Cientos de personas acudieron al mitin que encabezó el subcomandante Marcos en la ciudad industrial de Salamanca, Guanajuato Foto Víctor Camacho
Miércoles 15 de marzo de 2006
No hay que gastar el tiempo en solicitudes ante un Estado que no escucha, afirma
La Jornada
León, Gto. 14 de marzo. “Nuestra propuesta es que derroquemos al gobierno y a los grandes empresarios. Que no gastemos más tiempo en solicitudes y comisiones ante un gobierno que no sólo no nos escucha, sino que nos desprecia profundamente. Un gobierno para el que sobramos. La gente de abajo, la gente humilde y sencilla, les estamos estorbando para que puedan apoderarse del país y convertir la bandera en una prostituta. Eso es lo que están haciendo Acción Nacional y El Yunque.”
Esto dijo el subcomandante Marcos en el parque central de esta próspera ciudad del Bajío ante más de 2 mil personas, en su mayoría jóvenes urbanos de todo tipo, que compartían un malestar, un rechazo al estado de cosas en sus calles, sus escuelas, sus centro de trabajo, sus refugios subterráneos contra el desempleo. Una rebeldía que no siempre se atreve a decir su nombre.
En pocos días, la otra campaña ha visto de todo en Guanajuato. No el que proclaman los espectaculares del gobernador panista Romero Hicks: “Vive Guanajuato mejor que nunca”. Un maestro que tomó la palabra en la capital del estado, durante la reunión de la otra campaña con mineros y grupos ciudadanos, usó términos muy crudos: “Si no hubiera remesas estaríamos en hambruna o en la guerra civil”. De ese tamaño se mira acá el espejismo.
Fue anoche, aquí en León, cuando Marcos recapituló las piezas de un Guanajuato humillado y explosivo: “Hemos visto el mismo desprecio a las comunidades indígenas de españoles que conquistaron estas tierras. Hemos visto al empresario consentido de todos los partidos políticos, Carlos Slim, poner una antena encima de un centro ceremonial otomí. Sólo en Guanajuato hemos visto lo que hay en la Unión Americana: pueblos indios en una reservación, como los chichimecas de San Luis de la Paz; y aun en esa reservación son despojados de su dignidad y de la tierra.
“Lo que ha crecido no es la economía, sino el número de migrantes. Familias enteras destruidas, porque los hombres, las mujeres, los jóvenes, tienen que ir a buscar el trabajo que el Guanajuato de arriba no puede darles. Hemos visto la indignación y la rabia de jóvenes de todas las tendencias políticas que son usados como campo de entrenamiento para la policía estatal. Hemos escuchado historias de destrucción de la naturaleza y de las personas que la habitan. La contaminación en Salamanca, el convertir Apaseo en basurero de los ricos. Hemos visto en cada parte este dolor que está heredando el Guanajuato de arriba, ese sí panista y yunquista.”
El gobierno siempre responde a las demandas con un “paciencia, hay que esperar, no se pueden hacer las cosas de la noche a la mañana”, parafraseó el delegado zapatista. “Y sin embargo vemos que de la noche a la mañana se hacen ricos, que ahí arriba nunca falta dinero.” Por eso “queremos levantar nuestra bandera con dignidad. Que todos juntos tumbemos de una vez a este mal gobierno y a los ricos que los están manteniendo”.
En la otra campaña, dijo, “no estamos promoviendo un cambio de gobierno. Proponemos otro México, construido por la gente humilde y sencilla. Se equivocan allá arriba si piensan que van a poder engañarnos con el circo electoral que están armando. Se equivocan si piensan que vamos a estar sentados o con los brazos cruzados, viendo cómo nos asesinan, nos destruyen y nos obligan a abandonar nuestras tierras mientras venden este país”.
Con la juventud leonesa como escucha, Marcos manifestó: “Si alguien piensa que este es un movimiento como cualquier otro, está equivocado. Nosotros queremos todo, y en ese todo queremos que se vayan los que están arriba. Delante de ustedes, del otro Guanajuato, estamos desafiando públicamente a la organización clandestina, armada y mocha de El Yunque, porque habremos de enfrentarla aquí y donde quiera que se presente, como está ahora en el gobierno federal”.
Horas antes, en la ciudad de Guanajuato, los 330 trabajadores de la cooperativa minera Santa Fe expusieron una historia de represión, engaño y despojo en el límite. Lo que ellos están a punto de perder es la alguna vez célebre mina La Valenciana, último reducto de la minería social que consolidó el gobierno de Lázaro Cárdenas y luego desmantelaron los gobiernos neoliberales del PRI y el PAN.
Además, sus representantes los traicionaron. José Augusto y Sergio Alberto Montoya se coludieron con el gobernador y las autoridades federales para entregar la mina a una fantasmal empresa canadiense llamada Rosario. La mina está paralizada y los cooperativistas en vilo. El secretario de Gobierno, Ricardo Torres Origel, y el candidato panista a la gubernatura, Juan Manuel Oliva, son miembros de la organización El Yunque y trabajan coordinadamente con Juan Carlos Romero Hicks, “el primer gobernador estadunidense nacido en México”, como lo define un maestro universitario. “El idioma que mejor entiende es el inglés, y piensa como gringo.”
Un periodista local dijo en el soleado y muy vigilado acto, frente al beneficio de las minas en la capital guanajuatense: “Ya tienen las propiedades de lo que hay arriba, y ahora se están apropiando del subsuelo. Con la complicidad del Poder Judicial, aquí se gesta un robo criminal”. Señaló que Ramón Muñoz es quien manda en Guanajuato. “Aquí está el corazón del fascismo.”
Varios jóvenes confirmaron la represión “brutal” que sufren. Los policías, dijo uno, “tienen instrucciones de golpear, robar y detener a los que se visten o comportan diferentes, pues no corresponden con la ‘imagen’ que administran los panistas y los priístas”.
El subcomandante Marcos dijo que en Guanajuato “se está sintetizando el dolor de todo un país, como en las vísperas de 1810 se sintetizó el dolor que producía la corona española”, que consideró “malditos” a los incipientes mexicanos. Enseguida leyó de un libro, que le acababan de obsequiar, un pasaje revelador: “Que sea condenado donde quiera que esté, en la casa o en el campo, en los caminos o en las veredas, en las selvas y en el agua, aún en la iglesia, que sea maldito en el vivir y en el morir, que sea maldito en el interior y exteriormente, que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, en su frente y en sus oídos, que sea condenado en su pecho, en su corazón, en sus manos, en sus dedos, en sus venas, en sus músculos, en sus piernas, pies y uñas de los pies. Ojalá que el Cristo de la Santa Virgen lo condene”. Se trata del edicto de excomunión contra Miguel Hidalgo y Costilla, pergeñado por la autoridad eclesiástica de su tiempo. Aquí mismo.
Marcos “dedicó” entonces “una profecía para los patrones, para quienes quieren engañar a los cooperativistas de la mina, los miembros de El Yunque, el PAN y todos los malos gobiernos”. Esta dice: “En los hornos de las fábricas donde se funde el metal extraído de la sangre minera, allí cuando ganemos habremos de licuar primero el yunque sobre el que se pretende destruir y vender este país”.
Entre la migración y un basurero
A diferencia de las ciudades mayores del estado, que de uno u otro modo se han hecho “modernas”, en Apaseo el Grande todavía se respira ese Bajío provinciano que a las siete de la noche interrumpe toda actividad para ponerse a rezar, el Cuévano de Jorge Ibargüengoitia. Allí arribó la otra campaña la noche del sábado 11. En la parte trasera de una pick up que se unió a la caravana, tres niños iban repicando tres pequeñas pero sonoras campanas de bronce. Así convocaban a la población a escuchar al delegado Zero, e inclusive hablar en la plaza central.
La noche del viernes, Marcos tomó de los ciudadanos las palabras testimoniales de otro gran engaño gubernamental en perjuicio de la gente: el basurero y relleno sanitario que ha descompuesto la atmósfera y las condiciones de salud de Apaseo y sus alrededores. Y cuestionó:
“¿Qué ha pasado en este país para que los de arriba, no conformes con robarnos, despreciarnos, explotarnos, todavía nos agarren como basurero para sus cochinadas? ¿Por qué el gobierno no hizo el relleno sanitario en el rancho de Vicente Fox y Marta Sahagún, en las grandes casas de los grandes ricos? Los nuevos ricos que han nacido en este régimen panista y los viejos, que son los mismos del régimen priísta y que van a seguir cuando entre el régimen perredista.”
El gobierno puso ahí el basurero “para castigar a la gente, porque es rebelde y digna. Un castigo para ustedes, para su historia de lucha y el ejemplo que han dado. Pero resulta que no es nada más para Apaseo o Guanajuato. Resulta que es producto de un plan premeditado que viene desde hace tiempo, y que consiste en términos simples y llanos en la destrucción de lo que nosotros, abajo y a la izquierda, llamamos la Patria mexicana”.
Recordó la situación en Tierra Blanca, en la sierra guanajuatense. “El gobierno, de la mano del tercer hombre más rico del mundo, Carlos Slim, impone, en lugar de una espada como hace 500 años, una antena de telefonía sobre el lugar donde los otomíes veneran a nuestros ancestros. Ese es el mejor ejemplo de lo que significa para ellos la cultura indígena.” Y mencionó luego la condiciones de vida de los campesinos y los chichimecas en San Luis de la Paz, sumándose a las de maestros, estudiantes, jóvenes y trabajadores. “Ahora resulta que no es algo accidental que nos quieran convertir en el bote de basura de los ricos, resulta que el país entero está siendo convertido en un bote de basura y mejor para ellos si nosotros ya estamos adentro.”
El subcomandante Marcos denunció en Apaseo: “El gobierno norteamericano considera a la República Mexicana como una estrella más en su bandera, y como tal se comparta. Tiene, dice, el derecho a aplicar sus leyes en territorio mexicano. Ningún candidato dice nada, y Vicente Fox hasta pide disculpas. Es una vergüenza ser mexicano”. Y concluyó: “Esta patria que duele desde el río Bravo hasta el Suchiate”.