CRISIS HABITACIONAL EN LA VILLA 20 DE LUGANO
El 28 de octubre, 107 familias tomaron un terreno abandonado en la calle Pola, entre Cruz y Chilavert, en la Villa 20 de Lugano, Capital Federal, Argentina. Luego de limpiar la parcela de tierra, la ocuparon con precarias carpas de nylon, ya que si edifican, aunque sea con chapas, la policía tomaría intervención desalojándolos. Hacen ollas populares con la comida donada por comedores populares de la zona y están decididos a quedarse hasta obtener una solución.
“Hasta que no nos den una vivenda, no nos vamos”, anunciaron. Ya realizaron tres cortes de calle y fueron a la Legislatura y al Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Todavía no obtuvieron ninguna respuesta. Este viernes realizarán una medida de lucha junto a varias organizaciones de la zona.
Un cementerio de autos de la Policía Federal Argentina esconde a la Villa 20 de los automovilistas que transitan por la Avenida Cruz, a la altura del hipermercado Jumbo. Una parte de estos despojos de metal empezaron a ser lentamente removidos. Las familias sin techo ocuparon este terreno abandonado, donde según lo que siempre dijeron los miembros de la Junta Vecinal del barrio, se edificarían viviendas sociales. Como no queda claro ni a quién serían adjudicadas ni cuándo serían construidas, y los antecedentes indican que no serían asignadas a las familias más necesitadas, muchas familias decidieron ocupar. Las tierras eran de la Policía Federal y recientemente pasaron a manos de la Ciudad. La Ley 1770, votada por la Legislatura porteña, indica que la Villa 20 debe ser urbanizada.
Hace dos semanas, según denunciaron a Prensa De Frente muchos de los vecinos que participan en la toma, “la policía de la Comisaría 52ª dejó la zona liberada para que los matones de Chancalay, el puntero del barrio, amenazaran de muerte y golpearan a mujeres mayores, embarazadas y discapacitadas”. Presentaron una denuncia en la Fiscalía Nº46. Ahora, aunque un patrullero vigila el lugar, el hostigamiento de los matones continúa acechando.
Siguen resistiendo
En muy pocos metros cuadrados se amontonan carpas de nylon y frazadas. Personas de todas la edades resisten al acoso o a la desprotección policial y a la violencia de los matones de Chancalay en un improvisado campamento donde flamean las banderas de Paraguay, Bolivia y Argentina. También están enfrentando las inclemencias del clima cambiante que trae enfermedades a los niños y la suciedad del lugar, que fue durante años un basurero de chatarra y ahora es un el lugar donde volquetes arrojan residuos ilegalmente, por lo cual hay ratas e insectos.
“No nos queda otra. Ni me quisieron censar para solucionar mi problema habitacional. Tengo dos chicos y no tengo trabajo. Estamos acá porque queremos una vivienda digna, vamos a seguir luchando, es la única que nos queda. Los matones de Chancalay nos vinieron a pegar, nos amenazan de muerte, estamos con miedo. Muchas tenemos a nuestros chicos enfermos, pero no tenemos lugar a dónde ir, no estamos acá por gusto. Queremos que la Comisión Municipal de la Vivienda nos de terrenos y materiales para construir y poder vivir decentemente, fuimos dos veces y no nos atendieron. Somos pobres y no podemos pagar un alquiler o comprar algo. No nos vamos a mover hasta conseguir una vivienda”, dijo a Prensa De Frente María, de 17 años, con un bebe en brazos.
“Tengo otro más y estaba viviendo en lo de los padres de mi marido, pero ya no entramos más, eramos nueve personas en una habitación. Así no se puede vivir, ¿qué clase de futuro le vamos dar a nuestros hijos si nosotros no luchamos?”, agregó.
Dificil alquilar
Se calcula que más de 5.000 familias viven en apenas unas decenas de manzanas. Son más de 20.000 personas, muchas en graves condiciones de hacinamiento, viviendo hasta ocho personas en habitaciones sin ventanas. La población ha crecido y muchas construcciones de material an de un piso ahora son de dos o tres, incluso de hasta cuatro o cinco pisos las hay. Todavía buena parte de las construcciones son precarios ranchos de chapa y madera.
Los precios de los alquileres crecieron como en todas partes. Una habitación de 4 metros por 4 puede costar hasta 200 pesos y es con baño compartido. Para una familia con varios chicos que sobrevive con un plan Jefas y Jefes de hogar, cartoneando o haciendo changas es imposible. “O pagas el alquiler o comés”, explica otra mujer joven con cuatro críos a su cargo.
Las familias de la toma planifican una nueva medida de lucha para este viernes, en conjunto con la Coordinadora Sudoeste, en la que confluyen los Autoconvocados de Lugano I y II que se organizaron para defender el Parque de las Victorias, los Vecinos por un Hospital para Lugano, vecinos de la Villa 20 que luchan contra el Polo Farmacéutico, el organismo de derechos humanos Liberpueblo, la Federación de Salud de la CTA, el MTD Evita, la Corriente Clasista y Combativa de Soldati y Lugano y el MTD de Lugano del Frente Darío Santillán.
Promesas sin cumplir
Hace 10 días, Chancalay comandó a decenas de sus hombres para ir a apretar a las familias de la toma. Algunas escenas fueron registradas por Crónica TV, que informó acerca de “una pelea entre vecinos por terrenos”. En realidad se trata de un numeroso grupo de familias sin techo que ocupó un terreno abandonado donde se edificarían viviendas sociales en algún momento, aunque sin quedar claro ni a quién serían adjudicadas ni cuándo serían construidas.
Varios vecinos de la Villa relataron cómo se dieron los hechos. “Llevaban las manos vendadas como boxeadores y manoplas. La hermana de Chancalay, Alejandra, que es profesora y cinturón negro de Tae Kwon Do, le pegó a una mujer mayor y a otra discapacitada”, explicaron. Se presume que el puntero que responde a Aníbal Ibarra tramaba un negociado con las tierras que fueron ocupadas, como cobrar una cuota por vivienda entregada o asignarla a las personas que le responden.
El ex presidente de la Junta Vecinal de la Villa 20, Marcelo Chancalay, ejerce una ción ampliamente cuestionada en los últimos tiempos por muchos vecinos del barrio. “Por venir a tomar las tierras, Chancalay me quitó la caja y el plan”, explicó un muchacho joven que duerme en una carpa improvisada con unos plásticos y unas frazadas, junto a su mujer y sus tres hijos.
“Es un corrupto, un mafioso, todos los saben, pero él decide si te dan el plan trabajar, las cajas de comida y los materiales que envía el Gobierno de la Ciudad. Él está protegido por la 52ª y anda apretando a la gente con los matones que trabajan para él”, detalló.
Aprietes y asesinatos
La situación política de la villa es bastante particular. Hace un año caducó el mandato de Chacalay. Sin embargo, de facto y mediante artilugios legales, aún se mantiene como intermediario entre la mayoría de la ayuda social que otorga el Gobierno de la Ciudad, principalmente de la Secretaría de Promoción Social.
Asociada a Chancalay aparece la Comisaría 52ª, que está siendo seriamente cuestionada. El asesinato por la espalda de Camila, una niña de 14 años que estaba embarazada, terminó de hacer insostenible la autoridad de dicha dependencia policial. Dos efectivos de civil, a las cuatro de la mañana, comprando cocaína y disparando sus armas reglamentarias contra una menor indefensa es un ejemplo del proceder abiertamente delincuencial de la policía en la Villa 20. Es la escuela del trístemente celebre comisario Rubén “Percha” Solares, experto en fusilar menores y regular el negocio del narcotráfico y el robo en el barrio, donde algunas zonas son liberadas y se producen amenazas y asesinatos impunemente. Los bolivianos son los que más sufren robos con complicidad policial.
Recientemente Diosnel Perez, un vecino paraguayo que participó activamente de la lucha contra la instalación del Polo Farmacéutico fue amenazado de muerte por personas que responden a Chancalay. Dicho emprendimiento industrial implica serios riesgos para gran parte de la villa. La lucha de vecinos autoconvocados que realizaron siete cortes de calle en Cruz y Escalada y se movilizaron a la Legislatura impidió que el proyecto avanzara totalmente.
“A Chancalay se le cayó el negociado que estaba haciendo con la Coorporación Sur que preside Enrique Rodríguez. Por este mismo motivo reacciona ahora violentamente ante la ocupación de terrenos. Quiere edificar viviendas que él entregue a sus amigos o a los que le paguen, quiere que todo lo que llegue a la villa pase por él, así se queda con una parte. Hasta vende en la provincia las cajas de comida que manda el gobierno”, contó una vecina mayor, que hace años llegó del campo paraguayo para instalarse en la Villa 20.
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