“Evo Morales no es chavista ni lulista”
Hernando Álvarez
Enviado especial, BBC Mundo
Muchos dicen que Álvaro García Linera es el cerebro detrás del trono del Movimiento al Socialismo, el partido político que llevó a Evo Morales al poder en Bolivia.
Él lo niega enfáticamente. “Soy un traductor, más que un inyector”, asegura.
De todas maneras, este ex guerrillero, sociólogo y matemático de 43 años que pasó cinco años en la cárcel por ser el ideólogo -a finales de los ochenta- del rebelde Ejército Guerrillero Tupaj Katari, explica como pocos lo que hay detrás de esta nueva propuesta de gobierno en Bolivia.
BBC Mundo habló con él en La Paz.
Álvaro García, ¿el “poder tras el trono” en el Movimiento Al Socialismo en Bolivia?
Dicen que la izquierda mata a la izquierda… ¿Les da miedo no cumplir las expectativas de la izquierda más radical de Bolivia?
Yo diferenciaría. Hay una izquierda cadavérica, de los años 50 y 70, seudo marxista, que ya es un fantasma. Nunca ha participado ni han sido sectores decisivos en las últimas movilizaciones.
Y hay una nueva izquierda indígena -esto es algo novedoso- que no comparte los principios, ni el recetario de manual, ni el seudo radicalismo conservador de los años 50, 60 y 70. Es una izquierda de acción colectiva. Son indígenas, son vecinos.
Por lo tanto yo hablaría de que hay una confrontación entre los últimos residuos de la vieja izquierda seudo marxista y una emergente, vigorosa izquierda indígena, que tiene otra estructura organizativa, otra ideología y otras simbologías.
Y esa seudo izquierda marginal no representa ningún riesgo para la estabilidad. Será gritona y ruidosa, pero no forma parte de las grandes estructuras de movilización que han cambiado al país en los últimos cinco años.
Pero alguna gente dice que el señor Morales está rodeado de personas de esa izquierda de los años cincuenta.
Yo no diría eso. Quedarán uno o dos personas de la parte más digna que quedó (de esa izquierda). Si usted revisa la estructura organizativa del Movimiento Al Socialismo (MAS), es básicamente de liderazgos indígenas populares, con un norte ideológico muy diferente. Por suerte ya no quedan sino unos pocos especimenes de esa izquierda derrotada.
Dicen que usted es el cerebro detrás del trono en el MAS. Cuéntenos qué le ha aportado usted a este movimiento.
(Lo primero) es una exageración. Yo he aportado -de manera sencilla y humilde- compromiso, producción intelectual… Y diría que puentes con los sectores sociales.
Yo me considero simplemente un intermediario cultural entre los sectores indígenas populares y las clases medias. Soy un traductor más que un inyector de algo. Traduzco de otra manera lo que sale con un lenguaje fuerte, histórico. Hasta ahí llegaría mi aporte.
Ustedes dicen que se viene un gobierno distinto. ¿En qué se va notar ese cambio?
En varios elementos. El primero será la presencia de indios en el poder. Nunca antes habían estado, a no ser como adornos silenciosos. Ahora van a estar como partícipes en el sistema decisional (sic) del Estado.
(A las empresas extranjeras) les garantizamos recuperación de sus inversiones. Pero inversiones certificadas, no inventadas
Se va a notar en el ámbito de la presidencia, de los ministerios, en el parlamento. Se va a notar en los niveles de ejecución administrativa del Estado una creciente participación de indígenas con poder en la toma de decisiones.
Un segundo elemento va a ser en las políticas aplicadas: a qué sectores se va a empezar a tomar en cuenta de manera privilegiada, como actores productivos, como actores económicos y políticos fundamentales.
Y se va a notar en la asamblea constituyente, en su composición interna y en el conjunto de transformaciones institucionales que conviertan al boliviano en un Estado descolonizado y multicultural. Ahí vamos a ver esta impronta de indios compartiendo el poder con los sectores no indígenas.
¿Cuáles son los principales desafíos de los primeros meses de gobierno?
Dar las señales muy claras, muy concretas, de una certidumbre, de un norte para el país. Que apunte a descolonizar el Estado, a democratizar la presencia de la sociedad en el sistema decisional (sic) estatal.
Hay un tema que yo no he podido entender muy bien: la política de los hidrocarburos. ¿Cuál es la lógica detrás de la tan anunciada política?
Le voy a dar un dato. Cuando Bolivia explotaba solita -sin inversión extranjera- sus propios recursos, en el año 95, le entregaba al Estado US$390 millones.
Luego vinieron once empresas petroleras, dicen que invirtieron US$3.000 millones -veremos si lo han invertido-, descubrieron 37 trillones de pies cúbicos, exportaron gas al Brasil, a la Argentina, y hasta enero de este año entregaban US$20 millones más que lo que entregaba el gobierno boliviano hace diez años.
García dice que su contribución es de “puente” entre los indígenas y las clases medias.
Qué no nos vengan tampoco con cuentos.
Ahora recién, no por ellas sino a pesar de ellas, con el IDH (Impuesto Directo de los Hidrocarburos), ha mejorado notablemente el ingreso en favor del estado.
Pero ahorita el negocio del Estado -gas, petróleo y gasolina- genera US$1.600 millones para un país que tiene un Producto Interno Bruto de US$8.000 millones. Es un porcentaje muy elevado, que más de 20% del PIB dependa de gas, petróleo y gasolina en el mercado interno.
De eso, el Estado, con IDH, solamente recibe US$550 millones. Es decir, que US$1.100 millones todavía quedan en manos de las petroleras, lo que es mucho dinero. Dicen que han invertido mucho, pero vienen me diciendo lo mismo desde el ‘97; invirtieron mucho y no pagaban impuestos. Bueno: ‘98, ‘99, 2000, 2004 lo mismo. ¿Hasta cuándo? ¿Siempre están invirtiendo y nunca están generando ganancias?
Se les aplicó el IDH y ahora tienen que pagar más al Estado. Gracias a eso el Estado recibe US$380 millones más. En enero decían: no podemos pagar un solo centavo. Hoy están pagando US$380 millones y no se han ido, siguen acá. Es decir: el negocio rinde.
Nos gustaría que se mantengan, pero que el Estado gane más.
¿Qué exactamente le garantizan ustedes a la inversión extranjera?
Tres cosas: reglas duraderas, necesitan certidumbre y me parece correcto.
Les garantizamos recuperación de sus inversiones. Pero inversiones certificadas, no inventadas.
Y les garantizamos un ganancia promedio para sus accionistas.
Evo morales no es chavista ni lulista, es evista
Pero nada más tampoco. Ya la propiedad, la definición de precios, el mercado interno, industrialización, exportación, le toca asumirlas al Estado.
Son reglas claras. Yo creo que esa no es una actitud abusiva, vengativa. Simplemente que un país tan pobre como Bolivia… el boliviano hace 20 años tenía US$850 libres, y un campesino tiene US$300 libres. Eso es insostenible. El petróleo es una riqueza muy grande y queremos usar el petróleo y el gas para que el ingreso promedio del boliviano suba a US$2.000, US$3.000 o US$4.000 por año. Es simplemente un hecho de justicia.
¿Ustedes a quién se parecen más: al sistema de Hugo Chávez o al de Lula da Silva?
Mire: Evo Morales, esta candidatura, este partido, ve con simpatía lo que pasa en América Latina en términos de gobiernos progresistas. Pero más allá de eso, no hay la búsqueda de imitar a nadie. Evo morales no es chavista ni lulista, es evista.
Aquí está surgiendo un proyecto distinto con fuerte contenido indígena. Estamos ante el surgimiento del “evismo” como un fenómeno político continental, que así como recibe enseñanzas de otras partes de América Latina, seguramente va a enseñar, de manera humilde.
Siguiendo con eso, ¿ustedes ven el proyecto del “evismo” sólo a cinco años? Porque alguna gente me decía que una de las ideas de la constituyente es implementar la reelección, porque cinco años es muy poco para hacer este cambio tan profundo.
No, aquí estamos planteando que lo que vayamos a hacer en política y economía es un cambio estructural y los ciclos políticos y estatales en Bolivia tienen una duración de 25 a 30 años.
No se trata necesariamente de algo en función de un hombre, sino de un proyecto de país: los indígenas en el poder. Es una economía al servicio de los sectores sociales, es la reivindicación de los derechos de igualdad. Ese es un proyecto, yo diría, de siglos, no sólo de cinco años.
Quien podrá encabezar eso es Evo Morales. Que lo haga en cinco años o lo haga 15 o 20, ese ya es un tema secundario. Lo importante es un proyecto de país.
Pero, ¿hay una persona distinta a Evo Morales? Que no vaya a ocurrir lo que algunos ven en Venezuela, que se empieza a generar como un culto a la personalidad del coronel Hugo Chávez
No, los cultos a la personalidad surgen en sociedades con un tejido social relativamente débil, y si ustedes conocen un poco de Bolivia, ven a la sociedad más organizada de América Latina. Todo es organizado aquí, todos tienen gremio, sindicato, federación.
Eso es muy bueno porque habla de un tejido social muy activo, muy autónomo. Esta pluralidad de la sociedad civil limita la formación de caudillismos excesivamente centralistas.
Si bien hay el “evismo” en términos de un liderazgo continental fuerte, nadie lo está imaginando como un caudillo en torno al cual hay que hacer un culto a la personalidad. Quizás aquí, con el tiempo, surgirán otros líderes indígenas con la capacidad de continuar la posta de lo que vaya a hacer Evo Morales.