Su nombre es Juan Marcelo Rojas, aunque todos le conocen como “El Banderas”. Forma parte de la Coordinadora por la Defensa del Agua y la Vida, eje del movimiento popular que logró que el agua en Cochabamba (Bolivia) volviese a ser un servicio público.
Por su labor durante la guerra del agua de 2000, la Coordinadora ha recibido el Premio de Cooperación que concede el Ayuntamiento de San Fernando de Henares (Comunidad de Madrid). El pasado mes de diciembre Rojas viajó a España como representante de la Coordinadora para recibir este premio. Lo que sigue es un extracto de la conversación que mantuvimos con él entonces.
¿Qué es la Coordinadora por la Defensa del Agua y de la Vida de Cochabamba?
Nuestro trabajo consiste en concienciar a la gente de todo lo que han hecho los gobiernos, las transnacionales y el
neoliberalismo en los últimos 30 años en Bolivia. La Coordinadora se creó en Cochabamba durante la guerra del agua del año 2000.
Es un movimiento muy heterogéneo, ¿quién lo integra?
Los regantes han sido la clave, los impulsores, pero en la Coordinadora también están los fabriles, obreros, campesinos, cocaleros, indígenas aymaras, quechuas… No hay clase ni color político, ni raza ni credo. La Coordinadora somos todos los cochabambinos. Está formada por diferentes movimientos sociales que se unieron para luchar en contra de Aguas del Tunari y de Bechtel, las empresas que nos usurparon el agua. Antes de su llegada pagábamos 30 bolivianos por 60 cubos, ellos querían vendernos 60 cubos por 300, 400 ó 500 bolivianos, subieron el agua hasta un 400 por ciento. En febrero de 2000 empiezan las primeras batallas y entre el 4 y el 12 de abril logramos la victoria. Una victoria histórica, ya que, por primera vez en Cochabamba y quizás en el mundo entero, el pueblo ha conseguido expulsar a una transnacional.
Pero vuestro trabajo no termina con esa victoria. ¿Qué es lo que ha quedado de la guerra del agua?
Gracias a ese movimiento social surgieron otros 5 movimientos fuertes. En septiembre de 2000 se formó un ejército de hermanos indígenas en Calachaca. Después, en la guerra de la coca en 2001, se logró una conquista parcial (que con la entrada de Evo en el gobierno pensamos que va a ser definitiva). Durante el mandato de Sánchez de Lozada tuvo lugar el impuestazo, en enero de 2002. Él quería subir los impuestos, y en este movimiento de oposición incluso se nos unió la policía. En 2003 empezó la segunda gran guerra, la del gas, que dejó más de 70 muertos y 400 heridos…
De todas maneras, Aguas del Tunari no se quedó tranquila tras su expulsión de Cochabamba, porque ha interpuesto una demanda al gobierno de Bolivia…
Su gran error es querer cobrar una indemnización de 25 millones de dólares, porque los bolivianos no pensamos pagar ni 10 centavos. Aunque Bechtel (o Aguas del Tunari) nos pida 10 dólares o un boliviano, no vamos a pagar nada porque no es nuestro deber. Si quieren plata que vayan a desenterrar a Banzer y se la pidan a él, o a Tuto Quiroga, que es uno de los más poderosos.
Acercándonos al presente, ¿veis en la victoria de Evo Morales el premio a vuestra lucha?
Claro, Evo nunca hubiera volcado a la derecha sin la fuerza del movimiento que surge en la guerra del agua. Los movimientos sociales han conseguido volcar a las transnacionales y a tres presidentes. Evo ha ganado gracias a los movimientos sociales, que han tumbado la hegemonía del neoliberalismo. La gente se ha dado cuenta de que la izquierda es la solución.
Ahora, si Evo comete un error, se va a arrepentir, porque si no hace caso al pueblo, se va a volver a levantar aunque sea contra él. Nosotros no pensamos en partidos políticos. Nosotros pensamos en trabajar con las bases, que es la única forma de que el pueblo tenga voz y voto. Ahora que la izquierda está en el gobierno vamos a tratar de recuperar todas las empresas capitalizadas y privatizadas, es el primer gran paso. Tenemos que nacionalizar los hidrocarburos, es fundamental para el pueblo boliviano, y debemos hacerlo en honor a los caídos, a los mártires del octubre negro. Lo que estamos haciendo y lo que tenemos que hacer es reclamar lo justo. No podemos quedarnos quietos y decir, “ah, ha ganado Evo y listo”. No, tenemos que hacer propuestas, aportar soluciones, no sólo bloquear.
¿Crees que efectivamente esas promesas de nacionalización de vuestros recursos se van a cumplir?
Tienen que cumplirse, no le queda otro remedio, porque si no lo hace los primeros en protestar vamos a ser nosotros, porque no hemos luchado sólo para que haya un nuevo gobierno… En la guerra del agua había cinco portavoces: Omar Fernández, Óscar Olivera, Samuel Soria, Gabriel Herbas y Gonzalo Maldonado. Maldonado y Soria se han ido a partidos tradicionales. Omar Fernández ahora es senador y Gabriel Herbas, diputado. Así que tenemos gente de confianza y esperamos que respeten lo que pide el pueblo.
¿Cual es el estado de las privatizaciones hoy en Bolivia? Además del agua, ¿se ha recuperado algo más?
Lo único que se ha recuperado es la SEMAPA de Cochabamba. Pero ahora pretendemos recuperar todo lo demás: la luz, el ferrocarril y el agua en la Paz, puesto que allí aún sigue privatizada por Aguas del Illimani, que pertenece a la francesa Suez.
Vista la coyuntura política y el estado de opinión que se está generando en torno a la victoria de Morales algunas empresas están abandonando el país, el BBVA acaba de dejar sus inversiones, Repsol está intranquila… ¿Cuál es la capacidad real de Bolivia de subsistir fuera del modelo neoliberal?
Tenemos muy buenos profesionales e intelectuales en Bolivia. Además, somos un país muy rico en recursos naturales, a pesar de que España se haya llevado todo de Potosí… Lo primero que tenemos que hacer es nacionalizarlos, ya lo hemos dicho, pero no quedarnos ahí, tenemos que invertir, vender nuestro gas para que haya ingresos que nos permitan autogestionarnos, y por supuesto, negarnos a recibir las migajas de Estados Unidos.
Lo más sorprendente de los resultados electorales quizás haya sido el apoyo de una parte de la clase media urbana…
Evo se ha ganado a la clase media gracias a Álvaro García Linera. Los indígenas, que son la mayoría, han votado a Evo y la clase media y alta ha votado a Álvaro, que es uno de los intelectuales más relevantes de toda América Latina.
Con el fin del socialismo real parece que nos encontramos ante el resurgimiento de la izquierda indigenista, frente a los movimientos más habituales, guerrilleros de corte marxistaleninista más clásico. Por fin se empieza a oír esa voz indígena que estaba como callada…
En realidad la voz indígena nunca ha estado callada. Los aymaras, los quechuas… siempre han reclamado, siempre han estado en las protestas. Ahora estamos todos unidos en la lucha por la justicia y nadie nos va a parar, éste es nuestro modo de hacer las cosas: hablar con la verdad, mirar con el corazón y actuar con la revolución.