Indymedia Chiapas
Desde el Caracol de la Garrucha partió en la mañana de hoy, 1 de enero del 2006, el convoy que acompañó al Subcomandante Insurgente Marcos a San Cristóbal de las Casas. Con ello se marcó el primer paso de la nueva iniciativa política zapatista conocida como La Otra Campaña. Para los compañeros zapatistas el año comenzó temprano, más o menos las siete de la mañana, cuando todos cubrieron sus rostros nuevamente con sus pasamontañas y subieron a los camiones que los trasladarían a su destino, en donde se reunieron con bases de apoyo zapatistas provenientes de otros caracoles.
Tras una espera de varias horas el Sup sorprendió a los observadores y periodistas pilotando una moto negra protegida por el “Pingüino”. De este modo, Marcos asumió la vanguardia de la caravana emprendiendo ésta tras él su camino. Asimismo, San Cristóbal amaneció tranquilo y sus calles se encontraban silenciosas dando la impresión de que nada especial iba a acontecer. Al parecer, la noche del 31 dejó entumecidos a los habitantes de la ciudad colonial, nada comparable al sobresalto que vivieron en sus carnes doce años antes.
Con el transcurso del día el centro de la ciudad fue cobrando vida, las expectativas fueron increscento, la plaza se lleno de gentes diversas. Por un lado, las diferentes organizaciones instalaban sus puestos de información, la prensa buscaba la noticia, los turistas observaban el ambiente entre expresiones de curiosidad y asombro, y los vendedores hacían su agosto.
A media tarde en las afueras de San Cristóbal, más concretamente en la salida dirección a Tuxtla, se congregaron miles de zapatistas esperando la llegada del Delegado Zero. Ésta se produjo con algo de retraso soportado estoicamente con esa paciencia milenaria de la que hacen gala los pueblos indígenas. Sin embargo, la espera no fue ingrata, ya que cada vez se iba sumando un mayor número de adherentes, simpatizantes, periodistas, observadores y curiosos.
La marcha se encaminó al centro de la ciudad inmersa en una gran expectación y el Sup y los otros comandantes caminaron rodeados por diversos cinturones de seguridad. A medida que iban avanzando las luces del boulevard se fueron apagando, demostrando con ello que las autoridades están dispuestas a poner en práctica cualquier estrategia para obscurecer el sentido de La Otra Campaña. Sin embargo, la respuesta de la sociedad civil a este llamado zapatista enterró los malos augurios de las autoridades, ya que la ciudad se volcó con la llegada de los compañeros zapatistas.
Así la Plaza de la Catedral, también llamada la Plaza de la Resistencia, permaneció llena de gente toda la tarde demostrando la gran acogida que poseen los zapatistas. Esta gente primeramente disfrutó de las actuaciones improvisadas que los diversos espontáneos fueron ofreciendo mientras esperaban pacientemente la llegada de la marcha.
Cuando los delegados hicieron su aparición la plaza vibró y los cánticos en favor del EZLN se sucedieron hasta que los comandantes tomaron la palabra. El primero fue Tacho, quien apeló a los obreros y campesinos; a él le sucedió las comandantas Kelly y Hortensia, quienes elogiaron a las mujeres luchadoras que se enfrentan al machismo dominante de la sociedad mexicana; a continuación tomó la palabra el comandante Zebedeo, quien apeló a los jóvenes; el comandante David, quien hizo lo propio con los indígenas; y el Sup, quien explicó los pormenores de La Otra Campaña, sus propósitos y los escollos que probablemente tendrán que sufrir.
Con este acto, la comandancia del EZLN entregó al Subcomandante Insurgente Marcos, Delegado Zero, a los miembros de las Sextas Coletas, en cuyas manos estará durante su recorrido por Chiapas.