Lula y Gutiérrez pasarán a la historia como el mayor timo popular que ha vivido el continente en mucho tiempo.
Ambos representaron una especie de plataforma de izquierdas y consiguieron el apoyo de movimientos sociales con el truco de que adoptarían medidas populares. El continente estaba agitado por fuertes movimientos de resistencia y había una base de apoyo segura que volcaría su insatisfacción en las promesas grandilocuentes de los candidatos. Y así fue, en andas de los pobres se encumbraron hasta los más elevados puestos de dirección de la máquina del poder y la primera sorpresa fueron los ministros empresarios como responsables de las áreas económicas, mientras en las ineficientes áreas sociales se colocaban connotados personeros de amplia base popular.
La sociedad del espectáculo encendía así fuertes holofotes que alumbraban a estos demagogos que se burlaron de los pueblos en medio del coro de aplausos del FMI y el capital internacional, desesperado por la inestabilidad de la región.
Pero les duró poco el circo. El pueblo y sus organizaciones no estaban para fiesta ni para bromas. En ambos países se ha desencadenado un potente movimiento social desde abajo con severas críticas y fuertes exigencias. Gutiérrez ha perdido su base de apoyo de los pueblos originarios y se enfrenta a la dura oposición de los petroleros a los que ha amenazado, quizás con seguir el mismo camino de militarización de las petroleras en Colombia y Venezuela. Lula por su parte ha tenido que soportar duras críticas de reuniones de intelectuales y también de economistas de su propio partido y de independientes que lo apoyaron. Decenas de miles de trabajadores del funcionalismo público se manifestaron en Brasilia iniciando un ciclo de movimientos que se espera acabe en huelgas. Miles de campesinos sin tierra se están retirando del MST para sumarse al mega campamento de José Rainha y otros miles de estudiantes afilan estacas para dar una dura batalla contra el reformismo en el congreso nacional de la UNE. Sindicalistas de diversas corrientes discuten la posibilidad de paros y movilizaciones.
El modelo Lula y el eje Lula-Chávez-Gutiérrez, se acabaron antes de comenzar, mostrándose como una trampa del capital interesado en asegurar la gobernabilidad de la región que se caracteriza ya por la capacidad de los pueblos de derribar gobiernos.
Ya no hay más dudas. Los que aún defienden el modelo de la humanización del capitalismo y la conciliación de clases se han dado con la puerta en las narices. Se hace necesario analizar donde estaba el juego y la trampa.
Las izquierdas ansiosas por sumar masas a sus programas de arribo al poder no vacilan en defender las propuestas ‘progresistas’ de las candidaturas que se pintan de tales, con la idea de sembrar en la población la ilusión de que es posible realizar cambios por vías institucionales, lo que favorece sus estrategias de ‘toma del poder’ tan repetidas ultimamente por algunos intelectuales preocupados por la extensión de la frustración que estos disparatados proyectos crean en la población que entonces se vuelca en otras direcciones. He ahí el gran pánico y la explicación de la proliferación de textos ‘analíticos’ destinados a criticar a las autonomías y a las propuestas que desconocen o niegan abiertamente la ‘toma del poder’.
En Perú por ejemplo los estrategistas que disputan la conducción del combativo sector de maestros, se atacan mutuamente culpándose de los errores cometidos, de la división, etc. y ambos son variantes de la misma corriente de pensamiento dogmático tradicional y levantan la necesidad de un gobierno patriótico, popular, etc. negándose sostenidamente a reconocer la creciente influencia de la reflexión y participación democrática y horizontal de las bases del Sutep. Gobierno y dirección del Sutep coinciden en acusar a la ultra, mientras los grupos radicales se apropian de la combatividad de las bases diciendo que son ellos los conductores, y así van, cada uno con su proyecto de llevar a las bases a su estrategia de ‘toma del poder’.
Como ya los gobiernos progresistas no sirven de modelo, se vuelve a las andadas de ganar masa militante por vía del discurso agresivo y la huelga o movilización que no da en nada, pero las bases dicen otra cosa, como quedó demostrado en Costa Rica, donde las burocracias de las varias organizaciones de maestros se disputaban los créditos de la lucha y la dirección del sindicato de los eléctricos hacía lo mismo. La gran movilización que paralizó la capital mostró que las bases no están para juegos superestructurales, sino dispuestas a salir a la lucha.
El hecho indiscutible es que se verifican los siguientes factores:
1. Gran combatividad de la población, que excede las espectativas o limitaciones de las vanguardias y dirigencias, sean ellas, políticas, sindicales o sociales.
2. Cansancio y frustración con las propuestas progresistas que envuelven a amplios sectores populares para luego engañarlos.
3. Presencia activa y creadora de fuertes movimientos sociales autónomos.
4. Fracaso estrepitoso de los gobiernos progresistas de la región.
5. Continuidad del agravamiento de las condiciones económicas y sociales de la gran mayoría de la población.
6. Avance sostenido de los programas del FMI y de la construcción del Alca.
7. Fracaso de la propuesta del Mercosur como bloque revolucionario antiimperialista, en la medida que se hace cada día más visible que quien gana con ello son las empresas y no los pueblos.
8. Distanciamiento de las bases y de los principales movimientos de los gobiernos ‘progresistas’.
9. Fracaso de la estabilización en Venezuela.
10. Avances del sindicalismo combativo y de bases.
11. Implementación de formas de lucha combativa y aún extra-legal por los movimientos de protesta en general, como ocupaciones de locales, cortes de carreteras y enfrentamientos audaces con las fuerzas represivas.
12. Construcción de sólidos y crecientes espacios de contrapoder en diferentes países.
13. Aumento de las protestas e inquietud de las comunidades originarias, en especial en países como Argentina, Brasil, Colombia y otros, que vienen a sumarse a los ya tradicionalmente combativos y actuantes.
14. Fuerte agitación popular en las ciudades.
Todo ello muestra que las condiciones de una reanimación de la resistencia en diversos planos están dadas.
No sería de sorprenderse que nuevas luchas y fuertes movimientos sociales se desencadenasen en plazos cortos en los más variados países. La tentativa de amarrar a los movimientos a los gobiernos y candidaturas progresistas ha fracasado. Los pueblos vienen saliendo poco a poco de las ilusiones y los planes de alianzas de clase para subordinar a los pueblos a los empresarios se han venido abajo. Las próximas elecciones, en especial las que se vienen en Centroamérica, deberán caracterizarse por una fuerte abstención electoral y presiones populares debido al fiasco de los acuerdos de paz.
Nada van a conseguir los que pretenden esconder la fuerte capacidad de lucha social de bases en Bolivia aduciendo que el MAS es o será el referente para la ‘toma del poder’, pues ello no tiene nada que ver con la confluencia popular que se está gestando en torno del Estado Mayor del Pueblo y la propuesta de la Asamblea Constituyente Popular y Originaria, que apunta más a la construcción del nuevo poder de bases que a la toma del poder del estado. Los instrumentos políticos que se están constituyendo sobre la base de las organizaciones sociales no lo están siendo para substituir el camino propio que esas organizaciones están siguiendo, como también el Pachakutik en Ecuador.
Así que … a prepararse. Si aún no ha constituido un grupo autónomo en un barrio periférico, es la hora de hacerlo. Si los cientos de activistas autónomos que existen en las universidades se deciden a salir a los barrios a impulsar estos grupos autónomos en torno a problemas como el terreno, la casa, las malas condiciones de vida, el valor del autobús, los precios de los productos básicos, el desempleo u otros problemas similares, se estarán preparando las condiciones para que la población cree sus propios canales de expresión y lucha. Como la inquietud y las explosiones sociales van a continuar, es razonable que se manifieste en formas organizativas propias que le den continuidad a las actividades de resistencia de la población local. Y substituir el discurso de la ‘toma del poder’ por el de ‘construcción del poder local’ o similares.
Nuevas luchas se avecinan. Que no nos sorprendan debajo de la cama, sino en la primera fila de las barricadas, ocupaciones de locales y cortes de carreteras.
Se acabaron los gobiernos progresistas, ahora es la vez de la resistencia y la construcción del poder popular.
Profesor J
Clajadep