La Sexta: “la razón y la ira”

08.Sep.05    Análisis y Noticias

Sergio Rodríguez Lascano
Revista Rebeldía

La Sexta Declaración de la Selva Lacandona representa una nueva
fase en la práctica y el pensamiento del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN). Según ellos mismos lo han planteado,
el proceso que permitió llegar a ese objetivo duró tres años.
Tres años de diálogos, intercambios, acercamientos, asedios. Tres
años para madurar un diagnóstico, una concepción y una
propuesta. A diferencia de otros que pretenden tener una respuesta para
todo y actúan con una profunda irresponsabilidad —en tanto nunca
hacen un balance de lo que dicen, más aún ni siquiera les
interesa saber si alguien los escucha—, el Comité Clandestino
Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN asume con
responsabilidad lo que propone y lo que hace, en tanto no son
comentaristas de lo que pasa sino actores comprometidos que luchan por
cambiar al mundo y al país.

Tres años nos pueden parecer mucho para llegar a una propuesta,
acostumbrados a regirnos por los tiempos del poder, pensamos que
el tiempo no nos pertenece, que está sobredeterminado por los
conflictos, la agenda y la geografía de los señores del dinero y
sus palafreneros (por lo menos así se ven ellos): la clase
política.

La Sexta es una propuesta político-organizativa. Y, como tal,
representa una apuesta política que en su diseño, elaboración y
ejecución requiere de una visión más o menos precisa de qué se
pone en riesgo, quiénes son los interpelados, cuál es el marco
general de referencia, con qué tiempos y en qué espacios.
Desgraciadamente la impaciencia por el éxito y la eficacia no tan sólo
buscan determinar las relaciones sociales de dominio sino que
también influyen, muchas veces, en la visión de los que luchan en
contra de ese dominio. La política de los de abajo necesita romper
con esa impaciencia y con esas cargas ideológicas. La política
de los de abajo requiere de su tiempo y su espacio. La Sexta
refleja la maestría que significa poner el tiempo del lado de los
trabajadores del campo y la ciudad. ¿Por qué no antes? Porque no
se podía. ¿Por qué no después? Porque no se debía.

Una cuestión similar acontece con el problema del espacio. El
EZLN siempre se ha movido en los tres planos del espacio de la
política: lo local, lo nacional y lo internacional. Algunas veces
como planos diferenciados, otras como la combinación de dos de
ellos y otras combinando todos los planos. Y siendo indudable,
como ellos mismos lo señalan en la Sexta, que la cuestión indígena
(la lucha por los derechos de los pueblos indios) fue el hilo
conductor de lo fundamental de su política, ellos nunca
renunciaron a contar con una propuesta nacional más allá de los pueblos
indios. En la sexta, los tres planos del espacio de la
confrontación con el poder del dinero se ubican como los lugares de
actuación.

El arte de la política es dominar el tiempo y el espacio. Y
lograr esto muchas veces significa ceder espacio para ganar tiempo,
o ceder tiempo para ganar espacio, o ceder tiempo y espacio para
ganar más tiempo y más espacio, o no ceder nada para ganar…

El lenguaje de la Sexta

La forma de la Declaración me parece inmejorable. A mí me
recuerda mucho la primera. No quiero decir con esto que las otras
Declaraciones no sean muy importantes, lo que me interesa subrayar
es que el tono me parece más cercano. Refleja de una manera
nítida (me parece) la discusión que tuvieron las comunidades
indígenas de Chiapas y da la impresión de estar escuchando las
discusiones que tuvieron y las conclusiones a las que llegaron. Eso dicho
de otra manera hubiera sido mucho menos impactante y mucho menos
profundo. Entonces, aunque en la Declaración se señala el salto
hacia adelante que propone dar el EZLN al dirigirse ahora a los
trabajadores del campo y la ciudad en su conjunto y trabajar
para su organización, lo hace desde los modos y el lenguaje de las
comunidades indígenas zapatistas. De esta manera la visión del
mundo, de México, de lo que se proponen hacer cobra una fuerza
mucho más grande y significativa. Una vez más no se trata de una
proclama, de las típicas en !
la historia de la izquierda mexicana, sino que lo que se nos
ofrece es una experiencia y, producto de ésta, una propuesta donde
nos dan a conocer su visión de la vida y de la lucha, lo cual
permite que la riqueza del contenido sea acompañado de un lenguaje
fresco y vital.

Por otro lado, el tono de la Declaración permite que la
comprensión de lo que ahí se plantea sea más fácil. Atrás de la Sexta se
encuentra lo que Adolfo Gilly ha señalado en otras ocasiones: la
fusión entre la razón y la ira. Pero lograrlo es una verdadera
creación. Cuando la razón no se encuentra con la ira de los
desposeídos, normalmente se vuelve fría e insustancial. Cuando la ira
se presenta sin la razón, normalmente es estéril y vana. Razón e
ira son los dos elementos de la Sexta.

Efectivamente, como dijo nuestra compañera, Eugenia Gutiérrez,
en una reunión de la revista Rebeldía, se trata de un nuevo Ya
Basta. Pero al retomar las demandas originales de la Primera y al
señalar la voluntad de construir una fuerza de la mera izquierda
basada en los trabajadores del campo y la ciudad, este Ya Basta
es más grande y más audaz y, desde luego, no exento de riesgos.

Las partes de un todo

Un texto de esta naturaleza debía de iniciar con dos
definiciones: “De lo que somos”, “De dónde estamos ahora”. Estos dos
apartados no buscan fundamentalmente recordar diversas fases de lo que
ha sido la política del EZLN sino algo más profundo: la decisión
de lucha del zapatismo, su capacidad para saber escuchar, su
voluntad de cambiar las relaciones de dominio que oprimen a nuestro
pueblo, la búsqueda de abrir espacios para la reorganización del
antagonismo social, la vocación de no rendirse frente a la
ofensiva arrasadora del capital (lo cual permitió, para una parte de
la generación del 68 —por lo menos ese es mi caso—, contar con
una especie de pulmón artificial cuando pensábamos que todo
estaba perdido; y para una nueva generación que, sin haber sufrido
las derrotas de la lucha socialista, en medio del mayor
escepticismo, encontrara otra forma de hacer y entender la política), la
voluntad por hacer renacer la esperanza. Ese largo camino (sin
hablar del anterior, el más!
duro, el que solamente les pertenece a ellos) tuvo la virtud
de convertirse en el camino para muchos otros. Eso es, creo yo,
el significado profundo de los dos primeros apartados.

Sobre la tercera parte, yo creo que representa una conclusión de
lo que ha sido la experiencia práctica del zapatismo. La forma
de ver al mundo refleja la capacidad para entender una serie de
cambios que se han realizado en los últimos 20 años. En un
artículo publicado en el periódico La Jornada, Emmanuel Wallerstein
plantea lo siguiente: “Desde 1994 la rebelión zapatista en Chiapas
ha sido el movimiento social más importante del mundo, el
barómetro y el disparador de otros movimientos antisistémicos por todo
el planeta”. Para luego plantearse una pregunta: “¿Cómo puede
ser que un pequeño movimiento de indígenas mayas en una de las
regiones más pobres de México pueda desempeñar un papel tan
importante?” Efectivamente, responder esta pregunta es un reto.
Paradójicamente, en los análisis críticos y en algunas ocasiones
hostiles que se han realizado sobre la Sexta, de alguna manera, se
contesta esta pregunta sin buscar contestarla. Desde aquellos que
le reclaman al zapatismo su!
vuelta al lenguaje “duro” de la izquierda o la vuelta a “las
viejas teorías de la lucha de clases” y por lo tanto el abandono
de la pequeña lucha por “el empoderamiento local basado en la
sustentabilidad y en la agroecología” hasta los que de plano dicen
que al zapatismo nunca le interesó el movimiento indígena o que
jamás elaboró una teoría sobre este movimiento.

Aquí parece que existe un problema de los que elaboran la
interpretación. ¿Cómo fue posible que el EZLN lograra ganar un
consenso sobre la forma de construir una propuesta constituyente y
soberana para los pueblos indios de México? ¿Cómo fue posible que un
grupo de nostálgicos de izquierda lograran un consenso entre
cientos de comunidades indígenas para que se construyera una
autonomía cercada por decenas de miles de soldados y combatida por
todos los medios posibles? ¿Cómo fue posible que el mensaje
zapatista tuviera el eco internacional que ha conquistado? Por eso los
mismos que están elaborado esta crítica, en otros momentos ya
habían tratado de cuestionar el carácter indígena de los
zapatistas. La razón es simple. Para estos compañeros el movimiento
indígena es autogestionario pero siempre necesitará a un intelectual
que lo interprete, que decida quién sí es verdaderamente
indígena y quién no, desde luego un intelectual que no viva con ellos,
que vaya de vez en cuando a !
la comunidad, que escriba muchos libros sobre sus pláticas con
los comuneros y que forme muchas o­nG´s que consigan recursos
financieros para las comunidades y para sus investigaciones.

Una de las características que bajo esta concepción se le pone
al movimiento indígena es que no se metan en política nacional.
Para la política nacional están los partidos políticos, que son
malos pero necesarios. Bajo esta ideología de la reservación, el
movimiento indígena debe ser local y punto.

Pero el EZLN nunca ha engañado a nadie. Desde el inicio ha sido
claro su planteamiento. Se trata de un movimiento
político-social que está basado (y creo estará basado siempre) en las
comunidades indígenas en los altos, el norte y la selva de Chiapas; que
lucha en contra del desprecio, la discriminación, la violencia,
el despojo y la explotación de los pueblos indios de México; que
en su apellido lleva una parte significativa de su definición
(de Liberación Nacional); que tomaron las armas y se constituyeron
en un ejército rebelde para luchar en contra del neoliberalismo,
pero también para ser escuchados por los otros sectores de la
sociedad, incluida una izquierda que había sido incapaz (en
términos mayoritarios) de sobrevivir a la oleada cardenista y había
entregado sus banderas a cambio de un cierto estatus social, una
izquierda que seguía esperando a una clase obrera ideal vestida
de overol, como se espera a Godot en la famosa obra de teatro de
Samuel Beckett, sin percat!
arse de que Godot había llegado vestido de indígena maya; una
organización que no busca la toma del poder sino combatir todas
las formas de poder y en especial aquella, la más despreciable de
todas, la del poder del dinero. Sin duda se trata de un resumen
demasiado apretado y sin duda esquemático, pero nadie puede
llamarse a engaño, el zapatismo siempre ha sido claro.

Otra de las definiciones del zapatismo ha sido el ubicarse en la
izquierda. Desde luego esa ubicación ha sido conflictiva, tanto
para el zapatismo como para el resto de la izquierda. El EZLN
representa tres aspectos en lo que tiene que ver con el
pensamiento de izquierda: continuidad, negación y superación. Se trata de
términos paradójicos entre sí y sin embargo tienen una gran
utilidad para tratar de aproximarnos a la lucha de los pueblos de
los altos, el norte y la selva de Chiapas.

Continuidad, negación y superación de lo que eran las viejas
formas de entender el mundo en el pensamiento de izquierda.
Continuidad en el terreno de comprender el significado de la
explotación y del capitalismo como tal. Negación en tanto rompen con la
vieja visión de la izquierda la cual a pesar de sus declaraciones
de fe internacionalistas siempre ubicó el terreno de su análisis
y de su acción práctica en el espacio del Estado-Nación, de la
clase obrera nacional y del partido revolucionario nacional.
Superación al explicar de manera sencilla la forma que ha adquirido
la fase actual del capitalismo y la necesidad de contar con
nuevas herramientas de análisis para comprender las actuales
tendencias de ese sistema. De esta manera, la globalización no es la
simultaneidad de la informática o de las innovaciones
tecnológicas, sino que tiene apellido y ese apellido es un adjetivo que
califica y determina a la globalización: el neoliberalismo. Aquí no
se trata de buscar las cosas!
buenas del neoliberalismo (ese es el error de teóricos
emborrachados por la modernidad como Toni Negri), sino ubicar la
esencia del mismo como un sistema de depredación y muerte (lo cual
tampoco significa suspirar por un pasado lleno de horrores del
mismo capitalismo). Para volver al aspecto de la continuidad al
señalar que paralelamente a la globalización neoliberal se ha estado
generando la otra globalización, la de la Rebeldía. Eso tiene
que ver con un viejo principio emancipador de que, desde el inicio
de su historia, el capitalismo ha generado su antagonista. La
diferencia, y aquí está otro aspecto de superación, es que la
Rebeldía no es únicamente producto de la globalización neoliberal
sino también de la asunción de la ética como un aspecto
definitorio del quehacer político, lo cual no existía en otras épocas en
las que no se entendía que muchas veces la gente se rebela no
únicamente como producto de su situación material de vida, sino
también por la agresión a la f!
orma de organizar su vida y sus relaciones, la destrucción de !
su econo
mía moral donde lo que se destruye es una racionalidad
diferente, una sociedad armoniosa donde no sólo se producen materias
primas sino, antes que nada, relaciones más justas y libres. Y,
desde luego, el aspecto más fuerte de negación y superación al
ponerse por fuera de la estatalidad, tanto en lo que tiene que ver
con la visión típica que espera que todo venga desde arriba y por
lo tanto, de lo único que se trata es de ejercer cierta presión
para que eso suceda, como con los que buscan ocupar el aparato
de Estado para desde ahí realizar los cambios en la sociedad. Al
trasladar la espacialidad de la lucha de los de abajo del Estado
hacia la sociedad el resultado es, por decirlo suavemente, un
auténtico reto para las teorías emancipatorias. La gramática de la
rebeldía zapatista es diferente de otras gramáticas, sin
embargo, lo novedoso es que se trata de una gramática que, al no tener
muchas reglas que encorseten su libertad, busca ir al encuentro
con las otras gramáticas, e!
ntre otras las de la izquierda tradicional.

Sobre la parte cuatro. Se aplica lo que he señalado en la parte
anterior, pero se agregan otras cosas. En el discurso zapatista
la cuestión de la Patria siempre ha sido muy importante, pero
ahora cobra un relieve mayor. La Patria ha sido arrasada, el
neoliberalismo no es simplemente un modelo económico, sino un
mecanismo letal para destruir los lazos identitarios de una Nación. La
Patria, concepto que viene de las primeras revoluciones sociales
—las cuales, en un exceso, fueron caracterizadas como burguesas
por la manera en que concluyeron, pero que fueron auténticas
expresiones de energía popular acumulada en la búsqueda de poner el
devenir de una sociedad bajo control de la misma—, cobra ahora,
para países como el nuestro, una importancia vital. La
diferencia es que antes se buscaba a la burguesía para que encabezara esa
lucha y ahora la burguesía nacional no existe y por lo tanto la
defensa de la Patria es una tarea para los de abajo, para los
trabajadores del campo y la !
ciudad. La descripción que se hace en la Sexta de cómo se ha
desarticulado a la Patria se ubica en función de los sujetos
sociales de la misma: los trabajadores, los campesinos, los
indígenas, los jóvenes, los homosexuales, etcétera. El proceso de
destrucción de la Patria no se ubica únicamente en función de las
privatizaciones económicas, sino también en función de la búsqueda
por eliminar todas las identidades sociales, colectivas,
comunitarias, entre otras, la cultura. En esa dinámica, el instrumento
para realizar ese proceso de destrucción ha sido la clase
política, nada más que, como sucede casi siempre, las mismas fuerzas que
ellos instrumentaron por una serie de actos de sumisión frente
al verdadero poder, ahora se vuelven contra ellos mismos.
Aprendices de brujos, hoy la patria está en peligro, pero la clase
política en sí misma lleva en la frente el sello de la crisis, la
ilegitimidad y la muerte.

En el apartado cinco, el EZLN se dirige como nunca antes a
realizar un diálogo con los movimientos sociales que hoy resisten en
el mundo y en México. Pero con una serie de planteamientos
nuevos. No dividen al mundo, como antes se hacia, entre, por un lado,
el norte explotador de los países metropolitanos, el sur
explotado que luchaba de diversas maneras contra el imperialismo, y los
países socialistas que eran los buenos. La nueva geografía del
mundo se ha simplificado: lo que en otro texto han bautizado como
el norte social y el sur social. Y entonces es fundamental
destacar la lucha del pueblo cubano por no dejarse avasallar por el
Imperio, pero también es indispensable señalar que no se confunde
gobierno y sociedad en el seno del Imperio o de los imperios.
Que es necesario dirigirse al pueblo norteamericano o al europeo,
no como simples apoyadores de las causas rebeldes de los países
antes llamados subdesarrollados, sino como sujetos sociales que
luchan en contra de las r!
elaciones de explotación, despojo, desprecio y represión que
sus gobiernos y los dueños del dinero mundial llevan a cabo en
contra del sur social, en el cual están incluidos. Se trata de
ubicar una relación de igualdad dentro de la diferencia en los
mecanismos de lucha. Se trata de ubicar la importancia de estos
compañeros. Y en el caso de los países como el nuestro se trata de
destacar a aquellos que están luchando y resistiendo y creando
nuevas formas de rebeldía que no tienen paralelo en la historia
reciente.

Sobre la sexta parte, o sea la mera Sexta declaración, al
plantearse el cómo, el texto adquiere su mayor fuerza. Primero cuando
se ubica la lucha zapatista como la que busca llevar a cabo un
gran giro que rompa con la visión instrumentalista, tan cara a la
izquierda latinoamericana: no se trata de ver al resto de los
movimientos y luchas como simplemente solidarios con el zapatismo.
Ofrecer maíz a los cubanos o a los bolivianos, o artesanías y
pozol a los europeos implica la idea de que es posible construir
otro mundo, no que otro mundo es posible como algo que es ubicado
en un futuro incierto, sino que es posible construirlo desde ya
y que ese otro mundo se logrará si se respetan las diferencias y
si se crea un pie de igualdad entre todos. Que no se camina para
hacer encuentros para que se luzcan los que más saben (¿) sino
para que se encuentren los que están resistiendo, intercambien
experiencias, donde no haya modelos, pero al mismo tiempo se vaya
creando el sedimento que!
permita la ejecución de la sinfonía de los pueblos del mundo.
Y en el caso de México, al ubicar la forma de buscar construir
una metodología de trabajo de abajo, por abajo y para abajo, con
la mera izquierda. Pero ahora no se trata de abrir espacios sin
horizonte para todos, sino con la firme convicción de que todos
están incluidos no sólo en la movilización sino en el objetivo
común a definir por todos.

Finalmente, pero no por poco importante, se encuentra lo
fundamental. La Sexta declaración promueve un método para generar un
proceso de conformación de una nueva fuerza política: “la mera
izquierda”; un programa de lucha; y la necesidad de trabajar por
una nueva Constitución. Una vez más nos encontramos con uno de los
aspectos centrales de la práctica y el pensamiento zapatista. Se
pudo hacer una proclama y formular un programa terminado al que
se llamara simplemente a adherirse. Al buscar que se suscriba la
Sexta lo que se promueve es un camino para concretar un tiempo y
un espacio propios. Un camino para caminar juntos un programa de
lucha, una forma de organización y una búsqueda por cambiar el
país y el mundo. No se trata de elaborar un programa que
signifique la suma de todo lo que un grupo de individuos crea que sea
mejor para las masas. De lo que se trata es de construir el
espacio para que de manera individual y colectiva se vaya construyendo
una propuesta radical p!
ara transformar las relaciones de explotación y de dominio. No
será un programa que sirva para negociar con el poder lo que nos
pueda otorgar, sino un mecanismo de organización propio. Porque
cuando la población decide las razones para luchar, entonces
existe la convicción suficiente de luchar por esas razones. Los 11
puntos originales del zapatismo no eran una serie de demandas
sumadas entre sí sino el resultado del intercambio de las
comunidades indígenas zapatistas. La fuerza de esos 11 puntos originales
residía no únicamente en su validez como un conjunto coherente y
efectivo sino que eran el resultado de la experiencia de pueblos
enteros. Por eso, después de más de 11 años de su aparición por
medio de la insurrección, después de más de 11 años de
hostigamiento militar y paramilitar, después de soportar las mentiras de
la clase política, en especial de aquellos que dijeron que nunca
traicionarían la causa indígena, después de emboscadas y
traiciones, después de que de m!
anera recurrente los medios los han dado por muertos, esas com!
unidades
zapatistas siguen manteniendo sus puntos iniciales y lo siguen
defendiendo sin importar los sacrificios que eso ha implicado.
Un programa cobra su validez cuando es la encarnación de un
sujeto, de un pueblo, de una comunidad, de muchos sujetos, pueblos y
comunidades. Entonces se convierte en algo más que palabras
ensambladas y se transforma en su razón de ser, en una fuerza que
expresa energía humana, la más importante de todas las energías,
por lo menos en el terreno de la sociedad. El problema no es si
algún grupo de izquierda asume el punto de la nueva Constitución
como una parte esencial de la estrategia. El verdadero reto es
cuando millones de trabajadores del campo y la ciudad entienden
que es indispensable volver a organizar desde sus cimientos al
país y al mundo. El camino es más largo y sinuoso, el otro, el de
las pequeñas vanguardias, es más corto y aparentemente más
luminoso; pero después de muchos años de lucha emancipatoria es
necesario señalar que ni siquiera !
la felicidad se impone.

La idea es construir un gran movimiento social y político que
tenga una característica doble: que sea constituyente y soberano.
Constituyente porque implica la creación de relaciones sociales
nuevas, entre otras las relaciones sociales que permitan su
construcción, pero también las que permitan conjuntar, que no negar,
sus diferencias y desde luego porque busca reconstruir el país y
el mundo desde abajo. Soberano porque nadie decidirá por él.

Posdata:

El Subcomandante Insurgente Marcos ha enviado un nuevo
comunicado titulado: “Un pingüino en la Selva Lacandona”, que también se
hubiera podido llamar: “¿A quién tenemos que pedir permiso?”.
Parece que la Sexta Declaración de la Selva Lacandona causó
malestar entre algunos que consideran que el EZLN no debe salir de la
selva sino es de acuerdo al calendario y la agenda que el poder
ha diseñado, es decir a apoyar al candidato del “centro
democrático”.

¿Quién está en condiciones de otorgar los permisos? ¿Los que
consideran que la explotación, el despojo, el desprecio y la
represión no son temas adecuados para los indígenas?

Pero resulta que la explotación, el despojo, el desprecio y la
represión la sufren los pueblos indios de México, quizá como
nadie en este país. ¿Los productores de café no son explotados? ¿Los
indígenas que no les queda otro camino que irse a trabajar a los
Estados Unidos no son explotados, despreciados y reprimidos? ¿Y
no fueron víctimas del despojo con las modificaciones al
artículo 27 Constitucional?

Entonces parece lo más natural que esos pueblos indios (sin cuya
insurrección —por cierto— no existiría el IFE ciudadanizado, o
las diversas reformas electorales, entre muchas otras cosas)
busquen a los trabajadores del campo y la ciudad de México y el
mundo, se dirijan a ellos y les propongan caminar juntos para
construir un camino propio, autónomo, otro.

En 1994, los zapatistas interpelaron a la sociedad y
preguntaron: “¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?” Hoy
podrían formular una nueva pregunta: ¿Quién tiene que pedir
permiso y quién puede otorgarlo?

El CCRI-CG del EZLN le pidió permiso a los pueblos zapatistas y
ellos respondieron positivamente. Lo que sigue es comenzar a
andar el camino y ver si los trabajadores del campo y la ciudad de
México y el mundo están dispuestos a construir esa otra cosa.

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