¿Qué pasa con la economía japonesa?

06.Mar.06    Análisis y Noticias

Caída generalizada de precios afecta a Japón

TOKIO.- La deflación padecida por Japón en los últimos ocho años es un nefasto y raro fenómeno caracterizado por la caída generalizada de los precios, que no tiene precedentes en una economía desarrollada desde el “crash” bursátil de 1929 en Estados Unidos y la consecuente Gran Depresión.

Habitualmente compañera de los períodos de crisis, la deflación se desencadena por un descenso de la demanda, por una oferta demasiado abundante y/o por una contracción de la masa monetaria.

Inevitablemente, conduce a una espiral infernal.

La baja de los precios posterga en efecto el consumo de los ciudadanos (”¿Por qué comprar ahora una casa o un auto si serán más baratos dentro de seis meses?”) y se traduce en un descenso de los salarios y, por tanto, una pérdida de poder adquisitivo.

A su vez, estos factores aceleran una contracción del consumo, lo que genera una nueva caída de los precios, en un círculo vicioso.

Entonces, las empresas –cuyos beneficios disminuyen o desaparecen– renuncian a invertir, alimentando también la infernal espiral.

La deflación es una de las “bestias negras” de los gobiernos, pues es un fenómeno difícil de combatir.

Tiene consecuencias catastróficas para las empresas o las familias endeudadas, ya que sus capacidades de devolución disminuyen mientras el importe de la deuda permanece intacto.

Y, por su parte, el sistema bancario, ante esos créditos irrecuperables, corre el riesgo de derrumbarse.

Entre 1929 y 1933, años de la Gran Depresión en Estados Unidos, los precios cayeron entre un 25% y un 40% en los grandes países desarrollados.

La Reserva Federal estadounidense agravó el fenómeno al rehusar inyectar liquidez al sistema, pese a que la masa monetaria se contraía debido a las incesantes quiebras bancarias.

En Japón, fue la burbuja especulativa de los años ochenta la que provocó la deflación. A mediados de la década de los noventa, las empresas se dieron cuenta de que sus capacidades de producción y de efectivos eran demasiado grandes y sus deudas demasiado importantes.

Así, dejaron de invertir y los precios y los salarios empezaron a disminuir.

La deflación japonesa fue mucho menos severa que la acaecida en la Depresión de los años 1930, pues en el imperio del Sol Naciente los precios bajaron un -2,6% de 1997 a 2005.

Pese a ello, causó dramas y quiebras, aunque la política monetaria del Banco de Japón, con tipos de interés en torno a cero, evitó lo peor.