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06.Feb.06    Análisis y Noticias

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico

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PROKLA 7
PROblema de la Lucha de KLAses
Diciembre/Enero, 2005-2006

La Inflación
Como Lucha
de Clases

“Mal o bien, lo que reclama la ultraizquierda es cierto.”(J. P. Feinmann. Diario Página 12)

“Esto es para la gilada”(Funcionario en el acto por la cancelación de la deuda con el FMI, 2005)

“El gobierno de Kirchner ha entrado en su etapa jacobina”(M. Grondona, diario La Nación)

“El principio de la representación (núcleo del parlamentarismo) fue concebido, querido y realizado
como norma constitucional con una tarea represiva estricta,
que ostentaba ya desde el principio un carácter de pacificación.
Se trataba de mantener alejada de los centros de poder,
en forma pacífica pero eficaz, a la mayoría de la población”
(J. Agnoli, “Die Transformation…”,1968)

“Hay dos formas de combatir al comunismo:
una es como hicieron en España en 1936, la guerra civil, pero es muy costosa;
la segunda es ‘pagar’, ésta es la que estamos llevando a cabo nosotros”
(J. D. Perón, conferencia a cadetes brasileños, 1949)

“La Argentina está atrapada en una “trampa de desigualdad” que debe romper…”(Informe de Desarrollo Mundial, BM, 2006)

Racconto:

a) DESVENTURAS Y PERSPECTIVAS DE LA DEMOCRACIA “MONTONERO’S STYLE”
b) DETENER LA OFENSIVA DEL MOVIMIENTO
c) INFLACIÓN DEL CAPITAL E INFLACIÓN “ROJA”
d) HACIA UN POPULISMO CÍNICO
e) LA LEY DECRECIENTE DEL SALARIO RELATIVO: DESCUBRIENDO A ROSA LUXEMBURGO

a) DESVENTURAS Y PERSPECTIVAS DE LA DEMOCRACIA “MONTONERO’S STYLE”:

Es sabido que los clásicos creían que la democracia llana y simple era incompatible con el capital, al menos con el que conocían: el autorregulado. Es decir: “laissez-faire”, capitalismo clásico y democracia de masas se anulaban mutuamente. Las primeras versiones de un creciente y necesario intervencionismo del estado en la formación del capital, en los niveles de rentabilidad y en la intensidad y extensión de la explotación la pudieron presenciar los mismos Marx y Engels: fue el estado victoriano, el llamado “welfare state Whigs”, el que impuso las “Factory Acts”, la limitación del trabajo infantil, las inspecciones fabriles, etc.. Fueron tales las novedades y los cambios en la “forma-estado” de la época, que Marx las incorporó como un capítulo de “El Capital”. Es decir: aparecía la necesidad a la propia acumulación del capital, de una “clase universal”, una nueva clase de funcionarios y burócratas, embrión del postfordista “Capital-Parlamentarismo”. El neopopulismo que vemos en sus variadas especies y variantes (tan disímiles como Chávez, Bachelet, Lula, Tabaré, Morales o la promesa del militar represor filonazi Humala en Perú o López Obrador en México) es una evolución de esa incompatibilidad básica de la democracia con el capitalismo como forma de dominio político. De esto trata la economía mixta renacida como un ave fénix: una crisis terminal regional del dominio político de la burguesía a través del “Capital-Parlamentarismo”.

Nuevamente se pone en cuestión, indirectamente a través de los renacimientos de formas populistas de dominio político, la compatibilidad entre capital y democracia, o lo que es lo mismo: el fin de los restos del estado de derecho.
La conclusión en los clásicos se deducía de la propia práctica estatal: la constitución burguesa, en su forma original, que se contradice a sí misma, deja abierto el camino para reproducir el antagonismo social, la manida lucha de clases, en el plano estatal. Marx dixit: “…mediante el sufragio universal otorga la posesión del poder político a las clases cuya esclavitud social viene a eternizar…”. Los críticos conservadores a la revolución francesa y a la ideología de los derechos del hombre creían que el sufragio universal equivaldría a una autorización legal a la “revolución permanente” y a su vez la socialdemocracia acariciaba el sueño matemático de la mayoría con sólo mantener una oposición leal, prolija y pacífica mientras el mercado se equilibraba según la ley de Say. La Gran Guerra (1914-1918), la revolución de octubre y el “Crack” de 1929 supusieron un terremoto para la burguesía: había que encontrar fórmulas de éxito para reducir las probabilidades de una transformación democrática del estado constitucional, porque las tensiones de clase eran (y son) lo suficientemente fuertes y constituyentes como para crear tendencias plebeyas que se pueden transformar en pulsiones comunistas. Keynes en la teoría y la solución fascista en la práctica fueron unas repuestas preventivas, el populismo fue nuestra especie autóctona latinoamericana. No resulta para nada estrafalaria la propia confesión del demócrata Roosevelt: “Lo que estamos haciendo en los Estados Unidos son algunas cosas que se hacen en la URSS en incluso algunas cosan que se hacen en Alemania bajo Hitler. Pero nosotros lo hacemos en forma ordenada”, es decir: capitalismo de estado, fuerte intervencionismo estatal en los automatismos de mercado, corporativismo político, bonapartismo. Perón intentó una renovación con la doctrina social del integrismo católico. Nada nuevo bajo el sol.

“LAS TENSIONES DE CLASE SON LO SUFICIENTEMENTE FUERTES Y CONSTITUYENTES COMO PARA CREAR TENDENCIAS PLEBEYAS QUE SE PUEDEN TRANSFORMAR EN PULSIONES COMUNISTAS. EL NEOPOPULISMO QUE VEMOS EN SUS VARIADAS ESPECIES (TAN DISÍMILES COMO CHÁVEZ, BACHELET, LULA, TABARÉ, MORALES O LA PROMESA DEL MILITAR REPRESOR FILONAZI HUMALA EN PERÚ O LÓPEZ OBRADOR EN MÉXICO) ES UNA EVOLUCIÓN DE ESA INCOMPATIBILIDAD BÁSICA DE LA DEMOCRACIA CON EL CAPITALISMO COMO FORMA DE DOMINIO POLÍTICO”

Hoy reaparecen en nuestro continente “revivals” setentistas e incluso de los años ’50: controles de precios, neocorporativismo, concertación burocrática, liquidación de la tímida esfera de la opinión pública burguesa (¡sólo nos queda “La Nación” como diario opositor!), incluso sectores del centro y la derecha se asustan de la desaparición forzosa de la “res publica” y su mítica división de poderes, de la agonía de la vieja forma de dominio por una nueva y aún oscura: el jacobinismo populista de K. Pero veamos de qué va estas metamorfosis de la democracia del capital. El “Capital-Parlamentarismo”, como forma de dominio político que se cristalizó con la Constitución de 1994, era simplemente la coronación y perfeccionamiento del estado de partidos, pensado para durar décadas en la alternancia de dos partidos mayoritarios, ese péndulo virtuoso. La burguesía argentina creía haber llegado a la forma perfecta de dominio de clase, ilusión que se derrumbó con la insurrección de diciembre de 2001. Kirchner no es ni puede ser Menem: detrás tiene una multitud constituyente y el sordo ruido de las cacerolas y la vieja clase media en las calles, y desde el 2004, un movimiento obrero en alza que desborda a los gordos y flacos de la CGT y la CTA. Es imposible, aunque lo intentaron la UCR, el PJ y el FREPASO, recomponer las formas de dominio al estilo 1994, imposible materialmente: las nuevas subjetividades son irrepresentables en los viejos marcos de representación, desde elecciones, internas partidarias hasta reparto de electrodomésticos. Y esto lo sabe Kirchner y Señora: la única y última forma de dominio que le queda a la Republica del Capital es hoy formas postfascistas, formas que clausuren al viejo estado de derecho liberal, que monopolicen todo el poder en el Ejecutivo, que traduzcan al presidencialismo en una máquina de decretos y manejo discrecional de fondos y subsidios, que reduzcan al ya viejo vergonzoso Congreso en una miserable Dieta zarista que se reúna para firmar leyes cinco o seis veces al año, que produzca una “Nivelación” de gobiernos y municipios al nivel de “Gau” (Grandes Aglomeraciones Urbanas) kirchneristas, que amordacen a los ya rastreros “mass medias” en berlusconianas agencias paraestatales, etc. Formas que estabilicen las nuevas subjetividades posfordistas, ya excluidas, desafiliadas de la ciudadanía burguesa. La democracia capitalista estilo “muchachismo montonero” será el penúltimo muro defensivo del capital, la cobertura de un gobierno de la contratendencia que si no fuera por la tragedia diaria de muchos compatriotas, tanto por sus bloopers, bajo nivel intelectual, improvisación y cortoplazo, nos daría risa. Muchos editorialistas, liberales o paraoficialistas, nos hablan de “redescubrir la economía mixta”, que el gobierno K., en esta segunda etapa, armaría el circulo virtuoso en el que cual un estado interventor, redistribucionista, mediador, permitiría un renacimiento de la Patria Grande. En realidad, la democracia “muchachista” de K. es un digno reconocimiento a Marx: las predicciones del Moro sobre la eventual declinación y colapso del capitalismo de “laissez-faire” se ve indiscutiblemente cumplida en la Argentina. La vuelta regional a formas más “intervencionistas” del estado equivale simplemente a admitir que el capitalismo nacional caería en depresión, o lo que es peor, bajo el peso de una revolución de masas, si no fuera por la expansión de las medidas controladas por el estado, desde manipulación monetaria a subsidios al capital. El montonerismo “débil”, la ilusión política de volver a utilizar herramientas oxidadas de los años ’70, y su resultado ya puede preverse: el populismo vive con el fetichismo de una autonomía del estado que ya no existe; vive con la creencia de un sindicalismo burocrático disciplinador que es cada vez más minoritario; vive con la miserable esperanza que mantener el poder es el poder mismo.

b) DETENER LA OFENSIVA DEL MOVIMIENTO:

Como lo dijimos hace seis meses, el año 2005 fue el año de los paros y los interminables conflictos laborales.
En los doce últimos meses se registraron 820 paros y medidas de fuerza, cifra que triplica la cantidad de conflictos registrados en 2004 (con 249) y se convierte en el indicador más alto de conflictividad sindical en los últimos quince años.

Para que nos hagamos una idea de lo que se esconde detrás del miedo a la inflación, señalemos que la lucha de clases vivida en 2005 sólo fue superada dos veces en los últimos 25 años de “Capital-Parlamentarismo”. En 1990, segundo año del gobierno Menem, se registraron 864 conflictos laborales, mientras que 1988, penúltimo capítulo del período presidencial de Alfonsín, ostenta el récord de conflictos, 949 en sólo doce meses.

Hubo 10.528 conflictos laborales entre 1980 y 2005. De ese total, un 52 % fue llevado a cabo por gremios del sector público, un 25 % por los de servicios, otro 22 % por sindicatos industriales y el uno % restante fue protagonizado por las centrales sindicales. En la década del ochenta se efectuaron 5113 paros y conflictos sindicales; la cifra descendió a un total de 3343 en la década del noventa y totaliza 2072 en los primeros cinco años de la década actual. Desde 1980, cuando se registraron 328 conflictos laborales, el índice inició una suba que llegó a su pico en 1988 (último año completo en el que gobernó Alfonsín, previo a la hiperinflación y su salida anticipada del poder). Desde entonces, la tendencia fue hacia la baja, y se llegó a un piso de 125 conflictos en 1997. A partir de ese año se verificó un nuevo incremento, y los paros y las protestas gremiales llegaron a 358 en 2001. El índice descendió en 2002 y 2003, y volvió a subir en los últimos dos años.

Los gremios estatales parecen aumentar su grado de conflictividad con el correr de las décadas. Es que en la década del ochenta representaban el 45 % del total de medidas de fuerza, cifra que creció al 58 % en promedio durante la década del noventa y llegan al 62 % en los cinco años de la primera década de este siglo. En 2005, el porcentaje de medidas de fuerza originadas en el sector público alcanzó el 67 % del total. El 33 % restante se divide entre el sector de servicios (23 %) y los paros en establecimientos industriales (10 %). Los números del año que acaba de finalizar representan la confirmación de una tendencia que pudo comenzar a verse, aunque tímidamente, durante 2004. Después de dos años (2002 y 2003) en los que se registró una significativa merma en la conflictividad laboral (285 y 122 casos, respectivamente), el índice repuntó en 2004 (249) y explotó en 2005 (820).

“EL “CAPITAL-PARLAMENTARISMO” INTENTARÁ, POR UN LADO, COMPROMETER A LAS SINDICATOS BUROCRÁTICOS Y CON ELLO A LOS TRABAJADORES FORDISTAS EN UNA PAZ QUE LE PERMITA A KIRCHNER UNA TRANQUILA REELECCIÓN EN 2007 SIN TOCAR LOS NIVELES DE RENTABILIDAD QUE LA BURGUESÍA MANTIENE DESDE EL 2002; Y, PARALELAMENTE, SEGUIR EL AJUSTE A LOS ESTATALES Y JUBILADOS, E INTENTAR AISLAR, YA SEA POR COOPTACIÓN O REPRESIÓN, A LOS REBELDES PIQUETEROS”

No olvidemos que los conflictos laborales se desarrollan sobre los 6 millones de trabajadores registrados o en blanco, lo que queda del obrero fordista -sobre una población económicamente activa de 15-, sin que participen los 6 millones de trabajadores en negro, informales, precarios, intermitentes, a los que hay que sumarles los falsos autónomos, muchos de ellos penosamente contratados en el mismo estado, sin derechos ni cobertura de salud o previsional. Pero además hay que sumarle la actividad de los trabajadores negados por el capital, los desempleados: durante el año 2005 tuvieron lugar 1.179 cortes de rutas y vías públicas, promediando 98 por mes, mostrando un nivel similar de protesta al registrado en 2004. Pese a la persecución mediática y oficial contra los piqueteros no-oficialistas en todos los niveles del estado, el mes de diciembre, con 79 cortes, muestra un nivel sensiblemente superior al mismo momento de 2004, cuando fueron 44, respuesta inmediata al autoplebiscito de K. en octubre. El año 2002, con 2.336 cortes, registró el récord anual de cortes de rutas y vías públicas desde 1997, cuando los trabajadores negados comenzaron a organizarse.

Frente a este trasfondo social el “Capital-Parlamentarismo” intentará, por un lado, comprometer a las sindicatos burocráticos y con ello a los trabajadores fordistas en una paz que le permita una tranquila re-elección en 2007 sin tocar los niveles de rentabilidad que la burguesía mantiene desde el 2002; paralelamente, seguir el ajuste a los estatales y jubilados, e intentar aislar, ya sea por cooptación o represión, a los rebeldes piqueteros. El populismo puede ser entendido como la inversión del procedimiento de acumulación clásico: los subsidios que exige la UIA a Kirchner para el control de precios significa que en lugar de desarrollar la producción a expensa del consumo, en un proceso en el que el consumo aumenta más lentamente que la acumulación de capital, se desarrolla la producción con la ayuda del consumo, aunque sea un “consumo” en forma de obras públicas (veremos un festival cesarista durante el 2006) y subsidios al capital privado.
La conclusión política no puede ser más clara: la clase obrera con una presencia antagonista puede actuar como estímulo para forzar a los capitalistas a modernizar la producción. Y que en el desarrollo del capital primero esta la lucha obrera, como lo demuestra la inflación. El resultado no puede ser más paradójico: el capitalismo argentino decayó en competitividad no por exceso de militancia obrera sino debido a la insuficiencia, a la fragmentación y segmentación de la clase, a la alianza suicida entre los trabajadores fordistas y sus sindicatos con el “Capital-Parlamentarismo”. La otra cuestión es porque la inflación como recurso de elevar la tasa de ganancia apareció ahora: la respuesta está siempre del lado de la clase obrera.

c) INFLACIÓN DEL CAPITAL E INFLACIÓN “ROJA”:

En números anteriores de la serie “Masa y Poder” (2003-2004) y de “ProKla” (2005) habíamos anticipado el problema de la inflación y la lucha de clases en el gobierno de Kirchner. Contra la idea de los ideólogos e incluso de economistas de “izquierda” la inflación no es fiebre de crecimiento, ni de demanda, ni un problema de emisión monetaria. Y es que los neokeynesianos ven a la economía como una economía puramente monetaria y olvidan que es una economía “para-hacer-dinero”. Hasta en algunos análisis de la izquierda el dinero aparece como una fuerza económica independiente que determina la expansión y contracción de precios, y, por lo tanto, de los salarios. Los precios no son altos o bajos porque circule más o menos dinero, sino que circula más o menos dinero porque los precios son altos o bajos: tal es la relación entre dinero y capital. Son los precios de las mercancías y servicios, aunque expresados en términos monetarios, los que determinan la cantidad y velocidad de circulación del dinero. Pero no nos detengamos en el fetichismo de la economía política burguesa, incluso la “progresista”. La aparición de la inflación salvaje es la desobediencia del capital individual al capital colectivo, el sabotaje del burgués particular al “Capital-Parlamentarismo”. Es un proceso que comenzó apenas el capital tocó el límite de la expansión perversa post-2001.

“COMO DECÍA MATTICK: CUANDO LOS PRECIOS AUMENTAN A MAYOR RITMO QUE LOS SALARIOS LO QUE NO PUDO EXTRAERSE DE LOS TRABAJADORES EN EL PROCESO DE PRODUCCIÓN SE LES EXTRAE EN EL ÁMBITO DE LA CIRCULACIÓN”

Debe entenderse desde el punto de vista de la lucha de clases qué significa la inflación. La inflación es siempre una política deliberada para impulsar la acumulación del capital manteniendo e incluso, en el caso del gobierno de K., elevando la tasa de ganancia. La inflación regula el ritmo de la expansión económica, detenida o estancada, esta destinada a aumentar la ganancia del capital a costa del trabajo e impulsar en último término la acumulación. Es una alternativa del “Capital-Parlamentarismo” a otros métodos de intervención directa en lo económico (keynesianos), a reducir el peso del capital variable (salarios).

Aunque la inflación afecta el nivel general de precios, los precios de algunas mercancías muy especiales misteriosamente cambian más que los de otras, e incluso pueden permanecer sin aumentar. Este misterio esotérico, inexplicable desde la ortodoxia de economistas y sociólogos, se aplica a la mercancía “fuerza de trabajo”, y a su expresión monetaria, el salario, que siempre sube menos, o no lo hace, que el resto. De esta manera la inflación es ya un proceso conciente, no de alguna ley natural sacramental, y eleva unos precios en particular a expensas de otros. Como el movimiento de los salarios bajo el capital es siempre más lento que el de los precios de las otras mercancías, la inflación siempre conduce a mayores ganancias, más “profits” para el burgués, y con ello a una más rápida circulación de los bienes y, lo que es más importante, a una tasa más elevada de formación de capital. En tanto que esto mantiene o aumenta relativamente el nivel de empleo, la inflación aparece preferible para los trabajadores, porque la deflación puede significar, como en los ’90, un desempleo en gran escala. Por supuesto, como vemos en los debates silenciosos de la UIA y la CAME, la inflación no conviene a todos los capitalistas, ni conviene a los nuevos trabajadores fordistas estatales que viven de ingresos fijos, ni a los trabajadores negados por el capital (desempleados), jubilados y pensionados, ni a los que no pueden hacer valer el poder de negociación colectiva, como los trabajadores posfordistas precarios, informales y en negro. Por lo tanto, dentro del bloque de poder de Kirchner tendremos grupos interesados en el mecanismo de inflación y otros en contra. Pero la inflación se define comúnmente como una condición en la que el ingreso monetario aumenta más rápidamente que el ingreso real, esto es: en la que hay demasiado dinero comparado con los bienes disponibles.

“¿PORQUE LA INFLACIÓN COMO RECURSO DE ELEVAR LA TASA DE GANANCIA APARECIÓ AHORA? LA RESPUESTA ESTÁ SIEMPRE DEL LADO DE LA CLASE OBRERA. LA INFLACIÓN ES SIEMPRE UNA POLÍTICA DELIBERADA PARA IMPULSAR LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL MANTENIENDO, E INCLUSO ELEVANDO, LA TASA DE GANANCIA. REDUCIENDO EL PESO DEL CAPITAL VARIABLE (SALARIOS). AUMENTANDO LA GANANCIA DEL CAPITAL A COSTA DEL TRABAJO”

Nuestros gurúes de derecha e izquierda nos dicen que en condiciones de pleno empleo la inflación se presenta cuando los gastos de bienes y servicios aumentan más rápidamente que la producción potencial. En este supuesto la inflación, pese a los cacareos de Kirchner, puede ser fácilmente detenida, bien deliberada o bien por el automatismo de mercado: deliberada, por la consciente contracción de la oferta de dinero por parte del Banco Central; automáticamente, porque según la ideología burguesa la demanda creciente de dinero eleva la tasa de interés, que a su vez desacelera la expansión. La oferta de dinero es asunto de política estatal y no de un indeseado resultado, la “fiebre”, de acontecimientos económicos fuera de control: las dificultades económicas del capital pueden ser solucionadas por medios deflacionarios o inflacionarios. Tanto uno como el otro de estos medios (lo vimos con Menem y la Alianza) está de acuerdo con los principios del “Capital-Parlamentarismo”, y si en un momento se elige uno u otro es por que aparece como más efectivo y políticamente más viable desde el punto de vista de la lucha de clases. Como decía Mattick: “Cuando los precios aumentan a mayor ritmo que los salarios lo que no pudo extraerse de los trabajadores en el proceso de producción se les extrae en el ámbito de la circulación”. Por eso un período de formación extensiva del capital no tiene porqué ser inflacionario cuando se apoya en una rentabilidad suficiente basado en una creciente productividad (caso de la década del ’90), y a su vez, un período de estancamiento económico no es necesariamente deflacionario (recesivo). La inflación, para resumir, resulta de políticas monetarias conscientes y proyectadas para mejorar la rentabilidad del capital privado “internamente”, y de esa manera mejorar su capacidad competitiva. La deflación, que puede tener el mismo efecto, fue el método más utilizado en el pasado para superar las crisis: los salarios reales eran erosionados sin mucha preocupación por las consecuencias sociales. Pero las depresiones perdieron su poder curativo haciéndose intolerables ante la presencia de la subjetividad obrera, ante el poder proletario. En las condiciones post-1917, con sindicatos maduros, partidos socialdemócratas y comunistas, sufragio universal, etc. el proceso deflacionario resulto insoportable por la convulsión social que tendía a provocar, creando situaciones revolucionarias insostenibles para el capital. La inflación se convirtió en el medio preferido, si no inevitable, de reaccionar a las depresiones y mantener niveles de actividad económica consistentes con la “pax social” del “Capital-Parlamentarismo”. La realización de la ganancia del capital es facilitada por el proceso inflacionario, ya que el dinero depreciado se gasta más rápidamente que el estable de la convertibilidad. Y esta depreciación, a su vez, hace que el capital de la “burguesía nacional”, sin tocar el desarrollo de las fuerzas productivas, se vuelva de un día para otro más competitivo internacionalmente. Pero, como se ve en este segundo tramo del gobierno Kirchner, es un corto sueño de verano: al final será nuevamente la estructura real del capital argentino, y no la estructura monetaria, la que determine las capacidades competitivas relativas de Argentina en el mundo. Y para ello basta simplemente analizar la composición de las exportaciones en el 2005: la primarización absoluta de las exportaciones, ¡”El País en Serio” es más oligárquico-terrateniente que nunca!, no sólo se mantiene sino también crece. El complejo oleaginoso pasó de explicar el 21,6 % de las ventas externas en 1999 al 24,5 en 2004. El salto es mayor si se tiene en cuenta sólo a la soja, que saltó del 15,3 al 22,2 % en el mismo lapso. Es más: desde el punto de vista exportador el mejor período fue… con Menem: entre 1993 y 2001 las cantidades totales embarcadas aumentaron a un ritmo del 13,3 % anual, mientras que entre 2002 y 2005 lo hicieron al 7,1.

“PRIMARIZACIÓN ABSOLUTA DE LAS EXPORTACIONES, ¡“EL PAÍS EN SERIO” ES MÁS OLIGÁRQUICO-TERRATENIENTE QUE NUNCA! EN MEDIO SIGLO, LA PARTICIPACIÓN DE LA “BURGUESÍA NACIONAL” ARGENTINA EN EL COMERCIO MUNDIAL SE REDUJO DEL 2,0 AL 0,4 %. EL SECTOR FABRIL EN SU CONJUNTO PRODUCE POCO MÁS QUE HACE OCHO AÑOS CON 10% MENOS DE OBREROS. LA INTERMEDIACIÓN FINANCIERA TUVO TASAS DE CRECIMIENTO QUE DUPLICARON A LA DEL PBI Y MÁS QUE DUPLICARON LA DE LA PRODUCCIÓN FABRIL. ¿VOLVIÓ LA PATRIA FINANCIERA POR LA VENTANA? ESTE ES EL “PAÍS EN SERIO” DE EX MONTONEROS, GUEVARISTAS EN DESUSO, PATRIASLIBRES Y DEMÁS DESECHOS DE LA MILITANCIA REVOLUCIONARIA”

Para negar el verso del golpe económico contra los trabajadores en el 2001, bajo la bandera de hacer competitiva a la Argentina (escondiendo la búsqueda de más rentabilidad) señalemos que en 1950, el país exportaba casi el cuádruplo que España, cerca de dos veces y media lo que México y Chile y apenas un 20 % menos que Brasil. Hoy las ventas al exterior sólo representan una cuarta parte de las españolas, un 20 % de las mexicanas, una vez y media las chilenas y menos de la mitad de las brasileñas. En el mismo lapso de medio siglo, la participación de la “burguesía nacional” argentina (con todas las ventajas, subsidios y prebendas del estado más un pauperismo generalizado de la población) en el comercio mundial se redujo del 2,0 al 0,4 % aunque aumentaron sus ganancias. Su composición sigue sesgada a favor de los productos agrícolas y combustibles, que representan casi el 80% del total.

La industria manufacturera alcanzó en 2005 un nuevo récord de producción física, levemente superior al que obtuvo en 1998. Los datos oficiales muestran que el sector fabril en su conjunto produce poco más que hace ocho años con 10% menos de obreros, menos horas trabajadas y salarios muy inferiores en dólares: ¡Es el posfordismo, estúpido! Podrá decirse que el sector fabril es un gran aporte al crecimiento y consolidación de la burguesía nacional. En conjunto el sector fabril habría terminado 2005 creciendo menos que el total del PBI, que habría superado el 9%. El actual modelo productivo, con tipo de cambio alto (depreciación del peso), inflación de intensidad variable, salarios formales bajos y universalización del trabajo en negro, es decir: una suerte de acumulación primitiva del capital, logró el año último que las exportaciones aumenten sólo un vergonzoso 50% más que el PBI (en valores constantes). A pesar de que se ha sacrificado a los más débiles en el Moloch del capital, nuestra burguesía nacional necesita más sangre fresca para sus márgenes de ganancias.

¿Qué motorizó el crecimiento del PBI en 2005 en el “País en Serio”? En medio del modelo de acumulación populista y según los datos oficiales en 2005 la intermediación financiera tuvo tasas de crecimiento que duplicaron a la del PBI y más que duplicaron la de la producción fabril. ¿Volvió la Patria Financiera por la ventana? Este es el “País en Serio” de ex montoneros, guevaristas en desuso, patriaslibres y demás desechos de la militancia revolucionaria. Entonces, para todos los compañeros, que quede en claro que la inflación no sólo es funcional a este gobierno, como lo vimos, sino otra de las formas que tiene el “Capital-Parlamentarismo” para subsidiar a los grandes negocios. Es simplemente una de las técnicas mediante las cuales la riqueza es transferida de la masa de la población trabajadora a manos de las corporaciones favorecidas por el plan de acumulación del capital post-convertibilidad. Y sino pregúntenle a Techint, Repsol o Cargill…

d) HACIA UN POPULISMO CÍNICO:

La inflación es percibida como un fenómeno negativo porque castiga a los más pobres, en especial a los más desprotegidos: trabajadores estatales, en negro y precarios, jubilados y pensionados y los trabajadores negados por el capital (desempleados). Esto en el contexto de una Argentina que tiene, con estadísticas poco fiables, 15 millones de pobres, 5 millones de indigentes, un ingreso promedio 10 % inferior a la canasta de pobreza y un 80 % de hogares con un ingreso promedio inferior a los 1500 pesos. Por eso en las últimas encuestas un casi 80% de las personas estaba de acuerdo con el control de precios de Kirchner, un mecanismo intermedio, tibio, demagógico y… vetusto. Aparte, clasista, en el peor sentido del término. Ya en el 301 DC, el emperador romano Diocleciano decretó un furioso control de precios, con un “Edictum De Pretiis Rerum Venalium”, un edicto de precios máximos, para controlar la inflación desbocada durante la crisis de la Tercera Centuria del Imperio, llegando a tener pena de muerte para los especuladores. También hubo control de precios en la Revolución Francesa, esta vez ya en la edad moderna, y hubo uno muy parecido con Krieguer Vasena, el ministro de economía del dictador Onganía en la década del ’60.

Los viejos luchadores obreros saben que control de precios es, traducido al punto de vista obrero, cepo salarial. No es casualidad: ya la UIA pidió, a mediados de 2005, un gran acuerdo con los gremios para acotar, por dos años, los reclamos salariales, incluidos las indemnizaciones. Pero aparte del cortoplazo de la visión de Kirchner-Miceli, las paritarias en marzo, el cinismo no puede ser más perverso: éste gobierno nacional y popular se fundamenta en la inflación dirigida por y desde el estado. Juega un papel crucial en la gestión de las finanzas públicas (el déficit cero, que en épocas de la Alianza era un pecado de ortodoxia y hoy es un triunfo populista). Mientras que la recaudación aumenta casi espontáneamente siguiendo a los precios, el “Capital-Parlamentarismo” no aplica mecanismos de indexación automática sobre rubros importantes del gasto público, como salarios y jubilaciones. Así, por la vía de licuar las remuneraciones, la inflación contribuye a aumentar el superávit fiscal.

“¿PORQUÉ LA INFLACIÓN SE HA TRANSFORMADO MÁGICAMENTE EN EL PROBLEMA Nº1? LO QUE EN REALIDAD PERTURBA AL POPULISMO DE K. NO ES LA INFLACIÓN CREADA POR SU PROPIA POLÍTICA, NO: LO QUE BLOQUEA EL DESARROLLO DEL CAPITAL ES LA INFLACIÓN “ROJA”, LA INFLACIÓN GENERADA POR LA ENCONADA LUCHA OBRERA, LA INFLACIÓN QUE BAJA LOS NIVELES DE RENTABILIDAD DE NUESTRA “BURGUESÍA NACIONAL”

Luego de la devaluación, la inflación acumula casi un 70%. Estimando el incremento de precios para el último trimestre del 2005 y para el 2006 (el Presupuesto proyecta 9,1%), se puede proyectar que la inflación acumulada superará el 80% en el 2006. Por otro lado, el haber medio jubilatorio –según la ANSES– aumentó un 53% y los salarios públicos –según el INDEC y el último aumento otorgado– alrededor de un 44%. Para ninguno de estos rubros, el Presupuesto contempla ajustes adicionales a los ya concedidos durante el 2005. Estos datos alcanzan para ilustrar la gran importancia que tiene la inflación como determinante del superávit fiscal:
. En el Presupuesto 2006 el gasto previsional es de $28,8 mil millones. Si las jubilaciones hubieran aumentado al ritmo de los precios (como en Europa), lo presupuestado debería ser de $33,9 mil millones. Así, la caída de las jubilaciones produce un ahorro de $5,1 mil millones.
• El gasto en remuneraciones presupuestado para el 2006 es de $17,5 mil millones. Gracias a que los salarios están congelados, el “Capital-Parlamentarismo” disminuye sus erogaciones en unos $4,4 mil millones.
• El superávit primario proyectado para el 2006 es de $17,8 mil millones. Es decir, casi un 60% del superávit fiscal se logra con licuación de jubilaciones (¿a quién joden los viejitos desorganizados?) y salarios (estatales, incluyendo maestros y personal sanitario).

Pero si la inflación está siendo utilizada con intensidad para sostener el ajuste fiscal provocado por la devaluación y para mejorar la renta del capital, indirectamente reduciendo los gastas indirectos del capital,… ¿porqué la inflación se ha transformado mágicamente en el problema Nº1 del “País en Serio”? Lo que en realidad perturba al populismo de K. no es la inflación creada, dirigida y tolerada por su propia política, no: lo que bloquea el desarrollo del capital es la inflación “roja”, la inflación no prevista, la inflación generada por el capital a causa de la enconada lucha obrera, de la intolerable presencia proletaria en la puja de ingresos, la inflación que baja los niveles de rentabilidad de nuestra “burguesía nacional”. Ésta es la inflación que se combate, la inflación que el capitalista individual y los grupos económicos aplican para compensar la presión obrera durante el 2005. Los salarios son “costos de producción” para el burgués. Cualquier aumento de salarios sin aumento de la productividad, como es el caso del ciclo iniciado en 2002 con la mega devaluación, reducirá la rentabilidad del capital, porque los salarios sólo pueden aumentar en el capitalismo en condiciones de rápida formación de capital. La formación de capital representa un exceso de la producción sobre el consumo, puede conducir a un aumento del consumo pero el consumo no puede por sí mismo conducir a la formación de capital (inversiones). Tal es lo que busca Kirchner con la inflación deliberada. Debe quedarnos en claro que el control de precios no es otra cosa, dado que la fuerza de trabajo es una mercancía, que un congelamiento de los salarios de los sectores fordistas. La concertación es ciernes es radicalmente antiobrera, y apunta a los sectores sindicalizados de industria y servicios, ya que Kirchner ha consolidado como complemento del modelo social de acumulación insustituible que los trabajadores estatales desciendan en su nivel de vida y arrojar al pauperismo más cruel a los trabajadores informales, precarios y en negro, casi un 50% de la fuerza de trabajo argentina. Ni hablar de los trabajadores negados por el capital (desempleados).

“SÓLO CON TASAS DE INFLACIÓN DE DOS DÍGITOS SE PODRÁN LOGRAR CRECIMIENTOS EN LA RECAUDACIÓN IMPOSITIVA CONSISTENTES CON EL MAYOR GASTO PÚBLICO. PEOR AUN, SI CON UN CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA DE CASI EL 10% ANUAL, EL SOSTENIMIENTO DE LAS FINANZAS PÚBLICAS DEMANDA TASAS DE INFLACIÓN DEL ORDEN DEL 10%, CON INCREMENTOS EN EL PBI INFERIORES AL 5% -COMO SE PROYECTA PARA LOS PRÓXIMOS AÑOS-, LA TASA DE INFLACIÓN REQUERIDA PARA FINANCIAR EL GASTO PÚBLICO SERÁ SENSIBLEMENTE MÁS ALTA”

El crecimiento de los precios juega a favor de los buenos resultados fiscales del “Capital-Parlamentarismo” siempre que no lo acompañe la fastidiosa tendencia del proletariado a mantener su salario relativo al menos al nivel del año 2001. Por un lado, porque permite aumentar casi automáticamente el valor de la recaudación. Por otro, porque la inflación permite erosionar de manera solapada el valor real de los salarios públicos y las jubilaciones. Al presidente “defensor de los derechos humanos”, al derribador de cuadros de dictadores pasados ya inofensivos, no le conmueve un ápice la miseria planificada, generalizada y creciente de ancianos, ni la desesperanza de miles de empleados públicos, incluso de sanidad y educación, ni hablar de los condenados a los subsidios de desempleo. El presupuesto para el año 2006, la verdadera ciencia del capital, es un ejemplo ilustrativo. Mientras se proyecta que los aumentos de precios (inflación) incrementarán la recaudación del Estado, no se contemplan ajustes para los salarios y las jubilaciones. Si los salarios y las jubilaciones crecieran a la misma tasa que los precios al consumidor, el gasto público crecería aproximadamente 0,7% del PBI. Es decir, el superávit fiscal se reduciría a menos de la mitad del valor proyectado. Similares tendencias se observan en la gran mayoría de las provincias y municipios. Esto implica que, sólo con tasas de inflación de dos dígitos se podrán lograr crecimientos en la recaudación impositiva consistentes con el mayor gasto público. Peor aun, si con un crecimiento de la economía de casi el 10% anual, el sostenimiento de las finanzas públicas demanda tasas de inflación del orden del 10%, con incrementos en el PBI inferiores al 5% -como se proyecta para los próximos años-, la tasa de inflación requerida para financiar el gasto público será sensiblemente más alta. No es casualidad que empresarios nacionales sugirieran incluir una cláusula salarial en el convenio de concertación de precios, que permitiera ajustar los precios si había subas de sueldos, o de un industrial nacional que pidió “denos una mano con las comisiones internas de los trabajadores”. En esto K. es ortodoxamente keynesiano y burgués: entra en escena tan pronto como el capital privado pone en peligro el presente al descuidar el futuro.

“LOS SECTORES TRANSABLES CONTABILIZAN, EN PROMEDIO, UN COSTO LABORAL 37 % INFERIOR A DICIEMBRE 2001. AL PRESIDENTE “DEFENSOR DE LOS DERECHOS HUMANOS”, AL DERRIBADOR DE CUADROS DE DICTADORES PASADOS YA INOFENSIVOS, NO LE CONMUEVE UN ÁPICE LA MISERIA PLANIFICADA, GENERALIZADA Y CRECIENTE. KIRCHNER HA LOGRADO, COMO COMPLEMENTO DEL MODELO SOCIAL DE ACUMULACIÓN, ARROJAR AL PAUPERISMO A LOS TRABAJADORES PRECARIOS Y EN NEGRO, CASI UN 50% DE LA FUERZA DE TRABAJO ARGENTINA. NI HABLAR DE LOS TRABAJADORES NEGADOS POR EL CAPITAL (DESEMPLEADOS) CONDENADOS A LOS SUBSIDIOS DE DESEMPLEO”

No nos puede sorprender las palabras de Méndez, el titular de la UIA, quien sin sonrojarse afirmó que Kirchner era el gobierno que mejor los había tratado en los últimos veinte años, y no es para menos. En base a datos del Indec al tercer trimestre del año pasado, que los sectores transables aún contabilizan, en promedio, un costo laboral 37 % inferior al mes previo a la devaluación (diciembre 2001). Si lo medimos en dinero, la transferencia del capital al trabajo, por medio del binomio Duhalde-Kirchner, ha sido brutal e históricamente sólo comparable al “Rodrigado” en 1975: los salarios reales en el 2005 representan un retroceso del 50% con respecto al peronista año de 1974, y mientras en 1974 la diferencia de ingresos entre el 10% más pobre y el 10% más rico era de 9,5 veces, dicha proporción se elevó hasta un… ¡48%!. Héctor Méndez, este empresario del plástico perspicaz y sincero, tenía toda la verdad cuando reclamo que si paraban los pedidos salariales disminuiría la inflación…

e) LA LEY DECRECIENTE DEL SALARIO RELATIVO: DESCUBRIENDO A ROSA LUXEMBURGO:

Desde comienzos de 2002, desde el fetiche del nuevo proyecto nacional y popular, la carne vacuna, del asado a la paleta, aumentaron entre el 144% y el 185% respectivamente. Con una suba del 117%, el filet de merluza se ha transformado en prohibitivo para el paladar proletario. El pollo, con un incremento del 134%, vuela cada vez más de la dieta popular.
Pues bien, renunciemos a las carnes. Eso sí, si pensamos en hacernos unos fideos con aceite no nos irá mucho mejor; ya que el aceite de maíz no aumentó el 100, ni el 150 o el 200 %, sino es escalofriante ¡280%! Entonces, en el país de los lácteos, vivamos a pan y queso. Pero aquí también hay malas noticias: el cuatirolo subió el 185%. Nos quedamos entonces con el glorioso pan con manteca, infaltable en la mesa de la clase obrera fordista. Tampoco. En el mejor de los casos nos tendremos que resignar a bajar el consumo, la manteca después de la devaluación trepó un 137%. ¡Que suerte que existen las salchichas de bofe tipo Viena! Sí, ¿Pero hasta cuándo? Las salchichas llevan acumulado un aumento del 120 %. El pancho del mediodía, o la cena de los últimos 15 días del mes, es la última pseudo proteína cárnica de saborea millones de argentinos. Vivir a mate no se puede, pero tampoco es barato. La yerba subió al doble en cuatro años. ¿Y un matecito dulce? También es un lujo. Será de bondadosos nomás que los patrones los cuidan a los trabajadores del peligro de tener diabetes, que subieron el azúcar en un 158 por ciento. Con este bruto colchón de ganancias que se hicieron los burgueses con las necesidades más elementales de la multitud, no es descabellado que jueguen por un tiempo, en tándem con el gobierno, al keynesianismo del control de precios de un puñado de alimentos.

Preguntemos a nuestros vecinos, ¿Quiénes tuvieron ingresos que crecieran en estos cuatro años un 185 % como la paleta y un 280 % como el aceite de maíz? Los salarios en blanco, fordistas, aumentaron más que la inflación promedio, pero menos que los alimentos. Ni que decir de los sueldos de los seis millones de empleados no registrados o en negro, puestos posfordistas, por fuera de convenios laborales y aumentos cesaristas dados por decretos desde la presidencia de Duhalde. Estos nuevos pobres con empleo, son buena parte de ese tercio en la miseria endémica producto del capital que explota trabajo humano. Empresarios que sacan de sus hogares a una buena parte de la población que vive en la pobreza si no se vende por un salario, y que abandona su casa para ingresar a la pobreza asalariada perpetua.

“LA “LEY DE LA CAÍDA TENDENCIAL DEL SALARIO RELATIVO” INDICA QUE CADA VEZ SE AGRANDA MÁS LA DISTANCIA RECÍPROCA ENTRE LA CLASE OBRERA Y LA CAPITALISTA, Y LA MEDICIÓN DE ESTA DISTANCIA, SE VUELVE DECISIVAMENTE IMPORTANTE, PUES LA POSICIÓN RECÍPROCA DE LAS CLASES ESTÁ MÁS CONDICIONADA POR LOS SALARIOS RELATIVOS QUE POR EL NIVEL ABSOLUTO DE LOS SALARIOS. PARA EVALUAR CORRECTAMENTE LA SITUACIÓN DE LOS OBREROS EN LA SOCIEDAD ACTUAL, ES NECESARIO INVESTIGAR EL SALARIO RELATIVO, ES DECIR: LA PARTICIPACIÓN QUE REPRESENTA EL SALARIO DEL OBRERO EN EL PRODUCTO TOTAL DE SU TRABAJO”

En el 2001, el salario mensual de un trabajador “en negro” equivalía a 110 kg. de asado. En el peor momento de la crisis llegó a equivaler 60 kg. y con el reciente aumento de salarios, vía la lucha de clases, apenas elevó las posibilidades de consumo a 68 kg.
• Carne de menor calidad no mejora el poder adquisitivo. En el 2001 (con De la Rúa, si, el que dormía), el salario del trabajador “en negro” equivalía a 122 kg. de carne picada, en lo peor de la crisis llegó a equivaler 68 kg. y hoy equivale a 76 kg. El capital “robó” al trabajo 46 kg. de carne.
• Con productos más económicos, los valores son distintos pero la tendencia es similar. En el 2001, el salario del trabajador “en negro” compraba 830 kg. de harina, hoy compra 497 kg.; compraba 480 litros de leche, hoy compra 330 litros; o bien, 350 kg. de arroz, hoy compra 186 kg.
Lo que significa que con Kirchner, no sólo ha descendido el salario real, sino, como se ve en la distribución de la riqueza, el salario relativo. ¿Qué significa esta simple comprobación? Una ley que es contrapartida a la tendencia al descenso de la tasa de ganancia: la del salario relativo.

“LA PRODUCTIVIDAD INDUSTRIAL ENTRE 1991 Y 2005 CRECIÓ A UN RITMO ANUAL DEL 4,8%, MIENTRAS EL SALARIO NOMINAL DECRECÍA UN 0,5% ANUAL. ESTOS INCREMENTOS DE PRODUCTIVIDAD PRODUJERON QUE EL SALARIO RELATIVO DE LA CLASE OBRERA ARGENTINA TRANSFIRIERA AL CAPITAL UN EQUIVALENTE A TRES AÑOS DE MASA SALARIAL. PARA QUE EL SALARIO REAL RECUPERE LA RELACIÓN DEL AÑO 1991 DEBERÍA AUMENTAR ALREDEDOR DE UN 50% POR ENCIMA DE TODOS LOS AUMENTOS DESDE EL AÑO 2002”

En 1849 escribía Marx en “Trabajo Asalariado y Capital”, que ni el salario nominal, es decir la suma de dinero a cambio de la cual el obrero se vende al capitalista, ni el salario real, es decir la suma de las mercancías que puede comprar a cambio de ese dinero, agotan las relaciones contenidas en el salario. Ante todo, el salario aún está determinado por su relación con la ganancia, con el beneficio del capitalista; es un salario relativo. El salario real expresa el precio del trabajo en relación con el precio de las restantes mercancías, mientras que el salario relativo expresa la participación del trabajo en el nuevo valor creado por él, en relación con la participación que en él cabe al trabajo acumulado, al capital. El salario real podrá seguir siendo el mismo, podrá aumentar, y, no obstante, el salario relativo podrá descender. El descubrimiento del salario relativo como categoría no es de Marx, sino de Ricardo, pero lo fundamental es el especial énfasis que los clásicos extraían de ella, así como las conclusiones político-prácticas. La “Ley de la caída tendencial del salario relativo”, bautizada por Rosa Luxemburgo en sus clases de economía política, indica que cada vez se agranda más, necesariamente, la distancia recíproca entre la clase obrera y la capitalista, y la medición de esta distancia, como Marx escribía en los “Grundrisse”, se vuelve decisivamente importante, pues “la posición recíproca de las clases está más condicionada por los salarios relativos que por el nivel absoluto de los salarios”. Y Rosa señalaba: “para evaluar correctamente la situación de los obreros en la sociedad actual, es necesario investigar no sólo el salario absoluto (la magnitud del salario en sí), sino también el salario relativo, es decir: la participación que representa el salario del obrero en el producto total de su trabajo”. ¿Qué quiere decir esto? Que si el salario se mantiene constante, el salario en forma absoluta no disminuye, mientras se abaratan la producción de los medios de vida a través de progresos ocurridos en la producción, el obrero necesitará menos tiempo para reponer su salario. Si la productividad del trabajo crece en un 15%, se ha reducido la participación del obrero en el producto, es decir: su salario relativo, incluso a pesar que el salario absoluto aumente. La participación del obrero en el producto depende de la productividad del trabajo: cuanto menor a cantidad de trabajo con que se produzcan sus medios de vida, su reproducción como fuerza de trabajo, tanto menor será su salario relativo. En consecuencia: el obrero tiene que dedicar una parte cada vez menor de su jornada a la reposición de su salario, y se hace cada vez mayor la parte en la cual crea trabajo no retribuido, ergo: plusvalía para el capital.

“LA LUCHA CONTRA LA CAÍDA DEL SALARIO RELATIVO, LUCHA EN LA CUAL SON INCAPACES LOS SINDICATOS OFICIALES, ENTRAÑA LA LUCHA CONTRA EL CARÁCTER DE MERCANCÍA DE LA FUERZA DE TRABAJO, ES DECIR: CONTRA LA PRODUCCIÓN CAPITALISTA EN SU CONJUNTO. PORQUE YA NO ES UNA LUCHA QUE SE DESENVUELVA EN EL TERRENO DE LA ECONOMÍA MERCANTIL SINO UN ASALTO REVOLUCIONARIO, SUBVERSIVO, CONTRA LA EXISTENCIA DE ESTA ECONOMÍA”

En el “País en Serio” se cumple escrupulosamente: a pesar de los lamentos de nuestros economistas de izquierda, que repiten machaconamente la tesis de la desindustrialización, la productividad industrial entre 1991 y 2005 creció a un ritmo anual del 4,8%, mientras el salario nominal decrecía un 0,5% anual. Estos incrementos de productividad produjeron que el salario relativo de la clase obrera argentina, pese a los últimos años de lucha, transfiriera al capital un equivalente a tres años de masa salarial, alrededor de 40.000 millones de pesos entre 1992 y 2005. Para que el salario real recupere la relación del año 1991 debería aumentar alrededor de un 50% por encima de todos los aumentos desde el año 2002. ¿De qué concertación precios-salarios podemos hablar? Pero en los papeles de Rosa de 1916 se señala una cuestión fundamental: “que la lucha contra la caída del salario relativo, lucha en la cual son incapaces los sindicatos oficiales, entraña la lucha contra el carácter de mercancía de la fuerza de trabajo, es decir: contra la producción capitalista en su conjunto. Porque ya no es una lucha que se desenvuelva en el terreno de la economía mercantil sino un asalto revolucionario, subversivo, contra la existencia de esta economía, es el movimiento socialista del proletariado”.
30 de enero de 2006

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