Papeleras: Multitud y acción fraternaria frente al show de los muertos

07.Mar.06    Análisis y Noticias

PAPELERAS
MULTITUD Y ACCION FRATERNARIA FRENTE AL SHOW DE LOS MUERTOS

Tengo los muertos todos aquí
¿quién quiere que se los muestre?
Unos sin cara, los otros de pie
Todos muertos para siempre.

Sui generis, el Show de los Muertos, 1974

• Debemos pensar con mayor profundidad y audacia la cuestión ecológica hoy. Hay una serie de cuestiones e ideas que muestran al pensamiento ecologista como un movimiento que puede constituirse como verdadera o potencialmente antagonista: las movidas y manifestaciones de Greenpeace, el activismo y las movilizaciones en Gualeguaychu, y de otros tantos grupos, el caso de Esquel, Neuquen, San Juan, las comunidades de El Bolsón, etc., grupos sólo de nuestro país. Y la cuestión ecológica es solo un caso, que ha adquirido una difusión enorme en estos días. Sumemos los conflictos en Haedo, en Las Heras. Sumemos. La crisis no se ha ido - ni está por resolverse, por parte del gobierno, las instituciones burguesas y los partidos-, ni nada que se le parezca. Transitamos por toda una serie de bordes, nos movemos por entre los bordes de una crisis social y global radical, profunda, insoslayable. Y en este contexto vemos que hay todo un conjunto en ciernes de movimientos que emergen como puntas de alternativas anticapitalistas, si bien muchos de ellos no se han constituido de tal manera, manifiestamente. Lo cierto es que la cultura ecológica, entre otras, moviliza, activa, potencia. A lo que podemos sumar como dato interesante la gran cantidad de estudios e investigaciones que han trabajado la problemática entre el modo o los modos de producción capitalista – bestial, apocalíptico- y su relación con el medio ambiente. La conclusión a la que han llegado es que el capitalismo, como modo de producción frente al medio ambiente, es absolutamente inviable, que como modo de producción y de administración de la vida de las personas genera enormes conflictos a nivel humano y ambiental que, en el marco del propio sistema, son insalvables. Es decir, que con capitalismo no hay mundo que aguante, que sin una transformación radical del sistema no hay liberación ecológica. Desde todos los frentes, el económico, el político, el antropológico, el ecológico, etc., el capitalismo es el peor crimen que la humanidad haya podido cometer, un crimen que no deja de matar y destruir.
• Otra vez, nítidamente, queda expresado el agotamiento político y social de la política representativa, de la representación partidaria, de la democracia representativa. Entre las declaraciones de los dirigentes uruguayos y entrerrianos, se trazaron los límites de este tipo de política: la democracia representativa no va a enfrentar a la criminalidad del mercado; tampoco lo va a hacer el formalismo burgués de la moralidad institucional, jurídica. El canciller uruguayo dice que las papeleras se van a instalar sí o sí, el gobernador entrerriano dice que hay que esperar los informes sobre el impacto ambiental del BM –en un gesto clarísimo de “repliegue y negociación”-, por otro lado el vicegobernador entrerriano dice que estamos perdiendo la batalla, pero que la paz social se muestra inestable. Ahora el recurso de (des)amparo es el tribunal de La Haya, y van… Todo esto, lo del canciller y del gobernador, toda la política estatal, muestra lo que ya dijimos: el estado es un agente del mercado criminal, y no lo va a enfrentar. Pero nos quedamos con las palabras del vicegobernador, que no podía haberlas expresado de una mejor manera: por un lado, el agotamiento institucional contra la supremacía del mercado, el hasta acá llegamos –¿ hasta dónde? ¿ cuándo se movieron? ¿ en qué momento empezaron?-; vale preguntarse ¿ para qué están entonces los políticos y dirigentes si no pueden hacer nada contra la criminalidad del mercado? Aquí, en los bordes de la representatividad, es absolutamente claro que lo partidario-estatal-institucional es una parasitosis social y política, está para nada, vivir para nada, para vivirnos, para seguir existiendo a costa de los medios generados por las fuerzas sociales. Pero está también la otra parte, de la que el vicegobernador no puede decir más que lo que dijo: está la energía y la potencia de la multitud, están las organizaciones alternativas y antagonistas, capaces de desplegar toda su fuerza para acabar con el mercado asesino y la parasitosis social y política; solo la fuerza desplegada por la multitud es capaz de reformular el mundo, de hacer un mundo donde quepan muchos mundos, de liberar al mundo de la criminalidad del mercado, de enfrentar al sujeto y los sujetos del mercado.
• En este hecho otra idea se profundiza: sin un cambio político y social, sin una transformación radical del mundo, una transmutación del mundo del mercado, no hay liberación ecológica. El movimiento y la lucha ecológica deben ser capaces de subvertir la totalidad, la ontología situacional del mundo, tanto como la profundidad de la liberación lo demande. Es el mundo, la totalidad de lo que llamamos mundo, lo que se pone en juego a cada instante, y es hoy, como acontecer nuestro, como drama nuestro, como nuestro aconteser lo puesto en situación en el mundo y la vida como mundo-de-la-vida, como despliegue de-en la totalidad de una energía y una materialidad vitales, constantemente relanzadas hacia adelante como flechas de biotempo – o biot(i)empo- ; así es como más o menos entendemos la ontología situacional del mundo, y es por ello que planteamos que los movimientos y la lucha ecológica ( entre otras) deben debatirse en sus riberas, debatir sobre sus propios límites.
• Hagamos lo que hagamos, la batalla está perdida. Esta es la existencia actual y cabal del Estado y su política. Las elocuentes palabras del vicegobernador no hacen más que describir la realidad propia de la política partidaria, la realidad propia del Estado –en este caso, del Estado entrerriano. Hagan lo que hagan, no van a poder dejar de ser cómplices de la criminalidad del mercado; hagan lo que hagan, no van a poder hacer nada por recuperar, recomponer al Estado-parásito en franca e irrecuperable decadencia. El Estado está acabado. Ya nada puede hacer el pretendido sinceramiento de la burocracia estatal, ni tampoco los amagos de renuncia de ningún gobernador, como Busti diciendo no tener problema en dar un paso al costado si la situación o el presidente así lo requieren. ¿ Que es lo que cambia? Nada. Son sólo intentos desesperados de parte del Estado por hacer de un conflicto social y de la lucha de la multitud una cuestión de Estado. Necesita el Estado que el problema de las papeleras se transforme en un problema de estado, de enredar en su telaraña la iniciativa y la lucha de los movimientos sociales y ecologistas, de la multitud organizada, para poder disponer de la situación. Cada vez queda más claro la era de la disolución del Estado. Todas estas movidas son sólo convulsiones de un Estado desfondado, en descomposición, síntomas, síntomas de un estado epiléptico, impotente frente al mercado, al poderío criminal y explotador del mercado, del que es cómplice, impotente también en tanto alternativa, herramienta de cambio, para el cambio, y mucho más impotente aún frente a la fuerza de la multitud. Es el espectáculo de su propia vergüenza. E intenta imbuir en él a la potencia combativa de la multitud, para dis-ponerla, para coartarla, para intentar manejar la situación a su antojo y transar, negociar. Y la vergüenza se redobla, se duplica con la aparición de una disputa interna aberrante, insignificante, timorata del oficialismo, entre dos líneas partidarias, entre el gobernador y el vice, una contienda barata, de bajo calibre – de la que ningún medio dijo ni la mas mínima palabra- disputa por espacios que no deciden ni definen nada ( o si, para desgracia nuestra), que no representa ningún interés para el futuro de nuestra sociedad. En medio de un conflicto social y político, el oficialismo se desploma en una interna. En la disputa, el oficialismo ( lo mismo cuenta para el resto de los partidos) intenta reagruparse y reacomodarse dentro del estado y desde allí interceptar las luchas sociales, y lo único que logra es mostrar que sólo es un amontonadero de mezquindades inoperantes ( si existiesen de alguna otra manera), una montonera de mediocridades. Cada vez está más lejos, más distante; lo único que logra es exponer su incapacidad, su estado de agotamiento con mayor profundidad y claridad. La situación se le escapa de las manos por todos los costados.
Toda la política, los intentos de “administración” de la(s) crisis por parte de la legalidad burguesa, de los Estados, instituciones y cortes internacionales, los intentos por “resolver” el conflicto son absolutamente estériles desde un principio, porque su política es precisamente la instalación de las papeleras, la concreción de los proyectos criminales del mercado-Auschwitz. Pero la lucha y la movilización de la multitud continúan; la potencia militante y antagonista de la multitud crece, se multiplica. A la lucha de la asamblea ecologista de Gualeguaychu se le suman organizaciones como Greenpeace, y así mismo otras organizaciones sociales y ecologistas, culturales, movimientos autonomistas, etc. La multitud se conecta y crece. Hagan lo que hagan, ya no podrán detener la lucha y la acción popular. La batalla no está perdida: la batalla recién comienza.
• Sorprende que tipos como Pérez Esquivel, o Benedetti, se presten al juego del Estado-mercado, del biopoder, desplegado como espectáculo en los medios. O son más de lo mismo, o sea, negociantes del discurso y las letras, o no entienden nada. El premio Nóbel de la paz pidiéndole a la multitud que desista de su lucha, que levante el corte ¿para esperar la reflexión y la respuesta sensata de los iluminados de los gobiernos del mercado-espectáculo?. Con esto, Esquivel se gano el premio Nóbel de la “pazta”. Por su parte, el literato uruguayo, en un arrebato intelectual digno de un talk-show, dice que todo este conflicto se inició a raíz de la negativa de las plantas a instalarse en Entre Ríos por un pedido de coimas de Busti, como una venganza del gobernador entrerriano. Por supuesto repudiamos cualquier acto de corrupción, pero el conflicto por las papeleras no nace de ahí, ni mucho menos. ¿ Y las movilizaciones, los mas de veinte días de corte de rutas, de asamblea permanente, de lucha constante y potente? ¿ y la potencia militante y combativa de la multitud? ¿ y las posibilidades de hacer, de una buena vez por todas, de esa fuerza combativa, autónoma, una potencia constituyente de una sociedad y una ética de nuevo tipo? ¿ Tenemos que creer que no se dan cuenta de lo que hacen? ¿ cómo soportar tanta mediocridad, tanta estupidez, tanta hipocresía? Multitud, ya no los perdones ni los esperes. Ya no te detengas a darle explicaciones a este desfile de imbéciles, a este circo de impresentables, que no hacen más que vomitar el discurso del biopoder, del Estado-mercado-espectáculo, que trata de todas las maneras que pueda de hacer de este conflicto una cuestión de Estado, una cuestión institucional, para suprimir, desactivar el carácter social y popular de esta lucha. Son discursos que huelen a flores podridas, a las flores podridas del funeral de la vieja cultura de la moral burguesa, del respeto por las instituciones, de la racionalidad estatal y burocrática (en realidad, burócrata), de la racionalidad (moderna y posmoderna) capitalista. El nivel de mediocridad e infrahumanidad, ético e intelectual, es de no creer. Eso si, una idea emerge absolutamente clara en toda la fanfarria mediática: la lucha de la multitud les genera pánico, toda la potencia que despliega es incontenible. La larga marcha de la multitud no se detiene ni va a volver sobre sus propios pasos, sino todo lo contrario, crece y se multiplica.
• No intentamos negar la influencia que el Estado pueda tener sobre la vida de las personas: renegamos de toda la que le quede, frente a las oportunidades que, creemos, se están abriendo en todos los rincones del mundo, la apertura a una posible búsqueda de un espacio común distinto de las multitudes del mundo a través de las asambleas, de la acción directa y fraternaria, solidaria, en las rutas, en la calle, no en los comités partidarios. Nos remitimos a los “hechos”.
• Lo que nos resulta interesante de este proceso es que todo queda o empieza a quedar al desnudo. Somos testigos, activos y militantes, de la desnudez reaccionaria de los agentes del biopoder. Porque no cabe duda alguna de que todas estas expresiones y discursos de quienes toman partido y se paran en la vereda de la lógica del mercado criminal son absolutamente reaccionarios, y no es necesario ser demasiado audaz para percatarse de ello. Ya que, intelectuales, dirigentes, partidos políticos, referentes de la (vieja) cultura intentan, por todos los modos posibles, (re)introducir el conflicto en la trama de la “legalidad” y de las instituciones políticas burguesas, obsoletas, acabadas, mientras la multitud, en la ruta, en las calles, en las asambleas, comienza a prefigurar una nueva política, la biopolítica fraternaria de la multitud, a producir nuevos lazos sociales y una ética de nuevo tipo para una nueva sociedad, a generar la apertura a la posibilidad de crear un nuevo movimiento colectivo. No se dan cuenta, o no quieren hacerlo, que desde hace mucho tiempo, y sobre todo ha quedado notoriamente expuesto después del 19 y 20 de diciembre de 2001, asistimos al gran fracaso de la política y la legalidad burguesa, al gran fracaso del pacto-contrato social burgués moderno, a la democracia de las instituciones, del Estado, de la representatividad partidaria ( o, lo que es lo mismo, a su desnudez, a su sinceramiento, pues se nos ocurre pensar que el pacto social no era y no ha sido más que esto). Frente a este show de los muertos, a esta caravana de cadáveres de la racionalidad moderno-capitalista y del biopoder del posfordismo, en el agotamiento final del Estado como agente social de intervención y cambio, en la inoperancia de la moral y la legalidad burguesas, de la democracia burguesa, del montaje en la escena patética y aberrante del negocio y la transa de los medios, por fortuna para el cosmos, para el mundo-de-la-vida -con nosotros adentro-, la multitud ya no espera más y rompe con la envenenada costumbre ( ¿argentina?) de llorar el muerto en los velorios; toma la posta, en los puentes, en la ruta, para resistir y luchar por la vida, para pelear por un mundodelavida emancipado. Pretender que el problema se resuelva en el ámbito de una racionalidad y una moral muertas, pensar el problema en los términos de una legalidad que quedó expuesta como irreversiblemente agotada, además de reaccionario es inadmisible y completamente ridículo. En la ruta, la multitud abre el camino hacia una nueva sociedad y una nueva (bio)política, construye los puentes hacia la emancipación socialecológica, biopolítica y bioafectiva contra la racionalidad criminal del biopoder, del mercado. La acción directa, fraternaria, de la multitud en Gualeguaychu, en Colón, en Concordia, en Fray Bentos, en Entre Ríos, en Uruguay, en toda la región y más allá de la región, marca el camino a un nuevo (re)nacimiento, traza los bordes y contornos de una nueva ética, autónoma, potente, revolucionaria. Frente al funeral de la oscura y hedionda racionalidad capitalista, el (re)nacimiento, el perfume del gran Mediodía de la multitud fraternaria.

Mario Castaldo.-