elementos para que con ellas sigamos reiventando nuestro mundo, ¿por qué no deberíamos hacerlo?.

NOTAS

* Actas del Primer Congreso Internacional de Historia Mapuche. Del 1 al 4 de febrero de 2002. Siegen, Alemania. Centro de Documentación Indígena Rucadugun.
1. Docente e investigador del Instituto de Estudios Indígenas (IEI-UFRO) y del Centro de Estudios y Documentación Mapuche “Liwen” de Temuko.
2. Zeballos, 1994: 282-283.
3. Bajo el manto de la ciencia, este y otro profanador saquearon muchos entierros y habitaciones abandonadas por los mapuche luego de la campaña militar en su contra. Museos como el de Buenos Aires y Mar del Plata no-sólo fueron los terminales de sus valiosos trofeos científicos. Estos museos fueron la cárcel y la vitrina en que famosos lonko del puelmapu fueron exhibidos tanto vivos como muertos.
4. Noggler, 1972: 108-109.
5. Guevara, 1913: 180-182
6. de Augusta (1991: 12).
7. Delaporte, H (1854: 6-7 )
8. Guevara 1913. La traducción de Kalku como brujo no debe considerar el significado maligno que reviste este concepto en la traducción judeocristiana que porta el castellano. Conversando con Armando Marileo, el significado de kalku para los antiguos (del Budi), dota de ciertos poderes o facultades a la persona que van más allá de la idea del bien o del mal.
9. Guevara Ibidem 1913: pp 68-69
10. …(permitanme acotar)….que pobre y prejuicioso referente de comparación.
11. Mansilla, 1984:298-299.
12. Guevara 1913: 34
13. Guevara 1913: 54-58
14. En el periodo de la independencia se visualizó al “indio heroico”, pues luchó (?) contra el respañol. Posteriormente el “indio salvaje” y bárbaro que se oponía a la civilización en la llamada “pacificación de la Araucanía”. Después de consumada la conquista chilena, se iohablará del “ind flojo” que no trabaja su tierra, por lo que hay que entragarla al mercado y por último, el “pobre indio” al cual hay que ayudar para integrar económica y socialmente.
15. Ha sido discusión de historiadores y antropólogos si la aparición del Estado es un acto consensuado o coercitivo, la cosa es que la aparición y desaparición de Estados e imperios registrados en mitos orales y escritos (como la Biblia) demuestra la pugna de tendencias centralizadoras frente aquellas basadas más en en el igualitarismo social, la redistribución de bienes y la reciprocidad frente al poder. Al respecto las ideas de Marvin Harris (1993) aclaran cierta naturaleza que encubre a la “estatización” del poder: “ya sea por la espada, la recompensa o la religión, muchas fueron las jefaturas que sintieron la llamada, pero pocas las que lograron la transición hacia el Estado. Antes que obedecer las órdenes de trabajar y pagar tributos, las gentes del común intentaban huir a tierras de nadie o territorios sin explorar. Otros se resistían e intentaban luchar contra la milicia, ocasión que otros jefes aprovechaban para invadirlos y hacerse con el poder. Independientemente del curso concreto que tomara la rebelión, la gran mayoría de las jefaturas que intentaron imponer sobre una clase plebeya cuotas agrarias, impuestos, prestaciones de trabajo personal y otras formas de redistribución coercitiva y asimétrica, volvieron a formas de redistribución más igualitarias o fueron totalmente destruidas.
16. En ciertos pueblos como el Aymara la manera de entender el mundo y los sucesos le ha entregado una poderosa herramienta para resistir y no desaparecer ante el colonialismo kara, esto es creer que lo mejor que les puede venir en el futuro, debe parecerse a su pasado. Obviamente, no al pasado de la revolución nacionalista del cincuenta que impuso el sindicato como organización comunitaria. Tampoco el de las leyes liberales que distribuyeron la tierra a favor del latifundio a mediados del siglo 19. Por último, menos con ese colonialismo hispano que sembró de muertos el impulso liberador de Julian Apablaza. Su pasado-referente es el que quedó apresado en las gráficas de Huaman Poma de Ayala o en las extensas y pormenorizadas descripciones del Inca Garcilazo, es decir, un tiempo sin dominación ni opresiones.

BIBLIOGRAFÍA

- de Augusta, Fray Félix José (1991) Lecturas Araucanas. Editorial Kushe, Temuco-Chile.
- Guevara, Thomás (1913) Las Últimas Familias y Costumbres Araucanas. Imprenta Barcelona. Santiago, Chile.
- Harris, Marvin (1993) Jefes, Cabecillas, Abusones. Alianza Editorial. Madrid, España.
- Mansilla, Lucio (1984) Una Excursión a los Indios Ranqueles. Biblioteca Ayacucho. Caracas, Venezuela.
- Noggler, Albert (1972) Cuatrocientos Años de Misión entre los Araucanos.
- Delaporte, H. (1854) Une visite chez les Araucaniens. Bulletin de la Societé de Geografhie, vol.X (4 série). Paris, Julillet 1855, p. 5-40..
- Stuchlik, Milan (1985) Las Políticas Indígenas en Chile y la Imagen de los Mapuches. - Cultura-Hombre-Sociedad. Revista de Cs.Sociales y Humanas. Pontificia Universidad Católica de Chile sede Temuco. Centro de Investigaciones Sociales Regionales CISRE. Volumen 2 No 2, Temuco.
- Zeballos, Estanislao (1994) Viaje al País de los Araucanos. Ediciones Solar. Buenos Aires.