Queen Mother Moore: Una vida de lucha
Obrero Revolucionario #909, 1º de junio, 1997
“Uno tiene que estar dispuesto a perder la vida para vivirla plenamente”.
Queen Mother Moore
Queen Mother Moore, activista revolucionaria y luchadora contra la opresión del pueblo negro, murió el 7 de mayo en Brooklyn, Nueva York. De ella se podría decir: “La lucha fue su vida”. Llevaba casi cien años movilizando incansablemente a oponerse a los crímenes del imperialismo estadounidense: en la lucha contra la opresión racista, en la organización comunitaria en Estados Unidos, y en la lucha contra la agresión imperialista en Africa y por todo el mundo.
Queen Mother Moore era panafricanista y aplaudía las luchas de los pueblos del mundo. La llenaba de alegría recibir noticias de golpes contra los imperialistas, tanto en Harlem como en Vietnam, Corea, China, Centroamérica, Sudamérica o Africa. Incluso en el último cuarto de su vida, después de cumplir los 75 años, nunca abandonó la lucha. En 1983, participó en el Campamento de Mujeres en Seneca Falls, Nueva York, una movilización antibélica. En las décadas pasada y actual militó en el movimiento de apoyo al pueblo azanio contra el gobierno de apartheid. Nunca se permitió descansar ni siquiera cuando descansaba; por ejemplo, se dice que cuando iba a películas que insultaban a los negros, se paraba a criticarlas y exigía que las cancelaran. No se iba hasta que el teatro paraba la película o la policía se la llevaba.
Una vida de lucha
Al nacer en 1898 en un pueblito cerca de Nueva Orleans, recibió el nombre de Audley Eloise Moore. Las experiencias de su juventud la moldearon, muy especialmente la opresión semifeudal y el terror racista contra los negros del Sur. A un abuelo lo lincharon y a una abuela (que fue esclava) la violó un blanco. Moore tuvo que abandonar sus estudios después del cuarto grado para trabajar. Contaba que la policía de Nueva Orleans y sus alrededores arrestaba a los hombres negros nada más por platicar en la calle, y que hacía redadas en picnics de pescado frito, arrestaba a los hombres, y luego regresaba para violar a las mujeres. También le impactó mucho lo que pasó durante la I Guerra Mundial y en los años siguientes: las barbaridades racistas a las que sometieron a los soldados negros, y los pogromos contra barrios negros por todo el país.
Moore se comprometió a luchar contra todas esas infamias y a buscar la manera de cambiar la situación. De joven se unió al United Negro Improvement Association, la organización que fundó Marcus Garvey. Si bien ese movimiento (con su plan capitalista negro de regresar a Africa) no era revolucionario, recibió mucho apoyo porque se le plantaba a los imperialistas. Moore decía que lo que la atrajo a Garvey era que llenaba a los negros de orgullo y autoestima hablando de sus orígenes africanos y de la historia de sus pueblos, y que la llenaba de indignación cuando hablaba de la dominación imperialista del continente.
Queen Mother Moore contaba una anécdota muy reveladora de lo que ocurrió cuando Garvey fue a Nueva Orleans. Al llegar, lo arrestaron en seguida. La comunidad negra se movilizó y obligó a las autoridades a ponerlo en libertad al día siguiente. Cuando fue a dar una charla en el sindicato de los estibadores, encontró un público de negros y un contingente de policías blancos. En una entrevista que le hizo la revista Black Scholar en 1973, Moore contó lo que pasó: “Todo el mundo decía: `Hablará esta noche. Sin duda hablará’, y se fue a comprar municiones. Balas. Yo tenía una maleta llena de balas y mi esposo tenía otra. Tenía dos pistolas, una en el pecho y la otra en el bolso. La de mi esposo era de calibre .45. Todos sabían que debían venir armados. Queríamos la liberación”.
Cuando Garvey comenzó a hablar, la policía amenazó con arrestarlo de nuevo. Moore continuó: “En ese momento, todo el mundo se puso de pie y desenfundó su arma. Toda pistola decía: `Habla, Garvey, habla’. Eso ocurrió en 1920, cuando se supone que los blancos del Sur nos tenían acogotados. Cuando Garvey dijo: `Y como venía diciendo…’, los policías se fueron como perros con el rabo entre las patas. Sabían que los hubieran matado esa noche. Nadie tenía miedo de morir. Uno tiene que estar dispuesto a perder la vida para vivirla plenamente”.
En los años 20, Moore se fue de Luisiana en busca de un lugar donde los negros fueran libres; su búsqueda le demostró que la opresión de los negros y la supremacía blanca no eran características peculiares del Sur sino algo integral del sistema por todo el país. Como dijo: “Después de militar en el movimiento de Garvey, empecé un peregrinaje en busca de la libertad. Fui a California, por ejemplo. En Santa Mónica, me cobraron $5 por una soda. Me dijeron que hubiera debido ir a Chicago. En Chicago, nuestra gente vivía con lámparas de kerosén y gas, y con un solo baño en el pasillo para todos los inquilinos. Me dijeron: `Debes ir a Harlem. Todo está bien chévere allá’. Fui a Harlem pero la situación era peor. Buscaba la libertad. Es una barbaridad cuando uno no sabe nada, pero por lo menos quería forjar la unidad de mi pueblo”.
Moore se mudó a Harlem, donde vivió casi todo el resto de la vida, y se unió a la lucha. Participó en la defensa de los Muchachos de Scottsboro (unos jóvenes negros acusados falsamente de violar a una blanca en Alabama). Inspirada por esa batalla y por el papel dirigente del Partido Comunista, EU, en ella, entró al partido. Era organizadora comunitaria en Harlem. En una batalla, organizó una huelga contra los dueños de edificios. Inventó la estrategia de movilizar a los vecinos para devolver los muebles de una familia desalojada a su apartamento y defenderlos de los guaruras del dueño. Fue miembro fundador de la Asociación Harriet Tubman de trabajadoras negras.
Una de las cosas que la atraía al Partido Comunista era su compromiso a la autodeterminación de los negros, y al derecho de separarse y formar una república negra. Cuando el partido empezó a alejarse de la lucha contra la opresión de los negros y luego abandonó la idea de la autodeterminación, Moore lo abandonó, pero siguió luchando.
En 1955 participó en una campaña para hacer que el gobierno pagara una compensación a los negros por los años de esclavitud y opresión. Se unió a Malcolm X y su Organización de Unidad Afroamericana, y organizó un sinnúmero de grupos y escuelas alternativas. En esa época fue por primera vez a Africa, para asistir al entierro de Kwame Nkrumah. En Ghana, el pueblo ashanti le dio el título honorario de Queen Mother (Reina Madre).
Queen Mother Moore no era comunista revolucionaria. Pero odiaba el imperialismo yanqui y todo el sufrimiento que causa para los negros y los pueblos de todo el mundo. Luchó sin cesar contra el imperialismo y por encontrar una auténtica solución. Condenaba a los que se habían vendido a los imperialistas, a los “Negroes” creados por el sistema. En la entrevista de 1973, habló de las metas de la lucha: “Los que buscan seguridad temporal en vez de auténtica libertad no merecen ni la una ni la otra…. Empezamos a hablar de ser ciudadanos de primera clase. No queríamos ser ciudadanos de segunda clase. ¿Acaso la ciudadanía de segunda clase es parte de la Constitución? Los ciudadanos tienen que luchar por sus derechos. ¡Imagínese que un ciudadano tenga que luchar por los derechos civiles! La idea es repugnante. Me ofende y rechazo esa clase de ciudadanía que me impusieron. Desde el fondo del corazón, la rechazo. Eso me alienta y me empuja a actuar”.
Cuando Queen Mother Moore empezó su búsqueda en los años 20 y solo encontró más opresión, dijo: “No había opción, tenía que luchar”. Luchó con gran pasión. Cuando cumplió 75 años, hizo un balance de su vida: “Sí, he hecho todo lo posible para dar la talla, para cumplir como mujer en el movimiento negro. He hecho todo lo posible”. Las masas de todas partes agradecen la contribución de esa compañera carísima, valiente e inspiradora, y la extrañarán.