Documento de la Asamblea Coordinadora Patagónica - Por la vida y el territorio, contra el saqueo y la contaminación

29.Nov.05    Análisis y Noticias

Ciudad de general Roca/Fiske Menuco (Río Negro, Argentina) 19 de noviembre de 2005

La dominación siempre incluyó por lo menos dos modos de intervenir en la vida de los pueblos, dos formas que se combinan o alternan: la fuerza bruta y la negociación, con toda la gama imaginable de estrategias intermedias. En los últimos 500 años, esas formas de control social intentaron justificar y garantizar el saqueo, la devastación en gran escala y la explotación humana. El sistema colonial europeo (y quienes les siguieron, especialmente los EEUU) agregó saberes técnicos, científicos y psico-sociales a esos métodos hegemónicos. El colonialismo prestó y le presta especial atención a la colaboración, al consentimiento y a la complicidad. Por eso, aparte de armas, usa (y por momentos prefiere) medios políticos o culturales, directos o indirectos.

La enormidad del gasto en esos rubros indican, sin embargo, que no siempre tienen éxito, que necesitan acomodar estrategias y lenguajes, y que sus empresas consultoras o expertos estatales también compiten entre si, prometiendo sacarle agua a las piedras.

En la actual etapa del capitalismo conocida como “neoliberalismo”, y en su desesperación por encontrar el método adecuado, sus timoneles quisieron decretar el fin de la historia y privatizar la política. Aprovechando el desencanto social con el sistema representativo (que por otro lado les conviene jaquear como pinza para obtener ventajas ya desde el liberalismo del siglo XIX o el “achicar el estado es agrandar la nación” de Martínez de Hoz), los sectores y clases dominantes intentan controlar las contradicciones y los conflictos sociales contratando especialista en “ingeniería social”, comunicación y RRPP para sus fundaciones y ONGs (que en este momento prefieren llamar OSC, organizaciones de la sociedad civil).

En la década de los 90, junto a la privatización de sectores estratégicos de la economía en todo el continente, creció explosivamente el número de ONGs. No es casual y por eso mismo es necesario distinguir solidaridad internacional, discursos, prácticas y organizaciones legítimas de las que provienen del saqueo y endeudan a los pueblos. La que proviene del saqueo es una trama extendida que intenta cooptar y se mezcla con las organizaciones que son creadas por la misma sociedad para enfrentar las múltiples consecuencias generadas, justamente, por el sistema. Por más que intenten mimetizarse, usar términos agradables a los oídos o usar causas justas como vitrina, hay diferencias de fondo. Es una simple constatación que no tiene por objetivo criticar proyectos de base ni ofender a su personal o sus intenciones.

La Asamblea Coordinadora Patagónica - Por la vida y el territorio, contra el saqueo y la contaminación - defiende principios y derechos (económicos, culturales, sociales, humanos en general) definidos y debatidos de una manera totalmente diferente. Tampoco cuestiona lo que las fundaciones corporativas hacen con el dinero sino los mecanismos que permiten, en primer lugar, que lo tengan y luego se arroguen, con apoyo del estado y no pocas veces de organismos como las Naciones Unidas, el privilego de intervenir a su antojo y con métodos gerenciales en las comunidades, desde los barrios o zonas rurales hasta el sistema educativo y de ciencia y técnica, la justicia, los medios de comunicación, las instituciones de un estado deliberadamente fragmentado. Asamblea Coordinadora Patagónica cuestiona que el estado les garantice el acceso y la explotación de bienes comunes (telecomunicaciones, energía, territorios, cuencas, el mar, los minerales, la biodiversidad) y que, con la gigantesca renta obtenida o - peor todavía - a cuenta de ésta, encima pretendan generar aprobación a este tipo de esquema o desviar la atención pública con planes “solidarios” o de remediación en escalas irrelevantes.

Una entre muchas de las consecuencias de este tipo de “gestión privada” es que favorece la creación de un “mercado social” en el que sus participantes tienden competir entre sí – incluso ferozmente – por la producción, acumulación y tráfico de capital político.

No acusamos a “los malos de afuera” que “nos oprimen” sino al circuito completo del saqueo material, cultural y político, con todos sus componentes objetivos y subjetivos.

Analizar qué hay detras de las promesas e intenciones publicitadas, en consecuencia, no es “dividir” sino poner las cosas en claro.

Ultra-conservadoras en sus riñones estratégicos y “progresistas” en los bordes, las fundaciones y ONGs vinculadas a las corporaciones subsidiadas con acceso privado a bienes comunes (el saqueo) promueven, por inclusión u omisión, uno o varios de los siguientes objetivos:

• La idea del “desarrollo sustentable”, descalificando el debate acerca de las contradicciones y consecuencias concretas de esa metáfora y, junto a ésta, el mito del crecimiento ilimitado y obligatorio (creemos, por el contrario, que otro sistema es posible);

• la “legalidad” y seguridad jurídica para las políticas de saqueo, como las de la minería, el petróleo, la pesca y las telecomunicaciones, incluyendo los marcos regulatorios que sostienen las ganancias de las empresas privatizadas en general, por medio de mecanismos como el ALCA, el AGCS (Acuerdo General de Comercio de Servicios) u otros seudo-acuerdos. Intentan, por medio de premios y castigos, que los pueblos se adapten a leyes votadas por el sistema representativo, en las condiciones de precariedad, presión lobbista y corrupción parlamentaria que son de público conocimiento, sin posibilidades de cuestionar su legitimidad;

• la privatización de la naturaleza (la biodiversidad, el agua, los territorios, las semillas) de la economía y de la cultura en general;

• la fe en sus tecnologías (y criterios de lo que significa “impacto ambiental”), que implica la descalificación de los saberes populares, de visiones alternativas, de principios y escalas de valores opuestos, a menos que éstos digan una cosa y hagan otra, es decir que al final terminen sometiéndose las reglas de éste tipo de mercado;

• el ocultamiento de las inconmensurables consecuencias sociales y ambientales que hicieron y hacen posible los superficiales “exitos” en sus “bolsas de valores”, ocultamiento que incluye las consecuencias del saqueo financiero, las guerras y la deuda ecológica, humana y cultural de varios siglos;

• la trivialización de las causas populares (la otra cara de la moneda de la criminalización de la protesta), y su ubicación en corrales convenientemente limitados, como el “tercer sector” e inventos similares, para que los “oponentes” puedan expresar frustraciones sin poner en riesgo las relaciones de poder. La intención es que las ONGs saquen las castañas del fuego, gasten sus energías ocupandose de las consecuencias (no de las causas profundas) socio-ambientales y se dediquen a la pequeña escala, para que las decisiones estratégicas se tomen en otra parte;

• la “articulación” entre empresas, gobierno y sociedad civil, en realidad una necesaria condición de gobernabilidad que intenta subordinar la vida política local ocultando, nuevamente, las relaciones de poder;

• la imagen de que quien contamina el mundo es “el ser humano” en general, pues de esa manera todos deberíamos sentirmos culpables… para que nadie (tampoco las reglas e ideología del sistema) sea responsable;

• la limitada visión de que si hay problemas es porque hay empresas “responsables” y de las otras, cuando lo que se cuestiona es el sistema (estructural e ideológico) que hace posible las catastróficas condiciones actuales, no solo las conductas individuales de alguna corporación y/o funcionario corrupto seleccionados como convenientes chivos expiatorios;

La lista, obtenida de la suma de observaciones y experiencias de los últimos años en la lucha contra el saqueo minero, es necesariamente incompleta, de manera que cualquier persona u organización social puede completarla o agregar datos y detalles desde su propia experiencia y análisis colectivo.

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Texto adicional:

¿Articulando negocios? Declaración referida a la intervención política y empresarial de Fundación Avina en Patagonia

Ante el avance de la Fundación AVINA en diversos ámbitos sociales de Patagonia, esta La Asamblea Coordinadora Patagónica - Por la vida y el territorio, contra el saqueo y la contaminación - declara:

1) A partir de las experiencias de organización y acción de los pueblos de Esquel (Chubut) y Jacobacci (Río Negro), rechazamos la “articulación entre empresas, estado y sociedad civil” que impulsa AVINA en la región. Lejos de articularse, los intereses de las compañías mineras extranjeras o “nacionales” que operan en la Patagonia son irreconciliables con objetivos colectivos como vivir en un ambiente sano, o desarrollarse en una economía sustentable controlada por y para sus habitantes.

2) Rechazamos los códigos de conducta empresaria de aplicación voluntaria, como el Pacto Global o la llamada “responsabilidad social empresaria”, que AVINA promociona en la Patagonia. Desde hace ya casi dos siglos eso se llama “no se metan en nuestros negocios”. Lejos de ser “socialmente responsables”, hemos comprobado que las compañías mineras con intereses en la Patagonia mienten, compran conciencias, extorsionan y presionan a los gobiernos para apropiarse de nuestro territorio.

3) Vemos con preocupación las versiones periodísticas sobre la participación de Stephan Schmidheiny, fundador de AVINA, y el grupo Bemberg-Miguens, uno de los mayores impulsores del negocio minero en la Patagonia (propietario del 45 por ciento de la compañía Patagonia Gold), en el rescate financiero del Diario La Nación. Una sociedad entre AVINA y Bemberg-Miguens es el peor escenario posible para nuestra región, y no podemos ser optimistas al respecto. *

Por tales razones:

- rechazamos la inserción de AVINA en Patagonia.

- alertamos a las organizaciones sociales de la región sobre esta situación.

- invitamos a las personas y organizaciones relacionadas con AVINA, en particular a aquellas que reciben financiamiento de ella, a revisar sus principios, reformular sus programas y reconsiderar sus fuentes de financiación.

Estamos en contra de una larga serie de proyectos extractivos que cambiarían para siempre la economía, el paisaje y la cultura de nuestra región, provocando daños ambientales que podrían permanecer por muchos años después que las empresas interesadas se retiren. Buscamos la solidaridad y amistad de las organizaciones sociales de la Patagonia, para generar más y mejores herramientas de incidencia.

Esta asamblea de vecinos llama a dichas organizaciónes sociales a suscribir la presente declaración, y espera aportes que contribuyan a profonduzar el análisis de la problemática.

* Ver http://www.weblog.com.ar/000137.html