RIO DE JANEIRO - Miles de indígenas sudamericanos se disponen a rendir homenaje el martes al cacique guaraní Sepé Tiarajú, cuya muerte en combate hace 250 años se ha convertido en símbolo de la lucha de los pueblos autóctonos por tierra y por sus derechos.
Los organizadores aguardan unos 5.000 delegados de Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Argentina para rendir honores este martes a Tiarajú, ejecutado por las tropas de Portugal y España que tres días después mataron a 1.500 indígenas que resistían al poder colonial.
La historia de Tiarajú es poco conocida más allá del sur brasileño. Pero los caciques indígenas están dispuestos a convertir el aniversario de su ejecución en un hito en la lucha que libran por sus derechos y en su campaña perenne por parte de las tierras en que vivieron sus antepasados.
La extensión de la agricultura y la consiguiente tala de bosques han concitado la atención sobre las penurias de los indígenas, que luchan por sus tierras tribales y su forma de vida.
“La tierra que recibimos del gobierno es muy pequeña. Además, está gastada y produce poco, ni siquiera lo suficiente para sobrevivir”, dijo Santiago Franco, de 44 años, jefe guaraní que asiste a las conmemoraciones en la ciudad sureña de Sao Grabriel do Sul, a 550 kilómetros en línea recta desde Rio de Janeiro.
Los indígenas de Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, recuerdan los 250 años de la caída de la resistencia del pueblo Guaraní contra los ejércitos de España y Portugal. Desde el último viernes 03, los indígenas están reunidos en São Gabriel, en Río Grande do Sul, en la Asamblea Continental del Pueblo Guaraní, donde también homenajean al líder de la resistencia, Sepé Tiaraju.
A comienzos del 2005, surgió la idea de realizar un encuentro de los diversos grupos y subgrupos de la Nación Guaraní, presente en por lo menos cinco países de América del Sur. Al comienzo de la Asamblea Continental Guaraní, se realizó un minuto de silencio por la memoria de Sepé Tiaraju. Fue un minuto también por la memoria de los 1.500 Guaraníes asesinados por los ejércitos de España y Portugal.
La Asamblea culmina mañana con un acto en memoria de Sepé Tiaraju, en São Gabriel, en la fecha y lugar de la muerte del líder guaraní. Son 250 años de la Masacre de Caiboaté, con el martirio de 1500 guaraníes misioneros. El día 07 de febrero de 1756, tres días antes de la masacre, en lugar no muy distante, caía en combate Sepé Tiaraju, considerado, en las propias crónicas de guerra del ejército portugués, “su mayor general”. Lejos de la leyenda, Sepé es un sujeto histórico concreto y datado, alférez y corregidor del Pueblo de São Miguel Arcanjo y uno de los principales comandantes de la resistencia guaraní en la época de la implementación del Tratado de Madrid en tierras del hoy Río Grande do Sul.
Sus virtudes personales, el conjunto de los hechos que lo involucran y las circunstancias de su muerte, hicieron de él algo que va más allá de su papel de personaje individual. Se transformó en el símbolo de la síntesis histórica de lucha, de los sueños, de los hechos, del proyecto, del heroísmo de un pueblo. Es un mito fundador y se transforma en un símbolo. Es el mayor símbolo de un proyecto de civilización que fue brutalmente interrumpido pero que continúa vivo como sueño colectivo de una sociedad de iguales.
En la Masacre de Caiboaté - un análisis detallado de los documentos históricos nos muestra que no hubo “batalla” propiamente dicha - el 10 de febrero de 1756, y no tuvo lugar solamente el asesinato de 1500 indios guaraníes; se asesinaba allí un proyecto de civilización. Un proyecto lleno de contradicciones, propias del tiempo, pero pleno de afirmaciones, conquistas y valores, impropios para la época. Basta decir que allí entre los siete pueblos no existían esclavos, destino triste que se propagaba en casi todas partes del mundo donde llegaba la llamada civilización cristiana europea.
Desde el jueves 02, a la noche, comenzaron a llegar a São Gabriel, las primeras delegaciones indígenas. Vinieron de Marabá, sudeste del Estado de Pará, los primeros líderes Guaraníes. La delegación, que partió el domingo, día 29, cruzó siete estados en cinco días de viaje, hasta llegar finalmente a São Gabriel. Estos Guaraníes viven en una comunidad de aproximadamente 80 personas en la tierra indígena Nova Jacunda. Originarios del sur del País, este pueblo se afincó en el sudeste de Pará a comienzos del siglo pasado después de ser sucesivamente expulsado de sus tierras.
El viernes 03, llegan ómnibus con representaciones Guaraníes venidos de Mato Grosso do Sul, Río de Janeiro, São Paulo, Paraná, Minas Gerais, Espírito Santo, Paraguay, Argentina, Bolivia y de estados del Nordeste.
Para los indígenas, dos siglos después, los imperios dejaron de ser Portugal y España, pero no dejaron de existir. Actualmente, los pueblos indígenas luchan contra potencias económicas del mundo contemporáneo y contra sus empresas transnacionales que quieren a toda costa las tierras productivas donde este pueblo lucha para sobrevivir. Cerca del 70% de las tierras indígenas de Brasil están ocupadas por otras personas, sobre todo por quienes tienen poder financiero, por proyectos del agronegocio, madereras, por el garimpo (búsqueda de piedras preciosas.