Enviado por Cipo, los Chasqui, mensajeros, compas de Clajadep en recorrido por el continente o claja caminante o itinerante, o sin nombre, pura sensación.
Iremos noticiando el recorrido, los encuentros con experiencias sociales de la izquierda desde abajo, la autonomía, reflexiones, opiniones, en fin, la notable experiencia de acercar los cuerpos a los hermanos que parecen estar lejos, pero que están aquí, a nuestro lado. Como dicen los zapatistas preguntando caminamos. Nuestro apoyo y nuestro abrazo a los compas, y que los que quieran recibirlos nos avisen al mail clajadep4@hotmail.com
Ellos portan una aguja para tejer horizontalmente entre muchos y el hilo que llevan es el cariño, la fraternidad, la solidaridad y el respeto, no hay mensaje predeterminado. Muchas agujas y muchos hilos hay por todas partes, muchos se encuentran y se reconocen, que se encuentren también con estos compas viajeros.
Opine sobre el viaje, mande sus noticias y otras informaciones.
Vea las crónicas anteriores en http://clajadep.lahaine.org
Crónicas del viaje de Clajadep por el continente (4)
Quito: Cuando las mujeres Luchan de Frente
Mujeres de Frente es una organización Quiteña, en Ecuador, que tiene tres años de existencia y dos trabajando en cárceles.
En esta mitad del mundo las problemáticas tienen el factor común de Latinoamérica: la pobreza estructural, la discriminación, la exclusión social y la negación del otro, ese el otro que existe, que es mayoría y que no recibe del sistema más lugar que la miseria.
La necesidad de encontrarse fue el factor motor de nacimiento de este grupo de mujeres. El hecho de poder compartir lo que les pasaba desde sus vivencias y sentidos, el verse como mujeres y todo lo que esa situación implica socialmente: la dominación del hombre, entendida como un problema impuesto por este sistema, y la violencia sexual, física y psíquica, que padece la mujer es la partida de Mujeres de Frente, para pensar en la transformación social.
“Hay diferentes grados de violencia cotidiana, violencia que viola a una niña…..basta ponerse a hablar y darse cuenta que somos tantas. Violencia generalmente sexual que me penetra sin importarle si quiero, que se sube sobre mi, me desgarra y yo ahí calladita bajo el escritorio pensando que soy mala, pensando que me lo merezco, pensando que no puedo hacer nada por que así es la vida de caprichosa”.
Estas condiciones en las que se vive están llamadas al silencio social, son parte del juego del sistema. Así, tomar la sociabilizacion del ser desde un ámbito publico y otro privado favorece, reproduce y legitima estas prácticas violentas que sufren las mujeres y los niños, todo en nombre de la moralidad de una de las instituciones mas perversas, como lo es la familiar, donde se impone el silencio, el callarse, el miedo a decir: “esto es lo que me pasa, esto es lo que siento y es esto lo que me vulnera”.
Ellas nos explican que una vez que se organizaron y se decidieron a hablar (a gritar el “ya basta”) fue cuando la sociedad contraatacó, atribuyéndoles términos como el de “locas”, o el de “pobrecitas”, es decir, lo que recibieron fue discriminación, burla y exclusión, además de la mirada religiosa de la piedad y la lastima.
Es por eso que destacan el encontrarse como un hecho fundamental, ya que al momento de contar sus vivencias, de animarse a reconocerse, a mirarse, a contenerse, es cuando se dan cuenta que ese problemas del yo es un problemas de un nosotras muy grande y, al indagar aún más, es un problema de nosotros mas grande todavía.
Una de las cosas que nos aclaran es que ellas no actúan desde el resentimiento, y lo que intentan es lograr una transformación social. Tampoco consideran al hombre como el enemigo, pero sí repudian ciertas figuras sociales masculinas, que sostienen desde le cotidiano la estructura dictatorial: el padre, el hombre de la casa, el que lleva los pantalones largos, ese mismo que toda la vida se sentó en la cabecera de la mesa a la hora del vinculo familiar, orden que el sistema ha impuesto para tener mas control social sobre esos seres que tienen que ser domesticados, normalizados y sobre todo dominados.
“Es muy importante entender que la igualdad de géneros es una mentira más del sistema, nosotras no queremos ser iguales, queremos ser diferentes, entendernos como diferentes, tratarnos como diferentes”, la igualdad de géneros es el discurso que tiende a homogenizar, mientras la realidades sociales y la relación cotidiana muestra que es justamente la diferencia la diversidad en donde nos podemos encontrar construyendo.
La alianza gestada a través de la horizontalidad entre mujeres es lo que permitió a la organización analizarse desde la problemáticas concretas, desde las experiencias y vivencias de sus integrantes. Asimismo, la no dependencia de las Ong´s (que en Ecuador es muy fuerte) del estado y de las instituciones tradicionales como la iglesia o los partidos políticos, hace que la organización tenga autonomía en andar.
La iglesia niega el problema de la mujer, el estado y las Ongs las manipulan según sus intereses, y para los partidos políticos el problema simplemente es secundario, para ellos el primer problema es de clase, sin divisar la composición real de la clase. Es decir, tanto para unos como para otros, la mujer es simplemente un problema más que no encaja y los marea en sus principios políticos, reafirmando así el machismo como forma de relación social.
Lo que observamos, mediante las conversaciones, es que existen varios factores por lo cuales se niegan los proceso de lucha por el cambio social. En principio creemos que es miedo, temor a reconocernos, dentro de las organizaciones, como individuos reproductores de la lógica de dominación del sistema. Entenderlo como un problema cultural que excede a los análisis tradicionales, poder comprender que hasta el militante mas revolucionario, el libertario mas conciente, suele ser el golpeador, el abusador o, lo mas normalizado por el sistema, el que manda, el que ejerce poder con su palabra.
El temor a realizar estos cuestionamientos dentro de las organizaciones paraliza la transformación social, se sigue objetivando, en vez de trabajar hacia una subjetivad transformadora de las realidades sociales. ¿En cuántas organizaciones reinan el machismo, la homofonía, la jerarquización con jerarcas encubiertos? debemos necesariamente pensarnos y repensarnos, hasta qué punto el enemigo convive en nuestro cotidiano, inserto en nuestros cuerpos.
En segundo lugar consideramos que no se revisan los conceptos. Las herramientas analíticas provocan que se nieguen estas problemáticas, que se las deje de lado. La revolución nos exige que corramos detrás de las coyunturas, de los análisis estructurales, ¿y qué es eso del género? No, lo primero siempre es ser vanguardia, después están esos pormenores, ese es el discurso al que estamos acostumbrados. Entonces necesariamente deberíamos rever la jerarquización que hacemos de las problemáticas que tomaremos y discutiremos para caminar.
El tercer factor que pensamos es la negación a ultranza, a través de la burla, del desprestigio, de la lógica de lo público y lo privado. Qué y a quién le importa si tu compañero te golpea, te maltrata o te abusa, si es él quien pretende imponerte (conciente o no) una forma de pensar y actuar. Esos conflictos parece que estamos obligados a tratarlos en casa, nunca a verlos ni mucho menos resolverlos dentro de las organizaciones.
Los factores mencionados son tan solo algunos, pero si nos vemos hacia dentro podríamos sacar nuestro potencial transformador para luchar contra este sistema, sobre todo escuchando, comprendiendo y auto criticándonos, creemos que es ese el horizonte que nos puede conducir al cambio social que soñamos.
Ellas en la cárcel
“Somos Una…Somos ella…Somos todas….”
Con esta frase comenzó el trabajo de Mujeres de Frente en las cárceles, en abril del 2004, los motines en las cárcel de mujeres marcaron a quienes estaban fuera, quienes llevaban un año de trabajo. Se encontraron ante una problemática que sentían, y necesitaban accionar políticamente. Notar que el discurso era netamente fascista y paternalista las puso en vilo con el conflicto.
Eran mujeres, como ellas, pero enrejadas, entonces se tenían que pensar juntas, nos dicen, no querían ser un grupo de autoayuda que pretenda llevarles luz desde afuera. Las primeras charlas marcaron que los problemas de afuera y los de adentro se parecían mucho, que eran iguales, que las mujeres sufrían abusos, discriminación, exclusión, y olvido.
Al entrar al la cárcel uno siente que el pecho se le encoge, un raro sentir mientras se sortea los controles policíacos, una vez adentro uno siente el que pecho se empieza a dilatar al son de las palabras que las compañeras van compartiendo y, aunque parezca raro para muchos, conversamos en una ronda de mates que una cumpa argentina detenida en Ecuador ceba.
Vero rompe el hielo y nos dice: “pregunten, nosotras les respondemos”, cuenten, y es así entre chiste y chiste que nos empiezan a contar el funcionamiento de las cárceles, qué es ser Mujer de Frente, los tratos, las relaciones, los sentires, los padecimientos, las alegrías.
La cárcel esta dividida por estratos sociales, es como una ciudad pero comprimida en chiquito, nos dice Andrea, compañera de los inicios de Mujeres de Frente, es decir que Quito se distribuye de Sur a Norte, en el sur están los barrios populares y más marginados y en el Norte los de más buen pasar económico.
Aquí la cárcel tiene esa lógica, los pabellones del Norte son los mejores, hay intermedio y el del sur que donde están los sectores mas populares. Dicha intención no es casual, ya que hasta llevan nombres de barrios de Quito, según esta ubicación, estando en el pabellón sur la mayor concentración de presas negras, lo que claramente demuestra el racismo social de Ecuador.
La atención médica es un desastre, los doctores dicen que a ellos les paga el estado por atender a las mujeres, que son seiscientas, en una cárcel de capacidad para 250, y no a sus hijos que son más de cien. A esta problemática le están encontrando solución, ya que un compañero Javier, médico, trabaja con ellas y es uno más de la organización de Mujeres de Frente.
La comida es para tan solo doscientas, el resto se las arregla como puede, nos cuenta Vero, quien agrega que la idea de ellas no era victimizarse, sino verse como mujeres y de allí encarar las problemáticas, la militancia aquí es por la vida, por sobrevivir en esta situación.
Analia nos dice que la cárcel está llena de quienes no deberían estar, que es el pueblo el que está y quienes deberían estar son las que las mandan allí, los políticos corruptos, los jueces, más corruptos aún, y los delincuentes que le roban al pueblo. Con las palabras de Analia se empieza un debate riquísimo, “aquí somos propiedad del estado, nuestro cuerpo es de él si nosotros nos lastimamos, el estado nos condena, nos da más años de encierro, así le paso a un hombre que en la huelga se corto el dedo como forma de protesta. El estado nos tiene que educar, dar salud, trabajo y lo que hace es recluirnos acá, si ese es nuestro patrón, yo no lo quiero más, no quiero patrón, son ellos los sicarios, el estado es sicario”, agrega Analía.
Emma es una mujer a la cual le dicen Mamá, ella está ya en los últimos tramites, y entre lágrimas que nos contagiaron, dice “yo acá tengo mis familia, mis niñas, no sabe lo que se siente poder brindar amor, prestar el hombro para que calme el dolor, que se lo presten a una, levantarse y que le pregunten cómo está, como te sentís. Afuera yo tengo mi familia y seguro que van a estar conmigo pero acá dejo a una familia, eso me duele, siento que quiero irme, pero siento que tengo que quedarme con mis niñas”. Ella nos preguntaba ante cada comentario, “¿me entienden?…. es hasta este momento en que ese “¿me entienden?”, con lagrimas nos da vuelta en la cabeza, nos golpea, cómo poder entender tanto amor enrejado, cómo entender las injusticias del mundo que han hecho que en ese lugar detestable el corazón haya encontrado la máxima expresión de solidaridad, de hermandad, de amor por el otro. Cómo entender que mientras ello sucede detrás de las rejas de la condena social, afuera nos devoramos los unos a los otros con un individualismo atroz. Deseamos con lo más puro de nosotros entenderla, aprender, sentirnos sus hijos. Que valor tiene la palabra cuando se expresa con ese rostro de madre, ojalá el mundo lindante a las rejas alguna vez las escuche, las entienda, soñamos ser sus hijos, eso nos llevará al mundo que deseamos.
“En Mujeres de Frente, no tenemos líderes, trabajamos las de adentro y las de afuera por igual. Talleres de formación, encuentro de problemáticas y vivencias, de cultura, arte, educación popular, proyectos productivos, son algunos de los trabajos que se realizan, que muchos están materializados en la Revista Sitiadas que publican.
La lucha es amor, contención, compartir, soñar y transformar una realidad social que condena al inocente y brinda seguridad, buen pasar al asesino del pueblo, en defensa del capital.
“Si este cárcel sigue así,
todo preso es político”
Redonditos de Ricota
Para Clajadep y la Red de Medios Alternativos de Argentina
Desde Quito Ecuador
Cipo