“Estos escritos, esta propaganda, hecha para picarte, para agitarte,… son tu oportunidad…”

27.Ago.05    Análisis y Noticias

SOBRE LA NECESIDAD DE DESTRUIRLO TODO
Por @ - Friday, Aug. 26, 2005 at 5:05 PM
Indymedia Argentina

Arrojamos al aire un puñado de líneas sobre la destrucción cotidiana a la que nos somete el sistema, la sociedad, y la apremiante necesidad de aniquilarla para alcanzar nuestra libertad (tanto individual como colectiva) y para alcanzar un grado más que aceptable de la salud mental que día a día nos es arrebatada.
Estas líneas, que a ti, buen demócrata y honrada trabajadora, es probable que te escandalicen e indignen, van a girar sobre un punto de inflexión y alguna de sus variantes: la sociedad, las formas de sociabilidad, y muchas de sus derivaciones. La destrucción de lo que nos oprime ha de ser total, tanto física como mental.

(1).- La sociedad

Aparentemente la sociedad sería algo provechoso para el individuo como ser generalmente sociable que es, y las condiciones de desigualdad y opresión no serían mas que disfunciones en su seno, como el desarrollo dentro de la misma de un Estado, o de un determinado tipo de Estado, o como ciertas formas inadecuadas de articularse a sí misma. Bien, esto que casi siempre ha sido la piedra angular de las teorías políticas (fundamentalmente progresistas y revolucionarias), no es más que una huida hacia delante para no afrontar lo que a nuestro juicio es el verdadero problema junto con la autoridad: la propia sociedad, sea cual sea su forma.
La sociedad es un ente eterno, indisoluble (especialmente las sociedades de masa), en la cual las decisiones y las consecuencias, aunque algunas veces dejen más o menos margen para lo individual, son fundamentalmente colectivas. La sociedad tiene un principio, y es que no se puede disgregar, permanece siempre compacta para su propia supervivencia como tal sociedad, amparada en principios aparentemente ciertos pero utilizados por la propia sociedad distorsionados como un medio de manipulación. La sociedad ya no es un conjunto de individuos (si es que alguna vez lo fue), que se asocian para garantizarse su supervivencia y ciertos grados de confort, es un ente que tiene vida propia, un monstruo que conforma, adoctrina y domina a tod*s aquell*s que viven bajo su égida. Ha constituido una inercia por la cual tod*s obedecem*s ,al margen por supuesto de que existen las jerarquías en su seno, pero hasta l*s jerarcas se mueven por esa inercia más allá de que también buscan su propio beneficio, y para ello les interesa que todo funcione como funciona.
La sociedad tiene sus propias instituciones, generadas de forma inevitable porque toda relación social es una relación de poder. Más o menos difusa o más o menos institucionalizada, allá donde tenemos una sociedad tenemos relaciones de poder. Poder de información de un*s sobre otr*s, poder del funcionario sobre la ciudadana de a pie,… etc. Y esto surge en cualquier tipo de sociedad, aunque el funcionario también sea una ciudadana de a pie. Pero la forma de poder más aberrante es la de la mayoría sobre la minoría o sobre el individuo. Al vivir permanentemente de forma colectiva en sociedades, la mayoría impone, consciente o inconscientemente, unas pautas de conducta, se tienen que adoptar una serie de decisiones, hay conflictos entre las aspiraciones y deseos de los individuos que son resueltos a las bravas: se vota y punto (aunque primero se discuta mil horas, lo que actualmente no es el caso). Tenemos entre miles el típico estúpido ejemplo de una carretera a construirse y que tenga que pasar por la casa de alguien,… etc. En fin, que tod*s vivimos en sociedad no hay que extenderse más.
La sociedad desarrolla para el control y el sometimiento varios órganos. La base de la sociedad es, o al menos fue (parece que eso está cambiando) la familia, que es el primer elemento de socialización. Ningun*s padres quieren que sus hij*s sean un*s marginad*s, les preparan para adaptarse a vivir en la sociedad, porque si no serán marginad*s y acabarán en la cárcel o en el manicomio. Siempre además dicen “yo no hecho esta sociedad, pero vivimos en ella y hay que adaptarse” o el apestoso “¿y qué vas a hacer si no, irte a vivir al monte?”. Bueno, yéndonos a vivir al monte, nos llevamos nuestros problemas y se los endosamos al monte (que por cierto, para que toda la banda de imbéciles que alguna vez dijo eso se entere bien, el monte también es la sociedad, para vivir allí tienes que tener cédula de habitabilidad, el monte es una propiedad, hay reservas, cotos de caza, leyes contra los furtivos, tienes que pedir licencias para todo,… lo mismo pero con menos gente).
Pero el órgano más opresivo que la sociedad desarrolla es el Estado. Aunque no se quiera y aunque varias teorías anarquistas insistan en que es posible una sociedad sin Estado, el asunto es que no es así. Al ser la sociedad una inmensa relación de poder, ese poder ha de ser canalizado, organizado y estructurado para un mejor funcionamiento. Puede ser centralizado o descentralizado, difuso o formal, pero existe, por lo que aunque se pudiera tener una sociedad sin Estado ésta degeneraría hacia aquél en cualquiera de sus formas (que probablemente sería una especie de democracia directa con un gobierno revolucionario, o alguna mierda similar).
Sí, puedes pensar (si es que te da por ahí, que sabemos lo divertido que es ver Gran Hermano y desconectar pasando de todo, o agarrar el coche y ponerlo a 1000 por hora) que entre esto y las comidas de tarro ultra-izquierdistas, con el filósofo Foucault a la cabeza, no hay mucha diferencia. Sin embargo la diferencia es muy grande. Lejos de aceptar la realidad que brillantemente describieron Marx (el cual por cierto nos da un asco enorme, lo que no nos impide reconocer que el tipo tuvo algunos buenos análisis) o el mencionado Foucault (inspiración ideológica de la neo-izquierda: desde el PT brasileño a l*s buenrollistas izquierdosillos pseudo-autónom*s españoles, pasando por el EZLN) como un devenir inevitable del destino y caer en el más asqueroso reformismo pensando: “bueno, como no va a cambiar nada porque es imposible, vamos a tratar de ser felices dentro de lo que hay y cambiar algunas cosillas para vivir mejor” (patético), vamos a proclamar a los 4 vientos la guerra contra la sociedad, la guerra social.
A nosotr*s nos da igual que sea posible o imposible. Queremos ser libres y no en este mundo porque eso no puede ser, y por ello vamos a dejarnos la piel por destruir esta mierda, cueste lo que cueste.
La sociedad es un todo, es el Estado-capital, de ella nace el sistema, y es la raíz de todo, aunque todo debe ser atacado porque hay miles de variantes y la vida es muy complejo. Realmente, el verdadero problema es la Autoridad, el que se creen las condiciones para que un*s manden y otr*s obedezcan, y la sociedad, aunque no es la única forma de autoridad (las cuales han de ser todas aniquiladas) es el suelo donde se planta el árbol de la autoridad, de la que nace el poder y todas sus ramificaciones (Estado, religión, escuela, familia, patriarcado, trabajo, capitalismo, ideologías,…)
¿Alternativas a la sociedad? Sigue leyendo, aunque sea por la curiosidad de qué te van a contar esta panda de enferm*s mentales que viven en las nubes y lo descubrirás.

(2).- Las formas de sociabilidad

Ya que estamos en este punto, vamos a describir ciertas formas (las más comunes) de socialización que la sociedad nos impone a través de su órgano más poderoso: el Estado-capital (para el desarrollo del capitalismo es prácticamente imprescindible la sociedad).
La sociedad normaliza ciertas conductas, las impone. Pero la sociedad no es un fantasma, o una persona en concreto ni obra por inspiración divina. Es un todo y para la perpetuación del poder, y de la propia sociedad que es la forma tradicionalmente más paradigmática del mismo, se ayuda de mensajes repetidos hasta la saciedad por los medios de comunicación, por la familia, por el círculo de amigos, por las células básicas de socialización: auténticas células del terror.
La mayor forma de socialización o de sociabilidad es el ocio. El ocio es la otra cara del trabajo, el descanso necesario para seguir trabajando luego a todo rendimiento, y el imprescindible espacio-tiempo para el desarrollo del consumo de las mercancías que has producido (pagadas con el dinero de tu salario), para que se agoten y haya que producir más mercancías, que se compren y se vendan, que circulen, con el ingente beneficio que genera para el capitalismo y sus agentes, y en última instancia para la sociedad. Recordemos y clarifiquemos un poco mejor nuestra metáfora: la autoridad es la semilla, plantada en el suelo fértil que es la sociedad y de la que surge el árbol como un todo, que es el sistema y que tiene un tronco (el Estado- capital) con sus ramificaciones diversas, sus hojas, etc…. Pues nada, ni semilla, ni suelo, ni árbol ni ostias, a por todo.
Además de completar el círculo del beneficio capitalista con el consumo (¿has pensado que se puede vivir e incluso divertirse sin consumir?), que es en definitiva en lo que se convierte el ocio, sirve para la alineación, para el necesario esparcimiento. Desconectas de todo, no piensas que tu vida es una mierda, que vas del trabajo a casa y de casa al trabajo para pagarte tu puto coche, o la letra de casa, o la carrera, o la educación de l*s chavales, o el DVD o la tele por cable. Así en el esparcimiento, en la disco o en los bares de marcha, o en el fútbol nos sociabilizamos, entramos en contacto efímero con otras personas con las que lo único que compartimos es que ellas también se están tomado un cubata, metiéndose una raya,… y con suerte igual hasta podemos follar. L*s amig*s por lo general son compañer*s de juergas que a la mínima te dejarán en la estacada, las relaciones personales están vacías, lo más duradero es la pareja, esa aberrante forma de auto-renuncia a la individualidad personal. La pareja es sagrada y puede irse al cine con otra gente, pero no relacionarse sexualmente con l*s demás, porque eso sería una traición, porque la sociabilidad impone unas ciertas reglas (tal vez polvos esporádicos, pero una vez que hay pareja, finito), porque la pareja es la base de la familia, que a su vez es la base de la sociedad, que a su vez establece las formas de socialización. Un terrible círculo vicioso de no-vida, la otra cara del trabajo, un todo perfectamente entrelazado. Pero de la pareja ya hablaremos otro día (siempre hay matices y variantes y todo es complejo, sería largo de analizar).
Y aquí estamos, en la socialización, en el finde, en el ocio,… en la droga. Buscamos no sabemos qué, ni cómo, pero estar por ahí meneando el trasero (y ojo que no tenemos nada en contra de bailar) en una casa grande y llena de humo y decibelios llamada bar o pub, nos hace sentir guay, nos desfasamos. Buscamos una falsa salida al agobio de esta miserable existencia, y caemos en comportamientos alienantes y autodestructivos, creando falsas relaciones vacías sólo para sentirnos mejor, para no comernos mucho la olla. La vía de escape que el sistema (el conjunto de todo el árbol), la sociedad, necesita.
Vivimos unas vidas miserables, de no vida, de trabajo, dinero, propiedad, falsos puntos de evasión y fuga, y la ruleta sigue y a seguir trabajando, a seguir consumiendo y a seguir drogándonos. Para acabar cómo, siendo un*s cocainóman*s, teniendo problemas psicológicos que el médico o psiquiatra se encargarán de parchear eliminando los síntomas externos con más droga para que sigamos trabajando y consumiendo. Porque eso es la “vida”.
La forma de sociabilidad aquí mencionada es la de la sociedad,, la de la actual porque otra no conocemos. Tal vez haya otras sociedades con otras formas de socialización. Enhorabuena, tal vez se puede eliminar el Estado-capital, la sociedad capitalista y de masa y este problema se elimine. Un problema menos. Eso siempre esta bien. ¿Pero y qué? ¿y luego? ¿otra sociedad?, otros problemas, otro árbol, con el mismo suelo, la misma semilla pero de diferente forma, con otro tronco y ramas distintas, tal vez de hoja perenne en lugar de caduca. Tal vez un pino en lugar de un roble, pero y ¿qué?. ¿qué otra sociedad queremos? ¿Una comunista? ¿fascista? ¿”anarquista”?.
Nos tacharán de anti-ecológicos, pero en nuestra metáfora, no queremos árboles, ni semillas, ni suelos, sólo un mar que fluye, que se mueve, que a veces está quieto y a veces es tempestuoso.
No negaremos que el ser humano es generalmente sociable. Pero el relacionarse con otros individuos (algo generalmente saludable, claro, aunque no siempre) no tiene que pasar por construir una sociedad. La asociación libre (efímera o más duradera, para realizar los deseos y los proyectos, y para vivir) de individuos libres es como deseamos vivir. Desde ya. Un mundo de nómadas salvajes que vivan como les de la gana, con unos fuertes principios anti-autoritarios y una gran solidaridad (que tú quieres vivir en un pueblo con 200 individuos más moviéndote de vez en cuando de aquí para allá, pues vive así, joder, vive así; que quieres vagar por los montes sol* en taparrabos, pues hale, por taparrabos va a ser).
(3).- La alternativa

Así es como nos gustaría vivir, pero no como un fin sino como un medio para buscar la libertad, una búsqueda incesante. No nos importa si es posible o imposible, porque la lucha nos hace libres, aunque por supuesto no es una libertad completa. Por eso, por ser libres y por no poder alcanzar en este mundo los mecanismos que nos permitan recorrer el camino en nuestra incesante búsqueda de la libertad (porque en este mundo no se puede encontrar más que no-vida y porque este mundo nos repugna en sí mismo) es por lo que queremos destruirlo todo. La libertad es un impulso natural en los individuos (pese a que se hayan cometido tantas cagadas, como la construcción de jerarquías, sociedades, estados,.. que vayan paulatinamente anulando ese impulso), y tod*s la buscamos. La diferencia es que tú, ciudadano demócrata y buena trabajadora, la buscas a través de la alineación, del escapismo, del ocio, de la droga y nosotr*s a través de la guerra social. Porque a diferencia de ti pensamos que en este mundo no es posible un verdadera vida y nos ponemos manos a la obra de su demolición. Demolición porque para construir lo que sea hay que demoler lo existente hasta sus cimientos. Luego ya veremos, porque nosotr*s ahora no tenemos alternativa, esa es nuestra alternativa, sólo tenemos esbozado como queremos vivir y lo tratamos de hacer desde ya. Porque nuestra alternativa es la destrucción de lo existente. Que construyan otr*s (al menos por ahora), que nosotr*s bastante tenemos con destruir. Esto no nos hace mejores que tú, pero sí diferentes, tú eres normal y nosotr*s no. Y ese es el problema.
Lo peor que se le puede hacer a un individuo es convertirlo en un ser normal, en someterlo a la norma, porque el individuo es único. Tú te sometes a la norma. Problema tuyo podríamos decir, el problema es que también no sometes a nosotr*s, consintiendo esta basura, siendo un espectador de este mundo de mierda, que probablemente ni te guste. Un espectador de la esclavitud, del dominio. Y nosotr*s de l*s espectadores sólo esperamos que se avergüencen. Pero avergonzarse no es suficiente, ni mucho menos.
Si eres una espectadora, estarás consintiendo la realidad, y la realidad es un engendro aberrante de dominio y negación de la libertad, esa que tu buscas con tu cocaína y tus borracheras, o con tu novia en el cine o con tus tristes, miserables y vacías relaciones sexuales, o de bar, o de trabajo, o en el campo de fútbol (y que conste, a nosotr*s nos encanta follar). En definitiva, si eres una espectadora, si sostienes esto, te acabarás convirtiendo en nuestro enemigo. Porque estarás participando, activa o pasivamente, en el funcionamiento de este monstruo que a tod*s nos destruye (sólo que algunas ni lo notan porque se están bañando en dinero y privilegios). No hay víctimas, ni inocentes, ni culpables. Pero si hay quien puede rebelarse y todo el mundo merece una oportunidad (bueno casi todo), para relacionarse, para amar, para odiar, para luchar.
Aunque suene chulo, prepotente y macarril y aun sabiendo que tras esto vas a odiarnos y que much*s compañer*s nuestr*s de lucha (algun*s compañer*s, y otr*s “compañer*s”) van a tacharnos de nihilistas, de suicidas y de vanguardia iluminada (cosa que no queremos ser ni por asomo, por lo menos no una vanguardia iluminada, sólo decimos lo que hay no lo que los demás han de hacer), estos escritos, esta propaganda, hecha para picarte, para agitarte,… son tu oportunidad, porque las espectadoras, también serán atacadas, como parte del engranaje del sistema, del ente al que hemos declarado ya hace tiempo la guerra.

Unas palabras finales

Tras semejante provocación a tu modo de no-vivir, sobre todo con las últimas frases (tanto en contenido como en forma, sí, hemos sido prepotentes y perdonavidas, qué se le va a hacer, la guerra convierte a los seres humanos en chacales), estarás muy contento cuando acabemos en la cárcel, que seguro piensas es el sitio donde deberíamos estar (cuando no el manicomio), como contenta o indiferente te has puesto cuando toda una bateria de compañer*s nuestr*s, anarquistas y anti-autoritari*s, han acabado allí. Y seguro que pensarás así por el ataque brutal a tu modo de vida. Bueno pues nada, sigue en tu discoteca, con tu trabajo de mierda (o tu paro de mierda), tu ocio alineado, tu vida vacía y miserable, pero antes de tirar este escrito a la basura y decir lo cabron*s que somos, o peor, antes de condenarnos con el desprecio de tu indiferencia y de olvidar esto a los 2 segundos (si es que te lo lees y si es que te entra en la cabeza la sarta de “sandeces” que te estamos diciendo), reflexiona un poquito y trata de ponerte en nuestro lugar, que es tu lugar pero visto desde una óptica diferente a la tuya. Óptica la tuya que si la tienes será la mierda de óptica de la democracia, de la normalidad, del sistema, de la sociedad. Reflexiona y comprende, después cuenta hasta 10 y escoge la pastilla roja o la azul. No hay vuelta atrás. Entonces comprenderás y atacarás o comprenderás y serás atacada (como parte de la sociedad, del sistema)
Hemos dejado de escupir lo que teníamos que decir. A buen entendedor pocas palabras bastan. Sopas y sorber.
Viva la anarquía.