24-08-2005
Encarcelan a campesinos chavistas acusados de guerrilleros sin orden judicial ni pruebas
Laia Altarriba
Rebelión
Un destacamento de 40 soldados dirigidos por el general Oswaldo Bracho -comandante del Teatro de Operaciones nº 1 que incluye los estados venezolanos de Barinas, Táchira y Apure- se presentó el pasado 19 de noviembre en la comunidad de campesinos Cañadon-Bella Vista, en el sur del estado de Barinas, a unos cien kilómetros de la frontera colombiana. Sin ninguna orden judicial, entraron en seis ranchos, los allanaron y se llevaron cinco hombres detenidos bajo la acusación de ser guerrilleros. Desde entonces, están encarcelados en el centro penitenciario de Santa Ana (en el estado Táchira) sin que haya ninguna prueba que les vincule con ningún grupo armado.
Algunos campesinos de la zona nos explican que en estas montañas hay presencia de la guerrilla venezolana, el Frente Bolivariano de Liberación. Las FBL, que se crearon dos años antes que Chávez asumiera el poder en 1998, se autodefinen com un partido político-militar revolucionario que lucha para profundizar el proceso que vive Venezuela. Su objetivo es garantizar que la revolución bolivariana continuará avanzando hacia la consolidación del poder popular, y contribuir a defender el proceso en caso de agresión externa.
Parece que algunos guerrilleros de las FBL habrían pasado semanas antes de las detenciones por la comunidad de Cañadon-Bella Vista, y que a lo mejor algún campesino los habría cobijado. Este sería el motivo que habría motivado las detenciones, que muchos interpretan como una advertencia por parte del general Bracho al trato que algunos campesinos dan a los guerrilleros. Emilio Méndez, el alcalde por el partido chavista MVR del municipio Ezequiel Zamora, del que forma parte la comunidad donde viven los detenidos, no está para nada de acuerdo con la actuación del general: “Si tu eres un campesino y tienes una casita allí arriba y llega el ejército, ¿tu qué haces? Recibir el ejército. ¿Y si llegan otros grupos? Recibirlos también. Entonces, por el hecho de que estos grupos se queden en las casas de estos camaradas, de estos campesinos, por este hecho no podemos buscarlos, ni castigarlos, ni golpearlos, porque estaríamos violando los derechos humanos que tiene cada uno de nosotros. Sin embargo, va el ejército, agarra los campesinos, les mete presos, los golpea -porque me consta que ha habido campesinos que han sido golpeados-, se desaparece y a los 3 o 6 meses vuelve otra vez; y en el transcurso de los 6 meses, ¿qué ocurre? Son zonas retiradas de las vialidades importantes, y por ahí camina todo el que quiere”.
Fidelina Pérez tiene 37 años y desde hace 6 meses vive angustiada porque la Guardia Nacional arrestó su marido, Omero Pérez Márquez. Nos recibe en su rancho en medio de la montaña, donde vive con su hijo de 10 años. Tiene otro hijo de 18 años, pero se marchó a casa de un tío en Caracas. Fidelina tiene muy presente el 19 de noviembre: “Vino el general Bracho de Guasdualito con el comandante Garrido, miembros de la Guardia Nacional y la policía técnica judicial. Llegaron, se metieron aquí en la casa y lo volcaron todo… No presentaron ninguna orden de registro, sino nada más llegaron, me dijeron que me sentara en una silla y pusieron dos soldados para que yo no me moviera de allí mientras ellos registraban la casa. Los cinco detenidos hacía rato que se habían marchado a jugar en una pista de básquet que hay por allí, y les fueron a buscar. A mi marido y a dos más les encontraron por el camino y les detuvieron. Un hermano mío y mi cuñado ya habían llegado a sus casas, y les arrestaron allí”. Ahora Fidelina se ha quedado sola para tirar adelante su casa y las cosechas que trabajaba su marido. Y también se ha paralizado el proyecto de cooperativa agropecuaria que estaban impulsando los cinco detenidos junto con otras siete personas de la comunidad. Y es que, si bien es cierto que cada familia tiene un pequeño terreno donde cosecha y cría ganado, la producción es muy reducida y viven en condiciones muy precarias. La cooperativa les tenía que garantizar un futuro mejor. Hasta seis casas de la comunidad fueron allanadas por el ejército el día de las detenciones. Nos cuentan que durante la operación obligaron a todos los hombres que encontraron a tumbarse boca-abajo y les tuvieron esposados hasta que se marcharon. Y de otras dos casas también se llevaron dinero.
Desde entonces, casi cada domingo las familias de los detenidos, que la mayoría son hermanos o primos entre ellos, viajan hasta la prisión de Santa Ana para visitarles. Fidelina se lamenta de la situación de desamparo en que ahora se encuentran, y no entiende la actuación de los militares: “es que es una locura que viniera este general a llevarse a estos campesinos… sin importarle nada, sin importarle las familias que iban a quedar en una situación crítica”.
El alcalde Méndez tampoco se explica la decisión del general de arrestar a los cinco hombres: “lo más débil que tenemos dentro de nuestra sociedad es el campesinado, donde es más difícil el proceso educativo por las distancias que hay que recorrer, lo mismo que ocurre con la construcción de viviendas o el apoyo con infraestructuras. Y lamento bastante que algunos militares, en este caso el general Oswaldo Bracho, estén respondiendo a un problema que tenemos de seguridad en esta zona tan cercana a la frontera con Colombia -y no solamente estaríamos hablando de las guerrillas colombianas o de la venezolana, sino también del paramilitarismo colombiano y venezolano-, con la detención de estos campesinos, que son la parte más débil de nuestro sistema”.
Mientras tanto, Fidelina y toda la comunidad de Cañadon-Bella Vista espera que pronto dejen libres a los cinco presos -que aun no han sido juzgados- para poder continuar impulsando desde las montañas de Barinas un proceso con el que se han identificado desde que Chávez asumió el poder. Y que los proyectos que tenían estos campesinos y las distintas misiones que también llegan a la comunidad les garanticen un futuro que el presidente con quien tanto confían impulsa des de Caracas, una ciudad que a veces queda demasiado lejos para oír los problemas con los que tropieza la revolución bolivariana en el campo.