Territorios paraguayos: Aumentan muertes de campesinos y comunarios originarios en las zonas donde “practican” las tropas yanquis

28.Nov.05    Análisis y Noticias

Domingo 27 de noviembre de 2005

Censuran diversos analistas la virtual “ocupación militar” del territorio

Asesinato de indígenas paraguayos tendría nexos con operaciones de soldados de EU
Serpaj: bajo pretextos, desde hace tres años se ha incrementado la presencia castrense

Asunción, 26 de noviembre. El asesinato de campesinos paraguayos podría tener relación directa con las “visitas” y maniobras que realizan en zonas rurales de este país sudamericano tropas estadunidenses -a las que el Congreso de Paraguay concedió inmunidad diplomática en mayo pasado-, según un informe elaborado por el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) con sede en esta ciudad.

Un total de 88 campesinos han muerto en Paraguay desde 2002, en el contexto de manifestaciones, bloqueos de carreteras y desalojos violentos.

En zonas de mayor presencia militar estadunidense, como San Pedro, Caaguazú o Concepción, se han registrado 18, 15 y 11 muertes, respectivamente, mientras en lugares con menos visitas, como Neembucú y Cordillera, sólo se ha registrado un caso por sitio.

El mapa trazado por el equipo de investigadores del Serpaj es revelador sobre la distribución de soldados estadunidenses en Paraguay y sus movimientos en zonas campesinas, donde organizan tareas de la llamada “acción cívica”, que forma parte de la doctrina militar de contrainsurgencia.

Entre 500 y 700 soldados y tropas especiales estadunidenses participan en “acciones cívicas” y maniobras. Un total de 18 operaciones de este tipo están programadas para este año y el próximo.

En ese contexto se ha levantado infraestructura especial para apoyar el esquema militar estadunidense y para asegurar las operaciones en zonas rurales de este país en caso de una intervención militar masiva en América del sur.

La base militar paraguaya de Mariscal Estigarribia es punto clave. Con una pista de 3 mil 800 metros de longitud, que permite el aterrizaje de aviones Galaxy y B-52, la instalación castrense está acondicionada para recibir a miles de soldados, en lo que varios analistas paraguayos califican de virtual “ocupación militar” del territorio.

Mariscal Estigarribia, ubicada en el estratégico departamento de Boquerón, muy cerca de la población de Filadelfia y a poco más de 200 kilómetros de la frontera con Bolivia, está también acondicionada para acciones de despliegue rápido de tropas.

Luego de que una agencia de análisis estadunidense, Stratford Global, señaló que miles de soldados estadunidenses podrían ser llevados a Paraguay, los investigadores del Serpaj reclamaron información veraz sobre el tema.

“Por una parte, hay que razonar que difícilmente se levanta una base con miles de soldados en un país sin salida al mar y, por otra, el armado que desarrolla Estados Unidos en Paraguay encaja a la perfección con nuevos diseños estratégicos de la renovada guerra de baja intensidad, lo que permite unir redes de bases y asentamientos de avanzada”, dijo Orlando Castillo, abogado y coordinador del Serpaj.

“En los pasados tres años las fuerzas armadas de Estados Unidos, dependientes del Comando Sur, incrementaron su presencia militar en Paraguay con ejercicios y visitas de reconocimiento a zonas donde existen organizaciones campesinas”, señaló.

En una abierta campaña por la desmilitarización de Paraguay, Castillo y sus compañeros realizaron un trabajo de investigación mediante visitas a todas esas zonas.

Sobre el mapa de este país sudamericano colocaron la figura de un marine con la rodilla en tierra, en posición de ataque, para destacar su presencia en cada lugar.

Desde 2002, soldados estadunidenses han realizado 46 ejercicios en todo el país y dispusieron de un espacio de movilización en zonas claves, fronterizas con Brasil, Argentina y Bolivia.

“El ejército, la armada y la fuerza aérea de nuestro país se han ido apropiando de gran parte del territorio nacional, unas 285 mil 280 hectáreas; eso es lo que se conoce, aunque hay ocupaciones irregulares y hasta ilegales. Eso determina que las fuerzas armadas paraguayas sean de los principales latifundistas del país”, señaló Castillo para demostrar que existe un enorme campo de acción de las fuerzas extranjeras.

La antigua y “casi eterna” cooperación de las tropas de Estados Unidos con Paraguay en temas militares y de seguridad parte desde los tiempos en que el ex dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) era uno de los hombres de mayor confianza de Washington.

Pero -como señaló el abogado del Serpaj- “en momentos en que la Doctrina de Seguridad Nacional ha sido revitalizada, bajo el argumento de la lucha antiterrorista, las clases que antes se impartían en escuelas estadunidenses ahora se dan en el propio país mediante ejercicios militares”.

Esto también permite que las tropas estadunidenses construyan infraestructura, conozcan el terreno y aseguren el control de la población y los recursos.

Para apoyar la facilidad de los movimientos de militares estadunidenses, el Congreso de Paraguay autorizó en mayo pasado, bajo presión del Ejecutivo, inmunidad a las tropas de Estados Unidos y la aprobación al trasiego de toda clase de equipos y armamentos.

Fue en ese contexto que los legisladores acordaron también que el ejército de Estados Unidos realice en Paraguay 18 ejercicios militares hasta finales de 2006.

“Esos ejercicios no son sino adiestramiento en técnicas de represión, que se aplicarán contra las organizaciones que luchan por sus tierras”, de acuerdo con los abogados del Serpaj.

Los acuerdos con Paraguay se han realizado “en momentos en que la política exterior del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha definido dos líneas de acción muy precisas para el continente.

“Por una parte están los planes económicos, como el Area de Libre Comercio de las Américas o los tratados bilaterales, y por otra la militarización, que es la ocupación castrense adelantada, instalando bases y asentamientos militares en toda América. Paraguay, en una posición altamente estratégica por sus recursos naturales -el acuífero guaraní, entre otros-, es también el centro del Mercado Común del Sur, limitando con Bolivia, Brasil y Argentina. Se busca con esa presencia y actividades desestabilizar el proceso de integración y se convierte al país en amenaza para sus vecinos”, expresaron los investigadores del Serpaj.

La gravedad de la situación también está dada por la consideración de las fuerzas armadas paraguayas de que los “enemigos” son los campesinos y sus luchas por la tierra, que ven como amenaza para la estabilidad nacional.

“Por esta razón ya se han creado 18 nuevos asentamientos para reprimir a campesinos y defender a latifundistas, en su mayoría extranjeros, y el cultivo de la soja transgénica, el uso de agrotóxicos y otros.”

En el terreno estrictamente militar, las luces de alerta están dirigidas hacia la llamada triple frontera, que une a Paraguay, Argentina y Brasil.

En las puertas del parlamento paraguayo una dirigente indígena -rodeada de varios de sus compañeros de lucha- resume la preocupación externada por los abogados del Serpaj: “El mundo tiene que escucharnos. La dictadura fue tropa de ocupación con el mismo jefe, Estados Unidos, pero ahora vienen sus tropas. Nuestro pueblo necesita vivir”.