8 de septiembre 2005
Maní, México.-
En Cisteíl soplamos el jonk’a. Con el sonido del caracol nos juntamos para iniciar el p’uj en defensa de nuestros derechos como pueblo maya. Compañeros de varios pueblos llegamos a este sitio en el que tuvo lugar la rebelión maya de 1761 y Don Antonio, J-Men, pidió la protección de los cuatro vientos y pidió que el espíritu de Jacinto Can Ek bendiga y acompañe este trabajo.
En Cisteíl varios compañeros mayas dijimos nuestra palabra, recordamos que esta lucha que hacemos como pueblo comenzó con los abuelos y abuelas de nuestros abuelos y que llevamos varios años en este trabajo de expresar y defender nuestros derechos.
Al terminar el rito compartimos el balché, la bebida ritual de nuestras ceremonias mayas, y nos trepamos a la camioneta como a las cinco y media de la tarde para iniciar el recorrido y dirigirnos a Maní.
Al salir de Cisteíl y llegar a Timul encontramos a varios compañeros y compañeras de otros pueblos que se unieron al p’uj. En Maní nos concentramos en el parque Santa Lucía y marchamos hacia un costado del atrio del convento, donde suponemos fue la destrucción de los libros sagrados y códices de nuestros abuelos y abuelas.
Mucha más gente se unió a este evento de Maní: los propios habitantes que, con entusiasmo, firmaron al concluir el evento el manifiesto “No en nuestro nombre”; personas de otros pueblos que llegaron directamente al evento y también algunas compañeras y compañeros de Mérida que, aunque no son mayas, han manifestado su interés en el pleno respeto de nuestros derechos como pueblo.
Aquí estuvimos muchos compañeros y compañeras por voluntad propia y convicción personal, sin ser representantes ni representados de grupos. Cada voz va sumando su palabra verdadera.
En Maní insistimos en que, si los diputados hacen una ley, que no usen nuestro nombre, pues ni siquiera conocen nuestros pueblos ni entienden nuestras demandas. Ahí reiteramos que la consulta que hizo el Indemaya no sirvió para tomar nuestra palabra, ni siquiera fue una consulta como entendemos que debe hacerse: informada, completa y respetando nuestro modo de tomar acuerdos.
Los trabajos de este día comenzaron mucho antes, pues a las nueve de la mañana un grupo de compañeros nos presentamos a XEPET para hacer uso de sus micrófonos. Algunos compañeros decían medio en broma y medio en serio que íbamos a “tomar la radiodifusora”.
Al llegar y explicar nuestra palabra el encargado en ese momento de la radio nos cedió los micrófonos durante casi una hora y nos hizo una extensa entrevista. Ahí explicamos el origen y los motivos del p’uj, sobre la ley que se pretende hacer, la cual rechazamos porque primero tiene que arreglarse la ley federal que no respetó los acuerdos de San Andrés.
La compañera de los controles y el entrevistador nos despidieron con entusiasmo, deseando que todos los trabajos rindan fruto, por lo que concluimos, un poco en broma y un poco en serio, que la radiodifusora entregó sus micrófonos, no sólo sin oponer resistencia, sino con simpatía hacia la causa que nos mueve.
La toma simbólica de XEPET tiene también un motivo: la encargada del Indemaya ha dicho que “la campaña (weyano’one’) nació de una serie de consultas con representantes del pueblo maya, que quiere verse y oírse en los medios de comunicación”. Nosotros decimos que esa es la forma como tratan de negar y reducir nuestros derechos, pues no se trata de “salir en los medios”, sino que tenemos derecho a operar y administrar nuestros propios medios de comunicación.
El Señor de la lluvia, entendemos que en acuerdo con esta lucha, decretó una tregua y nos permitió tener una hermosa y emotiva tarde en la que se vio cuán viva está la flor de nuestra palabra.
Pedro Uc Be
José Anastasio Euán Romero
Russel Pebá