Domingo 12 de febrero de 2006
San Francisco Altepexi, Pue. 11 de febrero. La primera escala de la otra campaña en Puebla es en este pueblo del Valle de Tehuacán, donde lo recibieron esta tarde unos mil quinientos mixtecos, procedentes de la Sierra Negra, la Mixteca y el Valle. Muchos trabajan en maquiladoras o son víctimas de la existencia de estas fábricas de esclavitud a destajo. Saludaron al subcomandante Marcos el defensor de derechos humanos Martín Amaru Barrios, y el popular Padre Tacho.
El delegado Zero manifestó: “Si volteamos para arriba escuchamos mucho ruido, se hablan entre ellos, se gritan, para abajo nos avientan promesas, mentiras que ya conocemos. Aparecen diferentes rostros, diferentes nombres y sabemos cada quien en su corazón que es lo mismo. Y si seguimos mirando para arriba, seguimos sintiendo que estamos solos o solas. Y cuando volteamos para abajo, vemos nuestra mesa vacía, vemos nuestra casa sin servicios, vemos cómo un raquítico sueldo se va en pagar el drenaje que no funciona, el agua que llega sucia y la luz que sale muy cara.
“Salimos a la calle y salimos a la desesperanza, en el campo, arañando la tierra para arrancarle apenas unos cuantos frutos y descubrir que se gastó más en sembrar y cosechar que lo que se consigue al venderlo. Y vamos a la fábrica, a la maquila y otra vez una jornada laboral aguantando horas de desprecio convirtiendo la tela en pantalones, en camisas; el cuero en zapatos. Y vemos que todo el trabajo de esa jornada se va a un comercio y a cambio unas cuantas monedas que al llegar a la casa no alcanzan.
“Vemos también como pueblos indios, que además de eso tenemos que aguantar la palabra de insulto y la mirada de desprecio si es que nos miran y si es que nos hablan. Somos como los animales que deambulan por la ciudad o por el campo y que nadie toma en cuenta mas que para darle una patada para apartarlo del camino. Y vemos también que es un delito ser joven y hay que arañar la pared y gritar ahí en un grafiti ‘esto somos, esto no quiero, esto queremos’. Y como mujeres agregar el acoso sexual, que nos consideren como adorno o como estorbo, como una máquina más.
“Y sentir además como niños que nos están convirtiendo en una mercancía que hay que comprar y vender en el sexo, en el trabajo, en la dignidad como seres humanos. Como ancianos, sentir que pasó toda la vida y al final a uno lo están arrojando al cesto de la basura. ¿Por qué arriba hay tanto ruido y abajo hay tanta soledad y tanto silencio?”
Mañana se realizará una reunión del delegado Zero con adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona en la desolada casa de cultura de este pueblo gobernado por el PRI, y antes por el PAN.
La Jornada