Pablo González Casanova: El EZLN y el MAS: afinidades y diferencias

25.Ene.06    Análisis y Noticias

Pablo González Casanova
La Jornada

Muchos se preguntan por qué el EZLN no envió un representante a la toma de posesión de Evo Morales, el primer presidente indio apoyado por los pueblos indios de Bolivia, su país natal y, además, candidato del Movimiento al Socialismo, construido desde abajo con un programa anticapitalista que se enfoca particularmente contra el neoliberalismo.

Evo Morales ha manifestado reiteradas veces su solidaridad con Cuba, con Venezuela bolivariana, con los Campesinos sin Tierra de Brasil y con el propio EZLN de México. Es más, Evo les hizo una invitación a los zapatistas para que asistieran a su toma de posesión.
¿Por qué no envió el EZLN a nadie?

Los comentarios críticos atendibles vienen sobre todo del centro izquierda institucional, pero también de algunos analistas políticos con amplia trayectoria de izquierda, que han manifestado su simpatía por la otra campaña.

Algunos comentarios críticos tienen gran peso. Uno de ellos aparece en el editorial de La Jornada de ayer; esto es, aparece en un periódico que practica en sus editoriales una responsabilidad ejemplar.

Por todo eso, quienes nos sentimos identificados con la otra campaña debemos preguntarnos si en éste u otros casos “nos estamos volviendo rehenes de nuestra propia ideología”, si “argumentamos con purismos” y si la dirigencia zapatista “ha desairado la invitación de Evo”.

La aclaración, más que circunstancial, parece necesaria para precisar lo que es verdaderamente nuevo en la otra campaña; lo que es nuevo en que debemos reparar todos, especialmente los observadores, los simpatizantes y los adherentes.

Por supuesto todo lo que se dice aquí -y que únicamente responde algunas de las preguntas anteriores- es una interpretación “del que esto escribe” y siempre queda la posibilidad de que la dirigencia zapatista piense de manera distinta o por razones distintas y con otros elementos.

Dado lo nuevo y habitual del discurso zapatista me parece:

1. Que la dirección zapatista no argumenta con “purismos” en el sentido riguroso de la palabra, pues su lenguaje es deliberadamente “impuro” y mezclado de expresiones no “castizas”, que vienen del “castilla” y de las lenguas mayenses.

2. Que no es “puritanismo” en el sentido inapropiado del término purista, el cual a veces se confunde con “puritano” como calificativo que busca criticar una ostentación excesiva de austeridad, una falta de flexibilidad, o un exceso de severidad para juzgar a los otros.

3. Que difícilmente el zapatismo se puede volver rehén de su ideología cuando se halla en plena elaboración ideológica (teórica y práctica), y cuando una de sus características principales es precisamente el respeto al pluralismo ideológico, religioso y filosófico de los demás, aunque (eso sí) tomando posiciones muy firmes en la defensa de los derechos de los pueblos indios, de la autonomía de las personas y las comunidades, de la dignidad personal y colectiva, y de otros valores y principios “no negociables”.

4. Que la dirigencia zapatista no puede haber desairado a Evo Morales y al Movimiento al Socialismo cuando muestra con ambos una múltiple afinidad en sus luchas contra el capitalismo y el colonialismo, contra el neoliberalismo y el neoracismo, y por la articulación de los pueblos de América Latina y Amerindia.

5. A las observaciones anteriores creo que debe añadirse otra parte para aclarar el problema. Cuando el delegado Zero afirmó ayer en Campeche que “este movimiento es nuevo” y que “no estamos volteando a ver a Bolivia ni Latinoamérica; estamos volteando a ver la historia de nuestro país y a nuestra gente”, clarito quiso decir que el movimiento en México no puede ser “calca y copia” del de Bolivia o Latinoamérica, sino ha de basarse fundamentalmente en la situación concreta en que piensa, quiere, recuerda, actúa, se organiza y mueve la gente del México actual, en especial “la gente humilde y sencilla”. Y tal vez eso sea lo más novedoso: pensar en que se organicen los no organizados escuchándolos primero. Y por eso en lugar de decirles qué hacer se les pregunta qué hacer. Yo, a la vez, me pregunto por qué todos ellos y nosotros no le preguntamos a la dirigencia zapatista por qué nos preguntan qué hacer en vez de enseñarnos el programa de acción, como es costumbre.

Quizá así disminuya el desconcierto, aclaremos el sentido del movimiento y podamos juzgar, con más base, nuestros errores y los suyos, y cuáles son los aciertos.