Un grupo de simpatizantes del EZLN y de la otra campaña dio la bienvenida a Marcos en Candelaria, Campeche FOTO Víctor Camacho
Miércoles 25 de enero de 2006
Llama Marcos a juntar las luchas dispersas, para transformar el país
La Jornada
Candelaria, Camp., 24 de enero. “Ya se llegó la hora y estamos dispuestos”, dijo en lengua chol Mateo López Sánchez durante la recepción al subcomandante Marcos por adherentes y simpatizantes de la otra campaña. “Bastante lucha” espetó en un brochazo de “castilla” este hombre del ejido El Pañuelo (700 habitantes). “Desde hace tiempo teníamos ganas de dialogar con los compañeros del EZLN en nuestras tierras de ahora”, indicó.
Maclovio, del mismo poblado, relató el engaño del “Procampo alterno” que prometió Vicente Fox y nunca llegó. “Este recorrido de la otra campaña sirve para que nos demos cuenta de muchas cosas. ¿Dónde quedó ese dinero? ¿Quién lo cobró por nosotros?”.
El subcomandante Marcos le respondería más tarde que ese dinero no se perdió. “Lo guardaron para las elecciones. Ahora verán que les llega, para que voten por determinado partido”.
A su llegada a Candelaria, en el sur de Campeche, cerca de Guatemala, el delegado Zero recorrió a pie las calles del poblado (8 mil habitantes), donde concluyó hoy su recorrido por Campeche. De las casas y las escuelas salían las familias y los niños para “ver a Marcos”, quien iba rodeado por los miembros de la Sexta campechana, simpatizantes y periodistas. Fumaba pipa, dejando en el aire el característico olor de su tabaco.
Durante la bienvenida en un salón que congregó a más de 200 personas de Candelaria y una decena de poblados circundantes, Bernarda Bautista, del ejido Pedro Baranda, le habló de “las deudas que tragan al campesino, que siempre están corriendo, para que salgan baratos los recibos de luz de la gente rica”, y denunció como “una burla” el Seguro Popular del foxismo.
“Las puertas de los hospitales están trancadas por dentro. No hay medicinas. Los médicos no están, o están borrachos. El campo está muerto. Los hombres emigran y no regresan, o regresan muertos. Por eso queremos que se junte la gente pobre con la gente pobre”, agregó antes de expresarle a Marcos: “Estamos contentos de tenerlo aquí”.
En estas tierras, que fueron chicleras, luego madereras, luego ejidales y hoy expulsoras de mano de obra, otra vez botín de madereros, el delegado zapatista escuchó estas y otras experiencias. Y recomendó: “Ustedes tienen sus organizaciones, sus cooperativas. No las dejen. Sigan luchando, pero ya no lo hagan solos. Eso dice la otra campaña, que se unan con otros compañeros, y también con nosotros”.
Por la noche, en la plaza de Candelaria, Marcos señaló: “bien sabemos que en Campeche hay gente que ha venido de todos los estados a hacer su vida, a trabajar. Y aquí, como en cualquier parte del país, ha encontrado el desprecio, la explotación y la humillación. Pero nos han contado sus historias de dolor y rebeldía”.
El delegado Zero habló de la “guerra no armada” del pueblo por conquistar sus derechos, que va a recorrer el país y va a juntarse con los estados del centro, del Golfo, del Pacífico y el norte de México, en “un temblor que ya se empieza a sentir”. Se pronunció por que las luchas dispersas, las que aún “no agarran cauce”, se junten en un solo lugar y de ahí empiecen a caminar y transformar al país en uno que realmente sea dirigido por la gente, sin líderes que se vendan o que terminen con grandes cargos públicos y olvidados de la gente”.
Por la mañana había dicho que en la otra campaña no pueden participar “partidos políticos que están en las elecciones”. Esto, ante el “gritoneo” de un orador del partido Convergencia, quien se había pronunciado, según recapituló Marcos, por “luchar por un presidente, y dijo estar de acuerdo con Evo Morales, que es ahora el presidente de Bolivia, con Hugo Chávez y Fidel Castro. Lo que no dijo -acotó el subcomandante- es que su líder es Dante Delgado Rannauro. Y lo que hizo él lo siguen haciendo los que son de ese partido político”.
Marcos contó que Carlos Salinas de Gortari encargó a Delgado Rannauro el “problema de Chiapas” después del levantamiento zapatista y entonces, cuando los rebeldes ocuparon las fincas de los propietarios, “Dante les pagaba a otros campesinos para que invadieran los terrenos donde estaban los compañeros, para que se pelearan entre campesinos. Y eso siguen haciendo aquí en Campeche”.
Antes de invitar a estas personas “a que se salgan de ahí”, les habló de Jorge Castañeda, “que si algo hizo fue atacar al pueblo de Cuba y hacer todo lo posible porque se rompieran relaciones con ellos. Y si alguien se ha vendido al gobierno estadunidense es Jorge Castañeda, gran amigo de Dante Delgado, y que estuvo a punto de ser el candidato presidencial de Convergencia. Pregúntenle cuando lo vean”.
Vidas colectivas paralelas
El Consejo Regional Indígena y Popular de Xpujil, que recibió al delegado Zero en su llegada al municipio de Calakmul, nació de la sequía de 1993, que asoló esta región ante la indiferencia, incluso la burla, del gobernador campechano de entonces. La organización nueva (compuesta en buena medida por campesinos choles, tzeltales y mayas), si bien se consolidó hasta 1995, desarrolló desde 1994 una inevitable afinidad con el levantamiento zapatista en Chiapas, tan lejos y tan cerca de los colonos indígenas de Calakmul.
“A pesar de los intentos del mal gobierno por aniquilarnos, aún tenemos vida en abundancia”, dijo ayer Roberto López Pérez, cholero, secretario del Consejo Regional y participante de la otra campaña, al saludar la llegada del delegado Zero en el salón de usos múltiples de Xpujil, a un costado de la alcaldía priísta de este municipio de Calakmul, oficialmente “histórico, ecológico, libre y soberano”, donde el saqueo de maderas preciosas sigue siendo negocio de empresarios impunes. Lo de “ecológico” se aplica contra los campesinos, a quienes se prohíbe cortar madera. Sólo las grandes madereras pueden. Y mucho.
Ante más de mil personas, el representante indígena expresó: “Hemos sufrido una guerra de baja intensidad, a causa de organizaciones que nacieron especialmente para tratar de destruirnos, y con recursos del gobierno para dividirnos. Pero aún vivimos porque nuestras raíces, cultura y costumbres las traemos de nuestra tierra natal y nos han dado fuerza para mantenernos en lucha”.
En un discurso que dijo en chol, y luego en castellano, López Pérez dio la bienvenida al subcomandante Marcos “y a todos los integrantes del EZLN y sus bases de apoyo que están en Chiapas”, y terminó proclamando: “Vivan los que han dado su vida en esta lucha”.
No lejos de aquí, la selva tropical de Calakmul, una de las más importantes en el hemisferio norte del planeta, acaba de traer un súbito, abundante y breve aguacero que refresca, pero también recuerda lo escasa y cara que es el agua. Hay quienes pagan mil 500 pesos por el servicio más limitado que se pueda imaginar. Junto con las tarifas de energía eléctrica, el suministro del precioso líquido pesa agresivamente sobre las economías familiares de los indígenas.
Por parte de otra de las cuatro organizaciones que reciben y dialogan con el delegado Zero, la Sociedad Cooperativa de Productores Agropecuarios S’Cajel Ti Matye’el, habla Antonio Molina Méndez. En tzeltal. Felipe Juárez traduce enseguida. Cuentan que la cooperativa nace unos meses después del levantamiento zapatista en Chiapas, y aunque ha seguido un derrotero muy distinto del zapatista, han llegado a conclusiones muy parecidas:
“Desde entonces estamos aquí, apoyando la lucha de clases”. Y se pronuncia “por la libertad de hablar y unirnos. Debemos sembrar la semilla de la conciencia, que es lo más importante”.
Ruperto Ko Wo, un anciano maya, cuenta que llegó a Calakmul con sus padres en los 40, pero hasta 1965 obtuvo dotación de tierra y su “primer maíz”. Describe la diversidad racial, lingüística y social de una región poblada por decisión federal en una de las últimas “conquistas de confín mexicano”, cuando el sur de Campeche se abrió a migrantes de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y muchos estados más.
Esto ocurrió hacia 1960. Diez años más tarde el régimen echeverrista impulsaría la última gran colonización en el confín de la selva Lacandona, en Marqués de Comillas. Y todavía después llegarían los refugiados guatemaltecos. Un miembro del Consejo Regional diría más tarde que en Calakmul se hablan más de 25 lenguas.
Ko Wo manifiesta: “estamos dispuestos a una política de alianzas que ayude a aliviar la pobreza de nuestra región. Aquí vivimos gente que lucha por una nueva constitución y un diálogo nacional”. Despectivos, los “observadores” del ayuntamiento priísta (sin contar “orejas”, suyos y del Ejército federal) no logran disimular su nerviosismo. No lejos queda una base militar.
Es grande la distancia entre las montañas de Chiapas y el sur de Campeche (dos estados que ni siquiera son limítrofes, los separan Tabasco y Guatemala) y sin embargo tienen existencias similares, con las que el historiador romano Plutarco hubiera escrito en plural sus Vidas paralelas.