Una experiencia de Educación Popular. Agrupación la Dignidad Rebelde

09.Nov.05    Universidad Libre

SEMBRAR LA PALABRA,
ORGANIZAR LA PALABRA Y
LUCHAR POR LA PALABRA.
UNA EXPERIENCIA DE
EDUCACIÓN POPULAR
CON NIÑAS Y NIÑOS
EN LA VILLA 31 (BIS) DE RETIRO
ARGENTINA

AGRUPACION
LA DIGNIDAD REBELDE

SEMBRAR LA PALABRA, ORGANIZAR LA PALABRA Y LUCHAR POR LA PALABRA
UNA EXPERIENCIA DE EDUCACIÓN POPULAR CON NIÑAS Y NIÑOS EN LA VILLA 31 (BIS) DE RETIRO

ÍNDICE

PRESENTACIÓN

CONTEXTO SOCIAL DE LAS PRÁCTICAS POLÍTICO-PEDAGÓGICAS.
• Lectura del mundo.
• Barrio Ferroviario, Villa 31 (bis).

CONTEXTO TEÓRICO DE LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS
• Conceptualización de la Educación Popular.
• Concepción del ser humano y del mundo desde la Educación Popular.
• Dimensión Política de la Educación Popular.
• Educación Popular y Concientización.
• Educación Popular y Utopía.

TRABAJO DE BASE

DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN POPULAR CON NIÑAS Y NIÑOS.

BIBLIOGRAFÍA.

SEMBRAR LA PALABRA, ORGANIZAR LA PALABRA Y LUCHAR POR LA PALABRA
UNA EXPERIENCIA DE EDUCACIÓN POPULAR CON NIÑAS Y NIÑOS EN LA VILLA 31 (BIS) DE RETIRO – ARGENTINA
SEMBRANDO
Sembrando esperanza
Creando
Estrellas en tu cielo
Ya no voy a olvidar
Yo te despejo el tiempo
Vos me enseñas a soñar.

Llueve de nuevo
Sobre
Terrenos secos.
La cosecha abundará
Yo te describo el sueño
Vos me enseñas a volar.

Y la vida sin igual
Luchamos amor desnudos
En la orilla bajo el sol
Luchamos amor desnudos
En la orilla bajo el sol.

Tonga

PRESENTACIÓN
Cuentan los “viejos” cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde que esta organización popular nació en y por el Pueblo.
Al poco tiempo de empezar a dar sus primeros pasos murió para volver a nacer. Esto sucedió cuando un día comenzó a recorrer las calles y los pasillos de barro y piedra de la villa de Retiro.
Cuentan que en la villa buscando fueguitos para calentarse, y entonces vivir, encontró las llamitas de un montón de niñas y niños. Con sus chispas han incendiado el alma de la Agrupación La Dignidad Rebelde.
Cuentan que desde ese día los Rebeldes no dejaron de galopar por los caminos de la lucha y la resistencia.
Cuentan que en ese andar de la mano de los niños y las niñas aprendieron a pensar y sentir que una sociedad igualitaria, libre y justa no sólo es posible sino necesaria.
Una sociedad linda, buena, humanizada donde los abuelos y las abuelas les cuenten a los niños y a las niñas todos sus sueños cumplidos; y donde los más pequeños compartan con los grandes sus proyectos.
Son los sueños todavía los que nos pellizcan en nuestro quehacer. Sueños reales y eternos que nos dan la esperanza de construir un mundo donde los niños y las niñas puedan vivir su infancia y adolescencia con dignidad.
Sueños despiertos son los que se cumplen. Y se cumplen si vamos juntos tras él. Cuantos más tengamos el mismo sueño, más pronto se va a cumplir. Cuantos más nos contagiemos ese sueño más estará presente. Más lo tendremos cerca y más se lo podremos contagiar a otros que no los sueñan todavía.
La Agrupación La Dignidad nació hace algunos añitos junto a los sueños de los explotados, los cabecitas negras, los oprimidos, los grasas, los marginados, los villeros.
Durante esos años se ha hecho del trabajo popular en el Barrio Ferroviario de la villa 31 (bis) en Retiro, un objeto de reflexión permanente; permitiendo ir avanzando frente a los obstáculos que se fueron anteponiendo.
Este texto es la palabra de una experiencia de una organización popular que encontró un lugar en el mundo junto a los locos bajitos.
El propósito del documento es sistematizar una experiencia de Educación Popular con niños y niñas en un lugar donde el Señor Poder sólo siembra desocupación, analfabetismo, enfermedades, violencia, hambre y miseria.
Asimismo se busca develar a partir de la práctica política-educativa las herramientas conceptuales que sustentan el trabajo de base.
Contar esta experiencia de Educación Popular de la Agrupación La Dignidad Rebelde es como mirarse al espejo, pero este no sólo ve el presente sino también el pasado. Los rasgos de hoy, vienen de ayer. Mirarse al espejo es reconocer la historia que se ha construido. Por eso otro de los objetivos que se pretenden es reconstruir la memoria del trabajo de base desde sus primeros años hasta nuestros días.
Las reflexiones que puedan sacarse del quehacer histórico de la Agrupación La Dignidad Rebelde pretenden ser un nuevo punto de partida que ayude a pararse mejor en el presente y ser un desafío para seguir mejorando el trabajo de base en la villa de Retiro.
Un Alto antes de seguir. “Sembrar la palabra, organizar la palabra y luchar por la palabra” ha sido escrito por dos cumpas de la Agrupación La Agrupación La Dignidad Rebelde. Por lo que ha sido hecho con toda la objetividad que su subjetividad le indicaba.
Un Segundo Alto. La experiencia de Educación Popular con niños y niñas en la villa (bis) de Retiro que ha de contarse esta “viva”. Por lo tanto, el texto que presentamos también lo está. Sería lindo que lo podamos reescribir con otros cazadores de Utopías.
Un Tercer Alto. ¡Qué lo disfruten!
Su y Mono

CONTEXTO SOCIAL DE LAS PRÁCTICAS POLÍTICO-PEDAGÓGICAS.

Lectura del Mundo
Antes que nada, antes de empezar esta historia sería bueno que podamos contar la lectura que hace la Agrupación La Dignidad Rebelde respecto del mundo, de la sociedad, en la que toditos y toditas estamos viviendo.
“Lectura del mundo que implica una toma de posición. Con posición tomada, no dejamos de re-leer el mundo; una lectura es siempre desde una posición, son procesos simultáneos y retroalimentarios.”
¿Y cómo es el mundo que vemos a nuestro alrededor? Es un mundo capitalista. El capitalismo es un sistema social que organiza las relaciones de los seres humanos entre sí y con la naturaleza. Donde el ser es sinónimo del tener o del acumular, a costa de despojar a inmensas mayorías de comida, abrigo, techo, salud, de la vida; destruyendo la diversidad de la naturaleza, el equilibrio con la Pacha Mama, nuestra Madre Tierra.
En el capitalismo, existen los que tienen y los que no tienen. Unos menos tienen muchito dinero, fábricas, comercios, campos, y tantas otras cosas. Los más, tienen poquitas cosas, pero tienen saberes y su capacidad corporal de trabajar o fuerza de trabajo.
¿Por qué los que son menos, tienen más, y los que tienen menos son más? ¿Será porque unos saben ahorrar y se esfuerzan mucho, mientras los otros se gastan todo lo que tienen y son unos vagos? No. Los capitalistas tienen grandes riquezas porque desde hace mucho tiempo vienen conquistando, colonizando y explotando a pueblos; saqueando y destruyendo los recursos naturales del Planeta Tierra, y realizando un comercio desigual, ya que cambian materia prima por productos manufacturados. Hoy por hoy continúa la opresión.
El capitalismo sobrevive explotando al hombre por el hombre.
Los pueblos no se ponen de acuerdo para que haya unos que dominen y otros sean dominados. Los dominadores ejercen su poder en forma violenta por medio de matanzas, asesinatos, encarcelamientos, violaciones, torturas, robos, etc. Quienes no se adecuan al patrón impuesto por los opresores son reprimidos, discriminados y excluidos, por ser pobre, negro, indígena, inmigrante, mujer, homosexual, viejo, niño , o por rebelarse contra la injusticia.
El sistema social capitalismo deshumaniza. Hombres y mujeres son transformados en objetos, a quienes se les niega la humanidad, la subjetividad, la posibilidad de elegir y de hacer la historia.
En el mundo capitalista, la vida, el amor y la dignidad no tienen ningún sentido. Para los capitalistas sólo importa tener y acumular. Esto es sinónimo de felicidad.
Dentro de este mundo no podemos dejar de vislumbrar y sentir el imperialismo, sea yankee u otro, que a fin de acaparar mercados y acumular recursos y riquezas para un puñado de capitalistas, no tiene reparos en avanzar ferozmente en el avasallamiento de pueblos enteros; en la destrucción del planeta; en el asesinato premeditado de hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes y ancianos; en la anulación de las más diversas culturas…
Y estamos aquí, en una América latina, pues, que ha dejado atrás un siglo XX, donde nos han maquillado con promesas de progreso, de que un sólo mundo es posible, con anuncios que han dado por muerte a las ideologías, que el libre comercio entre países permitirá generar empleos y trabajos, toda una gran mentira de espejitos de colores. Sólo pobreza, miseria y hambre ha generado los programas económicas capitalistas implementados tanto por dictaduras militares y/o gobiernos autodenominados democráticos.
Avanza el siglo XXI y el Señor Poder sigue destruyendo y robando nuestras riquezas a cambio de sus espejos con brillos.
Aquí al sur del sur, en Argentina, quienes nos gobiernan pretenden conquistarnos con “pan y circo”, con políticas de seducción, que han fraccionado al campo popular, manteniéndose los poderosos en el poder y perpetuando una situación estructural de desigualdad social donde los ricos se siguen enriqueciendo y los pobres siguen siendo cada vez más.
Ante este panorama de sumisión al yugo del poder hegemónico, que nos anula, que no nos deja ser ni hacer, que nos impone una cultura que no nos pertenece, hombres y mujeres de América latina encuentran su existencia resistiendo, como hace más de quinientos años lo vienen haciendo los pueblos originarios. Organizándose y luchando en selvas, bosques y montañas, en tierras áridas, en tierras patagónicas, en las plazas, en las rutas, en las calles capitalinas, en las fábricas recuperadas por los obreros, en las tierras tomadas por los campesinos van caminado por ancho camino niños y niñas, jóvenes y jóvenas, adultos y adultas, ancianos y ancianas.
Como dice el Che “ya se los ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los “olimpos” gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, en un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, afincando sus garfios en las tierras que les pertenecen y defendiéndolas con sus vidas; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas; haciéndolas correr en el viento, por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron.”
“La Agrupación La Dignidad Rebelde se posiciona desde el lugar de los explotados, los oprimidos y los marginados para leer el mundo y transformarlo en función del proceso histórico y político de construcción de una sociedad igualitaria, libre y justa.”

Barrio Ferroviario, Villa 31 (bis).
La problemática social que vive el pueblo latinoamericano tiene, como una de sus expresiones visibles, los asentamientos poblacionales ubicados en las ciudades urbanas, denominados villas “miserias” o villas de “emergencia”.
Las villas constituyen un recorte socio territorial dentro de las grandes urbes, en el que sus pobladores se definen por una pertenencia territorial intralocal.
Podríamos decir que las villas son “ocupaciones irregulares de tierra urbana vacante que: producen tramas urbanas muy irregulares. Es decir no son barrios amanzanados, sino organizados a partir de intrincados pasillos, donde por lo general no pueden pasar vehículos; responden a la suma de prácticas individuales y diferidas en el tiempo a diferencia de otras ocupaciones que son efectuadas planificadamente y en una sola vez; las viviendas son construidas con materiales de desecho, con el tiempo algunos habitantes construyen sus casas de mampostería, aunque, el resultado son siempre viviendas precarias; poseen una alta densidad poblacional; las condiciones habitacionales son de hacinamiento; generalmente cuentan con buena localización, en relación a los centros de producción y consumo, en zonas donde es escasa la tierra; en la Capital Federal se asentaron en tierras de propiedad fiscal; los pobladores las consideraban en sus orígenes un hábitat transitorio hacia un “posible” y anhelado ascenso social; los pobladores son trabajadores poco calificados o informales; sus habitantes son portadores de adscripciones estigmatizantes por parte de la sociedad de su entorno.”
La Agrupación La Dignidad Rebelde desarrolla su trabajo de base en la villa de Retiro, Ciudad de Buenos Aires (Argentina).
La villa de Retiro esta ubicada entre los límites de la Estación Terminal de Ómnibus de Retiro, las vías férreas del tren General San Martín, la Av. Presidente Ramón Castillo y la calle N° 12.
Específicamente se realiza el trabajo popular en el Barrio Ferroviario de la Villa 31 (bis) de Retiro. Ferroviario por que su ubicación se encuentra junto a las vías férreas que llegan a las Estaciones de Retiro y 31 (bis) hace referencia a que se encuentra al lado de la histórica “Villa 31” que tiene su origen en la década del 40 por asentamientos de trabajadores, en su mayoría portuarios y ferroviarios.
El crecimiento de las villas, en general, da cuenta del incremento de la pobreza en la década del `90 causada por las políticas acordadas en el Consenso de Washington. Llámense liberalización económica, privatización de las empresas estatales, desregularización del mundo del trabajo y descentralización de los servicios sociales.
En la villa 31 (bis) de Retiro viven aproximadamente 7.000 familias. Estas están conformadas mayoritariamente por niños y niñas.
En el barrio habitan niñas, niños, jóvenes, adultos, ancianas y ancianos que han llegado a la ciudad de Buenos Aires desde tierras muy lejanas y muy distintas a ésta. Han dejado atrás campos, montañas, valles, pueblos, personas queridas e historias vividas huyendo del hambre, la desesperación, la miseria, el sufrimiento. Aquí han llegado, trayendo sus colores, sus ritmos, sus bailes, sus sabores, sus saberes, sus culturas, sus tonadas, sus lenguas, sus sueños y su memoria.
La población adulta en general no tiene un trabajo estable y formal; hacen “changas”, son cartoneros, y algunos son beneficiarios del algún plan laboral del gobierno. Aquellos que tienen trabajo, lo tienen en una situación de explotación laboral, con sueldos que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas del grupo familiar; las cargas horarias son muy extensas, sin ningún tipo de descanso; además al no estar en blanco no tienen cobertura médica ni social.
Por todas partes, en las casas, las calles y los pasillos, las canchitas, los comedores, hay niños y niñas que andan como bandadas de pájaros. Sin embargo, a diferencia de estos, ellos y ellas no pueden volar libres.
Tienen el poder de modificar su entorno y convertir un palo en un caballo, una caja en un auto, un dibujo en la más bella de las obras de arte. Los niños y las niñas son protagonistas de cuentos de amor, aventura, misterio, suspenso, pero los son en historias ficticias. La realidad se encarga de negarles la posibilidad de ser chicos y chicas. No pueden vivir su infancia y adolescencia, porque sistemáticamente el sistema capitalista viola sus derechos.
Los niños y las niñas de la villa viven inmersos en múltiples problemáticas: analfabetismo, expulsión del sistema escolar, desnutrición, explotación laboral, drogadicción, alcoholismo, maltrato y discriminación. Todos ellos y ellas están excluidos de sus derechos: a jugar y divertirse, a descansar, a estar bien alimentados, a expresarse y dar su opinión, a recibir amor, a tener una vivienda confortable, a educarse, a poder tener acceso al hospital o una salita de emergencias…
Los niños y las niñas viven en una sociedad adultocentríca. Toda esta hecha y pensada desde y en función de los adultos. Se les imponen y asumen responsabilidades y roles de adultos. Por ejemplo, muchos chicos y chicas trabajan, saliendo a recorrer la ciudad juntando cartones y latas, abriendo las puertas de los taxis, mendigando, vendiendo artículos en subtes y trenes. Además de estas modalidades de trabajo infantil, existen otras que las realizan especialmente las niñas, “cargando” con su condición de género. Son ellas quienes trabajan dentro de sus casas, teniendo que cocinar, limpiar la casa y lavar la ropa de toda la familia, o sino quedando a cargo del cuidado de sus hermanitos o mayores.
La vulneración de los derechos del niño y la niña impactan en su crecimiento y desarrollo de tal forma que condicionan el presente de los niños y las niñas, pero también su futuro que es nuestro también.

CONTEXTO TEÓRICO DE LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS
En el caminar junto al Pueblo La Agrupación La Dignidad Rebelde ha dado un lugar muy importante a la formación política-educativa. De alguna manera, esta parte del texto denominada contexto teórico de las prácticas educativas representa una síntesis de muchas experiencias vividas, talleres y encuentros durante cinco años. Son puntos de llegada a los cuales hemos arribado, pero también son nuevos puertos para partir a ríos, mares y océanos llenos de sueños, esperanzas y rabias.

Conceptualización de la Educación Popular
¡¡¡¡¡¡¡¡Qué desafío poder llegar a conceptualizar qué entiende la Agrupación La Dignidad Rebelde con respecto a la Educación Popular!!!!!!!! No es poca cosa reflexionar en torno a un concepto que ha tenido tanta repercusión en el mundo y, particularmente, en el Tercer Mundo. Educadores, organizaciones populares, intelectuales y otras tantas personas han pasado sus vidas analizando, reflexionando y actuando con relación a la Educación Popular.
¿Por dónde iniciar el camino que ayude a explicar la noción que tiene la Agrupación La Dignidad Rebelde sobre la Educación Popular?
Quizás para empezar podemos señalar algo que salta a primera vista. Se trata de una práctica educativa relacionada con lo popular. No es posible separar en esta denominación los términos educación y popular. Creemos interesante examinar estos dos aspectos sin dividirlos. Para lo cual, vamos a intentar tener una aproximación a la pregunta: ¿qué entendemos por educación?, para luego acercarnos al concepto de popular. Tarea no del todo sencilla, pero que implica un gran desafío que queremos asumir.
La tarea de querer delimitar el concepto de educación, va a tropezar con el hecho de que existen diferentes usos sociales sobre ésta.
Los usos sociales de la educación van a estar íntimamente ligados a la concepción del mundo que tengamos. “Una concepción del mundo implica un conjunto articulado, sistemático y coherente de ideas, conceptos, valores y normas de conducta práctica que guían nuestra vida cotidiana.” Esta concepción moldea nuestra visión de cómo debe ser la sociedad y de qué lugar juega en ella el ser humano. Por tal motivo, la noción de educación va a estar íntimamente ligada a cómo leamos al mundo y al lugar que le cabe al ser humano en este.
Las sociedades establecen los preceptos doctrinales que han de guiar a las prácticas educativas. Estas ideas no son hechas por la sociedad como un todo, sino que responden a perspectivas e intereses de las clases dominantes para conservar los elementos básicos de la estructura social. Aun así las prácticas educativas se dan en espacios diversos y hasta antagónicos que confrontan por constituirse en discursos pedagógicos hegemónicos. Es decir, en los espacios educativos coexisten componentes que tienden a la conservación de las estructuras y las relaciones sociales, y otros, que tienden a la transformación de la sociedad.
Por tal motivo, existen fundamentalmente dos usos sociales para la educación: que sea la vía para corregir las disfunciones del sistema socioeconómico imperante, sin intentar modificación alguna, sólo adaptaciones; o que sea un instrumento importante en la transformación y cambio de las relaciones sociales de dominación y las estructuras sociales de opresión.
Un punto muy importante vinculado a la noción de educación es el hecho que ésta es siempre un acto de conocimiento. No hay posibilidad de entender la educación sin percibir que toda práctica educativa es siempre una situación en la cual hay un cierto objeto a ser conocido por sujetos cognoscibles.
La educación es siempre una teoría del conocimiento puesta en práctica. Entonces, una práctica educativa responde a las siguientes preguntas: ¿cómo conocer?, ¿cuál es la compresión sobre el acto de conocer?, ¿conocer para qué?, ¿conocer con quiénes?, ¿conocer en favor de qué?, ¿conocer contra qué?, ¿conocer a favor de quienes? y ¿conocer contra quiénes?
La pedagogía de la liberación que sustenta nuestras prácticas educativas se fundamenta en una concepción dialéctica del conocimiento, contraria a la tradicional epistemología idealista y positivista.
Uno de los exponentes máximos de la pedagogía liberadora, Paulo Freire, “peregrino de lo obvio”, plantea que “la educación es un acto de conocimiento que implica praxis, reflexión y acción de los seres humanos sobre el mundo para transformarlo.”
La pedagogía freireana concibe el conocimiento como una construcción social, es un proceso y no meramente un producto. “El conocimiento no se transmite; el conocimiento se hace, se rehace a través de la acción transformadora de lo real y a través de la comprensión crítica de la transformación que se ha dado antes o que se puede dar mañana.”
Según la pedagogía tradicional, la práctica educativa consiste en la transmisión de diferentes saberes y valores de generación en generación, en la cual el educador es el transmisor de los conocimientos y el educando es el receptor pasivo. Para este enfoque, el objetivo de la educación es adaptar y acostumbrar al individuo a la sociedad en que vive, formándolo para que se incorpore al “mercado” laboral a fin de asegurar y dar continuidad a la formación socio-económica vigente.
Hasta aquí hemos analizado el término de educación, queriendo destacar la intencionalidad pedagógica de la educación popular.
Ahora analizaremos el otro término en cuestión: popular. Considerando que éste es el elemento específico de la educación popular.
Cuando hablamos de popular hacemos referencia a un sujeto colectivo: los oprimidos.
La opresión aparece en la sociedad a través de diferentes relaciones de dominación: opresión de la mujer por el hombre; del niño o la niña por el adulto; de los trabajadores por los patrones, etc.
La opresión la ejercen las clases opresoras que someten a las clases oprimidas, al despojo del tener: alimentación, trabajo, techo, tierra, salud…. Se trata en definitiva de una negación del derecho a la vida. Negando el derecho a vivir, todos los demás derechos caen. ¿De qué libertad nos hablan, cuando la experiencia concreta de cada día niega en los barrios un plato de comida para los niños y las niñas, una cama para dormir, ropa para vestirse, un salario digno para los papás de los chicos y las chicas? ¿Acaso de esa libertad que nos atribuyen idealmente a cada uno de nosotros y nosotras?
Junto con los elementos básicos para la vida, también a las clases oprimidas se les niega el saber que pasa por la “prohibición” del acceso a la escuela, en la “expulsión” del sistema educativo, pero fundamentalmente por el desprecio de las clases opresoras a los valores, a las culturas, al “saber hecho de experiencia” del pueblo. Negación que tiene que ver con una de las características de la acción conquistadora de los opresores: la invasión cultural. Esta consiste en la “penetración que hacen los invasores en el contexto social de los invadidos, imponiendo a éstos su visión del mundo, en la medida misma en que frenan su creatividad, inhibiendo su expansión.” La función principal de la invasión cultural radica en imponer la lógica del pensar de los opresores a los oprimidos, en lugar de la suya propia.
La ideología dominante, perteneciente a las clases dominantes, se construye y recrea en la vida cotidiana. A través de ella se interiorizan los valores culturales propios de los opresores y se domestica a los oprimidos. Pero la clase opresora no sólo realiza una invasión cultural, sino que también saquea al oprimido de su cultura, su memoria; destruyéndola, fragmentándola y/o incorporando elementos propios del pueblo a la cultura opresora.
Además de negarles el tener y el saber a las clases populares se les impide desarrollar su hacer, es decir su propia praxis social. Esto se ve plasmado a través del monopolio de la violencia ejercida por los opresores que matan, reprimen, persiguen y encarcelan a los luchadores sociales.
“Las clases opresoras no sólo impiden la organización del pueblo como clase capaz de iniciar un amplio proceso de transformaciones sociales sino que intervienen directamente en los modos de organización del pueblo, tratando que toda organización popular no sea una organización de clase, o por lo menos no pase de una organización vacía y “bajo control” (los sindicatos reinvicadores de privilegios “neo-capitalistas” son un ejemplo de eso).”
Las distintas formas de opresión del “tener”, “saber”, “hacer” tienen como corolario la expulsión de las clases oprimidas de las instancias de “poder”. “El pueblo no delibera ni gobierna sino es a través de sus representantes” dice la Constitución de la República Argentina. El poder está en manos y al servicio de los opresores, quienes niegan todo espacio de participación popular que implique una disputa de su situación de dominación.
En definitiva la opresión consiste en la negación de lo popular, de todo aquello que pertenece al pueblo, a las clases populares.
Este acercamiento al término popular viene a consecuencia de entender que la educación es popular en la medida de que su práctica – en su opción, sus contendidos, sus objetivos – contribuye a que las clases populares vayan encontrando y/o reconociendo la comprensión de ser “seres para sí”.
Tomando estos elementos que fuimos analizando, es que los cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde entienden a la Educación Popular “como un proceso de conocimiento (enseñanza-aprendizaje) colectivo (educadores-educandos) en forma de diálogo (horizontal y participativo) desde una opción por las clases populares, para que con ellas, a través de una acción organizada, se logre romper con las relaciones sociales de dominación con el objetivo de construir una sociedad igualitaria, libre y justa. Educación Popular que sea una instrumento, para la construcción de Poder Popular, en el proceso de las luchas sociales” .
No podemos hablar de una práctica de Educación Popular que no esté enmarcada dentro de una práctica política liberadora y aportando a este accionar.

Concepción del ser humano y del mundo desde la Educación Popular
Toda práctica educativa liberadora, nos dice Paulo Freire, debe ir precedida de una concepción del ser humano, a partir de una situación existencial concreta, un aquí (lugar) y un ahora (tiempo) de la persona. No podemos pensar en una educación que conciba al ser humano en forma abstracta, ahistórica, desligada del mundo, así como tampoco que niegue al mundo como una realidad ausente de los seres humanos.
El ser humano no es sólo un ser en el mundo; es sobre todo, un ser con el mundo. No podríamos concebir un mundo sin personas, ni personas sin mundo. Sin seres humanos el mundo no tendría sentido, ya que el mundo está constituido por un conjunto de relaciones, y sólo las personas son capaces de captar esas relaciones como seres inteligentes; sólo el ser humano puede establecer nuevas relaciones en el mundo y con él; sólo por la acción de las personas el mundo se transforma, se dinamiza y se crea. Existe una comunión entre el ser humano y el mundo.
Como seres inconclusos, las personas no son, sino que se van haciendo en su accionar-reflexivo. La capacidad de acción y reflexión, propias del ser humano, están condicionadas por el mundo, por la realidad, que también es inacabada.
Así como no hay seres humanos sin mundo, ni mundo sin seres humanos, no puede haber acción y reflexión fuera de la relación hombre/mujer-realidad. Es en la relación del ser humano con el mundo, que desarrollamos nuestro accionar-reflexivo. Transformamos al mundo, y al hacerlo condicionamos nuestra acción y reflexión.
De acuerdo a como se establezcan estas relaciones es que las personas pueden tener o no condiciones objetivas para el ejercicio de una vida más humana.
La existencia humana radica en la búsqueda de su realización en la humanidad. La vocación de las personas de realizar una tarea de humanización, se contrapone a la deshumanización. “Esta última constituye una distorsión posible en la historia pero no es su vocación histórica. Si admitiéramos que la deshumanización es vocación histórica de los seres humanos, nada nos quedaría por hacer sino adoptar una actitud cínica o de total desespero.”
La humanización es consecuencia de una praxis liberadora que va en búsqueda de una sociedad donde los pueblos son sujetos creadores de su destino histórico. La vocación de los pueblos es la de “ser más” libres. “Libertad que no es sólo una capacidad (aspecto ontológico) y un derecho radical (aspecto jurídico), sino que es además una situación personal y social de madurez que hace concretamente posible el ejercicio de esa capacidad y de ese derecho.”
“La vocación del ser humano de ser sujeto y no objeto, sólo podrá desarrollarla en la medida en que, reflexionando sobre sus condiciones tempo-espaciales, se inserte en ellas, críticamente.” En la búsqueda de su perfección el ser humano se educa. El hombre y la mujer deben ser sujetos de su educación. No pueden ser objeto de ésta.

Dimensión política de la Educación Popular
Las prácticas de educación popular están fundamentadas en una lectura del mundo a través de la cual se constata e interpreta la realidad social.
La naturaleza política de la educación popular radica en una toma de posición con respecto al contexto en que vivimos. Este posicionamiento supone para la Agrupación La Dignidad Rebelde reconocer e interpretar que “la estructura sobre la que se organiza y funciona la sociedad se basa en el egoísmo, la acumulación material, la opresión y la explotación del ser humano por el ser humano; nos mantiene esclavos de un sistema económico capitalista donde la propiedad privada vale más que la vida, el dinero transforma al amor en una mercancía y la dignidad es comprada con unas migajas por el Señor Poder.”
A partir de reconocer una situación estructural de opresión, la práctica de la educación popular se fundamenta en “una pedagogía que haga de la opresión y sus causas el objeto de reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el compromiso necesario para su lucha por la liberación, en la cual esta pedagogía se hará y rehará.”
Aunque Paulo Freire nos dijo, nos dice, atención con respecto a cierta posición ingenua que concibe a la educación como una palanca de transformación de la sociedad. Es decir, la educación no cambia al mundo; la educación cambia a las personas; por lo tanto, las personas a través de una práctica política organizada cambian al mundo.
“Una educación popular que no sea instrumento para que el pueblo se organice y movilice para establecer un nuevo sistema de relaciones sociales, sirve sólo para que los sistemas opresores permanezcan en nuestras sociedades.”
La politicidad de la educación no permite concebirla como neutra. Cuando se pretende presentar a la educación como apolítica, justificando que ésta ha de ser únicamente técnica o científica, se práctica de hecho una opción: la indiferencia y, en consecuencia, el sometimiento a una realidad deshumanizada.
La dimensión política de la Educación Popular se expresa también en el tipo de vínculo que se da entre el educador y el educando, y entre ellos y el objeto de conocimiento. Esto tiene que ver con las relaciones de poder que se dan en el vínculo pedagógico entre el educador y el educando.
En la visión “bancaria” de la educación, el educador asume el rol de quien sabe, y debe, por lo tanto, enseñar al educando que no sabe. “Si el educador es quien sabe, y si los educandos son los ignorantes, le cabe, entonces, al primero, dar, entregar, llevar, transmitir su saber a los segundos.” Así, la educación se convierte en un “acto de depositar”, donde el educador es quien “deposita” conocimientos y los educandos son los “depositarios”. La educación se concibe como una práctica acumulativa de saber.
En la educación bancaria no sólo se donan los conocimientos que el educador posee, sino que éste define el contenido programático de la educación.
Al negar a los educandos la capacidad de crear, actuar, pensar, obstruye el quehacer de los seres humanos como sujetos activos, críticos, soñadores y rebeldes. La educación bancaria proyecta una ignorancia absoluta sobre los otros. En esta relación pedagógica, se mantiene la contradicción entre el educador del educando y el educando del educador.
Existe una negación de la educación y del conocimiento como proceso de búsqueda. No hay objeto de conocimiento a ser conocido, sino que hay una memorización de lo narrado por el educador.
A través de la educación bancaria se construyen y rehacen relaciones sociales de dominación que se reproducen en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana.
Desde una concepción educativa liberadora, el educador asume su rol en concordancia con su comprensión político-ideológica del acto de conocer. Un educador popular abraza lo que Freire denominó “radicalidad democrática-revolucionaria”. “Esto significa que desde el punto de vista de la educación como acto de conocimiento, los educadores populares debemos siempre partir de los niveles de comprensión de los educandos, de la comprensión de su medio, de la observación de su realidad, de la expresión que las propias masas populares tienen de su realidad, para luego, con ellos, ir avanzando y transformando en rigurosidad científica lo que era, en el punto de partida, sentido común.”
El educador mediatizado por el objeto de conocimiento, problematiza sobre él mismo, estableciendo un diálogo con los educandos. El diálogo no es mero intercambio de ideas y mucho menos la polémica por imponer la “verdad”, puesto que no se trata de conquistarse unos a otros, sino de vencer juntos a la estructura social que nos mantiene en una situación de opresión.
La educación liberadora supera la contradicción del educador y el educando. “El educador, al problematizar, “re-admira” el objeto conocido a través de la “ad-miración” de los educandos. Ambos se transforman en sujetos del proceso de conocimiento (enseñaza-aprendizaje). Ahora, ya nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los seres humanos se educan en comunión, y el mundo es el mediador.”
Al problematizar con la realidad, el educador induce a los educandos a que se piensen a sí mismos en ese contexto y puedan reflexionar en torno a su práctica social para actuar en su vida cotidiana buscando “ser más”, dirigiendo su vida a la humanización de los seres humanos.
Las distintos tipos de vínculos pedagógicos que se dan tanto en la educación “bancaria” como en la educación “problematizadora” muestran como funciona el poder en torno al acto educativo.
La educación bancaria es un instrumento de la clase opresora para el mantenimiento del reino del dinero, la competencia, el egoísmo, la desesperanza, la desmemoria. En forma contraria, la educación problematizadora, responde a la vocación del hombre y la mujer de ser más, de insertarse críticamente en esta sociedad clasista e injusta y transformarla en función de proyecto sin opresores ni oprimidos.
No hay duda entonces para nosotros y nosotras que el educador popular es un militante político en tanto educador, y que como militante político es educador por el propio hecho de ser político. Nuestras prácticas educativas representan una opción política.
Por último, no podemos reducir todo lo político a lo educativo, así como tampoco todo lo educativo a lo político. Cada uno tiene su especificidad, aunque existe una relación dialéctica entre ambos. Pues cuando hablamos de la especificidad de lo político no podemos prohibirle la entrada a la presencia educativa que hay en ella. De la misma manera descubrimos que en la especificidad de lo educativo, no podemos dejar a un costado su dimensión política.
Paulo Freire señala que “lo educativo se centra en el convencimiento y abre la puerta para lo político; la especificidad de lo político se encuentra en la búsqueda del poder, en la búsqueda del vencer para obtener el poder, en la victoria.”

Educación Popular y Concientización
La Educación Popular se entiende a partir de un contexto de dependencia y dominación. Una de las manifestaciones de esta situación es lo que algunos han dado en llamar “cultura del silencio”. La cultura hegemónica de las clases opresoras ha prohibido la palabra al pueblo.
Las clases opresoras han justificado sus relaciones de dominación por razones de índole natural: “siempre hubo ricos y pobres” y han hecho que las clases oprimidas tomen como verdad esta mentira. De esta forma la conciencia del pueblo es alienada en la medida en que representa la dimensión del ser humano y del mundo de la clase opresora. Es una conciencia imperfecta e incompleta, pues en su reflexión se le escapan muchos fenómenos de la realidad, y la interconexión profunda entre ellos; no hay una visión de la totalidad de la realidad. También la conciencia del pueblo es oprimida porque refleja el mundo del dominador y resulta de un vivir en situación de opresión. Finalmente, podemos decir que la conciencia del pueblo es visceral, ya que implica un bloqueo bio-psíquico del ser humano, de los contenidos de crítica y de oposición a las estructuras y relaciones de opresión.
En estas circunstancias, la educación popular ha ido desarrollándose en el seno de las organizaciones populares con el objeto de desmitificar la cultura dominante en que nos hallamos sumergidos. La educación popular nos permite afrontar la realidad con una mirada crítica, y ser capaces de abordarla para emprender la tarea de la humanización.
Es aquí donde cobra fuerza un concepto que Paulo Freire desarrolló: la concientización. La concientización no es la simple toma de conciencia. Ésta exige una mayor profundización.
Cuando normalmente los seres humanos nos acercamos a la realidad, lo hacemos desde nuestra cotidianidad y habitualidad, y acaba por ser ingenua o mágica. Se trata de una simple opinión que formamos, condicionados por la realidad social que nos impide ver la realidad de las cosas, su razón de ser.
Por lo tanto, es preciso tomar una cierta distancia de esa cotidianidad, para poder tener una mirada crítica y global. Debemos superar el conocimiento místico o mágico de forma tal que podamos alcanzar un conocimiento que nos permita “des-velar” la realidad e ir a la esencia de las cosas, llegar a descubrir la causalidad de los fenómenos que ocurren en el mundo y no solamente sus emergentes. Esto exige una búsqueda, y no la mera transmisión de conocimientos.
Tampoco es cuestión de introducir opresivamente en los educandos la idea de que están en una situación existencial de dominación y que deben rebelarse ante ello. Cuando se intenta convencer a los educandos no se trata de decirles “yo tengo razón” o que “Marx estaba en lo cierto sobre tal tema”, para que aquellos asuman la posición del otro. El convencimiento pasa por conocer juntos, por vencer con el otro las estructuras y relaciones sociales de dominación.
La concientización no es una obra que acaba en la conciencia, ni tampoco algo previo que implique la motivación y la criticidad que llevaría a un impulso de una acción liberadora.
La transformación de de la realidad se hace en la historia y no en la conciencia; no se puede reducir la concientización a una visión lúcida de la realidad. La concientización se da en la misma dinámica de la lucha de clases, en el propio dinamismo de la acción política de las organizaciones populares.
No puede haber concientización sino como una expresión organizada; no existe conciencia de clase sin práctica de clase; es imposible llevar a cabo un proceso de fortalecimiento de la conciencia de clase, al margen de las luchas sociales que llevan adelante el pueblo.

Educación Popular y Utopía
Paulo Freire decía que “la concientización nos invita a asumir una posición utópica frente al mundo, posición que convierte al concientizado en factor utópico.”
La utopía no es lo irrealizable, sino lo que aún no se ha hecho. Las utopías de hoy son las realidades de mañana.
La utopía implica los actos de denunciar y anunciar, es decir el acto de denunciar las estructuras y relaciones sociales de opresión que nos deshumanizan y el acto de anunciar un mundo nuevo sin opresores ni oprimidos, sin ricos ni pobres. Denuncia la situación de hambre, egoísmo, analfabetismo, codicia, desocupación, guerra, etc. y anuncia un mañana nuevo, un mundo bueno, feliz, humanizado, lindo.
Esta dialectización entre el anuncio de un pre-proyecto futuro mejor y la denuncia de lo que le contradice no puede plasmarse en meras palabras. Vivir la utopía implica compromiso histórico con la humanidad. Una praxis histórica transformadora donde el pre-proyecto se va haciendo proyecto. Es a través del quehacer de las organizaciones populares que se puede transformar el pre-proyecto en proyecto.
La utopía necesita de un conocimiento crítico. Es propiamente un acto de conocimiento. Uno no puede denunciar la deshumanización sin conocer las estructuras y relaciones sociales que la generaron. Cuanto más concientizados estamos, más capacitados estamos para ser anunciadores y denunciadores del mundo.
Los utópicos sólo pueden ser los oprimidos, sólo en ellos radica la fuerza de cambio, sólo ellos pueden ser proféticos y portadores de esperanza. Porque el opresor es opresor en la medida en que provoca y se beneficia de una situación dominante, por lo que tiende a mantenerla. No espera un futuro distinto, sino que quiere perpetuar el presente.
Nuestra utopías no caen del cielo es responsabilidad nuestra construirlas en la tierra.

TRABAJO DE BASE
Desde hace algunos años compañeras y compañeros de la Agrupación La Dignidad Rebelde han venido realizando un trabajo de base en la villa 31 (bis) de Retiro, Ciudad de Buenos Aires.
El trabajo de base tiene un valor fundamental para consolidar una estrategia de lucha y organización en el proceso de construcción de Poder Popular.
La Agrupación La Dignidad Rebelde entiende que el trabajo de base es un acto político donde ponemos los pies sobre la tierra, la cabeza en los sueños y el corazón en el pueblo.
Se apunta con el trabajo de base a:
- denunciar la sinrazón de los opresores que distribuyen hambre, miseria y muerte para los pobres, los más, y acumulan riquezas, egoísmos y maldades entre unos pocos, los ricos;
- anunciar la razón de una sociedad con igualdad, libertad y justicia donde mujeres y hombres tengan tierra, trabajo y educación.
- despertar en las clases populares la dignidad y la rebeldía;
- y fomentar y fortalecer las organizaciones populares.
Al iniciar un trabajo de base se opta por un espacio de la vida en que se desenvuelve el pueblo, para sembrar la semilla de cambio social. Se trate del barrio, la fábrica, el sindicato, el comedor comunitario, el club, la iglesia, etc. Asimismo puede que este trabajo popular se inicie con un colectivo específico, se trate de mujeres, obreros, campesinos, niñas y niños, desocupados, jóvenes, abuelitos y abuelitas.
Nosotros y nosotras, cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde hemos tomado como opción territorial para realizar el trabajo de base, el Barrio Ferroviario de la Villa 31(bis) de Retiro, Ciudad de Buenos Aires.
La villa de Retiro fue considerada a razón de haber conversado con un referente para la Agrupación La Dignidad Rebelde que es Miguel Ramondetti .
La historia de lucha del barrio, la memoria del Padre Carlos Mugica, la resistencia del movimiento villero, los problemas y las necesidades actuales constituyeron los motivos principales que nos llevaron a realizar un trabajo popular en la villa.
Era el mes de febrero del 2001.
Definido el lugar donde se íbamos a comenzar el trabajo de base fue momento para conocerlo.
“Una praxis liberadora, inserta en la cotidianeidad, exige un proceso de desenrollo; o sea, el descubrimiento y la potencialidad de la vida total del sujeto popular; es decir, de sus formas cotidianas de saber, vivir y actuar.”
Esta idea no estaba muy clara cuando empezamos a insertarnos en el barrio. Sin embargo, fue la propia práctica la que nos hizo reflexionar entorno a la necesidad de rescatar la vida cotidiana de las personas que viven en la villa.
La vida cotidiana es la construcción de los seres humanos en lo que hace a los diferentes aspectos de su realidad económica, política, cultural y social y su interrelación con el saber, el vivir y el actuar.
Así empezamos a conocer a los niños y las niñas, los jóvenes y las jóvenas, los adultos y las adultas, los abuelos y las abuelas a través de conversaciones y visitas a sus casas.
Un juego, una pelota, un mate o una cerveza (de vez en cuando un vaso de coca) servía para iniciar un diálogo en torno a la vida cotidiana de los vecinos y las vecinas. El lugar para el encuentro era la calle, una casa, un comedor o una iglesia. Cualquier sitio nos servía para saber de buena tinta las necesidades, los problemas, las estrategias de sobre vivencia, la memoria histórica, las expresiones culturales del barrio, los deseos, los sueños y los proyectos de las personas y las diferentes organizaciones de la villa de Retiro.
Nos fuimos ubicando, situando, en la realidad de la villa, así también como interrelacionando e interactuando con los sujetos populares.
La villa se presentaba como un escenario con múltiples necesidades.
Las problemáticas que más se repetían tenían que ver con las necesidades sentidas. Éstas abarcaban a los problemas vinculados a la infraestructura barrial (pavimentación de calles, salitas de emergencia y cloacas), la educación (bajo rendimiento escolar de los niños y las niñas, repitencia y falta de recursos materiales para permanecer en el sistema escolar), salud (maltrato y violencia física, embarazos adolescentes, drogadicción y alcoholismo), trabajo (desocupación, bajos ingresos salariales y inestabilidad laboral) y políticos (punterismos, clientelismo, miedo a la política, etc.).
Este primer acercamiento a la realidad de los sujetos populares nos valió para descubrir su mundo, así como para desestructurarnos y volver a preguntarnos sobre cuál iba a ser el hilo conductor de nuestro trabajo de base.
El reconocimiento de la situación de vida de las clases populares es el primer acto político-pedagógico del trabajo de base.
No quisimos partir de nuestro aquí, sino partir del nivel en que se encuentra el pueblo. Ignorar el saber, el actuar, el sentir, el vivir de las clases populares implicaba una contradicción con la idea de ir a escuchar la palabra del pueblo.
En esta construcción de conocimiento se destacó el proceso de enseñanza-aprendizaje entre los vecinos y las vecinas y la Agrupación La Dignidad Rebelde.
Una gran variedad de temas generadores servían para reeducarnos. Sus costumbres, su vestimenta, su lenguaje, su comida, su música, sus relaciones, su forma de organizarse, sus valores, sus historias, sus necesidades, sus organizaciones,… sirvieron a la Agrupación La Dignidad Rebelde para conocer el contexto en el que íbamos a hacer las prácticas.
“Si la conciencia se nutre de las experiencias concretas (como lo vieron los filósofos, de los griegos hasta Marx, pasando por los escolásticos), si se piensa a partir de los pies (lugar social) y de las manos (prácticas), es indispensable que se entre en contacto vivo y participante con la vida del pueblo si es que se quiere entenderla y trabajarla.”
El proceso de inserción en el barrio, no es una etapa previa a partir de la cual se deba continuar con otra. Creemos que la inserción es algo propio del trabajo de base, es su esencia. No hay trabajo de base sin inserción. Siempre es importante conocer más quienes son los niños y las niñas, las y los jóvenes, los adultos y las adultas, los ancianos y las ancianas.
La inserción nos ha permitido deshacernos de nuestros rezagos de clase “pequeño burguesa” e identificarnos con la vida de las personas de la villa de Retiro. Esto ha posibilitado no caer en actitudes tutelares o paternalistas, evitando construir relaciones autoritarias y de dominación en el ejercicio del trabajo popular.
A partir de haber puesto el oído en el pueblo y de reflexionar entorno a su palabra fuimos considerando los cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde que debíamos focalizar el trabajo de base.
Luego de varias charlas internas pensamos en los niños y las niñas del barrio Ferroviario de la villa de Retiro como el colectivo con el cuál podíamos iniciar el trabajo popular.
Hubo dos razones principales que motivaron esa elección.
Por un lado, distintos personas del barrio, tanto hombres como mujeres, nos platearon casi unánimemente que les inquietaba la situación de la niñez del barrio en cuanto a la vulneración social (droga, dificultades de aprendizaje, “vagancia”, etc.) y la falta de contención (familiar, escolar, deportiva, …). Se planteaba la necesidad de “darles” a los niños y las niñas un espacio educativo. Entonces, nos pareció importante tener como “puerta de entrada” las necesidades sentidas vinculadas a la niñez para abordar las problemáticas vinculadas a los niños y las niñas dentro de un proceso más amplio que apuntara a un proceso organizativo que permitiera resolver las necesidades y/o problemáticas sociales del barrio, y develar la conexión de estas con condicionantes económicos, políticos y culturales tanto a nivel micro como macro o estructural.
“Las necesidades sentidas nos refiere claramente a la esfera de la subjetividad social e incluso de la identidad cultural de las comunidades, por cuanto, independientemente de la urgencia, prioridad o sensatez que dicha necesidad sentida pudiera tener en un análisis objetivo y científico de la realidad, el desarrollo de la comunidad nos llamaba la atención sobre la conveniencia de buscar la motivación y/o movilización comunitaria a partir justamente de aquello que les era cercano y sensible.”
Por otro lado, los cumpas de La Agrupación La Dignidad Rebelde nos hacíamos una pregunta en relación a la niñez: “Si los cambios sociales son protagonizados por las clases oprimidas, ¿por qué a los niños y las niñas se les niega, por parte de los adultos, su lugar como actor social en los procesos de cambio social, siendo ellos y ellas los más envueltos en una situación de dominación?”
Los niños y las niñas tienen una gran conciencia de su situación de opresión. Pensemos nada más como continuamente en la vida diaria de revelan contra la “dictadura de los adultos”.
Los cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde estamos convencidos que no podemos construir el hombre nuevo y la mujer nueva tratando a los niños y las niñas como objetos de control y tutela por parte de los adultos. Buscar el cambio social para “dárselos” a los niños y las niñas, sería traicionar nuestros propósitos.
Las soluciones para resolver las problemáticas y las necesidades de la niñez deben ser elaboradas desde y con los niños y las niñas.
Asimismo consideramos que los niños y las niñas son portadores de un sentimiento fundamental para el cambio social: el amor. Ya el Che nos dijo, nos dice que “con riesgo de parecer ridículo, el verdadero revolucionario se guía por fuertes sentimiento de amor. Es imposible pensar en un auténtico revolucionario sin esa cualidad.”
Los niños y las niñas generan continuamente amor, en sus abrazos, cuando nos miman, se te cuelgan, preguntan por uno, sonríen; incluso cuando nos cuestionan a los adultos, lo hacen con un profundo cariño.
Los niños y las niñas con su capacidad creativa, de rebelarse, de soñar, de resistir son portadores de un espíritu revolucionario sin igual.
La conclusión a la que llegamos los cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde es que queríamos y queremos pensar con los niños y las niñas su existencia vulnerada, su negación de su tiempo de infancia y adolescencia, posibilitando una lectura crítica de la estructura social y, con ello, la concientización de ser sujetos históricos, con la capacidad de poder actuar sobre este mundo para transformarlo.
Su propia visión del mundo, es el punto de partida, para luego ir reflexionando y articulando sus problemas sentidos y vividos con otros hermanos y hermanas de clase que padecen el mismo sistema de opresión.
A través del trabajo de base en el Barrio Ferroviario de la villa 31 (bis) de Retiro la Agrupación La Dignidad Rebelde apuntó a dos ejes articulados e integrados:
- “Favorecer, a partir de la acción político-pedagógica, procesos que permitan a las niñas y los niños llegar a “ser” sujetos conscientes de una sociedad por hacerse. Construyendo espacios de conocimiento colectivo desde la perspectiva de la Educación Popular.
- Desarrollar desde lo comunitario (barrio en el que las niñas y los niños se socializan), el apoyo al fortalecimiento, crecimiento y autonomía de las organizaciones populares. Colaborando en la búsqueda de soluciones ante las necesidades que surjan; animando a las personas a organizarse y ocupar su lugar; pensando, actuando y re-pensando como solucionar los temas que los/nos involucran.”
La tarea político-educativa apunta a que ambos nos desarrollemos como “sujetos activos, posibilitando una lectura crítica de la estructura social y, con ello, la conscientización de ser sujetos históricos, con la capacidad de poder actuar sobre este mundo para transformarlo. Transformación que no implique el cambio de manos del poder de dominación, sino en el rompimiento de la lógica autoritaria y verticalista. Buscamos constituirnos en mujeres nuevas y hombres nuevos, constructores de una nueva sociedad. Sin personas nuevas no habrá una nueva sociedad”.
Para desarrollar el trabajo de base era necesario un espacio físico que permitiera ser como un “faro” del cambio social.
No había casi ningún lugar para poder desarrollar nuestras prácticas en la zona del barrio Ferroviario de la villa 31 (bis) de Retiro. Sólo existía un reciente comedor comunitario que en tiempos del 2001 dependía para su mantenimiento de los curas de la villa de Retiro. Lamentablemente éstos dejaron caer la antorcha de igualdad, libertad y justicia que otros sacerdotes tercer mundistas como el Padre Carlos Mugica o Pichi Meissinger habían levantado durante los setenta y los ochenta.
Evaluando la situación terminamos optando por dicho Comedor para trabajar. Siempre manteniendo nuestra autonomía de las iglesias, los partidos políticos u otro tipo de organización.
Durante cuatro años realizamos una serie de quehaceres que conformaban el trabajo de la base con los niños y las niñas de la villa 31 (bis) de Retiro.
Las primeras actividades que la Agrupación La Dignidad Rebelde desarrolló tuvieron inició en junio de 2001 y estaban vinculadas a lo educativo y recreativo, abarcando a una población que iba desde los tres (3) hasta los dieciocho (18) años de edad. En aquel momento, se consideró importante que los chicos y las chicas que participaban de las actividades socio-educativas, pudieran recibir a una merienda nutritiva, organizando de este modo la chocolateada.
A mediados del año 2002 empezó a sonar fuerte en la voz de los niños y las niñas la preocupación por contar con una biblioteca para poder acceder a libros y revistas que no tenían. De esta forma, se impulsó la creación de la Biblioteca Popular “El Principito”. Así, niños y niñas pudieron tener su biblioteca para poder realizar sus tareas escolares, satisfacer sus dudas y preguntas, leer e incluso para dibujar.
En el 2003, un año nuevo se tenía por delante, debilidades y fortalezas debían afrontarse. Así la Agrupación La Dignidad Rebelde consideró oportuno consolidar lo que venían realizando, es decir, las prácticas educativas, recreativas, la biblioteca popular y la merienda.
En el transcurso de aquel año, un grupo de niños y niñas, adolescentes en su mayoría, empezaron a reclamar implícitamente un espacio de encuentro y contención. Entonces surgió, lo que ha dado en llamarse “Círculo de Cultura Popular”. El objetivo de estos círculos, es que los niños y las niñas del barrio puedan construir un espacio donde puedan hablar sobre temas que les preocupan (la sexualidad, la política, sus derechos, historia, etc.), así como también que puedan ser escuchados, ya que en sus familias, colegios o círculos más cercanos no encuentran, ni se les da la oportunidad para hacerlo. Este espacio se fue fortaleciendo y como vecinos y vecinas del barrio, los niños y las niñas se fueron organizando para pensar como resolver o conseguir mejoras en la villa.
Durante el año 2004 se siguieron las diferentes acciones que constituyen nuestro trabajo de base. Es de rescatar este hecho, ya que no es fácil afirmarse en lo que uno viene realizando en el camino de la solidaridad junto al pueblo. Con todo, se agregó la tarea de Asesoramiento Jurídico en diversas cuestiones civiles y Asesoramiento en planificación de proyectos.
Junto a las actividades enumeradas se desarrollaron otras que no tenían la misma continuidad. Estas tenían que ver con talleres de arte y música, ollas populares, ciclos de cine, recitales, salidas culturales (teatro, ferias infanto-adolescentes, cine, etc.), campamentos, entre otras actividades.
A partir del año 2005 hemos comenzado a realizar el Proyecto CASA ABIERTA BIENVENIDA en el barrio Ferroviario de la Villa 31 (bis) de Retiro.
El presente proyecto tiene por objeto promover la defensa y el ejercicio de los derechos del niño y la niña.
Si bien el proyecto está dirigido a los niños y las niñas, también, tiene como beneficiarios a jóvenes, adultos y ancianos, con el fin de contribuir al acceso de determinados servicios sociales considerados como derechos humanos.
Este proyecto consiste en la realización de un conjunto de actividades de: Infraestructura, Educación, Salud, Cultura, Recreación y Derechos del Hombre y la Mujer.

DESAFÍOS PRESENTES EN LA EDUCACIÓN POPULAR CON NIÑOS Y NIÑAS
Han sido varios años de prácticas educativas con niños y niñas del barrio Ferroviario de la villa 31 (bis) de Retiro. Durante este tiempo hemos recorrido innumerables vivencias. Convirtiendo siempre los obstáculos en nuevos desafíos es que llegamos a varios puntos de inflexión en el trabajo de base. Tenemos la necesidad de modificar algunas cuestiones fundamentales en el campo de la Educación Popular con niños y niñas.
Los nuevos rumbos que queremos generar han sido discutidos con pasión entre los cumpas de la Agrupación La Dignidad Rebelde. Forman parte de largos debates desarrollados en nuestros talleres de Educación Popular generados por la Comisión de Cultura y Formación Política.
De alguna manera intentamos reflejar en estos párrafos que siguen a continuación algunas consideraciones que nos proponemos construir junto a los niños y las niñas del barrio.
Creemos que una de las tareas fundamentales para consolidar las prácticas educativas es educar al niño o la niña sobre la educación popular. Es decir, que el niño o la niña pueda comprender la concepción dialéctica del conocimiento.
Nunca quisimos ocultar la pedagogía de la liberación, al contrario siempre manifestamos lo que pensábamos pero nos ha faltado explicar nuestra comprensión del acto de conocer. Creemos que debemos avanzar en la realización de talleres sobre Educación Popular con los niños y las niñas y también con los padres y madres. El propósito de esta tarea es ir conformando un grupo de educadores populares que puedan ir reempleándonos y generar sus propias prácticas pedagógicas en la villa o donde deseen.
Unas de las cuestiones que la Agrupación la Dignidad Rebelde debe seguir trabajando es la que se refiere a la democratización de las relaciones humanas entre los mismos niños y niñas. Sin perder nuestra condición de educadores populares adultos y todas las responsabilidades que ello implica, debemos de apoco soltarle las manos a los niños y las niñas para que progresivamente logren una mayor autonomía de nosotras y nosotros. Esto no implica no acompañarlos en ese proceso, pero los niños y las niñas necesitan de su propio espacio asambleario para dialogar, pensar, proponer, tomar decisiones, evaluar y construir Poder Popular. De tal manera de poder incidir en su realidad cotidiana.
Sin que una asamblea de niños y niñas sea obstaculizada por la presencia de adultos es muy importante que la comunidad se integre a la vida de ellos y ellas. Los actores sociales adultos deben escuchar la palabra de los niños y las niñas no sólo en los aspectos vinculados a la niñez sino también en los relativos a los adultos, por que estos temas en forma directa o indirecta inciden en la vida de los niños y las niñas.
Un desafío que se nos presenta a nosotros, pero que abarca a todas las personas y organizaciones que trabajan con niños y niñas, es la de poner las problemáticas que atraviesan a la de niñez en los temas de discusión del movimiento social en Argentina y en América Latina.
Sin embargo, para poder alcanzar este objetivo es fundamental que las organizaciones populares que trabajan con niños y niñas podemos fortalecer los vínculos e ir construyendo espacios de trabajo en red.
Estas tareas han de ser algunos de los ejes de trabajo que la Agrupación La Dignidad Rebelde queremos profundizar en estos nuevos amaneceres de la Educación Popular.

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