El subcomandante Marcos, ayer en el parque Manuel Gutiérrez Zamora del puerto de Veracruz Foto Víctor Camacho
Martes 31 de enero de 2006
Vamos a demostrar el crimen jurídico contra mi hermana, sostiene Jesús Ochoa
Marcos reclama la falta de justicia por la muerte de Digna Ochoa
La Jornada
Veracruz, Ver. 30 de enero. “Cómo es posible que una luchadora social como Digna Ochoa tenga que morir varias veces para que este sistema reconozca la justicia de su vida, su dignidad que bien la llevaba en su nombre. Y cómo podemos dar cuenta ahora, en este circo electoral, de que va a ser una nueva opción la misma propuesta de gobierno que ignoró su muerte y luego se dedicó a enlodar su memoria. En qué país estamos, que es necesario que los muertos salgan varias veces de su tumba para reclamar justicia.”
Así inició su mensaje el delegado Zero esta tarde en el centro del puerto jarocho. Concluía el acto público de la otra campaña en el parque Zamora esta tarde, durante el cual hablaron muchos, y dijeron mucho más de lo que cabe en esta nota, cuando tomó el micrófono Jesús Ochoa y Plácido, hermano de Digna, y se dirigió a todos y al subcomandante Marcos.
Afirmó, como ha hecho antes, que el gobierno de la “ciudad de la esperanza fabricó un suicidio” tras la muerte de la abogada veracruzana. De esta fabricación responsabilizó a los abogados Enrique Flota y Renato Sales, y a fin de cuentas al procurador Bernardo Bátiz. Y habló de la dolorosa exhumación que hicieron de su cadáver para revisar el caso.
“Vamos a demostrar el crimen jurídico cometido contra mi hermana.” Advirtió: “Estamos en condiciones de demostrar que la muerte de Digna fue un crimen”. Adelantó que al reabrirse en caso, la causa de la familia y los amigos de Digna Ochoa “demostrará quién fue el autor material, y quién el intelectual, del asesinato de mi hermana”.
Jesús Ochoa entregó entonces al subcomandante Marcos el expediente completo, que incluye varias fotos que prueban que Digna recibió tres disparos, que presentaba 11 lesiones diferentes y se hallaron 25 puntos de sangre, muchos distantes del cuerpo de la defensora de derechos humanos.
Entonces Marcos tomó el micrófono y subió a la mesa ante la cual estuvo sentado hasta ese momento por más de una hora y se dirigió a los de atrás, no los que tenía delante en las primeras filas. Lo que había comenzado como una concentración de unos cientos de personas, para ese momento ya reunía más de mil, y quizá hubiera aumentado si el mitin hubiese durado más. Pese a la desinformación en los medios, se estaba corriendo la voz entre los jarochos, y llegaban con algo más que curiosidad.
Esos eran “los de atrás” que mencionó Marcos. Los de “adelante”, con cámaras televisivas y fotográficas, grabadoras, libretas, charolas y gafetes, habían presionado fuertemente para que Marcos hiciera declaraciones de plaza y respondiera preguntas de banqueta, como les gusta hacer a los políticos y los actores de telenovelas.
“Nos están quitando todo. Nos están quitando el país”, decía Marcos a los de atrás. Decenas de periodistas impacientes, que incluso retrasaron el inicio del acto con su ansia de “declaraciones”, registraron estas palabras. Los policías de civil (o lo que fueran, porque no todos los orejas eran de la misma dependencia oficial) que tomaban fotos, grababan, reportaban por radios, celulares, o simplemente amedrentaban a la gente, formaban legión en la plaza Zamora.
Otro orador había dicho: “En Veracruz tenemos una de las policías más corruptas. Si estas ahí, policía, deja que te lo diga: eres un corrupto”. Y los trabajadores portuarios señalaron: “Desde que entró la requisa en el puerto, nuestros salarios se han ido para el fondo, y los empresarios no cumplen con la Ley Federal del Trabajo”.
Un trabajador del IMSS, en nombre de un grupo de compañeros suyos, denunció el deterioro de los servicios médicos y la pérdida de prestaciones, mientras “el gobierno vende lo que no es suyo. Por eso nos adherimos a la Sexta”.
Al otro lado del quiosco, suficientemente lejos para ver del mitin, pero no para oírlo, una veterana vendedora de raspados contababa el arribo del delegado zapatista, muy a la jarocha:
-Me acerqué adonde pasaba y le grité: ¡Marcos, aquí estoy!
-¿Y él oyó?
-De seguro. En ese momento todos estaban callados. Y me gustó ver que no buscaba caminar en una alfombra roja como otros mediocres. Caminó sobre la tierra y el pasto, como la gente.
Sentada en una banca, una mujer de traje sastre azul celeste, con aspecto de funcionaria panista, tono agrio y un celular en la mano, intervino en la conversación:
-¿Y a qué vino Marcos? Que nos lo diga.
La vendedora de raspados, detrás de sus frascos con jarabe de nance, tamarindo, guayaba, mango, guanábana, mandarina, grosella y otros sabores, como en un cuadro de Olga Costa en miniatura, antes de soltar una carcajada casi gritó a la dama de azul:
-Vino a verme a mí. Y si se deja, esta noche me lo llevo a dormir a mi casa.
Junto a ella, una vendedora de resfrescos celebró el dicho. La dama de azul se puso de pie y se retiró, muy molesta.
Por la mañana, en la plaza central de Catemaco, la otra campaña había celebrado la primera reunión del día. “Vamos a escucharnos todos”, propuso el presentador, miembro del Movimiento Agrario Indígena Zapatista. En seguida, un campesino de Península de Moreno, frente al palacio municipal, dijo: “Como aquí vamos a hablar con el delegado Zero, el gobierno va a oírnos esta vez”.
Lo siguió el Comité Indígena Mixteco de Abasolo del Valle: “Somos campesinos totalmente atrapados por un grupo de caciques protegidos en el municipio de Playa Vicente por el diputado Silva Lago. Y luego hablaron los populucas, los pescadores del lago, los pobladores de La Candelaria, que desde 1937 esperan que les resuelven su carpeta básica. Un rezago agrario de 70 años”.
Un médico del hospital civil, quien ha ido cuatro veces a la cárcel “por defender las causas de mi municipio” (Catemaco) se manifestó por una medicina colectiva y contó que apenas anoche, pasó gran angustia, pues una mujer pobre no podía dar a luz por traer el niño atravesado, y ningún anestesiólogo estaba disponible. Lo habitual en este riquísimo estado de Veracruz.
Luego de escuchar unas 15 intervenciones, unas dramáticas, otras graves, otras decididas a cambiar la política, el subcomandante Marcos reiteró su invitación a que más gente se sume a la otra campaña.
Hablan adherentes a Sexta
En la reunión de ayer, celebrada en Cosoleacaque, los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona habían manifestado su creciente apoyo a la otra campaña: “Ya estamos hartos de que el gobernador nos tome el pelo. Esta la oportunidad de unirnos, ninguna autoridad nos ha hecho caso, ya llevemos tres años de resistencia civil, de no pagar la luz, de defendernos, nuestra lucha vienen de siete años, de estar organizándonos”, dijo Leonor Santiago, del Comité de Defensa Popular Martín Lancero.
Hablaron representantes de las organizaciones MAIZ-Freposev (Movimiento Agrario Indígena Zapatista, Frente Popular del Sureste de Veracruz) el Comité de Lucha Campesina, la Asociación de Productores de Tlatexco y otros. A nombre de APETAC Enrique Quiroz expresó: “Hemos seguido la lucha del EZLN desde hace mucho, y sabemos que es un movimiento honesto, que lucha por igualdad, justicia, y democracia. Estamos de acuerdo con la visión que los zapatistas tienen del mundo, los trabajadores sólo tenemos nuestra fuerza de trabajo, el capitalismo no tiene lado humano, sobrexplota a los hombres y destruye la naturaleza (por eso) caminan tan cerca nuestras rebeldías que ya son una sola en el corazón de todos los que luchan contra”.
El delegado Zero les propuso no dejarse engañar por las campañas de los políticos y se refirió al problema de las tarifas eléctricas, reiterado en todas las entidades del sureste: “Se ve claro que las tarifas de la luz no son justas, lo hemos visto por todos lo estados en los que hemos pasado. Cómo es posible que los grandes ricos y los gobernantes tengan su luz prendida todo el tiempo, sus aires acondicionados, sus calefactores y están pagando menos. Porque esa es la verdad, mientras más humilde es la gente, más paga”.
Llamó a tener cuidado con los líderes porque a menudo “se hace un movimiento y luego aparece un líder que lo vende y que dice yo controlo a la gente y tú dame tanto y él si resuelve su problema y la gente sigue jodida, por eso nosotros decimos que no debe haber líderes”.
Esta tarde repitió la misma idea en el puerto de Veracruz. Nada de líderes, ni candidatos que no cumplen, sólo suben. “No dejen que ni Marcos ni nadie lleve esta lucha por otro lado.”
En Cosoleacaque había dicho: “Llegó la hora, hay que despertar a los demás, a los pueblos indios nos tocó ser los guardianes, pero tenemos que entender que solos no vamos a lograr nada, tenemos que luchar con los campesinos, obreros, mujeres, con los jóvenes, con toda la gente que está jodida por este sistema, pero no por un nuevo gobierno son por un nuevo mundo. La piel morena hizo levantar este mundo, y lo va a volver hacer, y si los pueblos indios no se rinden, no se desmayan entonces la demás gente no lo va a hacer porque el que parece el más débil, el más chaparrito, es el más decidido, y los otros, al verlo se preguntarán por que ellos no”.
Al concluir las actividades de la otra campaña en el puerto de Veracruz, el delegado Zero salió en dirección a Papantla, donde pernoctará este lunes.
El día anterior:
Amamaloyan, Ver., 29 de enero. “Las mujeres de Agua Dulce ya estamos propicias para participar en la lucha”, dice una mujer campesina, en el afirmativo tono que predominó durante la primera etapa en Veracruz de la otra campaña. Indígenas y no indígenas se suceden velozmente en el uso de la palabra, breves, concisos, claros.
“La mayoría de la gente somos de abajo, indígenas pobres, muy humildes, pero con mucho conocimiento y sabiduría de nuestros antepasados”, dice un hombre. Y otro: “los indígenas estamos hartos del neoliberalismo”. Y otro: “los indios de Soteapa no se van a dejar engañar”.
Una mujer cita la experiencia de la Universidad Veracruzana Intercultural, que acaba de abrir sus puertas a 100 jóvenes indígenas, “fruto de nuestra lucha y de la de nuestros hermanos zapatistas”. Los pobladores de la selva de los Tuxtlas se dicen listos para la otra campaña. No hay quejas ni peticiones, como ocurría en las comunidades de Tabasco.
Durante el encuentro de las comunidades popolucas y nahuas de la sierra con el delegado Zero, en un paraje del hermoso parque forestal Jomxuk, en Amamaloya, se plantean temas muy graves, como el de los indocumentados centroamericanos en México, esa vergüenza nacional. “Si queremos respeto para los migrantes mexicanos en Estados Unidos, debemos empezar por respetar a nuestros hermanos centroamericanos. No tenemos autoridad moral como país, si les ofrecemos 5 mil kilómetros de frontera para maltratarlos y perseguirlos.”
Esto lo expresa un representante del albergue para centroamericanos de Acayucan, ese crucero múltiple de carreteras y autobuses en todas direcciones aquí en el sotavento veracruzano, un destino ineluctable de los migrantes de allá abajo.
Un millar de personas, cargadas de intensidad como en pocos actos de la otra campaña, se juntan en Jomxuk. Hoy baila el niño jaguar una música de pífanos y tambores. Hay sahumerio. Reivindicación popoluca. Ceremonia ritual. Pero sobre todo palabras decididas, sin rollos.
Esta gente parece salir de un túnel: “Nos habían quitado la idea de que el pueblo es el gobierno. Ya la recuperamos”, asienta una indígena con altivez.
Ayer en Chacalapa, Tabasco, una retadora mujer chontal había ironizado, con Marcos a un costado, ante un público que incluía indígenas, prensa y gobierno: “Yo que estaba destapada de la cara, no me habían visto. Ahora que estoy parada junto a él con su pasamontañas, ya verán mañana a ver qué me dicen”.
Eso mismo estamos viendo, pero más concentrado, en esta congregación de indígenas y mestizos de la sierra de Soteapan, procedentes de los municipios de Tatahuicapan, Jacapan, Zaragoza, Soteapan, Agua Dulce, Cosoloeacaque y otros. La Resistencia Civil Indígena y Popular contra las altas tarifas de luz hace eco con la lucha por lo visto generalizada contra ese absurdo del neoliberalismo foxista.
Fuerte participación de las mujeres
La participación femenina es fuerte, diferenciada, demandante. Otra oradora expresa: “las mujeres seguimos sin derecho a cargos. Sólo en Pajapan, que es mestizo, hay dos regidoras mujeres. Pero en los pueblos indígenas de la sierra, ninguna. En muchas partes los hombres no les dan permiso de ir a reuniones y asambleas”.
La reunión, a unos metros de uno de los pocos ríos limpios que quedan en Veracruz, y transcurre rodeada de un bosque que es jardín botánico y recinto indígena, no se detiene en el micrófono. Las comunidades ya tienen personal capacitado para una radiodifusora indígena; ya operaron hace poco, pero les quitaron el equipo, que era prestado.
Los pobladores de la reserva de los Tuxtlas, amenazadas de desalojo, anuncian: “vamos a resistir, y organizarnos con la otra campaña”. Un maestro afirma que ya se van respetando las lenguas.
Como esta mañana en el encuentro del delegado Zero con los adherentes de la otra campaña en la ciudad perolera de Cosoleacaque, se invoca la rebelión indígena de Acayucan, hace exactamente 100 años, que ayudó a la caída del viejo régimen porfirista.
No lejos del hervidero humano y energético de Coatzacoalcos-Minatitlán, pero ya trepando a la montaña, la región más indígena de Veracruz sigue sin caminos, con educación mala, desnutrición, etcétera. La entidad ha negado y ocultado su población indígena durante décadas, y los gobiernos priístas han mantenido a los indígenas arrinconados en las montañas. Pero ya no son invisibles.
Este martes vendrán como de rayo el candidato Roberto Madrazo y las despensas, precedidos por el gobernador Fidel Herrera, en plano ‘control de daños’. “Están viendo que ya no nos vamos a dejar, y vienen a ver si nos frenan”, considera otro más de los indígenas. No estamos en un área dentro de la ruta del glamour institucional, pero como él mismo añade: “hoy que ven que el pueblo se organiza y se decide, ellos se preocupan, y se asustan porque vino antes que ellos el delegado Zero”.
Los asuntos y las luchas indígenas y populares se han diversificado, y maduran. Aquí, como en la zona chontal de Tabasco, las universidades indígenas son un tema in crescendo. En Centla hicieron acto de presencia en el espacio de la otra campaña representantes de la Universidad de los Ríos (de Jonuta), la de Paraíso, la Universidad Indígena Latinoamericana (de Centla) y las universidades municipales indígenas que van a contracorriente del sistema oficialista.
La larga jornada de la otra campaña se había iniciado temprano en Cosoleacaque, en un acto callejero pero restringido a los adeherentes y simpatizantes de la Sexta, miembros de MAIZ-Freposep, el Comité de Defensa Popular Martín Lancero, los estudiante de Rebeldes con Causa y la Asociación de Productores Tlatexco.
La hospitalidad de los colonos incluyó las camas, sillones y portales de las humildes casas, y un desayuno abundante de tamales, guisos y bebidas típicas de cacao y anís, en un ambiente de campamento itinerante que enaltece la palabra “solidaridad”.
En la ciudad de Jáltipan el principal nuevo ingrediente de la otra campaña esta noche fue el son jarcocho, que habría de sonar al principio, en medio y al final de la reunión de la Sexta en Sotavento.
Esta noche el periplo veracruzano de la otra campaña concluyó en Catemaco, donde se esperaba a Marcos con gran expectación.
En Cosoleacaque ya había expresado el presentador del primer acto del día: “La lucha en el sur de Veracruz es cada día más grande”. La reunión de Amamaloya lo confirma. En su avance por las tierras del priísmo duro, con sus gobernadores y candidatos en entredicho, la otra campaña va desnudando lo que el ninguneo ya no esconde.
Las injurias en la prensa madracista de Tabasco revelaron un nerviosismo lleno de odio. Esta noche en Jáltipan hubo una provocación etílica de presuntos priístas en las afueras de centro cultural mientras hablaba el subcomandante Marcos, que si bien no pasó a mayores, no pareció simple “numerito de borrachos”, pues los escandalosos tipo “¡quítate la máscara, güey!” traían comparsa.
Los discursos de Marcos en Veracruz y Tabasco no han estado dirigidos a la opinión pública, sino a la gente de abajo que va con la otra campaña. Todos hablan de una y otra forma de la experiencia de los pueblos en resistencia de Chiapas, la lucha de las mujeres en el sureste, la reprobación general a la clase política (más que a los procesos electorales en sí), el llamado a la resistencia contra las tarifas eléctricas y la destrucción de recursos.
Habla de una rebelión nacional de la que muchos se ríen hoy en el México que Guillermo Bonfil llamaba “imaginario”, como si en el poder entendieran de qué hablan Marcos y muchos adherentes indígenas y mestizos de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Pero las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia no lo toman tan a risa. Por eso la gente de Tabasco, donde se sintieron presiones y severa vigilancia, se quedó preocupada. Temen represión abierta o encubierta.
Esta tarde, ante los popolucas y nahuas reunidos en Amamaloyan, el delegado Zero advirtió ante un público más allá del miedo: “no estamos preparando un levantamiento armado, sino algo más grande”.